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6.1
7,309
5
30 de junio de 2024
30 de junio de 2024
22 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las obras más flojas del director griego. Un cierto retorno a las mecánicas del extrañamiento que tanto reconocimiento le otorgaron, aunque falto del talento y la capacidad discursiva que alguna vez demostró. Una película episódica que acaba volviéndose tediosa, especialmente en su último e irregular capítulo. Un largometraje que podría haberse presentado en formato mini-serie para dotar de entidad a cada elemento y una mayor coherencia al manejo de los tiempos.
Lanthimos realiza un estudio de la libertad mediante un juego de dominación y sumisión entre sus personajes. Dichos personajes se ven sometidos por aspectos poco gratos de la condición humana y, sin duda, ganan muchísimo con la capacidad interpretativa y la entrega del trío principal. El problema es la falta de rumbo general y la sensación de que el director traspasa involuntariamente la fina línea entre el absurdo y lo ridículo, con una pérdida de sutileza pero también del impacto que tenían antaño sus escenas más crudas gracias a una construcción más efectiva y menos subrayada.
Uno de sus puntos más débiles es la puesta en escena. El que otrora pareciera un director preocupado por la coherencia entre sus formas y discursos, perece aquí bajo el influjo del efectismo y el exceso que está caracterizado su cine más reciente. Parece que la intención es la de crear imágenes fácilmente reconocibles e intercambiables bajo la mirada de las nuevas sensibilidades, de lo cool y lo digno de ser “gifeable” o convertido en meme por las redes sociales. Una concepción de producto, una marca blanca con ínfulas, un cine que se acerca peligrosamente al de las plataformas, aunque sea cierto que aún conserva una extrañeza que deja cierta esperanza. Ese debería ser el camino a seguir para revertir la deriva actual del quizás demasiado prolífico momento del realizador.
@laquimeracultural
Lanthimos realiza un estudio de la libertad mediante un juego de dominación y sumisión entre sus personajes. Dichos personajes se ven sometidos por aspectos poco gratos de la condición humana y, sin duda, ganan muchísimo con la capacidad interpretativa y la entrega del trío principal. El problema es la falta de rumbo general y la sensación de que el director traspasa involuntariamente la fina línea entre el absurdo y lo ridículo, con una pérdida de sutileza pero también del impacto que tenían antaño sus escenas más crudas gracias a una construcción más efectiva y menos subrayada.
Uno de sus puntos más débiles es la puesta en escena. El que otrora pareciera un director preocupado por la coherencia entre sus formas y discursos, perece aquí bajo el influjo del efectismo y el exceso que está caracterizado su cine más reciente. Parece que la intención es la de crear imágenes fácilmente reconocibles e intercambiables bajo la mirada de las nuevas sensibilidades, de lo cool y lo digno de ser “gifeable” o convertido en meme por las redes sociales. Una concepción de producto, una marca blanca con ínfulas, un cine que se acerca peligrosamente al de las plataformas, aunque sea cierto que aún conserva una extrañeza que deja cierta esperanza. Ese debería ser el camino a seguir para revertir la deriva actual del quizás demasiado prolífico momento del realizador.
@laquimeracultural

6.3
8,358
6
14 de abril de 2024
14 de abril de 2024
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
A24 sigue en su línea de aprovechamiento de ciertas temáticas y re-mezcla de géneros. Esta vez el resultado se queda allí donde podemos encasillar la gran mayoría de producciones: el rango medio. Ni se queda en una “Titane” (2021) ni llega a las cotas de un NWR.
La película maneja sin disimulo ciertos guiños y referentes, como el cine de Lynch, un cierto body transformation de Aronofsky, referentes visuales de la América desértica para situar prototipos de masculinidad, y hasta un pulp o fantástico de serie B que coqueteó con una imagen poderosa respecto a la representación femenina. Su apuesta por el neo-noir como aparataje formal y narrativo para la crítica social se antoja certero.
Todo ello con momentos de pura estilización visual marca de la casa y, sobretodo, un diseño de sonido realmente potente y pulido. La fotografía y el montaje están cuidados y revelan una preocupación por plasmar en imágenes de manera muy precisa el viraje psicológico de las protagonistas.
Hay algo interesante en el planteamiento de un sueño americano que pronto deja paso a una visión descarnada de los lazos laborales, familiares y afectivos; a contradicciones y descubrimientos de una interioridad rabiosa que se rebela contra las estructuras sociales del abuso y la negación de todo un futuro. En el fondo de eso va la película, más allá de los guiños a “lo que toca hablar”, lo queer, etc. Podría entenderse casi como un western-noir, un juego de redenciones bañado por la sangre. El romance desenfrenado es la única vía de escape ante tanta decrepitud moral. Amor y muerte se unen, se persiguen y se repelen, condicionados por los arquetipos que rodean a las protagonistas de esta nueva “Lazos ardientes” (1996).
El problema es que la credibilidad a nivel de trama sufre conforme avanzan los minutos y acaba por desplomarse en un tramo final que, aunque con cierto ritmo, opta por vías del fantástico bastante arriesgadas para crear metáforas y cerrar arcos dramáticos conforme a preceptos de lo que se supone debe ser una emancipación actual trasladable a la fuerza a cualquier otra época.
@laquimeracultural
La película maneja sin disimulo ciertos guiños y referentes, como el cine de Lynch, un cierto body transformation de Aronofsky, referentes visuales de la América desértica para situar prototipos de masculinidad, y hasta un pulp o fantástico de serie B que coqueteó con una imagen poderosa respecto a la representación femenina. Su apuesta por el neo-noir como aparataje formal y narrativo para la crítica social se antoja certero.
Todo ello con momentos de pura estilización visual marca de la casa y, sobretodo, un diseño de sonido realmente potente y pulido. La fotografía y el montaje están cuidados y revelan una preocupación por plasmar en imágenes de manera muy precisa el viraje psicológico de las protagonistas.
Hay algo interesante en el planteamiento de un sueño americano que pronto deja paso a una visión descarnada de los lazos laborales, familiares y afectivos; a contradicciones y descubrimientos de una interioridad rabiosa que se rebela contra las estructuras sociales del abuso y la negación de todo un futuro. En el fondo de eso va la película, más allá de los guiños a “lo que toca hablar”, lo queer, etc. Podría entenderse casi como un western-noir, un juego de redenciones bañado por la sangre. El romance desenfrenado es la única vía de escape ante tanta decrepitud moral. Amor y muerte se unen, se persiguen y se repelen, condicionados por los arquetipos que rodean a las protagonistas de esta nueva “Lazos ardientes” (1996).
El problema es que la credibilidad a nivel de trama sufre conforme avanzan los minutos y acaba por desplomarse en un tramo final que, aunque con cierto ritmo, opta por vías del fantástico bastante arriesgadas para crear metáforas y cerrar arcos dramáticos conforme a preceptos de lo que se supone debe ser una emancipación actual trasladable a la fuerza a cualquier otra época.
@laquimeracultural

6.8
9,128
6
22 de enero de 2023
22 de enero de 2023
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nota: 6,5
Me quedo frío, con la sensación de no haber entrado en el juego de la película y no haber empatizado con los personajes. El planteamiento, propio del cine negro, me interesa. Con la mezcla de géneros sin un rumbo fijo y abusando de conveniencias y giros de guion, pierdo el interés al no ver nada que no me hayan contado muchas veces de forma más sugerente y creíble. La cinta firma una factura técnica realmente buena, destacando la fotografía, maravillosa en encuadre y color, y las transiciones del montaje. La música, siendo funcional, cae en lugares comunes para forzar un sentimiento que no me llega.
@laquimeracultural
Me quedo frío, con la sensación de no haber entrado en el juego de la película y no haber empatizado con los personajes. El planteamiento, propio del cine negro, me interesa. Con la mezcla de géneros sin un rumbo fijo y abusando de conveniencias y giros de guion, pierdo el interés al no ver nada que no me hayan contado muchas veces de forma más sugerente y creíble. La cinta firma una factura técnica realmente buena, destacando la fotografía, maravillosa en encuadre y color, y las transiciones del montaje. La música, siendo funcional, cae en lugares comunes para forzar un sentimiento que no me llega.
@laquimeracultural
5
20 de mayo de 2024
20 de mayo de 2024
17 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me disculpareis el tono pero tampoco vamos a ponernos exquisitos con este film. Si lo habéis visto tenéis estómago.
Muy desagradable. Muy forzada. Es difícil tomar en serio algo en la trama. Algunos diálogos son muy poco creíbles y parecen más de dramaturgia escrita. La economía narrativa no es su fuerte siendo una película de metraje ajustado. No sé ni si tomarme algunas escenas como humor negro. Aún así ¿Engancha? Pues claro! El morbo o la curiosidad por ver cómo se puede hacer más el ridículo para salir de los fregados en los que se mete el guion están ahí.
¿Simple pornografia emocional? Algo interesante es la contradicción entre los sentimientos del personaje femenino y los del espectador, debido a la información que maneja este último. Hay una disociación que genera una incomodidad (y un suspense) difícil de llevar. ¿Es interesante esto? Juzguen ustedes.
Hay decisiones formales que quieren lucir bastante. Algunas sin ningún significado aparente. Otras bastante acertadas utilizando el fuera de campo o reflejando una desestabilización en los personajes. Para ello utiliza la cámara y un eficaz montaje que juega con los insertos de objetos y la música para crear secuencias estiradas que, mediante una especie de trance macabro, conecten con el espectador.
Apelar al morbo para enganchar emocionalmente no la convierte en una buena pelicula. Algunos mecanismos de realización a los que recurre para provocar o reflejar estados emocionales, no están mal escogidos. Si tenéis un día de mierda, siempre hay algo que lo puede empeorar. Por ejemplo, esta película.
PD: Señor King, dedíquese a lo suyo.
@laquimeracultural
Muy desagradable. Muy forzada. Es difícil tomar en serio algo en la trama. Algunos diálogos son muy poco creíbles y parecen más de dramaturgia escrita. La economía narrativa no es su fuerte siendo una película de metraje ajustado. No sé ni si tomarme algunas escenas como humor negro. Aún así ¿Engancha? Pues claro! El morbo o la curiosidad por ver cómo se puede hacer más el ridículo para salir de los fregados en los que se mete el guion están ahí.
¿Simple pornografia emocional? Algo interesante es la contradicción entre los sentimientos del personaje femenino y los del espectador, debido a la información que maneja este último. Hay una disociación que genera una incomodidad (y un suspense) difícil de llevar. ¿Es interesante esto? Juzguen ustedes.
Hay decisiones formales que quieren lucir bastante. Algunas sin ningún significado aparente. Otras bastante acertadas utilizando el fuera de campo o reflejando una desestabilización en los personajes. Para ello utiliza la cámara y un eficaz montaje que juega con los insertos de objetos y la música para crear secuencias estiradas que, mediante una especie de trance macabro, conecten con el espectador.
Apelar al morbo para enganchar emocionalmente no la convierte en una buena pelicula. Algunos mecanismos de realización a los que recurre para provocar o reflejar estados emocionales, no están mal escogidos. Si tenéis un día de mierda, siempre hay algo que lo puede empeorar. Por ejemplo, esta película.
PD: Señor King, dedíquese a lo suyo.
@laquimeracultural

6.4
19,702
8
22 de enero de 2024
22 de enero de 2024
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película muy pensada en la que, con ecos de modernidad, la forma se adapta al fondo y el aparataje formal sostiene el mensaje. La asepsia, el reto logístico, los procesos técnicos y burocráticos quedan reflejados mediante una puesta en escena hierática en la que predominan los planos fijos, el angular deformante, la simetría o las líneas compositivas rectas. El montaje es quien permite seguir a los cuerpos desde perspectivas que se apilan y pierden la singularidad. Como las víctimas. No hay emoción que sentir, no hay manierismo ni lucimiento. No hay horror que pueda ser mostrado. El horror sería corrosivo, vomitivo. Solo hay rojo, blanco y negro negativos, humanidad invertida.
Pero de pronto la atmósfera se vuelve malsana, casi opresiva, gracias al tremendo trabajo de sonido en fuera de campo. Y el humo blanco que llega. Y el humo negro que marcha. Abrumador, incómodo, tenso, enfermizo. Algo que parece no afectar las apacibles y opulentas vidas de abundancia y banalidad que viven los miembros de la familia protagonista. No se trata de causar sentimentalismo fácil, buscar identificaciones dramáticas o blanqueamientos, sino de mostrar una perspectiva de la realidad que no es la habitual. Para que lo que no se ve duela más. Sin revestimiento fútil, sin subrayado, aunque acaba afectando enormemente y hace grande a la película.
En sus reflexiones acerca de la figura de Eichmann, Hannah Arendt llega a la conclusión de que para Eichmann, la Solución Final “constituía un trabajo, una rutina cotidiana, con sus buenos y malos momentos”. Un nuevo tipo de maldad que a través de la burocracia transforma “a los hombres en funcionarios y simples ruedecillas de la maquinaria administrativa”.
@laquimeracultural
Pero de pronto la atmósfera se vuelve malsana, casi opresiva, gracias al tremendo trabajo de sonido en fuera de campo. Y el humo blanco que llega. Y el humo negro que marcha. Abrumador, incómodo, tenso, enfermizo. Algo que parece no afectar las apacibles y opulentas vidas de abundancia y banalidad que viven los miembros de la familia protagonista. No se trata de causar sentimentalismo fácil, buscar identificaciones dramáticas o blanqueamientos, sino de mostrar una perspectiva de la realidad que no es la habitual. Para que lo que no se ve duela más. Sin revestimiento fútil, sin subrayado, aunque acaba afectando enormemente y hace grande a la película.
En sus reflexiones acerca de la figura de Eichmann, Hannah Arendt llega a la conclusión de que para Eichmann, la Solución Final “constituía un trabajo, una rutina cotidiana, con sus buenos y malos momentos”. Un nuevo tipo de maldad que a través de la burocracia transforma “a los hombres en funcionarios y simples ruedecillas de la maquinaria administrativa”.
@laquimeracultural
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