Dolor y gloria
2019 

6.8
32,477
Drama
Narra una serie de reencuentros en la vida de Salvador Mallo, un director de cine en su ocaso. Algunos de ellos físicos, y otros recordados, como su infancia en los años 60, cuando emigró con sus padres a Paterna, un pueblo de Valencia, en busca de prosperidad, así como el primer deseo, su primer amor adulto ya en el Madrid de los 80, el dolor de la ruptura de este amor cuando todavía estaba vivo y palpitante, la escritura como única ... [+]
25 de marzo de 2019
25 de marzo de 2019
653 de 1044 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hola Pedro:
Te escribo para despedirme.
Sí, sé que hace tiempo que nos conocemos. En realidad, soy yo quien te conoce a ti. Yo sólo soy uno de esos que ayuda a pagar tus facturas, aunque tú ni siquiera sabes que existo. Uno de tantos que permitimos que sigas haciendo eso que tanto te gusta, y nos gusta, que se llama cine.
Hace tiempo, sí, desde aquellos maravillosos 80. Ambos los vivimos, ambos los sobrevivimos y nos hemos adaptado, como hemos podido, a los tiempos venideros. Eso que se llama madurar.
Te disfruté en esa década, incluso más allá de ella. Pero es hora de dejarte ir.
Si lo pienso, son muchas más las películas tuyas que no me han gustado que las que sí lo han hecho. Y Un puñado las que me han enamorado. Pero uno ya está en esa edad en que no regala devociones. En que se compra los calzoncillos porque le gustan y no porque se vea la marca en goma, o que lleva polos sin que tenga que verse la etiqueta. En que quiere, o no, a las cosas y a las personas por lo que son, no por su status, no por su marca, ni por quien las firma. Hace ya demasiadas películas que no te encuentro. Son tantas decepciones que apenas te busco. En el fondo intuía que no iba a ser distinto con ésta. En el fondo sabía que sólo te veía porque había que verte, no porque deseara verte.
No me equivocaba: me has desinteresado y me has aburrido tanto que lo único que deseaba es que acabase tu plañir burgués de niño mimado e irme a casa a cenar. Tu lamento me ha sonado tan ligero y tan lejano que ni lo he escuchado. Tu dolor no me duele, no me inmuta y mucho menos me conmueve. Te veo con la misma frialdad con que te muestras.
Y por cierto, tu álter ego me parece aún peor actor ahora que en los ochenta. Apenas te reconozco como ese gran director de actores y de actrices que otrora fuiste. La artificiosidad que te hizo tan grande es resulta casi paródico. Un momentazo de Asier Etxendía, una enorme Julieta Serrano, una Penélope aceptable…poco más.
Me alegro mucho que te hayamos servido de terapia, que hayamos ayudado a ahuyentar tus fantasmas y que además no sólo hayas tenido que pagar a un psicólogo (como tendríamos que hacer el resto de los mortales), sino que encima hayas ganado dinero con ello. Me alegro de verdad. Pero hasta aquí he llegado.
Ni te conozco ni te quiero tanto como para seguir compartiendo tus neurosis aburguesadas ni tus confesiones a medias. No me despierta ninguna curiosidad saber qué parte de tu película pertenece a tu vida vivida, a tu vida reimaginada, o es fruto de tu literatura. No me interesa tu vida; no me importa tu vida y no quiero seguir siendo otra plañidera de tus lamentaciones ni quiero jalear tus pataletas o tus delirios. Somos muchos los que te hemos convertido en un niño mimado, los que no hemos sabido decir NO cuando era evidente el NO. Yo me descuelgo de ese ejército de consentidores. Tienes ya suficientes sin mí, y te seguirán siendo fieles, no te preocupes; tu marca está afianzada. Te dejo, ya sabes, no es por ti, es por mí. Sigue triunfando por donde vayas, te lo deseo de corazón, que a mí no me necesitas. No nos necesitamos. Es más, creo que ya ni nos caemos bien
Te escribo para despedirme.
Sí, sé que hace tiempo que nos conocemos. En realidad, soy yo quien te conoce a ti. Yo sólo soy uno de esos que ayuda a pagar tus facturas, aunque tú ni siquiera sabes que existo. Uno de tantos que permitimos que sigas haciendo eso que tanto te gusta, y nos gusta, que se llama cine.
Hace tiempo, sí, desde aquellos maravillosos 80. Ambos los vivimos, ambos los sobrevivimos y nos hemos adaptado, como hemos podido, a los tiempos venideros. Eso que se llama madurar.
Te disfruté en esa década, incluso más allá de ella. Pero es hora de dejarte ir.
Si lo pienso, son muchas más las películas tuyas que no me han gustado que las que sí lo han hecho. Y Un puñado las que me han enamorado. Pero uno ya está en esa edad en que no regala devociones. En que se compra los calzoncillos porque le gustan y no porque se vea la marca en goma, o que lleva polos sin que tenga que verse la etiqueta. En que quiere, o no, a las cosas y a las personas por lo que son, no por su status, no por su marca, ni por quien las firma. Hace ya demasiadas películas que no te encuentro. Son tantas decepciones que apenas te busco. En el fondo intuía que no iba a ser distinto con ésta. En el fondo sabía que sólo te veía porque había que verte, no porque deseara verte.
No me equivocaba: me has desinteresado y me has aburrido tanto que lo único que deseaba es que acabase tu plañir burgués de niño mimado e irme a casa a cenar. Tu lamento me ha sonado tan ligero y tan lejano que ni lo he escuchado. Tu dolor no me duele, no me inmuta y mucho menos me conmueve. Te veo con la misma frialdad con que te muestras.
Y por cierto, tu álter ego me parece aún peor actor ahora que en los ochenta. Apenas te reconozco como ese gran director de actores y de actrices que otrora fuiste. La artificiosidad que te hizo tan grande es resulta casi paródico. Un momentazo de Asier Etxendía, una enorme Julieta Serrano, una Penélope aceptable…poco más.
Me alegro mucho que te hayamos servido de terapia, que hayamos ayudado a ahuyentar tus fantasmas y que además no sólo hayas tenido que pagar a un psicólogo (como tendríamos que hacer el resto de los mortales), sino que encima hayas ganado dinero con ello. Me alegro de verdad. Pero hasta aquí he llegado.
Ni te conozco ni te quiero tanto como para seguir compartiendo tus neurosis aburguesadas ni tus confesiones a medias. No me despierta ninguna curiosidad saber qué parte de tu película pertenece a tu vida vivida, a tu vida reimaginada, o es fruto de tu literatura. No me interesa tu vida; no me importa tu vida y no quiero seguir siendo otra plañidera de tus lamentaciones ni quiero jalear tus pataletas o tus delirios. Somos muchos los que te hemos convertido en un niño mimado, los que no hemos sabido decir NO cuando era evidente el NO. Yo me descuelgo de ese ejército de consentidores. Tienes ya suficientes sin mí, y te seguirán siendo fieles, no te preocupes; tu marca está afianzada. Te dejo, ya sabes, no es por ti, es por mí. Sigue triunfando por donde vayas, te lo deseo de corazón, que a mí no me necesitas. No nos necesitamos. Es más, creo que ya ni nos caemos bien
24 de marzo de 2019
24 de marzo de 2019
238 de 363 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conste que era fan de Almodovar desde sus inicios pero creo que hace años y películas que está viviendo de los réditos de su primera etapa.
En concreto "Dolor y gloria" me parece tediosa, reiterativa en cuanto al "universo almodovariano",con una historia que en ningún momento me llega a interesar ni me conmueve.
Antonio Banderas hace una interpretación muy contenida pero que me deja absolutamente frio y Penelope Cruz hace de Penelope Cruz haciendo de madre de un Almodovar cinematográfico, no me la creo en ningún momento; es como si vieras a la imagen de Chanel disfrazada de Jacinta, Raimunda o la mujer manchega que toque .El resto de interpretes correctos sin más.
Me cuesta entender tanta crítica calificando esta película de obra maestra.
En concreto "Dolor y gloria" me parece tediosa, reiterativa en cuanto al "universo almodovariano",con una historia que en ningún momento me llega a interesar ni me conmueve.
Antonio Banderas hace una interpretación muy contenida pero que me deja absolutamente frio y Penelope Cruz hace de Penelope Cruz haciendo de madre de un Almodovar cinematográfico, no me la creo en ningún momento; es como si vieras a la imagen de Chanel disfrazada de Jacinta, Raimunda o la mujer manchega que toque .El resto de interpretes correctos sin más.
Me cuesta entender tanta crítica calificando esta película de obra maestra.
22 de marzo de 2019
22 de marzo de 2019
186 de 271 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pedro Almodóvar se abre en canal, desnuda su alma y nos regala una maravilla de película que emociona hasta límites insospechados y que cierra una trilogía que (sin quererlo) empezó en 1987 con "La ley del deseo" y continuó en 2004 con "La mala educación". Salvador Mallo es un director que echa la vista atrás en su pasado y se enfrenta a su futuro. "Dolor y Gloria" narra una serie de reencuentros, algunos físicos y otros recordados después de décadas, de un director de cine en su ocaso. Salvador Mallo tiene mucho de Pablo Quintero (Eusebio Poncela en "La ley del deseo") y de Enrique Goded (Fele Martínez en "La mala educación") también incluiría yo aquí aunque en menor medida a Mateo Blanco / Harry Caine (Lluis Homar en "Los abrazos rotos) por aquello de que es director de cine, pero al dotarlo de heterosexaulidad queda excluido, y no deberíamos, hay mucho de Pedro en el.
Y Salvador tendrá de P. Quintero y de E. Goded, pero sobretodo Salvador Mallo tiene mucho de Pedro, el piso del realizador manchego en el madrileño Paseo de Rosales se ha reproducido según me cuentan en un estudio con los mismos muebles y obras de arte hace las veces de vivienda del director. Antonio Banderas luce el corte de pelo y la ropa del realizador. Mi paisano no le imita, Pedro dijo que si lo veía oportuno en algún momento lo imitara, pero no, Antonio dijo que no, aunque en algunos momentos juegue con sus inflexiones de voz. Su composición es deslumbrante. Pedro dice (y se lo oigo a todo el mundo decir) que es la mejor interpretación de Banderas.
Su 21a película será recordada como la más valiente, la más desnuda y la más reveladora de Pedro Almodóvar, una especie de "ocho y medio (8½)" de Fellini, un director de cine que, a una edad madura de repente no sabe para donde va a tirar, el personaje que interpreta Antonio, protagonista absoluto de la historia está sumido en una crisis creativa, como el cineasta bloqueado del 'Ocho y medio' felliniano, "Dolor y gloria" es pura catarsis. Salvador Mallo, su alter ego, va mucho más allá que otros personajes de su filmografía. Según el cineasta, su nueva película no es una historia de mujeres como sus grandes films, al igual que las dos anteriores de esta trilogía esta película está marcada por el protagonismo masculino. "Al contrario que Julieta, Dolor y Gloria será una película con protagonistas masculinos, Antonio Banderas y Asier Etxeandía, donde también recupero a dos actrices que adoro, Penélope Cruz y Julieta Serrano, en personajes secundarios esenciales", afirmó Almodóvar en un comunicado de su productora, El Deseo.
Esta película está plagada de autoreferencias que tanto me encantan, vamos a encontrar a Mina, a Chavela Vargas, a Alaska y Dinarama (bravo Pedro), sus rojos y azules saturados y en contraste. Referencias y símbolos que nos llevan hasta "La mala educación", "Volver" o "Todo sobre mi madre", en "Dolor y gloria" como siempre y tanto me gusta ese colorido pop y se mezcla con momentos rurales y también con la soledad y la enfermedad.
Julieta Serrano y Penélope Cruz interpretan (con permiso de Chus Lampreave) a la madre de todas las madres de la filmografía de Almodóvar, como no puede ser de otra manera, el papel de la madre es Imprescindible y omnipresente, la madre sigue siendo uno de los personajes clave en la filmografía de Almodóvar. Son muchas las actrices que han tenido el privilegio de darles vida. Jacinta, así se llama la madre en la película, como Chus en "La flor de mi secreto", Almodóvar con este papel hace una declaración de amor a su madre, es quizás lo más íntimo que puede haber en la película, ellas están maravillosas, y si, aunque se denomine una película "de hombres" ellas están estupendas, no solo Julieta y Penélope, también Nora Navas grandísima actriz que trabaja por primera vez con el director, Cecilia Roth que vuelve a casa una vez mas, Rosalía que debuta en el cine con un pequeñito papel y la ganadora del Goya a la mejor actriz Susi Sánchez, tremenda actriz que vuelve a repetir con Pedro, de hecho sale en las pelis del manchego ininterrumpidamente desde "La piel que habito" en 2011.
Una película que emociona, te llega y te traspasa.
No puedo dejar de citar la magnífica intervención de Juan Gatti en la película. Además del cartel, y los posters de películas que se ven en ella (maravillosos "Sabor" y "Adicción" que recuerda al "Entre tinieblas" que hizo Zulueta), suyos son los títulos de crédito iniciales, toda una maravilla. Un film de Almodóvar.
Y Salvador tendrá de P. Quintero y de E. Goded, pero sobretodo Salvador Mallo tiene mucho de Pedro, el piso del realizador manchego en el madrileño Paseo de Rosales se ha reproducido según me cuentan en un estudio con los mismos muebles y obras de arte hace las veces de vivienda del director. Antonio Banderas luce el corte de pelo y la ropa del realizador. Mi paisano no le imita, Pedro dijo que si lo veía oportuno en algún momento lo imitara, pero no, Antonio dijo que no, aunque en algunos momentos juegue con sus inflexiones de voz. Su composición es deslumbrante. Pedro dice (y se lo oigo a todo el mundo decir) que es la mejor interpretación de Banderas.
Su 21a película será recordada como la más valiente, la más desnuda y la más reveladora de Pedro Almodóvar, una especie de "ocho y medio (8½)" de Fellini, un director de cine que, a una edad madura de repente no sabe para donde va a tirar, el personaje que interpreta Antonio, protagonista absoluto de la historia está sumido en una crisis creativa, como el cineasta bloqueado del 'Ocho y medio' felliniano, "Dolor y gloria" es pura catarsis. Salvador Mallo, su alter ego, va mucho más allá que otros personajes de su filmografía. Según el cineasta, su nueva película no es una historia de mujeres como sus grandes films, al igual que las dos anteriores de esta trilogía esta película está marcada por el protagonismo masculino. "Al contrario que Julieta, Dolor y Gloria será una película con protagonistas masculinos, Antonio Banderas y Asier Etxeandía, donde también recupero a dos actrices que adoro, Penélope Cruz y Julieta Serrano, en personajes secundarios esenciales", afirmó Almodóvar en un comunicado de su productora, El Deseo.
Esta película está plagada de autoreferencias que tanto me encantan, vamos a encontrar a Mina, a Chavela Vargas, a Alaska y Dinarama (bravo Pedro), sus rojos y azules saturados y en contraste. Referencias y símbolos que nos llevan hasta "La mala educación", "Volver" o "Todo sobre mi madre", en "Dolor y gloria" como siempre y tanto me gusta ese colorido pop y se mezcla con momentos rurales y también con la soledad y la enfermedad.
Julieta Serrano y Penélope Cruz interpretan (con permiso de Chus Lampreave) a la madre de todas las madres de la filmografía de Almodóvar, como no puede ser de otra manera, el papel de la madre es Imprescindible y omnipresente, la madre sigue siendo uno de los personajes clave en la filmografía de Almodóvar. Son muchas las actrices que han tenido el privilegio de darles vida. Jacinta, así se llama la madre en la película, como Chus en "La flor de mi secreto", Almodóvar con este papel hace una declaración de amor a su madre, es quizás lo más íntimo que puede haber en la película, ellas están maravillosas, y si, aunque se denomine una película "de hombres" ellas están estupendas, no solo Julieta y Penélope, también Nora Navas grandísima actriz que trabaja por primera vez con el director, Cecilia Roth que vuelve a casa una vez mas, Rosalía que debuta en el cine con un pequeñito papel y la ganadora del Goya a la mejor actriz Susi Sánchez, tremenda actriz que vuelve a repetir con Pedro, de hecho sale en las pelis del manchego ininterrumpidamente desde "La piel que habito" en 2011.
Una película que emociona, te llega y te traspasa.
No puedo dejar de citar la magnífica intervención de Juan Gatti en la película. Además del cartel, y los posters de películas que se ven en ella (maravillosos "Sabor" y "Adicción" que recuerda al "Entre tinieblas" que hizo Zulueta), suyos son los títulos de crédito iniciales, toda una maravilla. Un film de Almodóvar.
31 de marzo de 2019
31 de marzo de 2019
117 de 166 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llevo varios años con la sensación de que durante toda su filmografía, Almodóvar se ha dedicado a contar lo mismo una y otra vez. Podría decirse que sus películas son un conjunto de lugares comunes en donde, a veces, su discurso consigue desarrollarse con más o menos acierto. Tras años como espectador considero que poco tiene ya que decir. Que sus incansables traumas, anhelos y desamparos se han plasmado en la pantalla durante décadas hasta perder el ritmo y la frescura.
Almodóvar, como director, ha sido siempre incapaz de vivir varias vidas, poder del que suelen gozar los creadores. Aún así, siempre es posible aplicar la teoría de que si la rueda gira, no hay motivos para cambiarla. Y creo que esa es la razón por la que los espectadores de fidelidad irregular, siguen acudiendo a escuchar al director manchego. En mi caso, siempre he tenido predilección por los personajes abandonados y ahogados por la soledad, sentimiento arraigado a sus coloridas obras.
Podría decirse que Dolor y Gloria es como el gazpacho que tanto gustaba a Iván en Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios y que Pepa preparaba con resentimiento. Son los ingredientes de siempre, ya tan familiares y fácilmente reconocibles después de veinte años. Pero ésta vez el director no los camufla bajo la tragedia de alguna dama dolida, ahora es él el protagonista. Y esto no hace si no que me acuerde de que aquel gazpacho elaborado durante la edad de oro de su filmografía contenía una caja entera de ansiolíticos. Y languidezco yo, y languidecemos algunos espectadores más, cerrando nuestros ojitos e incluso dejando escapar algún ronquido furtivo en la oscuridad. A ninguno parece importarnos el desazón que persigue a un personaje grisáceo y triste. No hay sentimiento, no hay sabor. Solo un regusto amargo, autocomplaciente, e indudablemente agotado.
Almodóvar, como director, ha sido siempre incapaz de vivir varias vidas, poder del que suelen gozar los creadores. Aún así, siempre es posible aplicar la teoría de que si la rueda gira, no hay motivos para cambiarla. Y creo que esa es la razón por la que los espectadores de fidelidad irregular, siguen acudiendo a escuchar al director manchego. En mi caso, siempre he tenido predilección por los personajes abandonados y ahogados por la soledad, sentimiento arraigado a sus coloridas obras.
Podría decirse que Dolor y Gloria es como el gazpacho que tanto gustaba a Iván en Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios y que Pepa preparaba con resentimiento. Son los ingredientes de siempre, ya tan familiares y fácilmente reconocibles después de veinte años. Pero ésta vez el director no los camufla bajo la tragedia de alguna dama dolida, ahora es él el protagonista. Y esto no hace si no que me acuerde de que aquel gazpacho elaborado durante la edad de oro de su filmografía contenía una caja entera de ansiolíticos. Y languidezco yo, y languidecemos algunos espectadores más, cerrando nuestros ojitos e incluso dejando escapar algún ronquido furtivo en la oscuridad. A ninguno parece importarnos el desazón que persigue a un personaje grisáceo y triste. No hay sentimiento, no hay sabor. Solo un regusto amargo, autocomplaciente, e indudablemente agotado.
31 de marzo de 2019
31 de marzo de 2019
108 de 149 usuarios han encontrado esta crítica útil
Almodóvar... o la banalidad cinematográfica
Hay preguntas que nos acompañan y acompañarán siempre, interrogantes que por más que pasen los años, por más sabiduría que acumulemos, por más experiencia... nunca seremos capaces de responder. Cómo flota un barco, cómo vuela un avión, cómo las ondas hertzianas viajan a través del espacio y el tiempo para transformarse en sonidos inteligibles que escuhamos en un transistor; por qué la Santísima Trinidad es el dogma central sobre la naturaleza de Dios que lo hace existir en tres personas distintas... Podría seguir enumerando un sinfín de interrogantes sin respuesta que por más que la ciencia, la religión, etc. se empeñen en explicarnos, nunca nos sacarán de la ignorancia. Uno de esos interrogantes que seguramente me llevaré conmigo a la tumba es: ¿qué tiene Almodóvar que ve todo el mundo ve y que yo jamás he sido capaz de ver?
Incapaz de responder a tamaño enigma, hace años que decidí -dada mi ignorancia- no acudir más a ninguno de los estrenos del director manchego. Creo recordar que la puntilla final la dejé en “Volver”, y ha llovido desde entonces. Hoy, dejándome llevar por las entusiastas valoraciones de prensa y público, por esos elogios al que la crítica nos tiene acostumbrados... “el mejor Almódovar sin duda de...”; por listas y puntuaciones que hablan poco menos que de obra maestra “un giro impecable en la trayectoria invernal del director manchego”... y vulgaridades de este nivel...he vuelto a sucumbir!. Y... la verdad...tendría que detenerme aquí, pero voy a seguir: pocas veces la banalidad tiene una forma visual tan egocéntrica, insulsa y desmedida como en esta nueva película de Almodóvar. He de reconocer que si en esta ocasión la tentación ha podido conmigo ha sido por el tema elegido: un creador en el epílogo de su carrera, aquejado de múltiples dolencias que observa su vida y repasa sus éxitos, fracasos, luces y sombras. El argumento, aunque fuera por única vez, conectaba con mis inquietudes. No voy a caer en arrogancia cinematográfica, ni me compete, ni seguramente estoy a la altura; pero dado el tema escogido, no estaría nada mal que Almodóvar se diese una vuelta por “Las Fresas Salvajes” de Ingmar Bergman, o el “Ocho y medio” de Federico Felini... O por citar algo más reciente “Synecdoche, New York” de Charlie Kaufman, y un largo etcétera, de películas cuya única ambición no ha sido otra que la de visualizar la crisis de sujetos abocados a la parálisis creativa, haciéndolo de una manera reflexiva, trascendente, introspectiva, delicada... y por consiguiente universal. Pero en “Dolor y Gloria” no hay por dónde empezar. Ya la arrogancia del título se las trae, pero la banalidad de su planteamiento cinematográfico es de tal magnitud, que hay fragmentos supuestamente emotivos que mueven a la carcajada, dramas de celofán que ni empatizan ni conectan... Y esa habiual y magnificada tragedia de sus personajes que nos debiera incumbir y llevar a la compasión... que es de salir huyendo
Hay no obstante algo que me preocupa más. Almodóvar es libre de caer reiteradamente en sus errores, en su falta de conexión, en su impericia cinematográfica... allá él. Lo que sigo sin entender y que me llevaré conmigo al más allà es qué mano negra se esconde detrás de medios, prensa, festivales de prestigio, revistas especializadas, etc... para considerar casi únanimemente cada obra de Almodóvar como la enésima reencarnación del bien y del mal, como la definitiva obra maestra de nuestro director más internacional...buf... Que Dios nos pille confesados... aunque esto de Dios y la confesión -tan almodovariano- es otra de esas cuestiones para las que tampoco...
Hay preguntas que nos acompañan y acompañarán siempre, interrogantes que por más que pasen los años, por más sabiduría que acumulemos, por más experiencia... nunca seremos capaces de responder. Cómo flota un barco, cómo vuela un avión, cómo las ondas hertzianas viajan a través del espacio y el tiempo para transformarse en sonidos inteligibles que escuhamos en un transistor; por qué la Santísima Trinidad es el dogma central sobre la naturaleza de Dios que lo hace existir en tres personas distintas... Podría seguir enumerando un sinfín de interrogantes sin respuesta que por más que la ciencia, la religión, etc. se empeñen en explicarnos, nunca nos sacarán de la ignorancia. Uno de esos interrogantes que seguramente me llevaré conmigo a la tumba es: ¿qué tiene Almodóvar que ve todo el mundo ve y que yo jamás he sido capaz de ver?
Incapaz de responder a tamaño enigma, hace años que decidí -dada mi ignorancia- no acudir más a ninguno de los estrenos del director manchego. Creo recordar que la puntilla final la dejé en “Volver”, y ha llovido desde entonces. Hoy, dejándome llevar por las entusiastas valoraciones de prensa y público, por esos elogios al que la crítica nos tiene acostumbrados... “el mejor Almódovar sin duda de...”; por listas y puntuaciones que hablan poco menos que de obra maestra “un giro impecable en la trayectoria invernal del director manchego”... y vulgaridades de este nivel...he vuelto a sucumbir!. Y... la verdad...tendría que detenerme aquí, pero voy a seguir: pocas veces la banalidad tiene una forma visual tan egocéntrica, insulsa y desmedida como en esta nueva película de Almodóvar. He de reconocer que si en esta ocasión la tentación ha podido conmigo ha sido por el tema elegido: un creador en el epílogo de su carrera, aquejado de múltiples dolencias que observa su vida y repasa sus éxitos, fracasos, luces y sombras. El argumento, aunque fuera por única vez, conectaba con mis inquietudes. No voy a caer en arrogancia cinematográfica, ni me compete, ni seguramente estoy a la altura; pero dado el tema escogido, no estaría nada mal que Almodóvar se diese una vuelta por “Las Fresas Salvajes” de Ingmar Bergman, o el “Ocho y medio” de Federico Felini... O por citar algo más reciente “Synecdoche, New York” de Charlie Kaufman, y un largo etcétera, de películas cuya única ambición no ha sido otra que la de visualizar la crisis de sujetos abocados a la parálisis creativa, haciéndolo de una manera reflexiva, trascendente, introspectiva, delicada... y por consiguiente universal. Pero en “Dolor y Gloria” no hay por dónde empezar. Ya la arrogancia del título se las trae, pero la banalidad de su planteamiento cinematográfico es de tal magnitud, que hay fragmentos supuestamente emotivos que mueven a la carcajada, dramas de celofán que ni empatizan ni conectan... Y esa habiual y magnificada tragedia de sus personajes que nos debiera incumbir y llevar a la compasión... que es de salir huyendo
Hay no obstante algo que me preocupa más. Almodóvar es libre de caer reiteradamente en sus errores, en su falta de conexión, en su impericia cinematográfica... allá él. Lo que sigo sin entender y que me llevaré conmigo al más allà es qué mano negra se esconde detrás de medios, prensa, festivales de prestigio, revistas especializadas, etc... para considerar casi únanimemente cada obra de Almodóvar como la enésima reencarnación del bien y del mal, como la definitiva obra maestra de nuestro director más internacional...buf... Que Dios nos pille confesados... aunque esto de Dios y la confesión -tan almodovariano- es otra de esas cuestiones para las que tampoco...
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here