Tres colores: Rojo
Drama
Valentina, una joven estudiante que se gana la vida como modelo, salva la vida de un perro atropellado por un coche. La búsqueda de su dueño la conduce a un juez jubilado que tiene una extraña obsesión: escuchar las conversaciones telefónicas de sus vecinos. Si antes el espionaje telefónico formaba parte de su trabajo, ahora se ha convertido en un vicio. A Valentina le desagrada la conducta del hombre, pero no puede evitar ir a verlo. (FILMAFFINITY) [+]
13 de abril de 2016
13 de abril de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
TRES COLORES: ROJO (1994) supuso el punto final a la trilogía en torno a los colores de la bandera francesa y a sus significados simbólicos que llevó a cabo el realizador polaco Krysztow Kieslowski, centrándose en este caso en el rojo y en su asociación con el concepto de "fraternidad".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y es que si algo abunda en TRES COLORES: ROJO es, precisamente, el color rojo. Toda la estética de la película está trabajada en función de la paleta cromática cálida, destacando por encima de todos ellos el rojo en sus distintas categorías, desde el rojo más brillante y pasional como el del cartel del anuncio de Valentine hasta el ocre otoñal de las hojas de los árboles de la entrada a la casa del ex juez Kern, creando así una asociación de ideas muchas veces con la etapa vital y el carácter de los personajes (el rojo más brillante, vivo de la dulce y joven Valentine- el rojo más otoñal, apagado del ya anciano y desencantado Kern).
El rojo es el color de la fraternidad, según la asociación que se hace en los ideales franceses tras la revolución de 1789, que finiquitó el Antiguo Regimen y dio paso a la modernidad en Europa, con la burguesía como abanderada del cambio y de los nuevos tiempos. TRES COLORES: ROJO nos narra la historia de Valentine, una modelo que vive en Ginebra y que tras atropellar a una perra y salvarla (fraternidad), crea una relación con un viejo juez retirado que vive desencantado, espiando a sus vecinos a través de escuchas telefónicas. Entre ambos irá surgiendo una complicidad y una intimidad que les llevará a contarse los secretos y los problemas que habitan en su interior.
TRES COLORES: ROJO aprovecha también para elaborar un discurso sobre el azar de la vida y de sus situaciones. El film arranca con una llamada telefónica del celoso novio de Valentine, y a través de una movimiento de cámara, seguimos el trayecto del sonido que cruza innumerables cables, atraviesa el océano y llega al aparato receptor de nuestra protagonista, que no se encuentra en casa en ese momento. Esta sencilla secuencia nos ofrece una parábola sobre la interconexión de las personas por muy distantes y separadas que parezcan en un primer momento. Un anticipo de lo que ocurre a lo largo del film, en el que personajes y situaciones se entrecruzan sin darles ellos mismos la importancia que merecen en el momento y que sí tendrán en el futuro. Es muy revelador en este sentido, las apariciones tanto de Valentine como de su vecino, el estudiante de juez, en segundo plano desde el punto de vista subjetivo de ambos,mirándose sin mirarse, sin dar importancia a una posible historia de amor en ciernes que nunca tendremos la oportunidad de comprobar pero que intuimos al final del film.
Pero sin duda la historia más emotiva en este círculo azaroso es el de la renovación de la historia del viejo juez desencantado de la vida tras un amor fraudulento que aprueba su examen de licenciatura por un (otro) golpe del destino, encarnado en la figura del joven juez que sí que tendrá un aparente final feliz en su historia de amor con la joven a la que tiene idealizada (Valentine). Es remarcable el juego simbólico que usa Kieslowski en su puesta en escena para desarrollar esta historia, con Madeleine expuesta en una publifotografía gigante sobre color rojo en carteles de la ciudad, que empequeñece en tamaño al propio juez cuando la observa (subrayando la idealización que un fantástico Jean Louis Trintignant siente por la muchacha) y el plano final de la TV de la propia Valentine una vez ha sido rescatada de un naufragio en la que es una de las pocas supervivientes y que asemeja sospechosamente a la fotografía de la publicidad.
TRES COLORES: ROJO cierra de manera magistral una trilogía ya de por sí extraordinaria y eleva a Kieslowski a la categoría de magna figura del cine europeo de finales del siglo XX, a reivindicar urgentemente.
El rojo es el color de la fraternidad, según la asociación que se hace en los ideales franceses tras la revolución de 1789, que finiquitó el Antiguo Regimen y dio paso a la modernidad en Europa, con la burguesía como abanderada del cambio y de los nuevos tiempos. TRES COLORES: ROJO nos narra la historia de Valentine, una modelo que vive en Ginebra y que tras atropellar a una perra y salvarla (fraternidad), crea una relación con un viejo juez retirado que vive desencantado, espiando a sus vecinos a través de escuchas telefónicas. Entre ambos irá surgiendo una complicidad y una intimidad que les llevará a contarse los secretos y los problemas que habitan en su interior.
TRES COLORES: ROJO aprovecha también para elaborar un discurso sobre el azar de la vida y de sus situaciones. El film arranca con una llamada telefónica del celoso novio de Valentine, y a través de una movimiento de cámara, seguimos el trayecto del sonido que cruza innumerables cables, atraviesa el océano y llega al aparato receptor de nuestra protagonista, que no se encuentra en casa en ese momento. Esta sencilla secuencia nos ofrece una parábola sobre la interconexión de las personas por muy distantes y separadas que parezcan en un primer momento. Un anticipo de lo que ocurre a lo largo del film, en el que personajes y situaciones se entrecruzan sin darles ellos mismos la importancia que merecen en el momento y que sí tendrán en el futuro. Es muy revelador en este sentido, las apariciones tanto de Valentine como de su vecino, el estudiante de juez, en segundo plano desde el punto de vista subjetivo de ambos,mirándose sin mirarse, sin dar importancia a una posible historia de amor en ciernes que nunca tendremos la oportunidad de comprobar pero que intuimos al final del film.
Pero sin duda la historia más emotiva en este círculo azaroso es el de la renovación de la historia del viejo juez desencantado de la vida tras un amor fraudulento que aprueba su examen de licenciatura por un (otro) golpe del destino, encarnado en la figura del joven juez que sí que tendrá un aparente final feliz en su historia de amor con la joven a la que tiene idealizada (Valentine). Es remarcable el juego simbólico que usa Kieslowski en su puesta en escena para desarrollar esta historia, con Madeleine expuesta en una publifotografía gigante sobre color rojo en carteles de la ciudad, que empequeñece en tamaño al propio juez cuando la observa (subrayando la idealización que un fantástico Jean Louis Trintignant siente por la muchacha) y el plano final de la TV de la propia Valentine una vez ha sido rescatada de un naufragio en la que es una de las pocas supervivientes y que asemeja sospechosamente a la fotografía de la publicidad.
TRES COLORES: ROJO cierra de manera magistral una trilogía ya de por sí extraordinaria y eleva a Kieslowski a la categoría de magna figura del cine europeo de finales del siglo XX, a reivindicar urgentemente.
18 de junio de 2012
18 de junio de 2012
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Hipnótica, magnética, fascinante, poética, profunda, bizarra y original.
Personalmente me gustó un poco mas azul, pero seguramente porque la vi antes y las expectativas por tanto eran diferentes.
Nuevamente una fotografía excepcional, menos premiable quizá por menos poética.
Una pelicula tan llena de detalles, requiere revisiones varias, las que haré desde que poseo la trilogía.
Un personaje interesante y extraño se cruza en la vida de una chica sencilla que por buena gente y curiosa, se muestra interesada en comprenderlo. Este cruce supondrá un punto de inflexión en la vida de ambos.
Personalmente me gustó un poco mas azul, pero seguramente porque la vi antes y las expectativas por tanto eran diferentes.
Nuevamente una fotografía excepcional, menos premiable quizá por menos poética.
Una pelicula tan llena de detalles, requiere revisiones varias, las que haré desde que poseo la trilogía.
Un personaje interesante y extraño se cruza en la vida de una chica sencilla que por buena gente y curiosa, se muestra interesada en comprenderlo. Este cruce supondrá un punto de inflexión en la vida de ambos.
5 de mayo de 2021
5 de mayo de 2021
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Una producción muy cuidada; agradable y con todo tipo de detalles.
La Dirección puede calificarse de excelente con un despliegue muy personal de recursos técnicos y artísticos; especialmente al inicio de la película con secuencias francamente originales. La película es un placer visual y sonoro. Hay que destacar la forma de narrar la Historia; que fluye con una naturalidad e intensidad sorprendentes. Te atrapa y no te aburres.
La Historia es lo suficientemente original para generar interés y está organizada de tal manera que el suspense y la intriga están garantizados, La única pega que se le puede hacer es cierto carácter irreal y lo absurdo del comportamiento de los personajes en determinadas situaciones. Le restan calidad.
Los protagonistas están muy bien, Un duelo entre los dos. Él mucho mejor que Ella. Trintignan hace un despliegue de expresividad y de emoción de autentico lujo. Eso es interpretar y lo demás es un cuento chino.
Como no puede ser de otra manera, hay que comparar con las anteriores. Ésta es muy diferente, dentro del absurdo es la más verosímil, la narración es continua, y dos personajes interactúan constantemente entre si, con unos diálogos muy interesantes. En cierto modo tiene hasta un aire de obra de teatro.
La Dirección puede calificarse de excelente con un despliegue muy personal de recursos técnicos y artísticos; especialmente al inicio de la película con secuencias francamente originales. La película es un placer visual y sonoro. Hay que destacar la forma de narrar la Historia; que fluye con una naturalidad e intensidad sorprendentes. Te atrapa y no te aburres.
La Historia es lo suficientemente original para generar interés y está organizada de tal manera que el suspense y la intriga están garantizados, La única pega que se le puede hacer es cierto carácter irreal y lo absurdo del comportamiento de los personajes en determinadas situaciones. Le restan calidad.
Los protagonistas están muy bien, Un duelo entre los dos. Él mucho mejor que Ella. Trintignan hace un despliegue de expresividad y de emoción de autentico lujo. Eso es interpretar y lo demás es un cuento chino.
Como no puede ser de otra manera, hay que comparar con las anteriores. Ésta es muy diferente, dentro del absurdo es la más verosímil, la narración es continua, y dos personajes interactúan constantemente entre si, con unos diálogos muy interesantes. En cierto modo tiene hasta un aire de obra de teatro.
4 de mayo de 2023
4 de mayo de 2023
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Kieslowski se despidió de su homenaje a la Europa que en aquellos tiempos se estaba construyendo representada por Francia con su película que se refiere a la fraternidad.
No se trata de una película para todos los paladares, ya que se hizo en un momento en el que el cine transitaba por otras sendas a las de hoy en día. Quiero decir que en aquellos años ya tan lejanos, los autores que aún podían ser considerados como tales, hacían sus películas, tenían su público, mandaban su mensaje e incluso llegaban a las temporadas de premios… No era todo ruido, efectos especiales y BSO a todo trapo. No se me entienda mal, me gusta más una buena superproducción que a un concejal de urbanismo un sobre, pero es verdad que echo de menos ese tiempo en que llegaban a nuestras pantallas historias pequeñas de directores con prestigio o que se estaban abriendo camino y con actores entregados… en los que ir al cine no costaba un ojo de la cara y uno podía permitirse ir a dejarse llevar por historias pequeñas con alma. No sé si será un ataque de nostalgia...o que me estoy haciendo viejo.
En fin, a lo que iba. La historia habla de una muchacha que conoce a un vecino que se se dedica a espiar al resto de los habitantes del inmueble con multitud de aparatos tecnológicos inconcebibles para la época… yo creo (y seguramente me equivoque) que dedica este film a la fraternidad porque ve este concepto como la comprensión del otro por su postura por muy extremas que estas nos parezcan. Fraternidad en el sentido de ponerse en lugar del otro, el llegar a comprender al otro aunque no se entienda del todo sus acciones. Así es como el espía vecino llega a empatizar con sus vecinos a pesar de llevar a cabo un comportamiento deleznable para intentar llegar a la verdad sobre el comportamiento humano, la protagonista interpretada por Irene Jacob llega a entender la forma de actuar de su vecino. Un vecino que además es juez. Algo que no es baladí. Porque, ¿qué es un juez sino la persona que decide si alguien es inocente o culpable?.
No se trata de una película para todos los paladares, ya que se hizo en un momento en el que el cine transitaba por otras sendas a las de hoy en día. Quiero decir que en aquellos años ya tan lejanos, los autores que aún podían ser considerados como tales, hacían sus películas, tenían su público, mandaban su mensaje e incluso llegaban a las temporadas de premios… No era todo ruido, efectos especiales y BSO a todo trapo. No se me entienda mal, me gusta más una buena superproducción que a un concejal de urbanismo un sobre, pero es verdad que echo de menos ese tiempo en que llegaban a nuestras pantallas historias pequeñas de directores con prestigio o que se estaban abriendo camino y con actores entregados… en los que ir al cine no costaba un ojo de la cara y uno podía permitirse ir a dejarse llevar por historias pequeñas con alma. No sé si será un ataque de nostalgia...o que me estoy haciendo viejo.
En fin, a lo que iba. La historia habla de una muchacha que conoce a un vecino que se se dedica a espiar al resto de los habitantes del inmueble con multitud de aparatos tecnológicos inconcebibles para la época… yo creo (y seguramente me equivoque) que dedica este film a la fraternidad porque ve este concepto como la comprensión del otro por su postura por muy extremas que estas nos parezcan. Fraternidad en el sentido de ponerse en lugar del otro, el llegar a comprender al otro aunque no se entienda del todo sus acciones. Así es como el espía vecino llega a empatizar con sus vecinos a pesar de llevar a cabo un comportamiento deleznable para intentar llegar a la verdad sobre el comportamiento humano, la protagonista interpretada por Irene Jacob llega a entender la forma de actuar de su vecino. Un vecino que además es juez. Algo que no es baladí. Porque, ¿qué es un juez sino la persona que decide si alguien es inocente o culpable?.
16 de mayo de 2012
16 de mayo de 2012
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tres colores: rojo pone punto final a la exitosa trilogía de la bandera francesa y de su lema siendo, para muchos, la mejor película de las tres.
Krzystof Kieslowski cierra su trilogía de manera espectacular. En esta ocasión es el color rojo el que manda en pantalla, consiguiendo una fotografía más pasional que en las dos anteriores en referencia a la "fraternidad" de la bandera francesa. Kieslowski vuelve a sorprender enfrentando el mensaje a las propias paradojas que crea una palabra tan rotunda. La empatía, el sentimiento humano hacia cualquier otra persona, se nos muestran como un arma de doble filo que del mismo modo que puede hacernos sentir bien, también puede hacernos sentir mal. Hasta ahí lo obvio, pero Kieslowski recrea con extrema crudeza la "opción C": sentirnos mal cuando deberíamos sentirnos bien y viceversa. Para ello se sirve de dos personajes principales que van absorbiendo conocimientos el uno del otro y, así, ganando perspectiva. Rojo tiene la profundidad que tenía Azul y un guion a la altura del de Blanco, con lo que la combinación tenía que dar como resultado, sí o sí, una gran película en la que la banda sonora pierde fuerza con respecto a las anteriores, siendo tal vez el único punto en el que el nivel desciende ligeramente. En su lugar nos encontramos con unos movimientos de cámara tan particulares como efectivos que no habíamos visto en las dos primeras películas.
Irène Jacob, estupenda. Más alla de lo obvio a simple vista, la cantante y actriz franco-suiza nos deleita con un trabajo espectacular dentro del personaje principal más fácilmente comprensible de la trilogía. Eso, sin embargo, no quita mérito a la construcción del propio personaje ni a la labor de Jacob, quien adopta una personalidad rica en detalles y la transmite al espectador. Jean-Louis Trintignant, que volvía al cine tras unos años de exilio (primero involuntario y más tarde por decisión propia) y que volvería a dejarlo poco después para centrarse en el teatro, plasma un trabajo digno de la mayor admiración. Es fascinante cómo un actor puede hacer encajar tantas piezas en un mismo personaje, dándonos a entender su pasado, su presente y sus motivos para hacer lo que hace de una forma tan creíble. Gran labor la de Jean Pierre Lorit y Frédérique Feder, que resultan ser más importantes de lo que parece en un principio.
Resumiendo, que es gerundio: Krzystof Kieslowski se abre un hueco en la historia del cine con una de las trilogías más profundas y particulares jamás convertidas en película. El particular modo de ver el mundo del director sumado a su capacidad para transmitirlo, unido a los fabulosos repartos, son una suma que estaba destinada a convertirse en el referente que es hoy en día. Rojo cierra dicha trilogía por todo lo alto, diciendo al mundo que cuando la libertad, la igualdad y la fraternidad hacen aguas (ejem) siempre nos queda el amor.
Krzystof Kieslowski cierra su trilogía de manera espectacular. En esta ocasión es el color rojo el que manda en pantalla, consiguiendo una fotografía más pasional que en las dos anteriores en referencia a la "fraternidad" de la bandera francesa. Kieslowski vuelve a sorprender enfrentando el mensaje a las propias paradojas que crea una palabra tan rotunda. La empatía, el sentimiento humano hacia cualquier otra persona, se nos muestran como un arma de doble filo que del mismo modo que puede hacernos sentir bien, también puede hacernos sentir mal. Hasta ahí lo obvio, pero Kieslowski recrea con extrema crudeza la "opción C": sentirnos mal cuando deberíamos sentirnos bien y viceversa. Para ello se sirve de dos personajes principales que van absorbiendo conocimientos el uno del otro y, así, ganando perspectiva. Rojo tiene la profundidad que tenía Azul y un guion a la altura del de Blanco, con lo que la combinación tenía que dar como resultado, sí o sí, una gran película en la que la banda sonora pierde fuerza con respecto a las anteriores, siendo tal vez el único punto en el que el nivel desciende ligeramente. En su lugar nos encontramos con unos movimientos de cámara tan particulares como efectivos que no habíamos visto en las dos primeras películas.
Irène Jacob, estupenda. Más alla de lo obvio a simple vista, la cantante y actriz franco-suiza nos deleita con un trabajo espectacular dentro del personaje principal más fácilmente comprensible de la trilogía. Eso, sin embargo, no quita mérito a la construcción del propio personaje ni a la labor de Jacob, quien adopta una personalidad rica en detalles y la transmite al espectador. Jean-Louis Trintignant, que volvía al cine tras unos años de exilio (primero involuntario y más tarde por decisión propia) y que volvería a dejarlo poco después para centrarse en el teatro, plasma un trabajo digno de la mayor admiración. Es fascinante cómo un actor puede hacer encajar tantas piezas en un mismo personaje, dándonos a entender su pasado, su presente y sus motivos para hacer lo que hace de una forma tan creíble. Gran labor la de Jean Pierre Lorit y Frédérique Feder, que resultan ser más importantes de lo que parece en un principio.
Resumiendo, que es gerundio: Krzystof Kieslowski se abre un hueco en la historia del cine con una de las trilogías más profundas y particulares jamás convertidas en película. El particular modo de ver el mundo del director sumado a su capacidad para transmitirlo, unido a los fabulosos repartos, son una suma que estaba destinada a convertirse en el referente que es hoy en día. Rojo cierra dicha trilogía por todo lo alto, diciendo al mundo que cuando la libertad, la igualdad y la fraternidad hacen aguas (ejem) siempre nos queda el amor.
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