Cónclave
7.0
19,942
Drama. Thriller. Intriga
Tras la inesperada muerte del Sumo Pontífice, el cardenal Lawrence es designado como responsable para liderar uno de los rituales más secretos y antiguos del mundo: la elección de un nuevo Papa. Cuando los líderes más poderosos de la Iglesia Católica se reúnen en los salones del Vaticano, Lawrence se ve atrapado dentro de una compleja conspiración a la vez que descubre un secreto que podría sacudir los cimientos de la Iglesia. (FILMAFFINITY) [+]
27 de diciembre de 2024
27 de diciembre de 2024
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recientes en nuestras memorias dos fumatas blancas y una película de Nanni Moretti titulada "Habemus papam", que explica los entresijos del nombramiento de un nuevo Sumo Pontífice, "Cónclave" se basa en lo mismo pero con una intriga propia de una película de misterio. Es acertada y amena su descripción, al parecer bastante fiel, de las tradiciones y modos del Vaticano en la tesitura del cambio de Papa. Y creo que también es fidedigna en las luchas de egos y poder que se producen entre los cantidatos. Aqui casi todos los cardenales apuestan por sí mismo o los de su entorno divididos en intereses geográficos y de política. Incluso el más integro o el que no quiere serlo sabe que nombre ponerse en el caso de ser elegido.
Los pasillos, estancias, salones y frescos de la Capilla Sixtina son opresores protagonistas junto a un puñado de religiosos y religiosas, estas últimas servidoras, pero con ojos y oídos y portadoras de los grandes misterios de la trama. Berger dirige con buena mano pero sin la profundidad de miras de un guion, que se basa en una fuente literaria, que pone en juego propuestas que no se resuelven en la pantalla.
Los pasillos, estancias, salones y frescos de la Capilla Sixtina son opresores protagonistas junto a un puñado de religiosos y religiosas, estas últimas servidoras, pero con ojos y oídos y portadoras de los grandes misterios de la trama. Berger dirige con buena mano pero sin la profundidad de miras de un guion, que se basa en una fuente literaria, que pone en juego propuestas que no se resuelven en la pantalla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los secretos que se van revelando a lo largo de sus minutos apenas nos inquieta y son totalmente esperados. El giro final si que es sorprendente y da juego para hablar largo y tendido del papel que la mujer desempeña en una religión que se mueve tan lentamente como las tortugas que campan por las fuentes y mármoles papales.
29 de diciembre de 2024
29 de diciembre de 2024
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
«Cónclave» se desenvuelve en el mismo escenario en el que Nanni Moretti perpetró su «Habemus Papam» (2011). Pero su director, Edward Berger, se adentra en los pasillos del avispero vaticanista con la negra piel de «thriller», al estilo del «Padrino III» (1990) de Ford Coppola. Su recorrido, de neoclásica geometría y de candorosa perversidad, no por hipotético resulta imposible. Eso sí, retuerce el verosímil hasta desquiciar la razón lógica. Claro que, si hablamos de fe, ¿cabe mostrar una congruente prudencia?
Más allá de esas rimas entre fe y razón, la fuerza de «Cónclave», lo que de verdad interesa en esta reunión de cardenales que deben elegir al sucesor de San Pedro tras la muerte del papa, no reside en su desenlace sino en las luchas internas. Importan más los pequeños detalles y el cómo se cuentan que la escenificación de una posibilidad improbable que no se debe a lo real sino a una realidad ficcionada.
De no haber existido Paolo Sorrentino y su «The young Pope», la mordaz serie protagonizada por Jude Law, «Cónclave» hubiera pasado por ser una originalísima propuesta en los siempre pantanosos recovecos de la curia romana.
Pero la mano de Sorrentino existió y en las idas y venidas del atribulado Ralph Fiennes, de la intrigante Isabella Rossellini y del melifluo Stanley Tucci, entre otros intérpretes de alta alcurnia, resuenan ecos de barroquismo y filigrana. Berger, cineasta alemán que aquí se presenta bajo producción norteamericana, diseña su historia, contagiado por los usos de la liturgia romana. El movimiento se hace rito y del rito emerge la intriga. Con ella «Cónclave» se comporta como «Un juego de tronos» que cambia la espada por la lengua, el veneno por la intriga y el sexo por secretos de baja ambición y oscura alcoba.
Implícita en la novela de Harris, reforzada por el guion de Straughan y coreografiada por la puesta en escena de Berger, «Cónclave» ahonda en una obviedad que muchas veces se olvida: los ministros de dios tropiezan en las mismas flaquezas que los hijos de los hombres.
Así que, más allá de las zancadillas palaciegas y más acá de las miserias cotidianas que nos recuerdan que los cardenales no son inmunes al laberinto de la política; Berger, con retórica de Shakespeare, busca bucear en la complejidad de la psicología humana, en sus generosas grandezas y, sobre todo, en sus miserables miserias.
Más allá de esas rimas entre fe y razón, la fuerza de «Cónclave», lo que de verdad interesa en esta reunión de cardenales que deben elegir al sucesor de San Pedro tras la muerte del papa, no reside en su desenlace sino en las luchas internas. Importan más los pequeños detalles y el cómo se cuentan que la escenificación de una posibilidad improbable que no se debe a lo real sino a una realidad ficcionada.
De no haber existido Paolo Sorrentino y su «The young Pope», la mordaz serie protagonizada por Jude Law, «Cónclave» hubiera pasado por ser una originalísima propuesta en los siempre pantanosos recovecos de la curia romana.
Pero la mano de Sorrentino existió y en las idas y venidas del atribulado Ralph Fiennes, de la intrigante Isabella Rossellini y del melifluo Stanley Tucci, entre otros intérpretes de alta alcurnia, resuenan ecos de barroquismo y filigrana. Berger, cineasta alemán que aquí se presenta bajo producción norteamericana, diseña su historia, contagiado por los usos de la liturgia romana. El movimiento se hace rito y del rito emerge la intriga. Con ella «Cónclave» se comporta como «Un juego de tronos» que cambia la espada por la lengua, el veneno por la intriga y el sexo por secretos de baja ambición y oscura alcoba.
Implícita en la novela de Harris, reforzada por el guion de Straughan y coreografiada por la puesta en escena de Berger, «Cónclave» ahonda en una obviedad que muchas veces se olvida: los ministros de dios tropiezan en las mismas flaquezas que los hijos de los hombres.
Así que, más allá de las zancadillas palaciegas y más acá de las miserias cotidianas que nos recuerdan que los cardenales no son inmunes al laberinto de la política; Berger, con retórica de Shakespeare, busca bucear en la complejidad de la psicología humana, en sus generosas grandezas y, sobre todo, en sus miserables miserias.
29 de diciembre de 2024
29 de diciembre de 2024
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Edward Berger y Peter Straughan firman un solvente thriller sobre un cónclave que ha de resolverse con la elección de un nuevo Papa mientras surfea entre las polémicas secretas de algunos cardenales y sus conspiraciones urdidas con precisión. Basada en la novela homónima de Robert Harris, la película sabe captar el interés del espectador manteniendo la tensión narrativa desde que empieza hasta que concluye. Esta es la principal virtud de la película, la que la hace funcionar.
Hay situaciones en la película, no obstante, que pueden generar cierta incredulidad en el espectador, pero no son muy numerosas y normalmente están bien resueltas. El acercamiento que hace el filme de un proceso como éste, aunque no se pueda afirmar que sea totalmente certero debido al hermetismo de la Iglesia, resulta atractivo e invita a la reflexión sobre el rumbo de la Iglesia y sobre el cambio de percepción que poco a poco se va fraguando en su seno.
También cabe destacar las interpretaciones, especialmente de un gran Ralph Fiennes que se mete muy bien en el papel. En suma, nos encontramos ante un filme interesante y atractivo que cumple muy bien su función.
Hay situaciones en la película, no obstante, que pueden generar cierta incredulidad en el espectador, pero no son muy numerosas y normalmente están bien resueltas. El acercamiento que hace el filme de un proceso como éste, aunque no se pueda afirmar que sea totalmente certero debido al hermetismo de la Iglesia, resulta atractivo e invita a la reflexión sobre el rumbo de la Iglesia y sobre el cambio de percepción que poco a poco se va fraguando en su seno.
También cabe destacar las interpretaciones, especialmente de un gran Ralph Fiennes que se mete muy bien en el papel. En suma, nos encontramos ante un filme interesante y atractivo que cumple muy bien su función.
3 de enero de 2025
3 de enero de 2025
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Edward Berger, director de la impactante ``Sin novedad en el frente´´, vuelve a demostrar su maestría al transformar lo que podría haber sido una historia anodina sobre la elección de un nuevo Papa en un thriller apasionante y lleno de intriga. Con garra y temple, Berger imprime a la película un ritmo propio de una obra de espionaje, guiándonos por las entrañas del Vaticano y desnudando sus complejidades.
Ralph Fiennes ofrece una interpretación magistral en un papel contenido e introspectivo, donde cada mirada y silencio transmiten más que las palabras. Su arco dramático, lleno de matices y complejidad, sostiene toda la película y lo posiciona como un claro candidato a los premios Oscar.
La fotografía contribuye enormemente a la atmósfera: un Vaticano frío, de tonos grises, donde no se ve el sol en toda la película. Los interiores casi asépticos, como si fueran baños públicos, refuerzan la sensación de un lugar desprovisto de alma. A través de contrastes y claroscuros, se marca el viaje del protagonista, oscilando entre la luz y la oscuridad, la duda y el deber. Al principio, enfrenta la tarea de organizar la votación sin convicción y una fe evidentemente perdida, pero poco a poco, impulsado por su conciencia y su cargo, se embarca en una investigación para desentrañar las trampas y los peligros ocultos. Descubre que quienes lo rodean, aquellos que podrían convertirse en uno de los hombres más poderosos del mundo, son personas sin escrúpulos, mentirosas y egoístas.
Los actores secundarios cumplen más por su veteranía y buen hacer, que por un guion que acaba desdibujando a la mayoría de estos, sin la profundidad necesaria para terminar de redondear la cinta, quedando sus apariciones en eso, apariciones. Sin ningún desarrollo más importante en la trama.
Además, hay un par de momentos en la película que quedan sin concretar y no aportan al desarrollo de la historia lo que deja la sensación de que podrían haberse omitido sin afectar al conjunto. Sin embargo, estos detalles no opacan el mérito de una dirección meticulosa, tanto en los encuadres como en los diálogos, y un ritmo impecable que invita al espectador a reflexionar sobre quiénes nos lideran y cómo llegan al poder.
Ralph Fiennes ofrece una interpretación magistral en un papel contenido e introspectivo, donde cada mirada y silencio transmiten más que las palabras. Su arco dramático, lleno de matices y complejidad, sostiene toda la película y lo posiciona como un claro candidato a los premios Oscar.
La fotografía contribuye enormemente a la atmósfera: un Vaticano frío, de tonos grises, donde no se ve el sol en toda la película. Los interiores casi asépticos, como si fueran baños públicos, refuerzan la sensación de un lugar desprovisto de alma. A través de contrastes y claroscuros, se marca el viaje del protagonista, oscilando entre la luz y la oscuridad, la duda y el deber. Al principio, enfrenta la tarea de organizar la votación sin convicción y una fe evidentemente perdida, pero poco a poco, impulsado por su conciencia y su cargo, se embarca en una investigación para desentrañar las trampas y los peligros ocultos. Descubre que quienes lo rodean, aquellos que podrían convertirse en uno de los hombres más poderosos del mundo, son personas sin escrúpulos, mentirosas y egoístas.
Los actores secundarios cumplen más por su veteranía y buen hacer, que por un guion que acaba desdibujando a la mayoría de estos, sin la profundidad necesaria para terminar de redondear la cinta, quedando sus apariciones en eso, apariciones. Sin ningún desarrollo más importante en la trama.
Además, hay un par de momentos en la película que quedan sin concretar y no aportan al desarrollo de la historia lo que deja la sensación de que podrían haberse omitido sin afectar al conjunto. Sin embargo, estos detalles no opacan el mérito de una dirección meticulosa, tanto en los encuadres como en los diálogos, y un ritmo impecable que invita al espectador a reflexionar sobre quiénes nos lideran y cómo llegan al poder.
3 de enero de 2025
3 de enero de 2025
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había una gran expectación ante el nuevo trabajo de Edward Berger, el hombre detrás de una de las mejores películas bélicas de la última década, Sin novedad en el frente (2022), que ganó el Oscar a mejor película internacional, y de la estupenda miniserie The Terror (2018).
Berger vuelve a la carga y lo hace con una película de corte clásico. Nos encontramos delante de un film coral, un thriller de los de toda la vida, con conspiración y traición a doquier, con personajes que esconden sus intenciones y sus ambiciones y con giros de guion durante buena parte del metraje.
Para ello Berger ha contado con la presencia de un elenco de actores en estado de gracia, empezando por su protagonista, Ralph Fiennes (La lista de Schindler, El paciente inglés, Harry Potter). Fiennes nos regala otra gran actuación, digna de Oscar (sería el primero de muchas nominaciones). Su interpretación denota en todo momento la angustia y el peso de la responsabilidad del momento que le toca vivir. Además gracias a los matices que impregna a su personje, incluso hace dudar al espectador de cuáles son sus intenciones y ambiciones. Otro logro para un gran actor.
A su lado todos están a un gran nivel, Stanley Tucci (La solución final, La terminal, Los juegos del hambre), John Lithgow (Dexter, Interstellar) y Lucian Msamati (Gangs of London) como principales secundarios.
La trama de Cónclave no es una trama difícil de seguir, pero aun así se agradece que ante tanto ceremonial religioso el director y su guionista hagan ágil su narrativa. Este éxito se debe a un ritmo vertiginoso que hace que sus dos horas de duración pasen rápido. Su narración no se hace pesada ni farragosa en ningún momento. Berger nos va introduciendo al siempre interesante mundo del Vaticano con calma, pero sin dejar de sumergir al espectador al misterio y a las dudas de sus protagonistas.
A destacar la excelente recreación de los escenarios y su dirección artística. La película posee grandes imágenes, siempre jugando con tres colores principales, el rojo, blanco y negro. Todo está calculado al detalle.
Otro acierto es artístico es su banda sonora, obra de Volker Bertelmann, ganador del Oscar por, precisamente, Sin novedad en el frente.
En definitiva, Cónclave es una gran película, de lo mejor del año. Seguramente no tiene la profundidad que muchos exigen al cine actual, pero su dirección, su puesta en escena y su reparto, la convierten en una de las mejores experiencias del año.
Berger vuelve a la carga y lo hace con una película de corte clásico. Nos encontramos delante de un film coral, un thriller de los de toda la vida, con conspiración y traición a doquier, con personajes que esconden sus intenciones y sus ambiciones y con giros de guion durante buena parte del metraje.
Para ello Berger ha contado con la presencia de un elenco de actores en estado de gracia, empezando por su protagonista, Ralph Fiennes (La lista de Schindler, El paciente inglés, Harry Potter). Fiennes nos regala otra gran actuación, digna de Oscar (sería el primero de muchas nominaciones). Su interpretación denota en todo momento la angustia y el peso de la responsabilidad del momento que le toca vivir. Además gracias a los matices que impregna a su personje, incluso hace dudar al espectador de cuáles son sus intenciones y ambiciones. Otro logro para un gran actor.
A su lado todos están a un gran nivel, Stanley Tucci (La solución final, La terminal, Los juegos del hambre), John Lithgow (Dexter, Interstellar) y Lucian Msamati (Gangs of London) como principales secundarios.
La trama de Cónclave no es una trama difícil de seguir, pero aun así se agradece que ante tanto ceremonial religioso el director y su guionista hagan ágil su narrativa. Este éxito se debe a un ritmo vertiginoso que hace que sus dos horas de duración pasen rápido. Su narración no se hace pesada ni farragosa en ningún momento. Berger nos va introduciendo al siempre interesante mundo del Vaticano con calma, pero sin dejar de sumergir al espectador al misterio y a las dudas de sus protagonistas.
A destacar la excelente recreación de los escenarios y su dirección artística. La película posee grandes imágenes, siempre jugando con tres colores principales, el rojo, blanco y negro. Todo está calculado al detalle.
Otro acierto es artístico es su banda sonora, obra de Volker Bertelmann, ganador del Oscar por, precisamente, Sin novedad en el frente.
En definitiva, Cónclave es una gran película, de lo mejor del año. Seguramente no tiene la profundidad que muchos exigen al cine actual, pero su dirección, su puesta en escena y su reparto, la convierten en una de las mejores experiencias del año.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here