Los Fabelman
7.0
16,994
Drama
Film semiautobiográfico de la propia infancia y juventud de Spielberg. Ambientada a finales de la década de 1950 y principios de los años 60, un niño de Arizona llamado Sammy Fabelman, influido por su excéntrica madre, artista (Michelle Williams), y su pragmático padre, ingeniero informático (Paul Dano), descubre un secreto familiar devastador y explora cómo el poder de las películas puede ayudarlo a contar historias y a forjar su propia identidad. [+]
19 de febrero de 2023
19 de febrero de 2023
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película dulzona, con personajes bastante planos; inclusive los protagonistas, pero que encajan dentro del estilo azucarado que linda con el realismo mágico de Spielberg. Con muchas referencias al cine de Spielberg, a sus películas más concretamente.
Bonita fotografía, la acción de la pelicula no desmerece y entretiene de principio a fin.
Bonita fotografía, la acción de la pelicula no desmerece y entretiene de principio a fin.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Nadie se ha dado cuenta de que John Ford es David Lynch?!?!?!
18 de febrero de 2023
18 de febrero de 2023
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que trata sobre la vida de Steven Spielberg dirigida por él mismo con un guion correcto de Tony Kushner y el propio Spielberg. Como declara el propio Spielberg: "Esta película son mis recuerdos". A su edad, Spielberg se ha decidido a mirar hacia atrás y hacer su película más personal, la de su infancia y juventud, en la que cuenta su historia.
Estamos ante un relato personal de su crianza y educación que se ve bien durante más de dos horas con un tempo adecuado de anécdotas, fiestas, detalles familiares, todas muy bien escenificadas, formalmente impecable pues Spielberg es un gran narrador.
Es una obra en la que hay nostalgia, se recuerdan tiempos pretéritos para exorcizar de alguna manera un presente nutrido de perplejidad para el protagonista, que deviene estupor por lo perdido, a modo de pervivencia.
Se ambienta esta autobiográfica de Spielberg a finales de los años cincuenta del pasado siglo. Familia judía de clase media, un niño nacido en Arizona de nombre Sammy Fabelman (un más que correcto Gabriel LaBelle; y de niño muy bien Mateo Zoryan), muy determinado por la curiosa, creativa y excéntrica madre Mitzi Schildkraut-Fabelman (conmovedora de Michelle Williams), y su pragmático padre, ingeniero informático Burt Fabelman (excelente Paul Dano); sin olvidar a Bennie Loewy (Seth Rogen, eficiente), el mejor amigo y compañero de trabajo de Burt, que se convierte en tío postizo de Sammy, y algo más.
Un día de excursión el niño filma escenas de campo y mientras anda Sammy-Steven montando la cinta, puede visionar más en detalle imágenes de su madre en situación de cercanía, miradas y gestos sugerentemente amorosos hacia Bennie, con lo cual descubre de repente un secreto familiar demoledor, de esos que un niño nunca querría saber, y entra en shock.
Una parte importante de esta obra spielbergiana muestra cierta idealización de la niñez, ensalza esa etapa de la vida (“La infancia es la patria del hombre”, Rilke). Pero él nunca había abordado de manera tan directa e incluso obsesiva su propia niñez. En este biopic el cineasta acaba por inmortalizar esos primeros años de su vida junto a sus seres queridos.
En la película, el padre es un ser metódico, obsesivo y volcado en su trabajo como programador de ordenadores, pero poco cariñoso y afable en su rol de esposo frente a una madre sensible e inestable, que encuentra al hombre de su vida en el íntimo amigo de su esposo. Porque Bernie es más físico, más directo.
Spielberg toma su profesión de cineasta para reescribir la propia realidad de la que sin duda quiso escapar, y la del creador afligido que encuentra en el cine su salvación. Un cine que descubre cuando de niño -tal vez la parte más entrañable de la película- va a visionar diferentes películas acompañado de sus padres (“El mayor espectáculo del mundo” de Cecil B. DeMille; o, de John Ford, “El hombre que mató a Liberty Balance”, 1962).
Parece que Steven buscó afanosamente comprender a su padre. Y la madre es retratada como una mujer víctima de una época en la que no pudo ser la concertista de piano que anhelaba ni quizá otras cosas, llevar otra vida más satisfactoria y menos convencional como ama de casa junto a un esposo desapegado. Una madre con la que el hijo se reconcilia mientras ella le dice: “Haces lo que tu corazón tiene que hacer para no deberle la vida a nadie”.
En esta especie de catarsis filmada Spielberg agradece a su madre la herencia artística, su interés por el arte y la inspiración; del mismo modo que acierta a poder disculpar, el carácter científico y práctico heredado de su padre (sin duda él vive actualmente esa cualidad o ese rasgo en su trabajo).
Hace Spielberg un relato biográfico alejado de la tortura o la melancolía, a cambio de cierta nostalgia sin culpa (“la culpa es un sentimiento inútil”, se escucha). Se gana al espectador y a cambio pierde en profundidad, deviniendo cuento de hadas autocomplaciente, en cierto modo, sin heridas graves ni secuelas importantes. O sea, no hay no hay catarsis, ni drama, ni la hondura debida.
Si en algún momento Spielberg ha querido hacer terapia con esta obra, si ha querido sacar sus demonios interiores a la luz del mundo, si ha pretendido airear los males que habitan en su inconsciente o elaborar su penar profundo o su rencor, no lo ha conseguido salvo muy parcialmente.
Muy importantes es la magnífica música de John Williams, un clásico de las bandas sonoras que aquí envuelve todo el metraje con sus notas, a las que añade piezas clásicas de Bach, Eric Satie, Beethoven y otros. Y la maravillosa fotografía de Janusz Kaminski, con una forma clásica y ligeramente artificial. O una impecable puesta en escena, los encuadres y la virtud de saber contar de Steven.
Dejo para el final la ultimísima parte del filme, cuando es recibido nada menos por un John Ford, especie de semidiós en el Olimpo del Cine en ese entonces. Cuando consigue visitarlo (excelente cameo de David Lynch como Ford), el maestro le cuenta eso de que lo óptimo en una toma es que el horizonte esté por encima o por debajo, porque cuando está al frente es una porquería. A continuación, lo echa del despacho y Steven apenas acierta a agradecerle la enseñanza y salir bailando por entre los estudios de cine con esa sabia enseñanza y la imponente presencia de un Ford en la cima.
Mi parecer es que Spielberg debería haber ampliado más su película para contarnos de sus primeros pasos en la industria del cine.
Publicada en ENCADENADOS: https://www.encadenados.org/rdc/sin-perdon/6792-los-fabelman-3
Estamos ante un relato personal de su crianza y educación que se ve bien durante más de dos horas con un tempo adecuado de anécdotas, fiestas, detalles familiares, todas muy bien escenificadas, formalmente impecable pues Spielberg es un gran narrador.
Es una obra en la que hay nostalgia, se recuerdan tiempos pretéritos para exorcizar de alguna manera un presente nutrido de perplejidad para el protagonista, que deviene estupor por lo perdido, a modo de pervivencia.
Se ambienta esta autobiográfica de Spielberg a finales de los años cincuenta del pasado siglo. Familia judía de clase media, un niño nacido en Arizona de nombre Sammy Fabelman (un más que correcto Gabriel LaBelle; y de niño muy bien Mateo Zoryan), muy determinado por la curiosa, creativa y excéntrica madre Mitzi Schildkraut-Fabelman (conmovedora de Michelle Williams), y su pragmático padre, ingeniero informático Burt Fabelman (excelente Paul Dano); sin olvidar a Bennie Loewy (Seth Rogen, eficiente), el mejor amigo y compañero de trabajo de Burt, que se convierte en tío postizo de Sammy, y algo más.
Un día de excursión el niño filma escenas de campo y mientras anda Sammy-Steven montando la cinta, puede visionar más en detalle imágenes de su madre en situación de cercanía, miradas y gestos sugerentemente amorosos hacia Bennie, con lo cual descubre de repente un secreto familiar demoledor, de esos que un niño nunca querría saber, y entra en shock.
Una parte importante de esta obra spielbergiana muestra cierta idealización de la niñez, ensalza esa etapa de la vida (“La infancia es la patria del hombre”, Rilke). Pero él nunca había abordado de manera tan directa e incluso obsesiva su propia niñez. En este biopic el cineasta acaba por inmortalizar esos primeros años de su vida junto a sus seres queridos.
En la película, el padre es un ser metódico, obsesivo y volcado en su trabajo como programador de ordenadores, pero poco cariñoso y afable en su rol de esposo frente a una madre sensible e inestable, que encuentra al hombre de su vida en el íntimo amigo de su esposo. Porque Bernie es más físico, más directo.
Spielberg toma su profesión de cineasta para reescribir la propia realidad de la que sin duda quiso escapar, y la del creador afligido que encuentra en el cine su salvación. Un cine que descubre cuando de niño -tal vez la parte más entrañable de la película- va a visionar diferentes películas acompañado de sus padres (“El mayor espectáculo del mundo” de Cecil B. DeMille; o, de John Ford, “El hombre que mató a Liberty Balance”, 1962).
Parece que Steven buscó afanosamente comprender a su padre. Y la madre es retratada como una mujer víctima de una época en la que no pudo ser la concertista de piano que anhelaba ni quizá otras cosas, llevar otra vida más satisfactoria y menos convencional como ama de casa junto a un esposo desapegado. Una madre con la que el hijo se reconcilia mientras ella le dice: “Haces lo que tu corazón tiene que hacer para no deberle la vida a nadie”.
En esta especie de catarsis filmada Spielberg agradece a su madre la herencia artística, su interés por el arte y la inspiración; del mismo modo que acierta a poder disculpar, el carácter científico y práctico heredado de su padre (sin duda él vive actualmente esa cualidad o ese rasgo en su trabajo).
Hace Spielberg un relato biográfico alejado de la tortura o la melancolía, a cambio de cierta nostalgia sin culpa (“la culpa es un sentimiento inútil”, se escucha). Se gana al espectador y a cambio pierde en profundidad, deviniendo cuento de hadas autocomplaciente, en cierto modo, sin heridas graves ni secuelas importantes. O sea, no hay no hay catarsis, ni drama, ni la hondura debida.
Si en algún momento Spielberg ha querido hacer terapia con esta obra, si ha querido sacar sus demonios interiores a la luz del mundo, si ha pretendido airear los males que habitan en su inconsciente o elaborar su penar profundo o su rencor, no lo ha conseguido salvo muy parcialmente.
Muy importantes es la magnífica música de John Williams, un clásico de las bandas sonoras que aquí envuelve todo el metraje con sus notas, a las que añade piezas clásicas de Bach, Eric Satie, Beethoven y otros. Y la maravillosa fotografía de Janusz Kaminski, con una forma clásica y ligeramente artificial. O una impecable puesta en escena, los encuadres y la virtud de saber contar de Steven.
Dejo para el final la ultimísima parte del filme, cuando es recibido nada menos por un John Ford, especie de semidiós en el Olimpo del Cine en ese entonces. Cuando consigue visitarlo (excelente cameo de David Lynch como Ford), el maestro le cuenta eso de que lo óptimo en una toma es que el horizonte esté por encima o por debajo, porque cuando está al frente es una porquería. A continuación, lo echa del despacho y Steven apenas acierta a agradecerle la enseñanza y salir bailando por entre los estudios de cine con esa sabia enseñanza y la imponente presencia de un Ford en la cima.
Mi parecer es que Spielberg debería haber ampliado más su película para contarnos de sus primeros pasos en la industria del cine.
Publicada en ENCADENADOS: https://www.encadenados.org/rdc/sin-perdon/6792-los-fabelman-3
15 de febrero de 2023
15 de febrero de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Demasiado tiempo hacía desde la última vez que vi en el cine una película de Steven Spielberg ('La guerra de los mundos o 'Múnich', la que se estrenase más tarde) y esta mirada a su propia vida era una buena excusa para volver a adquirir una entrada y darle el beneficio de la duda, aunque en el caso de Spielberg hace años que ya cualquier cosa que haga llama la atención solo por llevar su nombre.
La película se llama 'Los Fabelman', ignoro la razón del porqué no se ha dado los nombres reales de Spielberg y familia, pero lo importante es que el realizador nacido en Ohio con raíces judías en su familia habla sobre cada paso en el camino de su vida, aquella que le llevó a ser lo que hoy en día es y lo que será recordado por la historia del cine, porque es historia del cine indiscutiblemente.
No esperaba grandes alardes en este filme ya por su propia naturaleza de historia intimista y familiar. He salido, no obstante, sorprendido para bien en este aspecto debido a que pasan más cosas de las que esperaba y cosas algunas de ellas bastante duras que Sam Fabelman y sus hermanas como principales 'víctimas' tuvieron que sufrir y que duelen ver por lo real que puede llegar a ser para cualquier familia del mundo habida y por haber. Y ya no solo en la familia, pues el propio Sam sufre en sus carnes cosas como acoso escolar y más; no es un spoiler cuando digo que sobrevivió a todo eso.
La historia de Sam Fabelman es también una historia de resistencia. Aún con todo lo que ha sufrido en su vida y parientes que sacaban fácilmente de quicio (empezando por su misma madre) supo vivir también momentos bonitos y definitorios que le llevarían a un día ser el director de una historia de tiburones, otro de encuentros en una tercera fase, la de un extraterrestre amigable o las aventuras de un arqueólogo, entre otras. 'Los Fabelman' no llegaría en un top del mismo Steven Spielberg a un puesto alto como los ya mencionados; no obstante, hay que valorar la sinceridad del realizador y el cuidado exquisito tanto en términos interpretativos (especialmente Michelle Williams, Judd Hirsch en un cameo breve, pero intenso, y los niños y adolescentes de la familia; a Paul Dano le limita el carácter de su personaje, pero salva los muebles sin problemas) como técnicos con una fotografía y dirección artística muy cuidada y una partitura de John Williams, compañero de trabajo de Spielberg desde hace más de 50 años, sin necesitar tantos alardes y que, aún así, llega al oído.
Si esto fuese el último trabajo del director de 'Parque Jurásico' o 'La lista de Schindler' (yo creo que morirá con las botas puestas), no abandonaría con matrícula, pero sí con un notable y con un trabajo en el que en el fondo dice "aunque no era el chico más popular ni más atlético y mi familia era un caos, salí adelante". Y esa es una lección valiosa.
La película se llama 'Los Fabelman', ignoro la razón del porqué no se ha dado los nombres reales de Spielberg y familia, pero lo importante es que el realizador nacido en Ohio con raíces judías en su familia habla sobre cada paso en el camino de su vida, aquella que le llevó a ser lo que hoy en día es y lo que será recordado por la historia del cine, porque es historia del cine indiscutiblemente.
No esperaba grandes alardes en este filme ya por su propia naturaleza de historia intimista y familiar. He salido, no obstante, sorprendido para bien en este aspecto debido a que pasan más cosas de las que esperaba y cosas algunas de ellas bastante duras que Sam Fabelman y sus hermanas como principales 'víctimas' tuvieron que sufrir y que duelen ver por lo real que puede llegar a ser para cualquier familia del mundo habida y por haber. Y ya no solo en la familia, pues el propio Sam sufre en sus carnes cosas como acoso escolar y más; no es un spoiler cuando digo que sobrevivió a todo eso.
La historia de Sam Fabelman es también una historia de resistencia. Aún con todo lo que ha sufrido en su vida y parientes que sacaban fácilmente de quicio (empezando por su misma madre) supo vivir también momentos bonitos y definitorios que le llevarían a un día ser el director de una historia de tiburones, otro de encuentros en una tercera fase, la de un extraterrestre amigable o las aventuras de un arqueólogo, entre otras. 'Los Fabelman' no llegaría en un top del mismo Steven Spielberg a un puesto alto como los ya mencionados; no obstante, hay que valorar la sinceridad del realizador y el cuidado exquisito tanto en términos interpretativos (especialmente Michelle Williams, Judd Hirsch en un cameo breve, pero intenso, y los niños y adolescentes de la familia; a Paul Dano le limita el carácter de su personaje, pero salva los muebles sin problemas) como técnicos con una fotografía y dirección artística muy cuidada y una partitura de John Williams, compañero de trabajo de Spielberg desde hace más de 50 años, sin necesitar tantos alardes y que, aún así, llega al oído.
Si esto fuese el último trabajo del director de 'Parque Jurásico' o 'La lista de Schindler' (yo creo que morirá con las botas puestas), no abandonaría con matrícula, pero sí con un notable y con un trabajo en el que en el fondo dice "aunque no era el chico más popular ni más atlético y mi familia era un caos, salí adelante". Y esa es una lección valiosa.
16 de febrero de 2023
16 de febrero de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos días un amigo me decía que hay demasiadas películas de infancias y recuerdos de vidas… y yo pensé que quizás ellos, los que las hacen y nosotros, los que las vemos hemos llegado a esa edad en que quedan cosas atrás que apetece revisarlas y contarlas. Recuerdos que explican, aclaran, revelan facetas de nuestro yo actual.
Recuerdo la primera vez que vi una película de Steven Spealberg, sin saber quién sería él por entonces… fue una road movie, en la que un camionero con uno de esos enormes trailers perseguía de un modo aterrorizador a un pobre conductor que era además un actor favorito para mí por aquel entonces, Dennis Weaver que hacía de Mcloud, una teleserie de los domingos tarde, Era El Diablo sobre Ruedas. Más tarde llegarían éxitos como Tiburón y su nombre ya empezó a ser el de un dios Midas que convertía en oro todo lo que tocaba. El mundo de las superproducciones llegó a Hollywood y entonces llegó George Lucas a la vida de Steven Spielberg y La Guerra de las Galaxias, la locura.
Así que, con estas premisas, uno espera ver la infancia de un niño que está siempre imaginando el futuro, mirando las estrellas y leyendo comics. Y sin embargo nos encontramos con un niño de clase media judía, hijo de un programador de ordenadores muy obsesionado con su trabajo y una madre que podría haber sido una gran concertista y con un cierto aire de estrella de cine, obsesionado con el cine del western. Esa es la primera sorpresa. A través de varias cámaras, primero la de su padre, y luego irá teniendo las suyas, vemos el devenir de un niño, un muchacho y un joven obsesionado con filmarlo todo. En ese devenir, descubrirá cosas de su familia que desconocía y madurará detrás de la cámara observando el mundo.
Es una película que me ha gustado mucho, pero querría decir, que esperaba un poco más. Esperaba que me transmitiera la magia del cine y aunque la pasión de Steven queda muy patente me falta un poco de “magia”. El único momento que estremece lo pondré en spoilers. Es una película de factura impecable, con reconstrucciones excelentes, con muy buenos actores. Para mi destacan por encima de los demás, el personaje de la Madre, una Michelle Williams, toda interpretación, que conmueve y desestabiliza; musa familiar y diosa caída para Steven aunque nunca podríamos dejar de quererla. Inolvidablemente bello y cinematográfico su baile en la noche a la luz de los faros. Fantásticos los secundarios, algunas leyendas de cine como Judd Hirsch (tío abuelo-impagable la charla con Steven en la noche); David Lynch (espléndida su interpretación que comento en spoilers) y Greg Grunberg (el querido tío Bernie) por citar a los más destacados. Buena fotografía y excelsa música, una vez más de la mano de John Williams.
Ha ganado 2 globos de Oro (dirección y película drama); Premio del Público en Toronto a la Mejor película; Critic Choice Award a la interpretación por el joven Steven y está nominada a 7 Oscars.
Recuerdo la primera vez que vi una película de Steven Spealberg, sin saber quién sería él por entonces… fue una road movie, en la que un camionero con uno de esos enormes trailers perseguía de un modo aterrorizador a un pobre conductor que era además un actor favorito para mí por aquel entonces, Dennis Weaver que hacía de Mcloud, una teleserie de los domingos tarde, Era El Diablo sobre Ruedas. Más tarde llegarían éxitos como Tiburón y su nombre ya empezó a ser el de un dios Midas que convertía en oro todo lo que tocaba. El mundo de las superproducciones llegó a Hollywood y entonces llegó George Lucas a la vida de Steven Spielberg y La Guerra de las Galaxias, la locura.
Así que, con estas premisas, uno espera ver la infancia de un niño que está siempre imaginando el futuro, mirando las estrellas y leyendo comics. Y sin embargo nos encontramos con un niño de clase media judía, hijo de un programador de ordenadores muy obsesionado con su trabajo y una madre que podría haber sido una gran concertista y con un cierto aire de estrella de cine, obsesionado con el cine del western. Esa es la primera sorpresa. A través de varias cámaras, primero la de su padre, y luego irá teniendo las suyas, vemos el devenir de un niño, un muchacho y un joven obsesionado con filmarlo todo. En ese devenir, descubrirá cosas de su familia que desconocía y madurará detrás de la cámara observando el mundo.
Es una película que me ha gustado mucho, pero querría decir, que esperaba un poco más. Esperaba que me transmitiera la magia del cine y aunque la pasión de Steven queda muy patente me falta un poco de “magia”. El único momento que estremece lo pondré en spoilers. Es una película de factura impecable, con reconstrucciones excelentes, con muy buenos actores. Para mi destacan por encima de los demás, el personaje de la Madre, una Michelle Williams, toda interpretación, que conmueve y desestabiliza; musa familiar y diosa caída para Steven aunque nunca podríamos dejar de quererla. Inolvidablemente bello y cinematográfico su baile en la noche a la luz de los faros. Fantásticos los secundarios, algunas leyendas de cine como Judd Hirsch (tío abuelo-impagable la charla con Steven en la noche); David Lynch (espléndida su interpretación que comento en spoilers) y Greg Grunberg (el querido tío Bernie) por citar a los más destacados. Buena fotografía y excelsa música, una vez más de la mano de John Williams.
Ha ganado 2 globos de Oro (dirección y película drama); Premio del Público en Toronto a la Mejor película; Critic Choice Award a la interpretación por el joven Steven y está nominada a 7 Oscars.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final de la película con esa entrevista con John Ford, (maravilloso David Lynch), es el momento más emocionante, hablando de cine,de la película. Una escena mágica.
20 de febrero de 2023
20 de febrero de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de ser una parte de su vida, a pesar de explicarnos cosas de su intimidad, a pesar de ser una película impecable en casi todos los aspectos técnicos, desde su dirección, su fotografía y pasando por sus interpretaciones...Para mi no es su mejor película, aunque la verdad es que tampoco lo esperaba , siempre me quedaré con La Lista de Schindler y sobre todo con Salvar Al Soldado Ryan ambas insuperables, sin mencionar E.T, Indiana Jones o Jurassic Park, es casi imposible que un director que nos ha dado tanto y tanto, en la parte final de su carrera nos vaya a brindar lo mejor de si, y como creo que él mismo lo sabe, lo que hace es brindarnos su parte más personal....Es verdad que nos muestra aspectos de su infancia, como la relación con sus padres y la separación de estos y lo que le marcó y como eso es uno de los aspectos que se hacen notar en muchas de sus películas, sobre todo las más iconicas.
Es una muy buena película, que no descarto que le reporte algún premio en los Oscars, aunque y a pesar de que la he disfrutado y que tiene momentos memorables, para mí me hubiera "llenado" más ver y que nos explicara la parte de consolidación de su carrera, me hubiera llegado más ver como ese chaval se convirtió en uno de los directores que más han hecho por la industria del cine...Me ha dado la sensación que esta era como una primera parte y me falta la segunda, que creo que me emocionaria aún más.
A pesar de eso, es una gran película, que transmite muy bien su pasión por su familia y sobre todo por el cine, y que nos guarda para el final la mejor escena para mi, de toda la cinta.
Grande Spielberg siempre.
Es una muy buena película, que no descarto que le reporte algún premio en los Oscars, aunque y a pesar de que la he disfrutado y que tiene momentos memorables, para mí me hubiera "llenado" más ver y que nos explicara la parte de consolidación de su carrera, me hubiera llegado más ver como ese chaval se convirtió en uno de los directores que más han hecho por la industria del cine...Me ha dado la sensación que esta era como una primera parte y me falta la segunda, que creo que me emocionaria aún más.
A pesar de eso, es una gran película, que transmite muy bien su pasión por su familia y sobre todo por el cine, y que nos guarda para el final la mejor escena para mi, de toda la cinta.
Grande Spielberg siempre.
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