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Al filo de la oscuridad

Thriller. Intriga Thomas Craven (Mel Gibson) es un veterano investigador del departamento de policía de Boston cuya hija de 24 años, Emma (Bojana Novakovic), es asesinada. Thomas decide entonces intentar averiguar por qué su hija acabó de forma tan trágica, y descubrir quién ha acabado con la vida de la persona a la que más quería. (FILMAFFINITY)
Críticas 105
Críticas ordenadas por utilidad
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8
1 de noviembre de 2015 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conviene aclarar que ‘Al límite’ está basada en una mini-serie británica de los 80s que dirigió el propio Martin Campbell (que aquí repite labor) y que estaba producida por la BBC constando de seis episodios de aproximadamente una hora de duración. Aquí todo ha sido reducido a 120 minutos, con lo cual es obvio que, para su traslación al cine, hayan optado por ser más directos y reducir el peso de algunos personajes en la historia. Expuesto esto, la realidad es que ‘Al límite’ no es un film de acción constante sino más bien un thriller. basado en los diálogos y que va descubriendo su trama poco a poco siguiendo las investigaciones del protagonista, es decir, esto no un festival de golpes a cascoporro como ‘Venganza‘. Ahora bien, es verdad que Campbell se toma su tiempo para ir fraguando la intriga de forma que el espectador vaya siempre a la misma altura que Craven... pero cuando la acción hace su aparición esta es resuelta de manera colosal por parte del director.

'Al límite' está especialmente indicada para los fans de los thrillers setenteros de viejo cuño que en su día dirigieron Alan J. Pakula, Peter Yates, William Friedkin o el gran John Frankenheimer. El espíritu del film es el de aquellas, y aunque no tiene porque ser ese su público potencial si serán aquellos los que más disfruten de un film pausado y contundente.

Buena culpa de que el film funcione (además de la buena mano de Campbell) la tiene un magnífico Mel Gibson como Thomas Craven, sacándole todo el jugo a su marcado rostro y no buscando en ningún momento disimular su edad. Ray Winstone y su personaje de Jedburg, es otro de los puntos fuertes del film. Sus apariciones en escena están resueltas por el actor británico de forma colosa. El tercero en discordia sería Danny Huston Bennet, el presidente de “Northoon”, un burócrata. Atención al cara a cara entre él y Craven en su despacho.

En definitiva: Un thriller de acción con vendetta sin paliativos que se saborea trago a trago y con un Mel Gibson con muchos tiros pegados que compone un personaje a recordar. Se agradecen y muchos sus rafagazos de violencia y su aroma setentero que gustará a los nostálgicos.

-Lo mejor: Unos magistrales Mel Gibson & Ray Winstone. La excelente coreografía de violencia sin concesiones, bien mezclada con thriller político/conspiratorio por parte de Martin Campbell.

-Lo peor: La labor de la actriz Caterina Scorsone, Melissa, una de las amigas de Emma que le quita buena parte de la tensión a su testimonio por su patética interpretación.

-Más en: www.cineycine.com
8
10 de julio de 2021 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La lluvia, la fotografía, los buenos, los malos... todo parece en su sitio. Agradezco encontrarme con un policíaco duro y brusco capaz de no repetir la trama de venganza de tantas otras. Creo que hay buena mezcla de premisas y herramientas clásicas con algunos giros menos frecuentes. Pero me temo que la interpretación de Mel Gibson es muy recargada. Como si no se diera cuenta de que su presencia encaja en el personaje y no hace falta más. El ritmo narrativo acaba lastrado por tantos planos de sus muecas de dolor. La historia es algo confusa pero los propios personajes se burlan de ello en bromas que rompen -no expresamente- la cuarta pared. Vale la pena verla, aunque con 20 minutos menos de dolor sería mucho más redonda.
5
3 de marzo de 2014 Sé el primero en valorar esta crítica
La pelicula no es "Arma Letal" y sus secuelas. Es Algo más, aunque no mucho. Y no es más porque se corta en profundizar en el argumento. No se queda en la mera visión de golpes y disparos. Se trata de la venganza de un inspector de policía al que han asesinado a su hija, que trabajaba en una empresa que presta sus servicios al ministerio de defensa estadounidense, y , a su vez, trabaja con material radiactivo en la fabricación de armas para otras empresas y/o estados. La interrelación entre política, industria armamentística y poder se deja ver, pero no incide en ella. Si lo hubiera hecho, sería una buena película. Tampoco incide en la relación de inspector con su hija, que en su infancia era estupenda, ni en la situación personal de la hija en el presente.
5
16 de abril de 2020 Sé el primero en valorar esta crítica
La trama no tiene nada de original ni novedoso. Se ha visto argumentos parecidos en multitud de ocasiones. El previsible desarrollo está llevado con buena dinámica y en un tono nada triunfalista, aunque los malos son los mismos de siempre con nulos escrúpulos y poder político ilimitado, más que suficiente para que queden impunes sus prácticas mafiosas, hasta que se meten los periodistas. El film se puede ver, a pesar de lo trillado de la temática.
7
3 de noviembre de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Una de las imágenes que deben perdurar en las retinas de los telespectadores que decidieron quedarse a ver la recién estrenada "Edge of Darkness" un 4 de Noviembre de 1.985 a las 21:30 en la BBC, es ese momento, sorprendente, en que una joven Joanne Whalley salía volando por los aires tras dispararle un chiflado con una escopeta en plena noche de lluvia y ante la presencia de su padre, Ronald Craven.

Se iniciaba así una venganza y una compleja investigación con la que Troy Kennedy-Martin daba una nueva dimensión al concepto de "thriller" político, inspirado y aterrado por la situación mundial del momento, desde la Guerra Fría o el mandato de Margaret Thatcher a las manifestaciones y otras operaciones de grupos activistas. Durante seis episodios se dieron de la mano la intriga, el drama, la preocupación por el medioambiente y la crítica nuclear y gubernamental, todo revestido de una atmósfera sombría, inclinada al suspense de carga psicológica. La miniserie enganchó a millones de espectadores y acabó ganando mucho prestigio.
¿Sería un fallo o un acierto volver a retomarla en terreno norteamericano y, además, para la gran pantalla? Martin Campbell, encargado de dirigirla en su momento, también se mostraba reacio ante esta posibilidad, pero por razones monetarias (porque seamos sinceros, no hubo otra), terminó cediendo. Quizás fue el empeño del productor Graham King...o tras saber que William Monahan, guionista de "Infiltrados" y "Red de Mentiras", firmó para reestructurar el libreto...o cuando se enteró de que Mel Gibson, alejado de la pantalla desde hacía siete años, iba a convertirse en el protagonista, al ser un fanático de la serie.

Todos estos factores provocan, en efecto, que el viejo ex-Martin Riggs tome el relevo de aquel brillante Bob Peck en el papel de Craven (ahora llamado Thomas). Bojana Novakovic sustituye a Whalley, pero sólo durante ese prólogo que más o menos reproduce la brutal muerte que sufría la Emma original; sin embargo el rostro desencajado y consumido por la rabia de Gibson añade un punto extra, porque sus fans ya sabemos hasta dónde es capaz de llegar cuando se mete en este tipo de personajes. Campbell entendió que no podía emular el estilo de la serie, así que opta por la crudeza, un ritmo más veloz y un tono más apropiado para el cine de acción actual.
Y es fácil dejarse llevar, por los mecanismos clásicos de la intriga policial, por lo fácil que es simpatizar con el protagonista, y sobre todo si de marcar dicho ritmo se encarga el experto editor Stuart Baird. Una lástima que varios elementos tan atractivos de la serie se pierdan por el camino o acaben reducidos a una sombra imperceptible: la amarga visión gubernamental y política queda solapada por lo importante, descubrir a los autores del crimen; no se profundiza tanto en el sufrimiento del padre, pero con Gibson ante la cámara esto no es problema, gracias a que transmite mucho en poco tiempo, así como el tono cuasionírico que imprimía Kennedy-Martin.

El concepto y el hueso de la historia se mantienen (el crimen, la recolección de pistas, el descubrimiento de un grupo considerado terrorista por el Gobierno, la implicación de Emma en ciertas actividades ilegales, la corporación Northmoor...), pero los ricos detalles se van. Después del pasado del protagonista el más importante es el rol que desempeñaba Joe Don Baker como el agente de la C.I.A. Jedburgh; Ray Winstone transforma a este magistral personaje en tal vez un ex-militar ahora sicario, no queda claro, un tipo muy enigmático, muy filosófico, que incluso logra hacer sombra a Gibson cuando aparece en pantalla...
Y si en la serie ayudaba a Craven en sus pesquisas aquí le deja el camino libre (¿desde cuando Gibson ha necesitado ayuda?). Por otra parte, si Emma (que antes iba contra Northmoor y aquí trabaja para ellos, en fin...) aparecía e interactuaba espiritualmente con su padre en largas conversaciones, ahora es un susurro en su espalda; no la vemos, pero aun así la sentimos. Campbell sabe tan bien dirigir el drama como nos sobresalta con su violencia impactante, sí, pero el guión va por ciertos caminos que hacen tambalear la credibilidad de la película hasta hundirla sin remedio.

Un ejemplo son las increíbles decisiones de Craven al querer tomarse la justicia por su mano, como si Gibson se creyera que está en "Payback" (ese instante, sin pies ni cabeza, que pareciera una de esas escenas que debieron eliminarse del montaje, en que amenaza Bennett en la autopista, y en especial todo el clímax, que apesta a refrito de "Arma Letal", descolgándose por las elipsis atropelladas y la inverosimilitud más desopilante, volviendo a degustar el actor la virtud de ser indestructible...).
Hay tantos momentos incoherentes y tantos personajes sin una función clara o que merecían un mayor desarrollo, que los agujeros de la trama llegan a convertirse en verdaderos túneles. Todo ello propició que la película no fuera el éxito de taquilla que esperaban todos, y lo más importante: el Jedburgh de Winstone no posee una escena tan poderosa como aquel discurso sobre los peligros del plutonio que nos brindó el Jedburgh de Baker...
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