Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)
Comedia. Drama
Después de hacerse famoso interpretando en el cine a un célebre superhéroe, la estrella Riggan Thomson (Michael Keaton) trata de darle un nuevo rumbo a su vida, luchando contra su ego, recuperando a su familia y preparándose para el estreno de una obra teatral en Broadway que le reafirme en su prestigio profesional como actor. (FILMAFFINITY)
23 de febrero de 2015
23 de febrero de 2015
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de años interpretando a un famoso superhéroe, un actor trata de darle un nuevo rumbo a su vida, recuperando a su familia y preparándose para el estreno de una obra teatral en Broadway (una adaptación de “What We Talk About When We Talk About Love”, de Raymond Carver).
Sentido homenaje a los superhéroes acompañado de numerosos guiños a sus millones de seguidores. El propio Keaton en “Batman”, película de 1989, se enfundó el traje del hombre murciélago para regalarnos una interpretación bastante mala pero que nadie recuerda gracias al Joker de Jack Nicholson que engulló la reducida porción de fama reservada a la cinta de Tim Burton.
Cuestiona las etiquetas, denuncia el uso que se hace de las redes sociales y crítica a esos críticos que, desde la superioridad moral e intelectual que creen poseer, castigan a quienes se dejan el dinero, la piel y las ilusiones sobre un escenario.
Escenas hilarantes seguidas de otras con gran carga dramática.
Surrealista, divertida y conmovedora.
Aunque no esté rodada con esa técnica, perfectamente podría definirse como una película 3D porque se mueve en tres planos: la realidad, el subconsciente y el significado. Una alegórica forma de narrar que pretende representar ideas y sentimientos, dibujar lo abstracto, hacer visible lo invisible.
La música, presente durante prácticamente toda la película, marca la transición de una escena otra. La agobiante, incomoda y exigente batería acompaña a la cámara en ese irritante movimiento que, con una arriesgada presentación, busca poner voz y sonido a los atropellados pensamientos del protagonista, haciéndonos participes de sus dudas, ansiedad y nerviosismo. Un recorrido por los estrechos y claustrofóbicos pasillos del teatro, observado por operarios de ojos indiferentes, para contarnos sus miedos: miedo a no ser buen padre, ni buen marido, ni buen amante, ni buen compañero y, sobre todo, miedo a no ser buen actor. Para hacernos participes de los escasos momentos de sosiego de los que disfruta, la cámara frena en seco mientras la música se vuelve melódica y suave.
El cine comercial frente al teatro. “La vida no es más que una sombra en marcha; un mal actor que se pavonea y se agita una hora en el escenario y después no vuelve a saberse de él: es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada”, se burla recitando a Macbeth, encaramado a un andamio, el actor de método.
Último acto. Escena final. El protagonista asume que a nadie importa y puesto que a nadie importa no existe y si no existe es que está muerto y si está muerto ¿por qué sufre aún? Un disparo real al rostro y otro simbólico al alma de los espectadores que, sobrecogidos, alzan sus manos para sujetar el cáliz: “Tomad y bebed todos de él, porque esta es mi sangre que será derramada por vosotros y por todo el público. Haced esto en conmemoración mía”.
Entre citas de Shakespeare, la bruñida armadura de Iron Man centellea, mientras Spiderman baila con Freud. Antes de perder la consciencia, un estremecedor silencio seguido de tímidos aplausos de admiración en un crescendo de sangre.
El miedo a que nadie hable de nosotros cuando hayamos muerto. La imperiosa necesidad humana de trascender.
Luces blancas de hospital. Admiración de la esposa, ternura de la hija, noticia de primera plana, fenómeno viral en red. De la efímera fama al reconocimiento que permanece: la metamorfosis se ha completado.
Frente al espejo la imagen del nuevo rostro, el del actor consagrado, acalla por fin la conciencia. Birdman, su alter ego, que sabe perdida la batalla, sentado sobre el inodoro se mesa las plumas con desesperación.
Sobre la cama, como epitafio, un ramo de lilas que ya no puede oler y el periódico que contiene la temida y ansiada crítica teatral que, pese a quien juró destruir su carrera, se rinde ante esa forma suprema de sacrificio sobre las tablas.
Diferente por fuera pero el mismo por dentro. Descanso, serenidad, paz. Una ventana abierta al cielo para observar a los pájaros, sus hermanos, y elevarse junto a ellos para saborear la ansiada libertad que te proporciona el quererte y respetarte a ti mismo.
“Se encontraba en ese estado peculiar en que cae el alma cuando acaba de obtener lo que durante mucho tiempo deseó. Está acostumbrada a desear, carece de recuerdos. Lo mismo que un soldado, que vuelve de la parada (…) repasó atentamente todos los detalles de su conducta. “¿No habré faltado en nada a lo que me debo a mí mismo? ¿Habré desempeñado bien mi papel?”. Le rouge et le noir, Stendhal.
Sentido homenaje a los superhéroes acompañado de numerosos guiños a sus millones de seguidores. El propio Keaton en “Batman”, película de 1989, se enfundó el traje del hombre murciélago para regalarnos una interpretación bastante mala pero que nadie recuerda gracias al Joker de Jack Nicholson que engulló la reducida porción de fama reservada a la cinta de Tim Burton.
Cuestiona las etiquetas, denuncia el uso que se hace de las redes sociales y crítica a esos críticos que, desde la superioridad moral e intelectual que creen poseer, castigan a quienes se dejan el dinero, la piel y las ilusiones sobre un escenario.
Escenas hilarantes seguidas de otras con gran carga dramática.
Surrealista, divertida y conmovedora.
Aunque no esté rodada con esa técnica, perfectamente podría definirse como una película 3D porque se mueve en tres planos: la realidad, el subconsciente y el significado. Una alegórica forma de narrar que pretende representar ideas y sentimientos, dibujar lo abstracto, hacer visible lo invisible.
La música, presente durante prácticamente toda la película, marca la transición de una escena otra. La agobiante, incomoda y exigente batería acompaña a la cámara en ese irritante movimiento que, con una arriesgada presentación, busca poner voz y sonido a los atropellados pensamientos del protagonista, haciéndonos participes de sus dudas, ansiedad y nerviosismo. Un recorrido por los estrechos y claustrofóbicos pasillos del teatro, observado por operarios de ojos indiferentes, para contarnos sus miedos: miedo a no ser buen padre, ni buen marido, ni buen amante, ni buen compañero y, sobre todo, miedo a no ser buen actor. Para hacernos participes de los escasos momentos de sosiego de los que disfruta, la cámara frena en seco mientras la música se vuelve melódica y suave.
El cine comercial frente al teatro. “La vida no es más que una sombra en marcha; un mal actor que se pavonea y se agita una hora en el escenario y después no vuelve a saberse de él: es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada”, se burla recitando a Macbeth, encaramado a un andamio, el actor de método.
Último acto. Escena final. El protagonista asume que a nadie importa y puesto que a nadie importa no existe y si no existe es que está muerto y si está muerto ¿por qué sufre aún? Un disparo real al rostro y otro simbólico al alma de los espectadores que, sobrecogidos, alzan sus manos para sujetar el cáliz: “Tomad y bebed todos de él, porque esta es mi sangre que será derramada por vosotros y por todo el público. Haced esto en conmemoración mía”.
Entre citas de Shakespeare, la bruñida armadura de Iron Man centellea, mientras Spiderman baila con Freud. Antes de perder la consciencia, un estremecedor silencio seguido de tímidos aplausos de admiración en un crescendo de sangre.
El miedo a que nadie hable de nosotros cuando hayamos muerto. La imperiosa necesidad humana de trascender.
Luces blancas de hospital. Admiración de la esposa, ternura de la hija, noticia de primera plana, fenómeno viral en red. De la efímera fama al reconocimiento que permanece: la metamorfosis se ha completado.
Frente al espejo la imagen del nuevo rostro, el del actor consagrado, acalla por fin la conciencia. Birdman, su alter ego, que sabe perdida la batalla, sentado sobre el inodoro se mesa las plumas con desesperación.
Sobre la cama, como epitafio, un ramo de lilas que ya no puede oler y el periódico que contiene la temida y ansiada crítica teatral que, pese a quien juró destruir su carrera, se rinde ante esa forma suprema de sacrificio sobre las tablas.
Diferente por fuera pero el mismo por dentro. Descanso, serenidad, paz. Una ventana abierta al cielo para observar a los pájaros, sus hermanos, y elevarse junto a ellos para saborear la ansiada libertad que te proporciona el quererte y respetarte a ti mismo.
“Se encontraba en ese estado peculiar en que cae el alma cuando acaba de obtener lo que durante mucho tiempo deseó. Está acostumbrada a desear, carece de recuerdos. Lo mismo que un soldado, que vuelve de la parada (…) repasó atentamente todos los detalles de su conducta. “¿No habré faltado en nada a lo que me debo a mí mismo? ¿Habré desempeñado bien mi papel?”. Le rouge et le noir, Stendhal.
5 de mayo de 2018
5 de mayo de 2018
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra de arte. Si tuviera que definir esta película, no se me ocurren dos palabras que la califiquen mejor que una autentica obra de arte. Su nota en FA(un mísero 7) ya me parecía de por si rara, pero cuando me he puesto a mirar las criticas que más votos tenían en la que la despotricaban sin ton ni son, no pude evitar pensar que no puede haber una razón mayor que el no entendimiento de la peli para que no te guste. Una película en la que fusiona sátira, comedia negra y en un contexto de teatro. En una época en la que para tener un taquillazo debes tirar de superhéroes de Marvel y DC, deberíamos agradecer que se sigan haciendo este tipo de obras. Son la esperanza de Hollywood.
La película está rodada en un plano continuo, prácticamente sin cortes lo que es complicadísimo y de mucho merito. Tiene unos planos muy exquisitos y una dirección sublime (Oscar merecidísimo para don Alejandro). Resaltar la actuación de todo el reparto en general. No quiero destacar a nadie porque están todos sublimes, no desentona ninguno. Mala suerte la de Edward Norton que en ese mismo año un tal J.K. Simmons hiciera una actuación de época en Whiplash. Era la película idónea para que se llevara el Oscar que esta industria le debe.
Para terminar me gustaría añadir que realmente me compadezco de aquellos que no supieron valorar esta pedazo de obra de arte, y me siento afortunado de haberla disfrutado tanto.
9.5/10.
La película está rodada en un plano continuo, prácticamente sin cortes lo que es complicadísimo y de mucho merito. Tiene unos planos muy exquisitos y una dirección sublime (Oscar merecidísimo para don Alejandro). Resaltar la actuación de todo el reparto en general. No quiero destacar a nadie porque están todos sublimes, no desentona ninguno. Mala suerte la de Edward Norton que en ese mismo año un tal J.K. Simmons hiciera una actuación de época en Whiplash. Era la película idónea para que se llevara el Oscar que esta industria le debe.
Para terminar me gustaría añadir que realmente me compadezco de aquellos que no supieron valorar esta pedazo de obra de arte, y me siento afortunado de haberla disfrutado tanto.
9.5/10.
12 de enero de 2015
12 de enero de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Iñárritu, después de sus tres obras dramáticas que no dejan indiferente a nadie, decide ponerse con la comedia. Pero cuando este director toca algo, lo hace con magia. Tras innumerables elogios, "Birdman" llegó a España y en una mezcla de ilusión y escepticismo me planté en la sala de cine para comenzar dos horas de auténtico deleite cinematográfico.
Cuando el espectador cree haberlo visto todo ya demasiadas veces es cuando los genios deben poner cartas en el asunto y mostrar sus capacidades. Bien, pues aquí se ponen a lo grande. Grabado a modo de falso plano secuencia, se nos cuenta la historia de un actor que se esfuerza por desmarcarse del papel que en su día le dio la fama mediante una obra de teatro que el mismo escribe, dirige y protagoniza. Todo esto rodeado por su círculo y un inesperado actor encarnado por Edward Norton.
Partiendo de la base de que cada escena debe ser clavada a la perfección, el elenco de actores, encabezado por Keaton, nos regala un derroche de calidad interpretativa. Nuestro querido Bitelchús se ha marcado probablemente el papel de su carrera, Norton consigue que nos sea inevitable reirnos en cada frase, Emma Stone suprime sus lazos con Spiderman y Watts en su línea dramática que no me canso de ver. Podría seguir hasta nombrar a cada uno de ellos, porque realmente consiguen con creces iluminar la gran pantalla; pero bueno, es lo que tiene un buen director.
Una comedia negra que va creciendo en cada minuto que pasa. Un guión que se planta delante de todas esas cintas "hughgrantieras" que se hacen llamar comedias para darles una clase de cómo hacer reír mediante la calidad fílmica. No concibo un "Birdman" mejor hecho, es todo lo que podía ser y eso es decir mucho. Desde luego no esperaba comenzar el año tan a lo grande, mis expectativas (que ya estaban altas debido al reconocimiento que se le había dado estos meses) ni se acercaban al resultado final. No hay palabras que consigan definir la bomba que el padre de Amores perros nos ha soltado sin avisar. Ícaro alza el vuelo hacia el sol para encontrarse una reverencia bien merecida.
Cuando se apagaron las luces y aparecía la frase "directed by" solo pude parpadear un par de veces y quitarme el sombrero. Cine de verdad. Acababan de regalarme un producto que solo me creó una pregunta: "¿Cuándo puedo volver a verla?".
Cuando el espectador cree haberlo visto todo ya demasiadas veces es cuando los genios deben poner cartas en el asunto y mostrar sus capacidades. Bien, pues aquí se ponen a lo grande. Grabado a modo de falso plano secuencia, se nos cuenta la historia de un actor que se esfuerza por desmarcarse del papel que en su día le dio la fama mediante una obra de teatro que el mismo escribe, dirige y protagoniza. Todo esto rodeado por su círculo y un inesperado actor encarnado por Edward Norton.
Partiendo de la base de que cada escena debe ser clavada a la perfección, el elenco de actores, encabezado por Keaton, nos regala un derroche de calidad interpretativa. Nuestro querido Bitelchús se ha marcado probablemente el papel de su carrera, Norton consigue que nos sea inevitable reirnos en cada frase, Emma Stone suprime sus lazos con Spiderman y Watts en su línea dramática que no me canso de ver. Podría seguir hasta nombrar a cada uno de ellos, porque realmente consiguen con creces iluminar la gran pantalla; pero bueno, es lo que tiene un buen director.
Una comedia negra que va creciendo en cada minuto que pasa. Un guión que se planta delante de todas esas cintas "hughgrantieras" que se hacen llamar comedias para darles una clase de cómo hacer reír mediante la calidad fílmica. No concibo un "Birdman" mejor hecho, es todo lo que podía ser y eso es decir mucho. Desde luego no esperaba comenzar el año tan a lo grande, mis expectativas (que ya estaban altas debido al reconocimiento que se le había dado estos meses) ni se acercaban al resultado final. No hay palabras que consigan definir la bomba que el padre de Amores perros nos ha soltado sin avisar. Ícaro alza el vuelo hacia el sol para encontrarse una reverencia bien merecida.
Cuando se apagaron las luces y aparecía la frase "directed by" solo pude parpadear un par de veces y quitarme el sombrero. Cine de verdad. Acababan de regalarme un producto que solo me creó una pregunta: "¿Cuándo puedo volver a verla?".
26 de enero de 2015
26 de enero de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Insólita virguería que Iñárritu rueda, aparentemente, toda en plano secuencia, ¡con el trabajo que da eso!, no sólo a él y a los técnicos, sino también a los actores, que están estupendos todos, por cierto, aunque, en mi opinión, cada vez que Edward Norton está en plano se come con patatas a Michael Keaton, pero bueno, por mí que le den a Keaton todos los premios que quieran, que para eso es un resucitado.
La peli nos habla del ego, en ocasiones desproporcionado, de la gente del artisteo, así como la relevancia de las redes sociales para el desarrollo de esos egos en el mundo actual. Un pájaro sin twitt es como un teclado sin teclas. Como un perro sin guau.
Puede que este tema, como anónimo espectador, no te interese mucho, pero yo recomiendo la peli a todo el mundo, no sólo por su excéntrico y brillante empaque visual, sino también por ser la única peli de Iñáritu con la que no te van a entrar ganas de cortarte las venas. Realmente insólito. (Arriaga, chato, no sé dónde andarás, pero quédate ahí. Lamento decirte que no se te ha echado nada de menos)
La peli nos habla del ego, en ocasiones desproporcionado, de la gente del artisteo, así como la relevancia de las redes sociales para el desarrollo de esos egos en el mundo actual. Un pájaro sin twitt es como un teclado sin teclas. Como un perro sin guau.
Puede que este tema, como anónimo espectador, no te interese mucho, pero yo recomiendo la peli a todo el mundo, no sólo por su excéntrico y brillante empaque visual, sino también por ser la única peli de Iñáritu con la que no te van a entrar ganas de cortarte las venas. Realmente insólito. (Arriaga, chato, no sé dónde andarás, pero quédate ahí. Lamento decirte que no se te ha echado nada de menos)
18 de enero de 2015
18 de enero de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el spoiler se encuentra la explicación de la escena final de Birdman, aunque antes tengo que decir que me parece una película hipervalorada. La realización es impecable, sin duda. Un plano secuencia solo posibilitado por las técnicas digitales actuales (a ver cómo si no puede pasar la cámara delante de un espejo para hacer una panorámica y no grabarse a sí misma) y mucha planificación. Pero estos malabarismos no bastan para alzar el vuelo. Los amantes del cine la disfrutamos escudriñando su factura pero es difícil meterse dentro de la historia sin bostezar.
Vale que sí, que hay críticas ácidas al mundo de la farándula, que los actores están estupendos, pero... falta garra. Los ingredientes son muy buenos y el resultado debería ser de 10 (para las academias de cine puede que lo sea) pero modestamente dudo que se convierta en un título de los grandes con el paso del tiempo. Eso sí, sabe dar que hablar, y mucho; como en el famoso final que vuele loca a la gente. Daré mi humilde interpretación en el spoiler.
Vale que sí, que hay críticas ácidas al mundo de la farándula, que los actores están estupendos, pero... falta garra. Los ingredientes son muy buenos y el resultado debería ser de 10 (para las academias de cine puede que lo sea) pero modestamente dudo que se convierta en un título de los grandes con el paso del tiempo. Eso sí, sabe dar que hablar, y mucho; como en el famoso final que vuele loca a la gente. Daré mi humilde interpretación en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Pues bien, para mi Keaton (el personaje, se entiende) se suicida en el escenario y lo demás es pura ensoñación. Se puede justificar desde varios puntos de vista. Narrativamente, después del disparo se interrumpe por primera vez el larguísimo plano secuencia (único que habíamos visto hasta entonces) y aparecen varios cortes breves (medusas incluidas).
Ese último pasaje, además, no tiene coherencia lógica de ningún tipo (no se disparó a la nariz sino al cráneo; en Nueva York las ventanas de hospitales no se abren para evitar suicidios; la nariz no está ni recién cosida al quitarse el vendaje el cual, por cierto, recuerda a la máscara de Birdman) es como a él le hubiera gustado que fuera la realidad tras su muerte: la crítica es buena (cuando Dickinson había prometido destrozar la obra sí o sí); los periódicos aumentan su fotografía, su ex le vuelve a apreciar, los fans se multiplican, Las flores inundan la habitación, su hija se reconcilia y lo "ve volar”...
Viendo la trayectoria del director, es difícil imaginar un final feliz. En fin, esta es mi visión aunque, por supuesto, otras interpretaciones son posibles. Para eso dejan cierta ambigüedad intencionadamente (hay quien piensa que el suicidio tiene lugar en la azotea y quien afirma que ni quiera se muere).
Ese último pasaje, además, no tiene coherencia lógica de ningún tipo (no se disparó a la nariz sino al cráneo; en Nueva York las ventanas de hospitales no se abren para evitar suicidios; la nariz no está ni recién cosida al quitarse el vendaje el cual, por cierto, recuerda a la máscara de Birdman) es como a él le hubiera gustado que fuera la realidad tras su muerte: la crítica es buena (cuando Dickinson había prometido destrozar la obra sí o sí); los periódicos aumentan su fotografía, su ex le vuelve a apreciar, los fans se multiplican, Las flores inundan la habitación, su hija se reconcilia y lo "ve volar”...
Viendo la trayectoria del director, es difícil imaginar un final feliz. En fin, esta es mi visión aunque, por supuesto, otras interpretaciones son posibles. Para eso dejan cierta ambigüedad intencionadamente (hay quien piensa que el suicidio tiene lugar en la azotea y quien afirma que ni quiera se muere).
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