La boda de Rosa
6.1
8,926
Comedia. Drama
A punto de cumplir 45, Rosa se da cuenta de que ha vivido siempre para los demás y decide marcharse, dejarlo todo y apretar el botón nuclear. Quiere tomar las riendas de su vida y cumplir el sueño de tener un negocio propio. Pero pronto descubrirá que su padre, sus hermanos y su hija tienen otros planes, y que cambiar de vida no es tan sencillo si no está en el guion familiar.
28 de abril de 2023
28 de abril de 2023
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me van a perdonar ustedes mi absoluta falta de originalidad al asignarle un título a mi crítica pero creo que esta película ha conseguido transmitirme, de forma perfecta, un hastío vital que voy a necesitar tres o cuatro ron-colas para poderlo combatir.
La boda de Rosa es una película porque dura más de 40 minutos pero bien podría ser un anuncio de algo y no porque nos quiera vender algo (que quizás también) sino por el absoluto vacío que supone:
Vacío argumental -en la película no pasa absolutamente nada y lo que pasa es tan absurdo que llega a molestar, pero una molestia sin estridencias que más pronto que tarde se diluye en el hastío más absoluto.
Resumen de la película sin destripe: "Soy Rosa y mañana me caso" Familia: "Que Rosa se casa mañana, pues vamos de boda". Van a preparar la boda, dan bastante por saco y llegamos al final, Rosa desvela sus planes de boda, la familia se medio mosquea y al segundo y medio se les pasa el mosqueo y apoyan a Rosa y todo es alegría. Fin de la película
Vacío interpretativo - Achacable única y exclusivamente a la falta de habilidad de la directora para dotar de un mínimo de emoción o realismo a absolutamente ninguna secuencia de la película. De esta forma, a los actores solo les queda hacer lo que buenamente pueden (que por desgracia no es mucho).
Vacío en el mensaje - El mensaje es comparable al mensaje de un anuncio de compresas. No hay más: "siéntete segura, siéntete libre".
Me resulta incomprensible que haya quien argumente que el mensaje de esta película es ¿acertado?, ¿¿necesario??, cuando el único adjetivo que a mí se me viene a la cabeza es ¿estúpido?. Y digo estúpido no por oposición férrea a esta corriente de neo feminismo, que ni me enerva ni me molesta, si no por la cursilería extrema, ese algodonamiento de la realidad y, sobre todo, esa unidireccionalidad actual que dictamina lo que debería hacer la gente para alcanzar la meta soñada: la felicidad, sin tener en cuenta las exigencias y las limitaciones que nos impone la realidad circundante, porque por gracia o desgracia somos fruto y consecuencia de la sociedad en la que vivimos, somos piezas y nos movemos al compás de todas las piezas. Pretender que la aceptación individual de uno mismo (la estupidez del "quererse a uno mismo" desde la individualidad) es, a mi parecer una noción dañina por inalcanzable.
Como escribiera el poeta británico John Donne:
"Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la masa..."
La boda de Rosa es una película porque dura más de 40 minutos pero bien podría ser un anuncio de algo y no porque nos quiera vender algo (que quizás también) sino por el absoluto vacío que supone:
Vacío argumental -en la película no pasa absolutamente nada y lo que pasa es tan absurdo que llega a molestar, pero una molestia sin estridencias que más pronto que tarde se diluye en el hastío más absoluto.
Resumen de la película sin destripe: "Soy Rosa y mañana me caso" Familia: "Que Rosa se casa mañana, pues vamos de boda". Van a preparar la boda, dan bastante por saco y llegamos al final, Rosa desvela sus planes de boda, la familia se medio mosquea y al segundo y medio se les pasa el mosqueo y apoyan a Rosa y todo es alegría. Fin de la película
Vacío interpretativo - Achacable única y exclusivamente a la falta de habilidad de la directora para dotar de un mínimo de emoción o realismo a absolutamente ninguna secuencia de la película. De esta forma, a los actores solo les queda hacer lo que buenamente pueden (que por desgracia no es mucho).
Vacío en el mensaje - El mensaje es comparable al mensaje de un anuncio de compresas. No hay más: "siéntete segura, siéntete libre".
Me resulta incomprensible que haya quien argumente que el mensaje de esta película es ¿acertado?, ¿¿necesario??, cuando el único adjetivo que a mí se me viene a la cabeza es ¿estúpido?. Y digo estúpido no por oposición férrea a esta corriente de neo feminismo, que ni me enerva ni me molesta, si no por la cursilería extrema, ese algodonamiento de la realidad y, sobre todo, esa unidireccionalidad actual que dictamina lo que debería hacer la gente para alcanzar la meta soñada: la felicidad, sin tener en cuenta las exigencias y las limitaciones que nos impone la realidad circundante, porque por gracia o desgracia somos fruto y consecuencia de la sociedad en la que vivimos, somos piezas y nos movemos al compás de todas las piezas. Pretender que la aceptación individual de uno mismo (la estupidez del "quererse a uno mismo" desde la individualidad) es, a mi parecer una noción dañina por inalcanzable.
Como escribiera el poeta británico John Donne:
"Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la masa..."
17 de abril de 2021
17 de abril de 2021
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lástima de guion. Tan malo que una película que empieza bien y con una idea muy buena, se convierte directamente en aburrida, incoherente y patética desde la mitad o más del metraje. Mas en spoiler.
Le pongo un cuatro por el arranque al describir el personaje y su situación, tanto el guion como la actuación de Candela Peña
Le pongo un cuatro por el arranque al describir el personaje y su situación, tanto el guion como la actuación de Candela Peña
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El argumento es sencillo; una mujer buenaza, sin demasiada autoestima, deja que abuse de ella todo el mundo (padre, hija, exmarido, jefes, vecinos) hasta agobiarla al máximo. Esta claro que necesita un cambio. El detonante es que su padre decide por su cuenta mudarse a vivir con ella. Y como no sabe decir que no se inventa la primera excusa que se le ocurre. "Papa, no puede ser porque … ¡me caso!".
Genial habría estado que la comedia avanzara en este enredo creado por Rosa en el que el espectador y los protagonistas estuviéramos todos convencidos de que se casa...para descubrir sólo en el ultimo momento que la boda se sustituye por la puesta en escena de la muy personal obra dirigida por la protagonista "Me caso conmigo misma". Por el camino nos podrían haber hecho dudar de si es la boda lo que le conviene, aprovechando que desde el primer momento no lo tiene muy claro con su novio. Y las posibles tramas de engañarse a si misma, de liar a su novio o de engañarle hubieran dado más de si. Mas las constantes interferencias familiares en su vida, y la lucha de la protagonista por desprenderse de la necesidad de cubrir las exigencias de todo el que le rodea. En fin, que el cambio que necesita no fuera un momento de revelación divina, sino que se viera que lucha por conseguirlo, porque no está en su naturaleza y debe ser puesta a prueba y vencerse a si misma.
Pero no, la gran sorpresa se desvela desde el inicio y ya solo queda insistir reiterativamente en el mensaje de que las mujeres tiene que casarse (comprometerse) en primer lugar con ellas mismas. (Dicho sea de paso, no es cosa solo de mujeres, pero dejémoslo correr. O no lo dejemos, porque cuando el personaje no interesa como persona sino como arquetipo, mal vamos).
Como ya no hay sorpresa y cuando se revelan las intenciones de la protagonista queda mucho metraje, el enredo se lleva al asunto de reinventarse poniendo en marcha su propio negocio, contando en exclusiva con un local heredado y con la previsible disputa familiar. Este asunto es tan pobre y tan poco interesante que da muy poco juego - y mucho más en comparación con lo que podrían haber dado de sí los enredos por mantener engañado a todo el mundo con la "no boda"- . Es tan poco interesante lo de abrir el tallercito en su pueblo que para resolverlo todos los miembros de la familia cambian no solo de actitud, sino hasta de carácter para facilitar la cosas, porque esta sub trama no le interesa ni a las guionistas... y el espectador sin dar crédito ante todo tipo de gratuitas incoherencias. Un desinfle el poner el acento en su conversión en mujer emprendedora porque yo lo valgo, y además puedo competir con Coco Chanel, y encima soy muy enrollada que me voy de la ciudad, todo ello a despecho de la realidad. No hacia falta, distrae de lo esencial.
Lástima, porque si hubieran mantenido el enredo de la "no boda", el mensaje hubiera llegado cuando tocaba, como un buen colofón final y no convertido en una cantinela a base de trivializarse con la repetición.
Genial habría estado que la comedia avanzara en este enredo creado por Rosa en el que el espectador y los protagonistas estuviéramos todos convencidos de que se casa...para descubrir sólo en el ultimo momento que la boda se sustituye por la puesta en escena de la muy personal obra dirigida por la protagonista "Me caso conmigo misma". Por el camino nos podrían haber hecho dudar de si es la boda lo que le conviene, aprovechando que desde el primer momento no lo tiene muy claro con su novio. Y las posibles tramas de engañarse a si misma, de liar a su novio o de engañarle hubieran dado más de si. Mas las constantes interferencias familiares en su vida, y la lucha de la protagonista por desprenderse de la necesidad de cubrir las exigencias de todo el que le rodea. En fin, que el cambio que necesita no fuera un momento de revelación divina, sino que se viera que lucha por conseguirlo, porque no está en su naturaleza y debe ser puesta a prueba y vencerse a si misma.
Pero no, la gran sorpresa se desvela desde el inicio y ya solo queda insistir reiterativamente en el mensaje de que las mujeres tiene que casarse (comprometerse) en primer lugar con ellas mismas. (Dicho sea de paso, no es cosa solo de mujeres, pero dejémoslo correr. O no lo dejemos, porque cuando el personaje no interesa como persona sino como arquetipo, mal vamos).
Como ya no hay sorpresa y cuando se revelan las intenciones de la protagonista queda mucho metraje, el enredo se lleva al asunto de reinventarse poniendo en marcha su propio negocio, contando en exclusiva con un local heredado y con la previsible disputa familiar. Este asunto es tan pobre y tan poco interesante que da muy poco juego - y mucho más en comparación con lo que podrían haber dado de sí los enredos por mantener engañado a todo el mundo con la "no boda"- . Es tan poco interesante lo de abrir el tallercito en su pueblo que para resolverlo todos los miembros de la familia cambian no solo de actitud, sino hasta de carácter para facilitar la cosas, porque esta sub trama no le interesa ni a las guionistas... y el espectador sin dar crédito ante todo tipo de gratuitas incoherencias. Un desinfle el poner el acento en su conversión en mujer emprendedora porque yo lo valgo, y además puedo competir con Coco Chanel, y encima soy muy enrollada que me voy de la ciudad, todo ello a despecho de la realidad. No hacia falta, distrae de lo esencial.
Lástima, porque si hubieran mantenido el enredo de la "no boda", el mensaje hubiera llegado cuando tocaba, como un buen colofón final y no convertido en una cantinela a base de trivializarse con la repetición.
7 de marzo de 2021
7 de marzo de 2021
3 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me la recomendaron y fui a verla, sabiendo como es el cine de la Bollaín, que o lo pillas a la primera o te estás toda la película sin entender nada. Pues así me quedé. Quitando que Candela Peña está enorme (como siempre), no entiendo tanta nominación a los Goya para esta mediocre película, que valdría más para circuitos pequeños estilo Sundance que para el nivel que se le ha dado, que bajo mi punto de vista no se merece en absoluto y que solo está ahí por quién está dirigida.
6 de febrero de 2021
6 de febrero de 2021
2 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La boda de Rosa es una feelgood movie de tono amable y apariencia liviana, con un mensaje muy potente.
El film es una interesante reivindicación de la vida sin pareja, de la vida adulta completa sin importar la edad, de no renunciar a los sueños y de vivir sin dramatismos. Hasta ahí totalmente de acuerdo.
Lamentablemente desde el punto cinematográfico el film presenta importantes deficiencias: un guion propio de Mr.Wonderful, con personajes mal dibujados sin evolución coherente ni verosímil. Diálogos sonrojantes y una realización plana, sin garra. Eso sí, Candela Peña está inmensa defendiendo su personaje.
Recordando la Ópera Prima de la directora Iciar Bollaín, Hola, estás sola? (1995) , fresca, alegre, sencilla, es una pena ver como 25 años después se ha perdido gran parte de esas cualidades en una comedia bienintencionada, que pretende ser humanista y berlanguiana, pero fallida por falta de garra narrativa, solidez dramática y fuerza visual.
El film es una interesante reivindicación de la vida sin pareja, de la vida adulta completa sin importar la edad, de no renunciar a los sueños y de vivir sin dramatismos. Hasta ahí totalmente de acuerdo.
Lamentablemente desde el punto cinematográfico el film presenta importantes deficiencias: un guion propio de Mr.Wonderful, con personajes mal dibujados sin evolución coherente ni verosímil. Diálogos sonrojantes y una realización plana, sin garra. Eso sí, Candela Peña está inmensa defendiendo su personaje.
Recordando la Ópera Prima de la directora Iciar Bollaín, Hola, estás sola? (1995) , fresca, alegre, sencilla, es una pena ver como 25 años después se ha perdido gran parte de esas cualidades en una comedia bienintencionada, que pretende ser humanista y berlanguiana, pero fallida por falta de garra narrativa, solidez dramática y fuerza visual.
19 de agosto de 2020
19 de agosto de 2020
3 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
En estos momentos de timorata puesta en marcha y de volver a engrasar la maquinaria cinematográfica, es una enorme noticia la llegada de nuevo cine patrio de relevancia comercial. Más aún si se trata de manifestaciones de nombres consagrados. En el caso del cine español, el evento que servía de pistoletazo de salida para activar cada campaña práctica en taquilla y para, aunque de manera mucho menos fructífera, iniciar el boca a boca para el futuro recorrido de festivales y carrera de premios patrios, es el Festival de Málaga, dedicado por entero al cine en lengua hispana. Debió celebrarse en marzo pero finalmente se aplazó a agosto, y en él se presentará el filme que nos ocupa, el mismo día que se estrenará en pantallas de toda España. Se trata de La Boda de Rosa, inesperada incursión en los terrenos de la comedia pura de la veterana y prestigiosa Iciar Bollaín de la mano de un reparto de grandes talentos de nuestra escena. El nuevo estreno de Filmax apareció en mi radar de manera súbita, y la mezcla de ingredientes era tan poco habitual que nos dispusimos a cubrir su estreno en la web. La comedia española está atravesando un pobre período a nivel creativo (los resultados en taquilla son harina de otro costal), de modo que una propuesta de la mano de una realizadora contrastada bien podría suponer una oportunidad enriquecedora. Y el resultado de su trabajo es un largometraje que logra cumplir todos los objetivos que se propone, sin ofrecer nada más que eso. Una aventura divertida y simpática, pero a su vez extremadamente ligera y blanda, muy formulaica al afrontar sus aspectos más dramáticos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Rosa (Candela Peña) se acerca peligrosamente a la cincuentena y sigue sin haber asumido control de su propia vida. Su trabajo de diseñadora de vestuario en una productora audiovisual le resta horas y energías, y su espacio de reposo se esfuma en apoyo y cuidado a su hija emigrada o su solitario progenitor. Decidida a dar un volantazo a la situación, convoca a ambos y a sus hermanos para una boda sorpresa en su pueblo de infancia. Pronto averiguarán, con no pocos malentendidos, que sus planes no son en absoluto lo que parecen. Una comedia familiar de enredos y cuentas pendientes, una historia de superación, aceptación personal y evolución hacia la plenitud. Una celebración y reencuentro terapéutico envuelto de astracanada y sarao eminentemente español. Correcalles de confusiones y malentendidos por el que una familia desestructurada cose sus heridas y halla un nuevo punto de relación que satisface a todos ellos, en algunos casos a través de transformaciones profundas. Hay que aplaudir el gran trabajo de un reparto fresco y entregado, en particular el de una sensible y superada Candela Peña rebosante de personalidad. El guión logra construir un eficaz tono cómico consistente, con una alta carga de batiburrillo y maraña festiva municipal con ecos de Berlanga. Filme bien estructurado en tempo y estructura, ameno y entrañable y poblado por personajes con los que se empatiza al instante.
En lo que al drama familiar y sus varias ramificaciones se refiere, el filme sigue en todo momento meandros y estructuras extremadamente convencionales, mascadas e incluso superficiales. La ejecución y desarrollo de los conflictos y subtramas es extremadamente subrayada, recalcada de manera evidente por el diálogo, manida y predecible y, sobre todo, poco natural en sus tempos. Un descarrile atropellado de revelaciones y desencuentros propios de una película, de la comedia al uso como estrategia suave de llevar a cabo un drama familiar sin los lastres tonales que este conlleva. Es una película en la que todo se declama, se grita al espectador, en cuya suspicacia no se confía. Es por ello un filme en el que siempre vas perezosamente por delante, amén de extremadamente insípido a nivel creativo y formal, pero funcional y competentemente facturado.
Alegre, festiva y redentora, La boda de Rosa es una más que competente comedia para disfrutar en sala, pero una muestra más de un capítulo creativamente escuálido en la filmografía de Icíar Bollaín.
En lo que al drama familiar y sus varias ramificaciones se refiere, el filme sigue en todo momento meandros y estructuras extremadamente convencionales, mascadas e incluso superficiales. La ejecución y desarrollo de los conflictos y subtramas es extremadamente subrayada, recalcada de manera evidente por el diálogo, manida y predecible y, sobre todo, poco natural en sus tempos. Un descarrile atropellado de revelaciones y desencuentros propios de una película, de la comedia al uso como estrategia suave de llevar a cabo un drama familiar sin los lastres tonales que este conlleva. Es una película en la que todo se declama, se grita al espectador, en cuya suspicacia no se confía. Es por ello un filme en el que siempre vas perezosamente por delante, amén de extremadamente insípido a nivel creativo y formal, pero funcional y competentemente facturado.
Alegre, festiva y redentora, La boda de Rosa es una más que competente comedia para disfrutar en sala, pero una muestra más de un capítulo creativamente escuálido en la filmografía de Icíar Bollaín.
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