Dolor y gloria
2019 

6.8
32,497
Drama
Narra una serie de reencuentros en la vida de Salvador Mallo, un director de cine en su ocaso. Algunos de ellos físicos, y otros recordados, como su infancia en los años 60, cuando emigró con sus padres a Paterna, un pueblo de Valencia, en busca de prosperidad, así como el primer deseo, su primer amor adulto ya en el Madrid de los 80, el dolor de la ruptura de este amor cuando todavía estaba vivo y palpitante, la escritura como única ... [+]
30 de mayo de 2020
30 de mayo de 2020
22 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenemos a Antonio Banderas disfrazado de Almodóvar por el ingenioso método de lucir un peinado pelopincho que me cuesta descifrar si es suyo o es peluca. Gracias a este sistema, Banderas se convierte en un Almodóvar, justo es decirlo, considerablemente reducido en cuanto a volumen corporal y papada.
Para despistar, en lugar de Almodóvar le han puesto al protagonista el nombre de Salvador Mallo. Pero no engañan a nadie, la verdad. Aunque notablemente menguado, es muy Pedro y mucho Pedro. Pero eso sí, la parte de Pedro más chunga y aburrida. Os resumo, procurando no hacer mucho spoiler:
1. A Almodóvar le duele la cabeza y se toma unos cuantos analgésicos.
2. Almodóvar mira la pared, hay un cuadro al fondo.
3. Ahora le duele el hombro y se fuma un porro.
4. Le sigue doliendo el hombro y se deprime.
Hasta aquí la línea argumental principal. Entre dolor y dolor de hombro y de cabeza y entre pastillas y porros le visita alguna gente: un exnovio, una amiga que parece que es su representante, un actor yonki, la señora de la limpieza.... Charlan, se miran, miran las puertas, miran los cuadros, sonríen más bien poco, no cuentan chistes ni hacen nada gracioso como en otras películas de Almodóvar.
En definitiva esto es "Dolor y gloria", una película que yo hubiera titulado más propiamente "Sin pena ni gloria", que más o menos es como ha pasado por mi avezado ojo crítico. No he hecho grandes esfuerzos por contener los bostezos, dado que nunca me ha entretenido mucho ver a gente mirar cosas y pasearse por su casa y tampoco tenía que disimular ante nadie que estaba viendo una gran obra de arte.
Una vez más vuelvo a flipar con la valoración de la crítica oficial y con los premios que se ha llevado. Ay, esa flor en el culo almodovariana que tanta envidia me provoca. Si a mí me ha aburrido tanto y ellos dicen que es tan buena.... me pregunto si tendré algún tipo de tara que me impide apreciarlo. Vete a saber.
Respecto a la laureada e hiperpremiada interpretación de Banderas.... qué queréis que os diga. Uffffff, yo el principal mérito que le veo es que se haya prestado a que le pongan ese pelo tan raro que no le pega nada. Por lo demás no hace otra cosa que poner cara de pena y de dolor, lo de gloria más bien poco. Es más o menos como cuando eres pequeño y no quieres ir al cole y le pones a tu madre cara de que te duele mucho la tripa. Sinceramente, he visto a niños de 4 años hacer actuaciones más memorables.
Para despistar, en lugar de Almodóvar le han puesto al protagonista el nombre de Salvador Mallo. Pero no engañan a nadie, la verdad. Aunque notablemente menguado, es muy Pedro y mucho Pedro. Pero eso sí, la parte de Pedro más chunga y aburrida. Os resumo, procurando no hacer mucho spoiler:
1. A Almodóvar le duele la cabeza y se toma unos cuantos analgésicos.
2. Almodóvar mira la pared, hay un cuadro al fondo.
3. Ahora le duele el hombro y se fuma un porro.
4. Le sigue doliendo el hombro y se deprime.
Hasta aquí la línea argumental principal. Entre dolor y dolor de hombro y de cabeza y entre pastillas y porros le visita alguna gente: un exnovio, una amiga que parece que es su representante, un actor yonki, la señora de la limpieza.... Charlan, se miran, miran las puertas, miran los cuadros, sonríen más bien poco, no cuentan chistes ni hacen nada gracioso como en otras películas de Almodóvar.
En definitiva esto es "Dolor y gloria", una película que yo hubiera titulado más propiamente "Sin pena ni gloria", que más o menos es como ha pasado por mi avezado ojo crítico. No he hecho grandes esfuerzos por contener los bostezos, dado que nunca me ha entretenido mucho ver a gente mirar cosas y pasearse por su casa y tampoco tenía que disimular ante nadie que estaba viendo una gran obra de arte.
Una vez más vuelvo a flipar con la valoración de la crítica oficial y con los premios que se ha llevado. Ay, esa flor en el culo almodovariana que tanta envidia me provoca. Si a mí me ha aburrido tanto y ellos dicen que es tan buena.... me pregunto si tendré algún tipo de tara que me impide apreciarlo. Vete a saber.
Respecto a la laureada e hiperpremiada interpretación de Banderas.... qué queréis que os diga. Uffffff, yo el principal mérito que le veo es que se haya prestado a que le pongan ese pelo tan raro que no le pega nada. Por lo demás no hace otra cosa que poner cara de pena y de dolor, lo de gloria más bien poco. Es más o menos como cuando eres pequeño y no quieres ir al cole y le pones a tu madre cara de que te duele mucho la tripa. Sinceramente, he visto a niños de 4 años hacer actuaciones más memorables.
11 de diciembre de 2019
11 de diciembre de 2019
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Almodóvar, gigantesco autor de renombre nacional e internacional, y a quien, por increíble que parezca, aún no me había aventurado a ver ninguna de sus obras. Me digno a descubrir al director con “Dolor y gloria”, film que narra cómo Salvador Malla, director de cine en su ocaso, rememora su trayectoria personal y profesional, mediante diferentes reencuentros, algunos físicos y otros mediante recuerdos; desde su infancia con su madre en Paterna, su primer deseo, su primer amor y la ruptura de este, el descubrimiento de su pasión por el cine, hasta la decadencia ante la imposibilidad de seguir escribiendo.
El cineasta indaga en lo más profundo de sus vivencias y así narrar una crónica personal donde trata la crudeza del paso del tiempo y de cómo este hace mella lentamente, deteriorando nuestro cuerpo a la vez que nuestra salud emocional, decayendo en el desánimo y la desmotivación, encontrando así descanso en la drogodependencia. A su vez, mediante los diferentes reencuentros y recuerdos, tendrá la oportunidad de resolver aquellos conflictos que quedaron abiertos, y perdonarse la autoculpa y el arrepentimiento, consiguiendo así un alivio y bienestar tanto en lo personal como en lo profesional.
Narrado con sencillez y belleza, sin magnificencias ni adornos técnicos, crea un relato profundamente íntimo y personal. Almodóvar combina el drama con ligeros toques de comedia simpática y afectiva; trata el reflejo de la infancia y la relación con su madre de manera tierna, afable e inocente, y maneja la trama de las drogas sin que, en ningún momento, resulte excesivo ni gratuito, haciendo más fácil empatizar con el protagonista.
Antonio Banderas está espléndido, natural y vigoroso, logrando una de sus mejores interpretaciones con la que ya recibe alabaciones tanto de la crítica como del público.
“Dolor y gloria”, un viaje interno triste y autoreflexivo sobre el pasado y el presente, que en ocasiones marca las distancias pero que en su conclusión logra ser un relato conmovedor, complaciente y emotivo. Una obra que me incita a querer explorar y conocer la extensa filmografía del autor.
El cineasta indaga en lo más profundo de sus vivencias y así narrar una crónica personal donde trata la crudeza del paso del tiempo y de cómo este hace mella lentamente, deteriorando nuestro cuerpo a la vez que nuestra salud emocional, decayendo en el desánimo y la desmotivación, encontrando así descanso en la drogodependencia. A su vez, mediante los diferentes reencuentros y recuerdos, tendrá la oportunidad de resolver aquellos conflictos que quedaron abiertos, y perdonarse la autoculpa y el arrepentimiento, consiguiendo así un alivio y bienestar tanto en lo personal como en lo profesional.
Narrado con sencillez y belleza, sin magnificencias ni adornos técnicos, crea un relato profundamente íntimo y personal. Almodóvar combina el drama con ligeros toques de comedia simpática y afectiva; trata el reflejo de la infancia y la relación con su madre de manera tierna, afable e inocente, y maneja la trama de las drogas sin que, en ningún momento, resulte excesivo ni gratuito, haciendo más fácil empatizar con el protagonista.
Antonio Banderas está espléndido, natural y vigoroso, logrando una de sus mejores interpretaciones con la que ya recibe alabaciones tanto de la crítica como del público.
“Dolor y gloria”, un viaje interno triste y autoreflexivo sobre el pasado y el presente, que en ocasiones marca las distancias pero que en su conclusión logra ser un relato conmovedor, complaciente y emotivo. Una obra que me incita a querer explorar y conocer la extensa filmografía del autor.
22 de marzo de 2019
22 de marzo de 2019
48 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
No os dejéis engañar por las críticas de los medios habituales. Me fui al cine esperando ver una maravilla de película de un director que ha hecho grandes obras y me encuentro con una historia en la que habla de sí mismo continuamente sin ninguna gracia. Es cierto que los actores están bien, especialmente Etxeandía y especialmente en el monólogo teatral, pero he visto mejores interpretaciones de Julieta Serrano y de Penélope Cruz en otras películas de Almodóvar. El ritmo de la película pretende ser moroso y se queda en lento, pero lo peor de todo es que no interesa y que efectivamente Almodóvar se cree que es el centro del mundo y que a todo el mundo le interesa su vida y sus dolores hipocondriacos. Francamente hay otros directores que lo han hecho antes y que lo hacen mucho mejor: Woody Allen, sin ir más lejos.
24 de marzo de 2019
24 de marzo de 2019
27 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película realmente de dolor y gloria con pinceladas claramente autobiográficas de su director. Es una cinta que habrá de gustar al buen cinéfilo y que agradará a toda persona aficionada al cine bueno, al cine movido por un mecanismo narrativo perfecto y una historia intensa, con una carga emocional penetrante pero controlada, algo diferente al cine almodovariano, dado en otras cintas al exceso o la batahola.
Se cuentan en la película una serie de encuentros y reencuentros en la vida de Salvador Mallo, un director de cine entrado en años y aquejado por diversas enfermedades del cuerpo y del alma. Muchos de estos encuentros son recordados y recreados en diferentes escenas que hacen al conjunto del film. Sobre todo la etapa infantil, su primer shock sexual infantil; el reencuentro con su amor de juventud en el Madrid de “la movida”, la ruptura y la escritura como forma de exorcizar sus fracasos amorosos.
Grande la dirección de un Amodóvar de madurez con un excelente guión de él mismo que acierta a hilvanar con gran verismo y estilo propio, vicisitudes diversas, atrás y adelante en el tiempo, con evidentes signos autobiográficos, siempre desde la soledad y la angustia de saberse solo, para decirnos a todos los espectadores que eso es lo que hay tras el muro del éxito. Solamente un artista de envergadura y con la experiencia y sabiduría que dan los años podría hacer tan dura y desolada confesión. El manchego se muestra al desnudo, tal cual es, sin exhibicionismo, manierismos, ni alharacas. De manera sencilla, que es la más difícil de todas las formas de expresarse.
Sobresale en el reparto un gran trabajo de Antonio Banderas que está más que bien en su cometido de alter ego del propio Almodóvar. Acompañan en roles principales grandes actores y actrices como Asier Etxeandia, Penélope Cruz, Leonardo Sbaraglia, Julieta Serrano o Nora Navas. También aportan su buen hacer con gran nivel otros actores de reparto que saben brillar en la película.
Estamos ante una de esas películas con un guión elaborado, cromatismo inequívoco con colores y tonos fuertes y llamativos en la ambientación, ambientación que estimula los sentidos del espectador que vive una historia dentro de un carrusel de colores e incluso de Power Point.
Almodóvar, probablemente un hombre dolorido como el protagonista Salvador, busca el bálsamo a su sufrimiento recurriendo a la memoria, a la evocación de episodios, algunos pretéritos, otros más recientes, que tanto curan como escuecen. De resultas de este ardid, la conclusión es una cinta lúcida y doliente, una obra de madurez que destila cierto aire onírico donde el tiempo se desvanece de cuando en vez para aflorar de nuevo por otro meandro de nostalgia, siempre lastimando, a veces quebrando el relato para retomar al hilo de la historia sin aparente tensión ni exceso de drama; y rondando, un poliédrico juego de espejos que nos conduce al intrincado mundo de la creación como nódulo en el que confluyen el sufrimiento y la redención al límite de un artista que se inventa en cada película que hace. Este film es una obra con enjundia, propio de un artista experimentado y ya con cierta edad. Pensemos que Almodovar siente su vida actual, como él mismo ha explicado, como un encadenamiento de privaciones que intenta encontrar en su obra consuelo: “Fabular se antoja en el ideario de Almodóvar una forma bastarda, tal vez imposible, de modificar o mejorar la realidad” (Martínez).
Película de un Almodóvar en la cima crepuscular de su carrera, capaz de convertir un monólogo en diálogo con el espectador. Almodóvar tumbado en el diván dando cuenta de su legado, compartiendo vivencias, bajones de ánimo y mucha vida vivida intensamente, la misma intensidad que ahora deviene dolor a todo nivel. Pero es como si esta película casi perfecta sirviera a modo de balsa de salvación para no colapsar prisionero de los fantasmas. Además, este ir y venir en el tiempo, este flujo y reflujo de planos temporales están expuestos con una genial armonía interna.
En resolución, una obra de altura. Quien la vea observará que hay en ella el reflejo de un testimonio personal de calado, un Almodóvar abierto ante el espejo de la pantalla, tanto en el plano personal como artístico: impulsos, fracasos, logros, desengaños, penares y alegrías. Y para que esta sustancia testimonial se dé en todo su esplendor, Almodóvar hace gala de un depurado estilo y una elegancia formal de excelencia donde traza una vía regia para que lo podamos conocer mejor.
Se cuentan en la película una serie de encuentros y reencuentros en la vida de Salvador Mallo, un director de cine entrado en años y aquejado por diversas enfermedades del cuerpo y del alma. Muchos de estos encuentros son recordados y recreados en diferentes escenas que hacen al conjunto del film. Sobre todo la etapa infantil, su primer shock sexual infantil; el reencuentro con su amor de juventud en el Madrid de “la movida”, la ruptura y la escritura como forma de exorcizar sus fracasos amorosos.
Grande la dirección de un Amodóvar de madurez con un excelente guión de él mismo que acierta a hilvanar con gran verismo y estilo propio, vicisitudes diversas, atrás y adelante en el tiempo, con evidentes signos autobiográficos, siempre desde la soledad y la angustia de saberse solo, para decirnos a todos los espectadores que eso es lo que hay tras el muro del éxito. Solamente un artista de envergadura y con la experiencia y sabiduría que dan los años podría hacer tan dura y desolada confesión. El manchego se muestra al desnudo, tal cual es, sin exhibicionismo, manierismos, ni alharacas. De manera sencilla, que es la más difícil de todas las formas de expresarse.
Sobresale en el reparto un gran trabajo de Antonio Banderas que está más que bien en su cometido de alter ego del propio Almodóvar. Acompañan en roles principales grandes actores y actrices como Asier Etxeandia, Penélope Cruz, Leonardo Sbaraglia, Julieta Serrano o Nora Navas. También aportan su buen hacer con gran nivel otros actores de reparto que saben brillar en la película.
Estamos ante una de esas películas con un guión elaborado, cromatismo inequívoco con colores y tonos fuertes y llamativos en la ambientación, ambientación que estimula los sentidos del espectador que vive una historia dentro de un carrusel de colores e incluso de Power Point.
Almodóvar, probablemente un hombre dolorido como el protagonista Salvador, busca el bálsamo a su sufrimiento recurriendo a la memoria, a la evocación de episodios, algunos pretéritos, otros más recientes, que tanto curan como escuecen. De resultas de este ardid, la conclusión es una cinta lúcida y doliente, una obra de madurez que destila cierto aire onírico donde el tiempo se desvanece de cuando en vez para aflorar de nuevo por otro meandro de nostalgia, siempre lastimando, a veces quebrando el relato para retomar al hilo de la historia sin aparente tensión ni exceso de drama; y rondando, un poliédrico juego de espejos que nos conduce al intrincado mundo de la creación como nódulo en el que confluyen el sufrimiento y la redención al límite de un artista que se inventa en cada película que hace. Este film es una obra con enjundia, propio de un artista experimentado y ya con cierta edad. Pensemos que Almodovar siente su vida actual, como él mismo ha explicado, como un encadenamiento de privaciones que intenta encontrar en su obra consuelo: “Fabular se antoja en el ideario de Almodóvar una forma bastarda, tal vez imposible, de modificar o mejorar la realidad” (Martínez).
Película de un Almodóvar en la cima crepuscular de su carrera, capaz de convertir un monólogo en diálogo con el espectador. Almodóvar tumbado en el diván dando cuenta de su legado, compartiendo vivencias, bajones de ánimo y mucha vida vivida intensamente, la misma intensidad que ahora deviene dolor a todo nivel. Pero es como si esta película casi perfecta sirviera a modo de balsa de salvación para no colapsar prisionero de los fantasmas. Además, este ir y venir en el tiempo, este flujo y reflujo de planos temporales están expuestos con una genial armonía interna.
En resolución, una obra de altura. Quien la vea observará que hay en ella el reflejo de un testimonio personal de calado, un Almodóvar abierto ante el espejo de la pantalla, tanto en el plano personal como artístico: impulsos, fracasos, logros, desengaños, penares y alegrías. Y para que esta sustancia testimonial se dé en todo su esplendor, Almodóvar hace gala de un depurado estilo y una elegancia formal de excelencia donde traza una vía regia para que lo podamos conocer mejor.
18 de julio de 2019
18 de julio de 2019
21 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si bien es cierto que nunca he sido fan de Almodóvar salvo algunas excepciones ('Todo sobre mi madre' y 'Átame' me parecieron entretenidas, no obras maestras) decidí darle una oportunidad a la última obra del manchego ante las excelentes críticas que ha recibido. Debo decir que me ha parecido una absoluta desilusión: no veo una trama consistente, tampoco percibo ideas originales que nos puedan hacer pensar o no hayamos visto mucho mejor retratadas en otras películas, no me entusiasma la interpretación de Banderas, noto una equidistancia artificial del protagonista con respecto al resto de los mortales que no me la creo (como una especie de caracterización del supuesto genio que contempla desde la cima a los pobres y patéticos seres terrenales que giran a su alrededor) y, en definitiva, una obra donde sobra egolatría y falta talento. Destacaría la fotografía y el monólogo de Asier, el resto me da igual.
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