Billy Elliot
7.4
73,124
Drama. Comedia
En 1984, durante una huelga de mineros en el condado de Durham, se suceden los enfrentamientos entre piquetes y policía. Entre los mineros más exaltados están Tony y su padre. Éste se ha empeñado en que Billy, su hijo pequeño, reciba clases de boxeo. Pero, aunque el chico tiene un buen juego de piernas, carece por completo de pegada. Un día, en el gimnasio, Billy observa la clase de ballet de la señora Wilkinson, una mujer de carácter ... [+]
10 de febrero de 2010
10 de febrero de 2010
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inspiradora algo difícil en el proceso de identificación para los que no crecieron desde abajo y el camino por ahí se les faciltó por estar rodeados de personas influyentes a la hora de decidir su futuro profesional.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay varios puntos que me gustaría aclarar: No cae en sensiblerías con finales americanos. La abuela de Billy tenía cierto grado de demencia pero cada vez que se toca el tema del ballet "repite" que ella hubiera podido ser bailarina..eso pasa en cualquier casa con ancianos convivientes. El padre de Billy no acepta que su hijo baile y lo rechaza hasta que lo encuentra con sus amigo practicando ballet y Billy al enfrentarse a su padre, no hace menos que demostrarle lo que sabía hacer con el mayor de los entusiasmos, y recién ahí logra que su familia con su padre incluído lo apoye en un 100%. Su padre hizo un clic y decidió convertirse en antihuelguista para conseguir el dinero y su hijo tuviera su oportunidad de ir a Londres e ingresar en la escuela de danza. La escena en que su hijo Anthony lo detiene para que no entre a la mina, es conmovedora. De la boca de ese padre salen palabras de un padre responsable. “ Es un niño de 11 años y no tenemos qué ofrecerle”. Jackie Elliot atravesaba un muy mal momento en su vida pero amaba a sus hijos y sabía que Billy estaba confundido y sufría mucho además de extrañar a su madre que estaría de acuerdo con la elección de su hijo. Cuando Billy baila ante el comité de la escuela, al principio da respuestas ambiguas, de hecho su desempeño al bailar no es el mismo que le mostró a su padre aquella noche de Navidad. No vemos la clásica escena de “flash dance” donde la intérprete baila una canción pegadiza y deja al jurado contento y hasta ridículo tarareando la canción. Esta película es de calidad y está hecha conforme las circustancias se dan muchas veces en la vida.
Por qué el hijo de un minero no puede ser un artista? Las respuestas de Billy ya casi yéndose de la audición son para mí las que definen su aceptación final en la academia: “cuando bailo siento que mi cuerpo vuela como un pájaro, siento que ya no estoy ahí, algo así como electricidad”. Lo que dice Billy define su “pasión” por el ballet. Cuando llega la carta de aceptación Jackie va corriendo a contarle a sus compañeros que apenas si lo escuchan porque la huelga habia cesado y tenían otros problemas de qué ocuparse. Que tiene de sensiblera esta película? Absolutamente nada.
Ya a los 25 años Billy integra la compañía de baile de Mathew Bourne, interpretado por Adam Cooper y nos muestra un lago de los cisnes hecho sólo por hombres, algo así como una versión gay.. El salto casi congelado que Billy hace al entrar a escena, hace que su padre ratifique que valió la pena todos los esfuerzos hechos por su Billy. Me hico recordar el día que rendí Medicina Interna ll a esa misma edad y me recibí de médica. Nunca había visto llorar a mi papá, por eso digo que esta película muchos no la van a entender. De todas maneras no es aburrida y ver al pequeño Billy en sus peripecias y bailando es muy agradable.
Por qué el hijo de un minero no puede ser un artista? Las respuestas de Billy ya casi yéndose de la audición son para mí las que definen su aceptación final en la academia: “cuando bailo siento que mi cuerpo vuela como un pájaro, siento que ya no estoy ahí, algo así como electricidad”. Lo que dice Billy define su “pasión” por el ballet. Cuando llega la carta de aceptación Jackie va corriendo a contarle a sus compañeros que apenas si lo escuchan porque la huelga habia cesado y tenían otros problemas de qué ocuparse. Que tiene de sensiblera esta película? Absolutamente nada.
Ya a los 25 años Billy integra la compañía de baile de Mathew Bourne, interpretado por Adam Cooper y nos muestra un lago de los cisnes hecho sólo por hombres, algo así como una versión gay.. El salto casi congelado que Billy hace al entrar a escena, hace que su padre ratifique que valió la pena todos los esfuerzos hechos por su Billy. Me hico recordar el día que rendí Medicina Interna ll a esa misma edad y me recibí de médica. Nunca había visto llorar a mi papá, por eso digo que esta película muchos no la van a entender. De todas maneras no es aburrida y ver al pequeño Billy en sus peripecias y bailando es muy agradable.
23 de octubre de 2011
23 de octubre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Envidié su valentia, su pasión, a pesar de su corta edad, por la Danza.
También esta película habla sobre los prejuicios ante determinados gustos, sin ser eso una regla. Hermosa historia del amor paterno, y los sacrificios que se pueden hacer por los hijos.
Buenas actuaciones, me encantó.
También esta película habla sobre los prejuicios ante determinados gustos, sin ser eso una regla. Hermosa historia del amor paterno, y los sacrificios que se pueden hacer por los hijos.
Buenas actuaciones, me encantó.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Quise volar con el en la última escena de cisne blanco, espectacular.
1 de enero de 2012
1 de enero de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película de Billy Elliot, está muy bien, tiene una historia buena, que te gusta más a medida que pasa la película, pero tiene ese pero, que le hace perder gracia, como los toques de humor "incómodos", que no son requeridos en ese instante, o las cosas que hace Billy porque sí.
Pero también tiene un pero a su favor, y es la gracia que le dan los amigos de Billy a la película, como las indirectas que dice su amigo y su amiga, que Billy no coje nunca, hasta que ellos dos le dicen al final lo que son y como se sienten con él.
En definitiva, esta es la típica película a la que no sabes si ponerle un 8 o un 7. Pero a sabiendas de que esta película hay trozos en que te hace dudar de su notabilidad, sin duda, esta película es muy buena.
Pero también tiene un pero a su favor, y es la gracia que le dan los amigos de Billy a la película, como las indirectas que dice su amigo y su amiga, que Billy no coje nunca, hasta que ellos dos le dicen al final lo que son y como se sienten con él.
En definitiva, esta es la típica película a la que no sabes si ponerle un 8 o un 7. Pero a sabiendas de que esta película hay trozos en que te hace dudar de su notabilidad, sin duda, esta película es muy buena.
28 de enero de 2012
28 de enero de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tuve archivada esta peli mucho tiempo: "ahhhh, un pebete que le gusta el ballet, sí, claro". Diría que mi solapado prejuicio me postergó para disfrutarla. Supe ser un pelotudo, un boludazo importante. Por suerte amainaron las corrientes del norte y logré, aunque sea un poco, trascender mi propia pelotudez. Una vez vista puedo alegar con toda defensa que la peli es un tanque de esos que se disfrutan con la cabeza, con el corazón y, sobre todo, con esa pizca de sana pero seria rebeldía que todos llevamos dentro.
La idea de un artista incomprendido dentro de un contexto hostil no es nueva, pero tan solo bastan las buenas intenciones y cierta pericia desde la dirección para hacer de un deja vu en potencia un Alfa Romeo cero kilómetro. Billy es un diamante en bruto, dudo que su evolución técnica lo mejore porque, haciendo una comparación caprichosa, estamos ante el Pollock del ballet. Ese pintor que doblegó las convenciones de la pintura con sus arranques de genial inconciencia se encarna en este niñito que no baila: suda danza en un frenesí caótico sin reglas, pero con una chispa de furia interna que hipnotiza hasta embobarte sin esfuerzo alguno. La peli respeta sus ritmos, sigue las convenciones simpatía/ternura/compromiso de toda candidata al Oscar. No ahorra en buscar que el espectador se conmueva y le sale bien en secuencias bien puntuales. En rigor, Billy Elliot (la obra) no se centra tanto en el ballet como en la explosión espontánea del individuo dentro de un contexto reducido, controlado, represivo. Allí se engalana con una metáfora resultona que funciona de principio a fin. Como bien diría un buen pastor: "un sujeto es producto de su propio genio, y de su contexto inevitable". Ese niño legitima el rumor.
Una pega: una elipsis invisible sobre el final. Un salto en el tiempo que descoloca un poco. Pero Billy Elliot sigue allí, aunque nos confundamos a primera vista.
La idea de un artista incomprendido dentro de un contexto hostil no es nueva, pero tan solo bastan las buenas intenciones y cierta pericia desde la dirección para hacer de un deja vu en potencia un Alfa Romeo cero kilómetro. Billy es un diamante en bruto, dudo que su evolución técnica lo mejore porque, haciendo una comparación caprichosa, estamos ante el Pollock del ballet. Ese pintor que doblegó las convenciones de la pintura con sus arranques de genial inconciencia se encarna en este niñito que no baila: suda danza en un frenesí caótico sin reglas, pero con una chispa de furia interna que hipnotiza hasta embobarte sin esfuerzo alguno. La peli respeta sus ritmos, sigue las convenciones simpatía/ternura/compromiso de toda candidata al Oscar. No ahorra en buscar que el espectador se conmueva y le sale bien en secuencias bien puntuales. En rigor, Billy Elliot (la obra) no se centra tanto en el ballet como en la explosión espontánea del individuo dentro de un contexto reducido, controlado, represivo. Allí se engalana con una metáfora resultona que funciona de principio a fin. Como bien diría un buen pastor: "un sujeto es producto de su propio genio, y de su contexto inevitable". Ese niño legitima el rumor.
Una pega: una elipsis invisible sobre el final. Un salto en el tiempo que descoloca un poco. Pero Billy Elliot sigue allí, aunque nos confundamos a primera vista.
7 de agosto de 2012
7 de agosto de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el condado minero de Durham Caulfield, Inglaterra, muchos piensan que los chicos deben interesarse por cosas como el fútbol, el billar o el boxeo… pero nunca por ser bailarines, y menos de ballet. Así es que, el huérfano Billy Elliot, quien ahora vive con su padre, su hermano y su abuela, está siendo animado para que se convierta en un hombre de los cuadriláteros… pero, por más que se esfuerce, el chico no consigue resistir la atracción que siente por el ballet desde un día en que, por obra del destino, en el mismísimo gimnasio le ceden un espacio a la señora Wilkinson para que ensaye con sus chicas.
Con el apoyo de la comprensiva e intuitiva dama, y también de su adorable abuela quien le ofrece su respaldo con una frase concreta: “yo podía haber sido profesional”, y en contra de la voluntad de los hombres de su familia, Billy comienza a asistir a clases convirtiéndose, un día, en serio aspirante al Royal ballet de Londres recomendado precisamente por la señora Wilkinson.
Desde entonces, comenzarán a cambiar muchas cosas, se derribarán barreras, algunos tomarán conciencia de su inconsecuencia, se abrirán nuevos espacios para el ser… y Billy sentirá que su sueño más íntimo puede quizás verse realizado.
Cuando andaba documentándose para escribir el guión de esta película, Lee Hall conoció al bailarín Philip Marsden y de su vida surgieron muchos apuntes que, combinados con experiencias personales del protagonista Jamie Bell, más algunos elementos de la novela de A. J. Cronin “Las estrellas miran hacia abajo” sobre las luchas de los mineros (llevada al cine por Carol Reed), sirvieron para redondear esta magnífica historia donde cada personaje tiene vida propia, profundas motivaciones y cada uno es tratado con la mayor sensibilidad y respeto por un director como Stephen Daldry que viene demostrando que conoce muy bien la naturaleza humana. No por nada es el único director en la historia del cine nominado seguidamente por sus tres primeros filmes.
En aquel crítico ambiente social donde los mineros luchan por reivindicaciones sociales y donde un padre y un hermano se esmeran por mantener su dignidad, un chico hace denodados esfuerzos para que aquella magia y aquella energía que siente por todo su cuerpo en cada momento que baila, se conviertan por fin en la razón de su existencia.
Apreciable debut de Stephen Daldry como director y de Jamie Bell como actor protagonista. Encomiables interpretaciones de Julie Walters como Mrs. Wilkinson y de Gary Lewis como Jackie Elliot. Y memorable Jean Heywood como la abuela que, con una sola frase, pone su alma entera al servicio de su amado nieto, pues también ella parece entender que, contra el mundo entero debemos defender el poder ser quienes Realmente somos.
Con el apoyo de la comprensiva e intuitiva dama, y también de su adorable abuela quien le ofrece su respaldo con una frase concreta: “yo podía haber sido profesional”, y en contra de la voluntad de los hombres de su familia, Billy comienza a asistir a clases convirtiéndose, un día, en serio aspirante al Royal ballet de Londres recomendado precisamente por la señora Wilkinson.
Desde entonces, comenzarán a cambiar muchas cosas, se derribarán barreras, algunos tomarán conciencia de su inconsecuencia, se abrirán nuevos espacios para el ser… y Billy sentirá que su sueño más íntimo puede quizás verse realizado.
Cuando andaba documentándose para escribir el guión de esta película, Lee Hall conoció al bailarín Philip Marsden y de su vida surgieron muchos apuntes que, combinados con experiencias personales del protagonista Jamie Bell, más algunos elementos de la novela de A. J. Cronin “Las estrellas miran hacia abajo” sobre las luchas de los mineros (llevada al cine por Carol Reed), sirvieron para redondear esta magnífica historia donde cada personaje tiene vida propia, profundas motivaciones y cada uno es tratado con la mayor sensibilidad y respeto por un director como Stephen Daldry que viene demostrando que conoce muy bien la naturaleza humana. No por nada es el único director en la historia del cine nominado seguidamente por sus tres primeros filmes.
En aquel crítico ambiente social donde los mineros luchan por reivindicaciones sociales y donde un padre y un hermano se esmeran por mantener su dignidad, un chico hace denodados esfuerzos para que aquella magia y aquella energía que siente por todo su cuerpo en cada momento que baila, se conviertan por fin en la razón de su existencia.
Apreciable debut de Stephen Daldry como director y de Jamie Bell como actor protagonista. Encomiables interpretaciones de Julie Walters como Mrs. Wilkinson y de Gary Lewis como Jackie Elliot. Y memorable Jean Heywood como la abuela que, con una sola frase, pone su alma entera al servicio de su amado nieto, pues también ella parece entender que, contra el mundo entero debemos defender el poder ser quienes Realmente somos.
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