Luces de la ciudad
8.6
33,794
4 de octubre de 2011
4 de octubre de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que Chaplin siempre había estado del lado del vagabundo, el ciego y el expulsado es algo que siempre había sabido el mundo desde que los primeros cortos de Charlot aparecieron, pero con la crisis de 1929 esa toma de partido adquirió una resonancia aún más profunda, y por esto “Luces de la ciudad” acabó siendo su película más amada. En un mundo donde los que no se habían lanzado desde una ventana habían cambiado de lado de la barrera en cuestión de días, de pronto Chaplin se revelaba como el consuelo que siempre había estado allí, y no es casual que los mejores gags de esta película giren en torno a un millonario al borde del suicidio y su toma y daca con alguien que siempre había estado en el extremo contrario de la escala social.
“Luces de la ciudad”, se titula enigmáticamente la película, a pesar de que una de sus protagonistas es una ciega que no puede ver esas luces. Quizá por ser la única que no se ha dejado cegar por las brillantes luces de las grandes ciudades erigidas por la burbuja económica que reventó en el 29, es también la única que puede aceptar sin un solo pero al vagabundo que la mira desde el otro lado del escaparate; o quizá las verdaderas luces de la ciudad no son los neones de Broadway ni el brillo de los dólares de los locos años veinte, sino ellos mismos, el vagabundo y la violetera. En cualquier caso Chaplin, ante el desmoronamiento de la feliz América de la década anterior, se vuelca con mas convicción que nunca en su poética del desclasado, y aunque su canto al romanticismo y a la sencillez puedan parecer ingenuos, “Luces de la ciudad” demuestra que no se le escapaba ni un detalle de la dura realidad que le rodeaba, y que cuando ensalzaba determinados valores lo hacía con conocimiento de causa y verdadera fe en lo mejor del ser humano. Y aquí estamos, ochenta años después, todavía dejándonos cegar por las luces de la ciudad, lamentablemente, pero todavía amando y necesitando creer en películas como ésta.
“Luces de la ciudad”, se titula enigmáticamente la película, a pesar de que una de sus protagonistas es una ciega que no puede ver esas luces. Quizá por ser la única que no se ha dejado cegar por las brillantes luces de las grandes ciudades erigidas por la burbuja económica que reventó en el 29, es también la única que puede aceptar sin un solo pero al vagabundo que la mira desde el otro lado del escaparate; o quizá las verdaderas luces de la ciudad no son los neones de Broadway ni el brillo de los dólares de los locos años veinte, sino ellos mismos, el vagabundo y la violetera. En cualquier caso Chaplin, ante el desmoronamiento de la feliz América de la década anterior, se vuelca con mas convicción que nunca en su poética del desclasado, y aunque su canto al romanticismo y a la sencillez puedan parecer ingenuos, “Luces de la ciudad” demuestra que no se le escapaba ni un detalle de la dura realidad que le rodeaba, y que cuando ensalzaba determinados valores lo hacía con conocimiento de causa y verdadera fe en lo mejor del ser humano. Y aquí estamos, ochenta años después, todavía dejándonos cegar por las luces de la ciudad, lamentablemente, pero todavía amando y necesitando creer en películas como ésta.
8 de enero de 2012
8 de enero de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi abuelo, uno de los grandes cinéfilos que conocí, me dijo que no hay comedias actuales como las de Chaplin, que no hay películas más plenas que las mudas y que no hay cine más hermoso que en blanco y negro. Yo nunca he estado de acuerdo, siempre me ha parecido que el cine clásico no ha envejecido (al menos la mayoría) muy bien. Que muchos de los considerados grandes clásicos no aguantaría el tirón en una cartelera actual.
El día que vi Luces de la ciudad marcó un antes y un después en mi. La testarudez y pedantería de un joven rebelde que se atrevía a justificar la grandeza de los clásicos llegaba a su fin, y abría una nueva brecha en su mente respecto al CINE.
Arte. Magia. Sentimiento. Emoción. Belleza. Ternura. Ya no eran palabras vacías ligadas a Clásico.
El día que vi Luces de la ciudad reí...
El día que vi Luces de la ciudad marcó un antes y un después en mi. La testarudez y pedantería de un joven rebelde que se atrevía a justificar la grandeza de los clásicos llegaba a su fin, y abría una nueva brecha en su mente respecto al CINE.
Arte. Magia. Sentimiento. Emoción. Belleza. Ternura. Ya no eran palabras vacías ligadas a Clásico.
El día que vi Luces de la ciudad reí...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
... y lloré.
14 de septiembre de 2013
14 de septiembre de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace mucho mucho tiempo no escribía una crítica pues más me dedicaba a leer las que estaban escritas sólo para hacerme una idea de cuán buenas o malas eran las películas que veía según los críticos de la página, sólo una aproximación porque finalmente encuentro algo de bueno en todas las películas que veo, salvo rancias y malsanas excepciones que, tal y como sucede con algunas de las cosas que nos ocurren en la vida, no podemos evitar.
Pero esta película me ha despertado el corazón y lo ha llenado de vida porque me ha recordado que existe la buena humanidad, el amor de verdad y además de todo me lo hacía sentir. ¡Vamos! ¡Es una película! ¿Cómo es posible que un simple entretenimiento barato haga algo así? Entonces caí en cuenta que el cine es algo mágico, lo recordé de pronto, recordé por qué lo amo tanto, recordé por qué me embelesaba por horas en una butaca, recordé por qué me llevaba a imaginar fantasías por horas y horas y recordé por qué me llenaba los sueños antes, durante y después de dormir. Gracias. Con el cine se puede hacer mucho más de lo que se hace ahora y eso lo tenían claro los responsables de esta bonita película, que según sé, prácticamente toda salió de la cabecita (y seguramente el corazón) de ese grandioso amigo Chalie Chaplin.
En la época en la que crecí el cine mudo es cosa obsoleta y reliquia oxidada debe ser para los niños de hoy que crecen con efectos especiales y CGI. Sin embargo, CITY LIGHTS no necesitó de ningún artificio, ni siquiera de ningún diálogo, para sobrecogerme como lo hizo.
Es que esta película debería estar elevada a una categoría que las películas de hoy no alcanzan. O mejor dicho, CITY LIGHTS es lo que debería considerarse una película y lo que se hace hoy, debería llamarse de otro modo porque es otra cosa muy distinta. No necesito entrar en apartados técnicos pues en eso me ganan los más eruditos y sesudos críticos que seguro que apabullarían cualquier cosa que yo dijera. Pero no apabullarían jamás lo que yo siento y sé que sentiré siempre. ¡DIOS!
¡Qué bonita es la vida! Siento ganas de llorar todavía y siento deseos de pensar que en el mundo ocurren cosas tan bonitas como las que nos contó esta película y que yo puedo ayudar a que ocurran. Vamos a cambiar la vida. Empecemos por hacer cosas chiquitas, como utilizar el preciado e irremplazable tiempo de nuestras vidas en hacer cosas buenas pero que parecen insignificantes y que tendrán un hermoso efecto en la vida, por ejemplo, ver esta película.
Pero esta película me ha despertado el corazón y lo ha llenado de vida porque me ha recordado que existe la buena humanidad, el amor de verdad y además de todo me lo hacía sentir. ¡Vamos! ¡Es una película! ¿Cómo es posible que un simple entretenimiento barato haga algo así? Entonces caí en cuenta que el cine es algo mágico, lo recordé de pronto, recordé por qué lo amo tanto, recordé por qué me embelesaba por horas en una butaca, recordé por qué me llevaba a imaginar fantasías por horas y horas y recordé por qué me llenaba los sueños antes, durante y después de dormir. Gracias. Con el cine se puede hacer mucho más de lo que se hace ahora y eso lo tenían claro los responsables de esta bonita película, que según sé, prácticamente toda salió de la cabecita (y seguramente el corazón) de ese grandioso amigo Chalie Chaplin.
En la época en la que crecí el cine mudo es cosa obsoleta y reliquia oxidada debe ser para los niños de hoy que crecen con efectos especiales y CGI. Sin embargo, CITY LIGHTS no necesitó de ningún artificio, ni siquiera de ningún diálogo, para sobrecogerme como lo hizo.
Es que esta película debería estar elevada a una categoría que las películas de hoy no alcanzan. O mejor dicho, CITY LIGHTS es lo que debería considerarse una película y lo que se hace hoy, debería llamarse de otro modo porque es otra cosa muy distinta. No necesito entrar en apartados técnicos pues en eso me ganan los más eruditos y sesudos críticos que seguro que apabullarían cualquier cosa que yo dijera. Pero no apabullarían jamás lo que yo siento y sé que sentiré siempre. ¡DIOS!
¡Qué bonita es la vida! Siento ganas de llorar todavía y siento deseos de pensar que en el mundo ocurren cosas tan bonitas como las que nos contó esta película y que yo puedo ayudar a que ocurran. Vamos a cambiar la vida. Empecemos por hacer cosas chiquitas, como utilizar el preciado e irremplazable tiempo de nuestras vidas en hacer cosas buenas pero que parecen insignificantes y que tendrán un hermoso efecto en la vida, por ejemplo, ver esta película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
MI SPOILER:
La escena final es lo que me partió el corazón. Los gestos de Charlie y la florista eran tan conmovedores que fueron como estocadas para este corazón de 29 años que no ha visto un amor como ese nunca.
La escena final es lo que me partió el corazón. Los gestos de Charlie y la florista eran tan conmovedores que fueron como estocadas para este corazón de 29 años que no ha visto un amor como ese nunca.
13 de febrero de 2019
13 de febrero de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El genial Charles Chaplin, dirige, escribe y protagoniza una obra inmortal en la que ternura, drama y diversión casan perfectamente como suele se habitual en su cine y la convierten de facto en todo un clásico con letras mayúsculas. A mi personalmente me costará trabajo encontrar una película actual que me haga disfrutar tanto como cualquiera de las mejores de Charles Chaplin, si es que las hay. No me extraña que esté considerada entre la decena de mejores películas de todos los tiempos. Por tanto, cómo no darle un diez a un film que me ha hecho llorar de risa y emoción casi un siglo después de su estreno, muda y en blanco y negro. Quién no se desternilla con ese icónico combate de boxeo de Charlot o no se enternece con esa bonita historia de amor que mantiene con la mujer ciega. Sin olvidar el dramatismo característico de las historias de su autor, mostrando el lado humano del personaje a la hora de ayudar a la gente pobre y necesitada.
16 de octubre de 2007
16 de octubre de 2007
13 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de ser una verdadero clásico creo que es demasiado ingenua. Como siempre Chaplin no para, es bastante divertida, pero al menos a mí no consiguió conmoverme demasiado, me resultó un tanto sencilla y quizás un poco simple. Creo que son mejores "Tiempos modernos", "La quimera del oro" o "El gran dictador". A mí me pareció poco creíble la historia con la vendedora de flores ciega. Me resultó más llamativa, aunque extraña, la historia del millonario alcohólico e infeliz. Creo que la película no logra su objetivo argumental de contrastar a un rico multimillonario infeliz con una vendedora de flores ciega que con mucho menos puede ser feliz. Pero Charlot como siempre está genial de intermediador. El chico también es una peli bastante mejor que esta.
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