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La dama de Shanghai

Cine negro. Intriga Michael O'Hara (Orson Welles), un marinero irlandés, entra a trabajar en un yate a las órdenes de un inválido casado con una mujer fatal (Rita Hayworth) y queda atrapado en una maraña de intrigas y asesinatos. (FILMAFFINITY)
Críticas 78
Críticas ordenadas por utilidad
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6
7 de agosto de 2022 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que Rita Hayworth tras Gilda se quedó con el rol de encajadora de bofetones porque aquí se lleva otro, esta vez de la mano de Orson Welles.

Esta película tiene buen inicio y un final muy emblemático del cine negro, el cual ha sido copiado y homenajeado en multitud de obras. El problema lo veo en su desarrollo, demasiado enrevesado y un protagonista que peca un poco de bobalicón.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Que la película se llame the lady from Shanghai es un poco spoiler. El personaje de Rita, aunque es importante, no tiene un peso como para dar título al film hasta que se desenmascara justo al final.
8
19 de septiembre de 2022 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lady From Shangai, de Orson Welles (1947) es una fiel representante del cine negro, en el año medio de su apogeo.
El director estadounidense nos presenta un argumento más o menos arquetípico de este tipo de cine: una trama delictual o criminal que la entretejen gángsters, sujetos de poder en grandes corporaciones, etc. En este tipo de cine, también, las fronteras entre "buenos" y "malos" no es tan definida, habiendo personajes que por momentos se presentan buenos y de pronto cruzan la frontera al mal, y viceversa.

Orson Welles, dirige, produce y protagoniza este filme, y hay que reconocer que lo ha hecho muy bien. La fotografía, tan importante para la estética del cine noir, estuvo a cargo de Charles Lawton Jr., que dibujó unos contrastes de luz y sombra maravillosos a lo largo de la película. La música, a cargo de Heinz Roemheld, si bien nada rutilante, proporcionó un ambiente sonoro denso en los momentos en que se necesitaba esa densidad. Pienso, por ejemplo, en Acapulco, poco antes de la metáfora de los tiburones, mientras de fondo en alguna fiesta nativa, se escuchaban unas cuerdas intrigantes que abrían el ambiente psicológico para una escena en sí misma densa y seria. Las ambientaciones musicales de ritmos y melodías nativas, según las zonas geográficas que recorrían en su periplo marítimo, es un acierto enorme, que le da dinamismo al paisaje sonoro, a veces dentro de la diégesis y otras fuera de ella.

Las actuaciones más que cumplen, no llegan a la excelencia pero están muy bien interpretadas. Michael es un tipo bien intencionado, crédulo, cándido e ingenuo, de mirada transparente y algo dulce y melancólica. Es nuestro héroe de la película que, si bien con atributos de buen tipo, no está exento de delitos y, por lo tanto, situado dentro del mundo del crimen. Elsa es una diosa, una belleza inconmensurable, desmedida, con unas facciones preciosas, armoniosas y equilibradas, una belleza sin igual. De mirada melancólica y algo sufriente, no abandona sus tácticas manipuladoras con el pobre Michael. Arthur es un tipo ramplón, de personalidad muy concreta y práctica, un abogado cuerdo y frío que comprende los valores de la vida según la medida del dinero. A mí parecer, y esto suele ocurrir con los personajes que representan a personas que están en los márgenes de la sociedad: locos, vagabundos, excéntricos, etc., el personaje más digno a destacar es el de George Grisby, interpretado por Glenn Anders. Maníaco, excéntrico, rarísimo, irónico, burlesco, etc., Qué personaje encantador y desagradable, la síntesis perfecta de las fuerzas en contradicción. Las miradas que acompañan sus sonrisas enloquecidas son admirables de ver.

Me parece interesante cómo Welles de pronto va citando, ya sea por sus propios personajes o por los espacios geográficos representados, distintas latitudes del mundo: Murcia, España; Macao, China; Acapulco, México; Mar Caribe, de las Antillas, etc. y cómo George y Michael platican sobre las ciudades y la naturaleza ambigua de éstas y del mundo: la belleza que se muestra y el crimen y el hambre que se ocultan. Se habla sobre el fin del mundo en el contexto de recién acabada la Segunda Guerra Mundial. Ya no hay ingenuidad, ni candidez, ni inocencia en una humanidad que ha visto dos guerras mundiales atroces. El cine negro nos enrostra su recurso de la ironía para advertirnos de una pérdida, la pérdida de la confianza y la inocencia. En el acuario los niños no ríen de dulzura ante los besos de la pareja, ríen pícaramente. No hay peces, sólo tiburones que entre sí se devoran. No hay belleza en las ciudades sin crimen ni hambre ocultos. Se ha perdido el control del mundo, los que tienen el poder de las leyes, abogados, traman una oscura madeja. En qué leyes confiamos si los que las defienden, detentan poder y dinero y persiguen intereses personales. Las salas de juegos ya no son para niños que juegan inocentemente, son para desarrollar luchas de poder entre adultos nada inocentes. Los espejos ya no nos sirven para reflejarnos fielmente y poder distinguirnos con total diafanidad. Los espejos multiplican nuestras contradicciones en un mundo complejo y contradictorio

El plano de la ciudad de San Francisco en la ventana del juez, reflejándose en ella la partida de ajedrez que éste juega consigo mismo, es sencillamente notable. La ironía del cine negro en su máxima expresión con una comparación visual exquisita.

En suma, si bien al final de la película se complejiza la trama a partir de los crímenes y de las reales intenciones de los personajes vinculados a ellos y se explicita y evoca la metáfora de los tiburones por medio de uno de los personajes, cuando el espectador sin mayores problemas podría haber hecho ese ejercicio, la película está muy bien lograda: un recurso admirable de la ironía, el argumento nos habla de una cosa cuando el tema que aborda es otro, que lo excede.
9
18 de junio de 2023 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una maravilla. Hace muchos años que la vi. Me pareció magnífica, y ahora, simplemente, me parece una obra de arte.
Un enredo emocional y autodestructivo en el que se involucra un marinero. Mujer fatal sometida a un marido millonario que se dedica a maltratarla emocionalmente. Muy de moda la temática.
Lo que se proyecta como un viaje de placer termina siendo algo distinto, e involucrando al marinero, que cada vez se siente más atraído por la mujer.
Asesinado por encargo del detective del abogado. Todo muy enrevesado.
8
22 de enero de 2021 0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una buena muestra de cine negro, dirigida, escrita y protagonizada por Orson Welles, donde, a diferencia de otras muchas historias del estilo, aquí el meollo de la trama tarda bastante en desarrollarse.

Primero se nos presentan los personajes, y se establecen sus relaciones entre ellos, vas conociendo sus maneras de ser, sus pros y sus contras, y cuando estás ya bien metido en la película, se establece la intrigante historia, bastante enrevesada, y nuestro protagonista acaba en el centro de todo.

Cuenta con muy buenas actuaciones, y toda la segunda mitad de la película engancha muchísimo, intentas no perderte un segundo para estar al tanto de cada pequeño detalle que ocurra.
La parte final está realmente bien, la voz en off ayuda mucho en la historia, y acaba de una manera más que correcta tal y como se iba todo desarrollando.
Cine negro del bueno.
7
29 de enero de 2012
3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de llevar vista últimamente una gran ristra de películas clásicas pretendidamente grandes obras del cine que luego han sido flojas y decepcionantes (por ejemplo, "Sed de Mal", "Matar a un Ruiseñor", o "¡Qué bello es vivir!"), por fin, Orson Welles se enmienda a si mismo y nos regala una gran película de cine negro, un verdadero clásico.

Cierto que "La dama de Shanghai" no es una obra perfecta. Las escenas de acción son más bien flojas, el desarrollo de la historia peca de contenido, y hasta convencional, el principio es demasiado lento. Pero aun así Orson logra resarcirse con una historia muy bien contada, con un guión excelente, y por supuesto, con la creatividad de la que es capaz. Comparándola con "Sed de Mal", "La Dama de Shanghai" triunfa en aquello en lo que la anterior se daba de bruces: el contenido. Teniendo una historia, los recursos técnicos en la dirección potencian y dan sentido a lo que está contando.

Gracias a la habilidad de Welles, la cinta consigue momentos de gran belleza estética. Por ejemplo, justo antes de que Elsa cante tumbada en el yate al anochecer, cuando una cámara desde arriba realiza un barrido en picado desde los pies a la cabeza de Elsa mientras creo que fuma o enciende un cigarro, es magnífica, parecía un videoclip de alrededor de 1990. O el final, en la sala de los espejos, inolvidable, con Bannister como si fuera una araña, y la pantalla dividida en secciones.

Dicho lo dicho, no puedo dejar de mencionar a Rita Hayworth, que pese a llevar el pelo corto y no estar acostumbrado a su rubio platino, destaca por su gran belleza. Además una rusa blanca emigrados en China, nacida en Chefu, de un pasado turbio y complicado, no puedes dejar de sentirte atraído por ella.

Al final, la película resulta intrigante, sórdida y con unos personajes dominados por la "sed de sangre". Cine oscuro, negro de verdad, y que, como mandan los cánones, deja un sabor amargo ...(Spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Pues que la bella Elsa, rusa blanca, sea la asesina y que al final muera en la sala de los espejos, pues, no me gusta ni un pelo. Me deja un mal sabor de boca, aunque tal y como estaba concebida la historia, quizás no había otra solución que ese final.
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