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Los Fabelman

Drama Film semiautobiográfico de la propia infancia y juventud de Spielberg. Ambientada a finales de la década de 1950 y principios de los años 60, un niño de Arizona llamado Sammy Fabelman, influido por su excéntrica madre, artista (Michelle Williams), y su pragmático padre, ingeniero informático (Paul Dano), descubre un secreto familiar devastador y explora cómo el poder de las películas puede ayudarlo a contar historias y a forjar su propia identidad. [+]
Críticas 142
Críticas ordenadas por utilidad
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6
5 de febrero de 2023
27 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pero si te llamas Steven y te apellidas Spielberg cuéntame tu vida enterita. Tus pelis han marcado la infancia de toda una generación, no sé si somos x, y o z, los de la EGB para entendernos. Si has nacido en los 80 sabes de lo que te hablo. Todos hemos soñado alguna vez que volábamos con nuestras bicis, que comíamos serpiente con sorpresa o sopa de ojos, y a día de hoy, cada vez que entramos caminando en un garaje, apuramos al máximo la bajada de la puerta para sentiros un poco Indi saliendo del templo perdido. No serás el mejor director de la historia del cine, pero has sido el “nuestro” en los años más mágicos de nuestra vida. Yo cada vez que me baño en el mar pienso en si habrá tiburones, lo juro, hasta en Gandía Shore.

Así que no te preocupes de nada, desahógate que aquí estamos nosotros para escucharte. Te lo debemos aunque solo sea por ET o por Hook. Por ET me trago tus 2 horas largas de anécdotas sin mucho interés, tergiversadas por ti mismo para ti mismo, porque si las hubieras hecho para los otros, sería otra película. Y esta es la tuya porque tú lo vales. Así que Steven cuéntame como fue tu infancia, invéntatela incluso, puedes exagerar las excentricidades de tu madre hasta límites insospechados como que se compra un mono y le llama como a su amante. Magnifica Michelle. También háblanos de la psicorigidez y la sangre de horchata de tu padre que solo verle el jepeto ya te entra como el típico sopor de después de haber comido cocido. Reguleras el niño rarito de Little Miss Sunshine. Las que deben de estar un poco pikemon, también te lo digo, son tus hermanas porque parece que las tres están ahí de adorno. Tanto que al principio no sabes si son hermanas, primas o vecinas.

Lo mejor de la película es cuando se ve lo friki que eres. Cuando grabas tus pelis mudas del oeste con los colegas y una piensa: “joder, si hubiéramos tenido una cámara en vez de un puto balón en el parque de Eva Perón, otro gallo cantaría”. Aunque seguramente no. Porque lo que se ve en la peli, y si no se ve del todo bien porque te vas por las ramas, se intuye mazo, es tu PASIÓN. Y esa pasión es lo que más podemos envidiar el resto de los mortales. A mi me da una envidia que me muero, he de confesar. Y las proyecciones dentro del armario que te transportan directamente al armario donde Elliot escondía a ET son increíbles.

Por lo que cuentas esa pasión es heredada directamente de tu madre, heredada y potenciada. ¿Quién te regaló tu primera cámara? ¿Quién te empujó a perseguir tu sueño y te inspiró para ser quien realmente querías ser? ¿Quién te hizo comprender que la vida no es siempre un camino de rosas y a tomar decisiones aunque duelan a tu alrededor? ¿Quién te mostró que los sentimientos hay que exteriorizarlos y no guardarlos en una cajita con llave? ¿Quién te enseñó a bailar, a reír, a brillar a imaginar…?

Y de tu padre también tienes buenos genes, hay que reconocerlo, porque el perfeccionismo y la capacidad de trabajo y esfuerzo te han venido de lujo. Técnicamente eres impecable. Quizás, y sólo quizás, ese cromosoma “y” llevaba el gen dominante del pragmatismo, lo que te ha impedido salirte un poco del tiesto, innovar, arriesgarte y dejar de contarnos lo mismo durante 40 años, quedándonos siempre en la superficie bonita y estética de tu mundo de aventuras.

A mi la película me empezó a aburrir mucho desde que os mudáis a California y dejas tu cámara, y nos cuentas tu primer amor y tus problemas en el insti por ser judío o pardillo o ambas o ninguna. No se entiende bien y no te ofendas pero ningún interés. La película que grabas en la parti on the beach de final de curso, ensalzando a la raza aria, me deja totalmente desconcertada. Tampoco me convence el final por mucho que sea una anécdota real y salga David Lynch haciendo de John Ford. Me quedo en la superficie como te decía antes. En toda la película Sammy ha sido el narrador y no el protagonista. Muy Steven, para bien y para mal.
7
9 de febrero de 2023
10 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Erase una vez una linda familia judía en los Estados Unidos de mediados de siglo XX… estamos ante las memorias de Spielberg, contadas como una película de Spielberg.

Mientras nos cuenta las anécdotas de sus comienzos como cineasta, Spielberg nos lleva también de viaje por su carrera, visitando los recursos que lo han caracterizado como director. Esos juegos de sombras, de reflejos, de cambios de enfoque... sus planos cortos y, por supuesto, los seductores cambios de ángulo, recordándonos que nadie como él sabe poner la cámara donde toca.

Un compendio de los conflictos clásicos que suele trabajar en sus películas: el antisemitismo, el desarraigo, los problemas conyugales, el vínculo con el padre… Pero que esta vez van apareciendo en el propio guión de su vida. En ciertos momentos el ritmo baja y las cosas se tornan un poco Dawson’s Creek, ¡incluso tenemos a Jen! (que por cierto, hace un papelón, bravo Jen).

En línea con esta fidelidad a su estilo, no se escapa el elemento siempre presente en sus películas: ese momento desgarrador en el que se pierde la inocencia, la expulsión del paraíso. Aunque en Los Fabelman hay un buen puñado de estos momentos, me quedo con la escena en la que Steven, perdón Sammy, deja de ver a su mamá como su mamá, para darse cuenta de que también es una mujer.

Y es que desde el primer minuto de la película el homenaje a su madre es clarísimo, precioso, conmovedor. La cámara situada en el ángulo exacto, en el momento exacto, para mostrarnos a esta heroína con destellos de villana, para mostrarnos que gracias a ella comenzó su amor por el cine, que fue su madre su primer espectador... los 2 sentados allí, en el mismo armario en donde se escondía E.T.
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spoiler:
Aparece por ahí un tal tío Boris, de primeras un personaje algo asqueroso de fachada machista, para ser a través de él que Spielberg le da las gracias a su madre, gracias por sacrificar su carrera, por escoger a la familia sobre el arte, por perder su identidad entre pañales y brisquets servidos en vajilla desechable. Dos horas de película para verla, para entenderla, para humanizarla, para perdonarla. Lástima que todo acabe en una elipsis y en un final pegado a la fuerza, quizás lo adosaron con una de esas maquinas de edición de la época.

Pero vamos a ver, si a Steven le hace ilusión que vengas a ver un video de su madre bailando en pijama, pues vas a verlo, te sientas, sonríes, haces como que te gusta y aplaudes. Le dices "gracias Steven, quizás el mundo no sería lo mismo sin ti”.

Grande "Dolly", y grandes todas, Señoras Fabelman.
5
14 de enero de 2023
9 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran director en cuanto forma, momentos espectaculares, aunque aquí bastante contenido, pero siempre me pasa con Spielberg que siento que es liviano, nunca adquiere profundidad, y si esta película es autobiográfica me cuadra, ya que más allá de las exageraciones de unos "seudodramas" no hay mucho de interesante en su acomodada infancia, hubo que exagerar algunos aspectos para dotarlos de fondo emocional. No es una mala película, pero para que recurrentemente se este citando en la pelea por el mejor director de la historia del cine, uno esperaría algo más, tanto así que la vi hace unos días y ya la olvide, es la característica de Spielberg, te entretiene harto (aunque en esta no tanto, me dio sueño a ratos) en el momento que la ves, pero luego no sigue creciendo en tu cabeza. Sus imágenes, "bonitas" algunas, como la Mona Lisa pintada con acrílico.
8
26 de enero de 2023
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La infancia, ese periodo de nuestra existencia que nos marca para toda la vida y que como esponjas, nos hace absorber todo lo que nos rodea.
Recuerdo la primera vez que asistí a un cine y el disfrute que experimenté. El film fue HERBIE, UN VOLANTE LOCO, una comedia familiar muy acorde con mi edad. Pero poco después y con una edad no adecuada, mi madre me llevó a visionar TIBURÓN, del director que nos ocupa. Al igual que SPIELBERG en su primera visita a un cine, durante todo el metraje mi boca estuvo abierta, la gente chillaba, yo no, no pestañeaba, no me asustaba (ya me había puesto mi madre en canción de que nada era verdad), simplemente disfrutaba, aprendía y comenzaba un largo recorrido por el maravilloso mundo del cine que aun continua y que tanto me aporta.

SPILBERG hace un auto retrato de su trayectoria desde su primer contacto con el cine (a través de la ficticia familia FABELMAN), visionando EL MAYOR ESPECTÁCULO DEL MUNDO y las consecuencias que le han llevado a ser uno de los mejores cineastas de la historia.
El director hace muestra de su experiencia de una forma tierna y amable, con planos descriptivos sin estridencias, mostrando sin necesitar de diálogos y haciendo gala de su experiencia y sus excelsas dotes que le han convertido en un director referente de los últimos 50 años. Queda patente el don de hacer ver lo que siente y que los demás lo capten, virtud intrínseca que le acompaña desde sus primeras grabaciones infantiles.

LOS FABELMAS es un retrato agradable de los sentimientos del director en su apertura al mundo cinematográfico, CINE DENTRO DEL CINE en estado puro. Una incursión de una mente distinta y una lucha contra uno mismo y contra todos, para regalarnos las experiencias de una mente privilegiada. Una muestra de arte, recreándose en sus virtudes para regalarnos un gran film. Como punto negativo, únicamente indicar que en algunas partes del metraje, el director se olvida mínimamente del lado sentimental, cosa que en muchas ocasiones ha explotado con maestría, para centrarse en el lado técnico detrás de la cámara y poniendo en marcha la “regla de los tres tercios” en la que espléndidamente JONH FORD le adentró.

Otro punto a favor del film es una agradable banda sonora de manos del gran compositor JOHN WILLIAMS, el hombre record con más de 50 nominaciones a los OSCAR a sus espaldas. El piano siempre está presente en la mayoría de las secuencias.

Respecto a las interpretaciones, un meritorio MATEO ZORYAN como el pequeño SPIELBERG, que realiza un buen trabajo, GABRIEL LABELLE como el STEVEN adolescente, de manera correcta y el matrimonio FABELMAN, con MICHELLE WILLIAMS (madre) eclipsando al padre (PAUL DANO). MICHELLE cambia de sus, en muchas ocasiones, registros sexualizados para mostrarnos una madre distinta, con problemas psicológicos y que la actriz expresa a la perfección, con la pega de que en alguna secuencia resulta algo sobreactuada. Como explicaba con anterioridad, el papel del padre es complicado, no por lo que expresa, sino porque tiene mucha mayor fuerza el de su pareja y por ello es difícil destacarlo.
Mención aparte dos grandes actuaciones en pequeñas secuencias, pero dignas de mención, de los veteranos JUDD HIRSCH y DAVID LINCH (con curiosa petición en su contrato de siempre tener CHETOS a mano)
3
4 de diciembre de 2023
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al parecer lo más destacable de la patética adolescencia de Stevie son varias palizas en el colegio, y una acampada con sus papis y el maromo que se tiraba a la señora que le parió, que curiosamente vivía con ellos por ser amigo del cornudo progenitor (se supone). Esto es alucinante, disfuncional, una anormalidad que raya la subnormalidad, y que el director no sabe exprimir.

La película de este tipo es insulsa, tonta, aburrida, igual que sus últimas entregas. Para narrar vidas cotidianas de gente normal o subnormal hay que tener un talento descomunal, que está muy por encima de las ya contrastadas capacidades de Spielberg para contarnos otro tipo de historias más espectaculares.

No todo el mundo puede ser Berlanga o Fellini.
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