Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia)
Comedia. Drama
Después de hacerse famoso interpretando en el cine a un célebre superhéroe, la estrella Riggan Thomson (Michael Keaton) trata de darle un nuevo rumbo a su vida, luchando contra su ego, recuperando a su familia y preparándose para el estreno de una obra teatral en Broadway que le reafirme en su prestigio profesional como actor. (FILMAFFINITY)
15 de marzo de 2018
15 de marzo de 2018
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No puedo decir que sea una mala película, y no porque la crítica y los usuarios la hayan elevado hasta donde se encuentra. Es algo que nunca inclina mi independiente balanza.
Dicho esto debo añadir, que a mi no me ha interesado. Las elucubraciones pedantes e intelectualoides de un proyecto como Birdman, se encuentran muy alejadas de mis gustos y placeres.
Bien realizada, buenos diálogos, un proyecto sobresaiiente, ejecutado con minuciosidad, que no me traslada a ningún lado.
Dicho esto debo añadir, que a mi no me ha interesado. Las elucubraciones pedantes e intelectualoides de un proyecto como Birdman, se encuentran muy alejadas de mis gustos y placeres.
Bien realizada, buenos diálogos, un proyecto sobresaiiente, ejecutado con minuciosidad, que no me traslada a ningún lado.
30 de enero de 2015
30 de enero de 2015
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y mira que me gusta Michael Keaton, al menos me reconforta que gracias a este aborto se le vuelva a reconocer talento. Definitivamente las valoraciones se pueden dividir En:
_ Estudiante de cine para subir nota remarcando los detalles técnicos porque es lo único remarcable.
_ Profesor de cine para ligar con alumna.
_ Crítica favorable para hacerse el listo y señalar a los que no han tragado con semejante truño.
_ El resto.
¡Ahora yo! Lenta, lentísima, aburrida, mala y soporífera. Cuantos premios le van a caer.
_ Estudiante de cine para subir nota remarcando los detalles técnicos porque es lo único remarcable.
_ Profesor de cine para ligar con alumna.
_ Crítica favorable para hacerse el listo y señalar a los que no han tragado con semejante truño.
_ El resto.
¡Ahora yo! Lenta, lentísima, aburrida, mala y soporífera. Cuantos premios le van a caer.
16 de enero de 2015
16 de enero de 2015
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Birdman es la película de los Oscars 2015.
Mi primera reacción al levantarme de la butaca —después de volverme a encajar la boca, claro—, ha sido una gran blasfemia de la que posiblemente me arrepienta en un futuro no demasiado lejano. «Maldita sea, ha superado a Wes Anderson.»
Quise ir al cine sin haberme contaminado con críticas o comentarios, ya que uno de mis tantos pecados es el de dejarme llevar por lecturas ajenas que acaban condicionando mi opinión y me llevan a prejuzgar. Ya en los créditos ya se puede empezar a ver la genialidad y los guiños a Godard y sus tipografías y colores. También pensé en Death Note y Ryuk en la concepción del alter ego, del joven Birdman noventero que interpreta esa voz en off. —Esquizofrenia, o quizás, superpoder.—
La banda sonora, fresca y frenética, como las bambalinas de un teatro, el estés de su gestación, problemas y problemas; una espiral una carrera de obstáculos que detiene a los actores, pero no a la cámara. La artificialidad de los movimientos y su fluidez quedan opacados por la historia, fantástica pero muy mundana.
No sé ciertamente si alguien ha citado ya ésta referencia: la licoreria, ese espacio que detona y precipita el delirio de Riggan, onírico y tan plástico me ha hecho recordar la instalación de Yayoi Kusama, "Infinity Mirrored Room - The Souls of Millions of Light Years Away". > http://blogstuff.luciliadiniz.com/wp-content/uploads/2014/05/yayoi-luzes.jpg
Ilustra ése movimiento irrefrenable de autodestrucción y de genialidad que se genera en la mente de una persona con un trastorno de la personalidad.
Sólo puedo decir: Benditos locos.
Mi primera reacción al levantarme de la butaca —después de volverme a encajar la boca, claro—, ha sido una gran blasfemia de la que posiblemente me arrepienta en un futuro no demasiado lejano. «Maldita sea, ha superado a Wes Anderson.»
Quise ir al cine sin haberme contaminado con críticas o comentarios, ya que uno de mis tantos pecados es el de dejarme llevar por lecturas ajenas que acaban condicionando mi opinión y me llevan a prejuzgar. Ya en los créditos ya se puede empezar a ver la genialidad y los guiños a Godard y sus tipografías y colores. También pensé en Death Note y Ryuk en la concepción del alter ego, del joven Birdman noventero que interpreta esa voz en off. —Esquizofrenia, o quizás, superpoder.—
La banda sonora, fresca y frenética, como las bambalinas de un teatro, el estés de su gestación, problemas y problemas; una espiral una carrera de obstáculos que detiene a los actores, pero no a la cámara. La artificialidad de los movimientos y su fluidez quedan opacados por la historia, fantástica pero muy mundana.
No sé ciertamente si alguien ha citado ya ésta referencia: la licoreria, ese espacio que detona y precipita el delirio de Riggan, onírico y tan plástico me ha hecho recordar la instalación de Yayoi Kusama, "Infinity Mirrored Room - The Souls of Millions of Light Years Away". > http://blogstuff.luciliadiniz.com/wp-content/uploads/2014/05/yayoi-luzes.jpg
Ilustra ése movimiento irrefrenable de autodestrucción y de genialidad que se genera en la mente de una persona con un trastorno de la personalidad.
Sólo puedo decir: Benditos locos.
9 de enero de 2015
9 de enero de 2015
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al final, todo se reduce al ego. El que los actores necesitan alimentar cada vez que suben a un escenario o se plantan delante de una cámara, pero que camuflan bajo el manto del arte, como un acto altruista hacia los espectadores, como un bien social. O como el que se autoadministran los críticos cuando señalan el rumbo de una obra tras la comodidad de una pantalla de ordenador, conscientes de su poder de movilización de masas. Si ya a pequeñísima escala uno ya escribe pensando en el número de seguidores, en la relevancia social, qué no ocurrirá con los grandes astros del cine, almas en el fondo acomplejadas en búsqueda constante del titular.
Sobre esa industria del entretenimiento, siempre necesitada de teletipos, y sobre los que de alguna manera se encuentran atrapados en ese círculo vicioso trata valientemente Birdman. No sólo porque lanza escupitajos hasta al apuntador, público incluido, sino porque supone un giro radical en la carrera de su director, un Alejandro González Iñárritu bastante habilidoso en el terreno del drama social pero que ahora se demuestra también virtuoso en un ámbito mucho más complicado, el de la crítica intelectual.
Porque la historia de Riggan, una estrella del cine de superhéroes en horas bajas, es todo un mazado de crudeza y honestidad para un star-system tan ocupado mirándose el ombligo, tan autoconsciente de su trascendencia, que no se da cuenta de lo volátil y efímera que se ha convertido la fama. En la era de los tweets, las visitas y los fenómenos virales, la lucha por el trending topic se ha vuelto encarnizada, hasta el punto que los minutos de gloria se alcanzan a base de esperpentos.
Riggan se encuentra inmerso en esa espiral de constante insatisfacción, obsesionado con llegar a un público anónimo y desalmado, una audiencia ávida de la carnaza suficiente para rellenar sus conversaciones de bar y sus timelines, ese otro foro del narcisismo en el que todos buscamos nuestro pequeño espacio de relevancia. De ahí que la escena del protagonista corriendo en calzoncillos por Times Square, ante cientos de smartphones en busca del mejor ángulo, sea tan brillante y paradigmática de la situación actual, que sólo puede condenar al fracaso y la frustración a aquellos que buscan sobresalir con dignidad de la muchedumbre.
Rodada en un falso plano secuencia, por momentos asfixiante, Birdman en realidad está plagada de pequeñas grandes escenas, en las que interpretaciones, diálogos y puesta en escena se alinean a la perfección para dejar en evidencia el show business. El rapapolvo de la hija de Riggan (fantástica e irreconocible Emma Stone) o la conversación con la todopoderosa crítica del The New York Times la noche antes del gran estreno de Broadway con el que el protagonista busca encauzar su carrera no tienen desperdicio, por no mencionar la batalla interior que Michael Keaton libra con su propia conciencia, un superhéroe alojado en el pragmatismo del dólar.
En un ejercicio de metaficción sobresaliente, Iñárritu escoge un plantel de actores cuya situación real encaja perfectamente con el argumento de la cinta. Un olvidado Keaton busca despegarse de la máscara del hombre murciélago con un registro radicalmente distinto, pero un intérprete más consolidado (Edward Norton se sale durante todo el metraje) eclipsa en cierta manera su enorme esfuerzo. Al final, Birdman es el mejor ejemplo de su propia máxima: la popularidad se persigue, pero el prestigio se gana. Iñárritu, desde luego, se lo ha ganado.
Sobre esa industria del entretenimiento, siempre necesitada de teletipos, y sobre los que de alguna manera se encuentran atrapados en ese círculo vicioso trata valientemente Birdman. No sólo porque lanza escupitajos hasta al apuntador, público incluido, sino porque supone un giro radical en la carrera de su director, un Alejandro González Iñárritu bastante habilidoso en el terreno del drama social pero que ahora se demuestra también virtuoso en un ámbito mucho más complicado, el de la crítica intelectual.
Porque la historia de Riggan, una estrella del cine de superhéroes en horas bajas, es todo un mazado de crudeza y honestidad para un star-system tan ocupado mirándose el ombligo, tan autoconsciente de su trascendencia, que no se da cuenta de lo volátil y efímera que se ha convertido la fama. En la era de los tweets, las visitas y los fenómenos virales, la lucha por el trending topic se ha vuelto encarnizada, hasta el punto que los minutos de gloria se alcanzan a base de esperpentos.
Riggan se encuentra inmerso en esa espiral de constante insatisfacción, obsesionado con llegar a un público anónimo y desalmado, una audiencia ávida de la carnaza suficiente para rellenar sus conversaciones de bar y sus timelines, ese otro foro del narcisismo en el que todos buscamos nuestro pequeño espacio de relevancia. De ahí que la escena del protagonista corriendo en calzoncillos por Times Square, ante cientos de smartphones en busca del mejor ángulo, sea tan brillante y paradigmática de la situación actual, que sólo puede condenar al fracaso y la frustración a aquellos que buscan sobresalir con dignidad de la muchedumbre.
Rodada en un falso plano secuencia, por momentos asfixiante, Birdman en realidad está plagada de pequeñas grandes escenas, en las que interpretaciones, diálogos y puesta en escena se alinean a la perfección para dejar en evidencia el show business. El rapapolvo de la hija de Riggan (fantástica e irreconocible Emma Stone) o la conversación con la todopoderosa crítica del The New York Times la noche antes del gran estreno de Broadway con el que el protagonista busca encauzar su carrera no tienen desperdicio, por no mencionar la batalla interior que Michael Keaton libra con su propia conciencia, un superhéroe alojado en el pragmatismo del dólar.
En un ejercicio de metaficción sobresaliente, Iñárritu escoge un plantel de actores cuya situación real encaja perfectamente con el argumento de la cinta. Un olvidado Keaton busca despegarse de la máscara del hombre murciélago con un registro radicalmente distinto, pero un intérprete más consolidado (Edward Norton se sale durante todo el metraje) eclipsa en cierta manera su enorme esfuerzo. Al final, Birdman es el mejor ejemplo de su propia máxima: la popularidad se persigue, pero el prestigio se gana. Iñárritu, desde luego, se lo ha ganado.
18 de febrero de 2015
18 de febrero de 2015
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Febrero celebra los Oscar así que, siempre me veo en la obligación moral de ver todas o gran parte de las películas que aspiran a los hombrecillos dorados hollywoodienses. El pasado domingo fuimos mi novio (aún aliviado ante mi negativa de ver 50 sombras de Grey) y yo al cine. La verdad es que nos daba lo mismo ver “Boyhood”, “La teoría del todo”, “Descifrando Enigma” o “Birdman”; habíamos escuchado excelentes críticas de todas y lo mismo nos daba, pero por cuestión de horario nos metimos a ver esta última.
A mí me encanta el cine, y disfruto viendo películas. Puede que no utilice una jerga tan elaborada y específica como otros comentaristas que parecen Boyero; pero sí se distinguir cuando una película me gusta de cuando no. Y especialmente, sé distinguir cuando noto que me están tomando el pelo. Y eso me ha pasado con Birdman.
No voy a decir que es una de las peores películas que he visto en mi vida, porque no sería justa con Springbrakers (que a día de hoy ostenta ese honor); pero sí me sentí defraudada. Tenía tantas buenas referencias de amigos, había leído tantas críticas positivas y encima tenía ese aluvión de premios y nominaciones, que la verdad es que yo me esperaba otra cosa.
Me esperaba para empezar que si la categorizan como comedia, que al menos me haga un mínimo de gracia. En la oscuridad de la sala, solo podía notar que se me ponía cara de “AQUÍ SE ESTÁN RIENDO DE MÍ” y odio que me ocurra eso.
Para seguir, me gusta notar que todos los personajes y escenas están ahí por alguna razón. El personaje de la novia de Birdman me ha parecido de lo más ridículo, no aporta nada ni sirve de enlace para nada. Aún más absurda es la escena del beso ente las dos actrices: ¿por qué?, ¿para qué?, ¿cómo va a influir en el argumento? En fin, pues será otra genialidad más del director en esta película…
Tampoco me ha hecho especialmente gracia el personaje de la hija-asistente personal de Birdman que está interpretado por Emma Stone. He leído alguna crítica diciendo lo buenísima que es está actriz y lo fenomenal que está en esta película. Sí que me parece buena, (sin ponerme a echar cohetes) y considero que en Birdman no hace nada del otro jueves; sobre todo, me parece que han tocado poco la relación que tiene con su padre; la han llevado a matacaballo hasta el momento final.
No va a ser todo malo: Michael Keaton me gusta; me parece que ha hecho un buen papel pese a que la cinta sea un fraude gigante. ¿Qué si quiero que se lleve el Oscar? NO; lo hace bien, pero nada más. No es necesario decir que no me gustaría que Birdman se llevase ninguna estatuilla, ya que no lo merece.
Por último he de decir que me dormí un ratito en el cine y esa señal jamás es buena. Además me entretuve otro ratito haciendo carantoñas a mi novio en la oscuridad: yo estaba a lo mío, Birdman a lo suyo y mi novio…pues tan feliz.
LO MEJOR: Norton y Keaton
LO PEOR: El injusto bombo que se le ha prestado, Naomi Watts, Emma Stone y el plano-secuencia, ¿en serio?
A mí me encanta el cine, y disfruto viendo películas. Puede que no utilice una jerga tan elaborada y específica como otros comentaristas que parecen Boyero; pero sí se distinguir cuando una película me gusta de cuando no. Y especialmente, sé distinguir cuando noto que me están tomando el pelo. Y eso me ha pasado con Birdman.
No voy a decir que es una de las peores películas que he visto en mi vida, porque no sería justa con Springbrakers (que a día de hoy ostenta ese honor); pero sí me sentí defraudada. Tenía tantas buenas referencias de amigos, había leído tantas críticas positivas y encima tenía ese aluvión de premios y nominaciones, que la verdad es que yo me esperaba otra cosa.
Me esperaba para empezar que si la categorizan como comedia, que al menos me haga un mínimo de gracia. En la oscuridad de la sala, solo podía notar que se me ponía cara de “AQUÍ SE ESTÁN RIENDO DE MÍ” y odio que me ocurra eso.
Para seguir, me gusta notar que todos los personajes y escenas están ahí por alguna razón. El personaje de la novia de Birdman me ha parecido de lo más ridículo, no aporta nada ni sirve de enlace para nada. Aún más absurda es la escena del beso ente las dos actrices: ¿por qué?, ¿para qué?, ¿cómo va a influir en el argumento? En fin, pues será otra genialidad más del director en esta película…
Tampoco me ha hecho especialmente gracia el personaje de la hija-asistente personal de Birdman que está interpretado por Emma Stone. He leído alguna crítica diciendo lo buenísima que es está actriz y lo fenomenal que está en esta película. Sí que me parece buena, (sin ponerme a echar cohetes) y considero que en Birdman no hace nada del otro jueves; sobre todo, me parece que han tocado poco la relación que tiene con su padre; la han llevado a matacaballo hasta el momento final.
No va a ser todo malo: Michael Keaton me gusta; me parece que ha hecho un buen papel pese a que la cinta sea un fraude gigante. ¿Qué si quiero que se lleve el Oscar? NO; lo hace bien, pero nada más. No es necesario decir que no me gustaría que Birdman se llevase ninguna estatuilla, ya que no lo merece.
Por último he de decir que me dormí un ratito en el cine y esa señal jamás es buena. Además me entretuve otro ratito haciendo carantoñas a mi novio en la oscuridad: yo estaba a lo mío, Birdman a lo suyo y mi novio…pues tan feliz.
LO MEJOR: Norton y Keaton
LO PEOR: El injusto bombo que se le ha prestado, Naomi Watts, Emma Stone y el plano-secuencia, ¿en serio?
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