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Dolor y gloria

Drama Narra una serie de reencuentros en la vida de Salvador Mallo, un director de cine en su ocaso. Algunos de ellos físicos, y otros recordados, como su infancia en los años 60, cuando emigró con sus padres a Paterna, un pueblo de Valencia, en busca de prosperidad, así como el primer deseo, su primer amor adulto ya en el Madrid de los 80, el dolor de la ruptura de este amor cuando todavía estaba vivo y palpitante, la escritura como única ... [+]
Críticas 293
Críticas ordenadas por utilidad
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6
5 de abril de 2019 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso que de un boceto sobre su vida, a Pedro Almodóvar le haya salido una película tan sobria, tan poco histriónica y tan contenida. El director manchego no se esconde ni pretende disimular en absoluto que está hablando sobre él mismo. Su acercamiento a su propia historia es respetuoso, con una clara voluntad de cerrar heridas. Especialmente, con el personaje de la madre, convertido en un hermoso ejercicio de homenaje y perdón, un pasar cuentas al que la deliciosa Julieta Serrano regala los momentos más bellos del film. También con su antigüo amante, episodio en el que Almodóvar no puede (o no quiere) evitar que la nostalgia invada el espacio narrativo hasta los extremos más dolorosos. Ese dolor sobre el que gira todo el film. Tanto el físico, tortura que conlleva los excesos pasados como el declive presente, como el espiritual, igual de implacable, solo frenado por aquellas sustancias que acaban por atrapar a la persona en un círculo vicioso.

Es esta una película que busca la complicidad del espectador, que se disfruta más como más cercano se encuentre uno al cine y a la figura de Almodóvar. Una figura, genialmente metamorfoseada en la piel de Antonio Banderas, a la que nunca vemos en sus momentos de gloria, bien al contrario, se nos presenta al genio caído, triste y derrotado, agarrado al recuerdo de unos años de los que apenas percibe el eco de unos tacones lejanos.

Lo mejor: la sinceridad que desprenden sus imágenes.

Lo peor: cierta sensación de película de autoconsumo.
7
25 de marzo de 2019 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Almodóvar es un tío que tiene una visión del mundo y que nos transmite a través de la herramienta que la vida ha puesto a su alcance: el cine. Es como Mel Gibson o Clint Eastwood: personalmente, no acaban de gustarte pero en su cine permiten verlos tal cual son, una vez eliminadas las capas de las ideologías, como seres humanos que sienten y padecen igual que tú. Incluso mejor.

Dolor y Gloria parece una película autobiográfica y quizás lo sea. También hay impostaciones evidentes que adornan y permiten que la narración funcione: su infancia pobre pero idílica podría ser una de estas impostaciones: unos diálogos y unas situaciones de película de Joselito con un fondo de madre imposible en la vivienda de Luke Skywalker. Y se diría que el artefacto es intencionado.

Pero es en el Mallo adulto donde puedes atisbar el verdadero cineasta: el que duda, el que tiene remordimientos, el que abrumado por la decadencia física se interna por los caminos oscuros, el que vive de la fama y la odia, el contradictorio, el noble, el buen hijo, el hijo que abandona a la madre, el mal amigo, el amigo para siempre, el traidor, el mentiroso, el cuerdo enloquecido, un capitán Ahab que obsesivamente persigue la ballena blanca de la nostalgia.

Banderas vuelve con Almodóvar y es una pareja que funciona. Banderas recrea a Mallo reflejando a Almódovar de formas sutiles: excelentes sus imitaciones del habitual sonsonete del director. Hay secuencias muy tristes y secuencias ingeniosas y divertidas. Me ha gustado también Etxeandia, que recrea al actor también ángel y demonio de la mejor película de Mallo y que es fácilmente identificable.

Por lo demás, la factura técnica es impecable como es habitual en sus películas. Destacaría los títulos del crédito del principio por su inquietante belleza.
7
27 de marzo de 2019 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pedro Almodóvar siempre consigue darle un toque personal a sus obras. Sabemos distinguirlas, y eso siempre es positivo. En este caso, su última película es una mirada hacia su pasado, a ese Salvador Mallo interpretado por un tremendo Antonio Banderas. Ese director de cine no es sino el propio Almodóvar, de quien Banderas sabe captar la mirada, el movimiento e incluso su forma de hablar. DOLOR Y GLORIA es una vista atrás, hacia momentos compartidos con su madre (Penélope Cruz). El despertar de su arte, de su sexualidad; momentos en los que el dolor no existía.

Dolor que impide al realizador rodar cine, su gran pasión. Ello le lleva a una profunda tristeza y soledad, a un estancamiento del que logrará repuntar gracias a un reencuentro con un antiguo actor con el que no parecía llevarse bien (Asier Etxeandía). Acabará coqueteando con las drogas, un mundo que parece pasar de puntillas y se resuelve de una manera un tanto banal. Sin embargo, Almodóvar retrata bien sus miedos y los aprendizajes acumulados a lo largo de su vida. Un contínuo rodaje que permite al espectador conocer más allá de la estrella de cine.

En definitiva, DOLOR Y GLORIA es, posiblemente, una de las obras más importantes de Pedro Almodóvar, un recorrido por su pasado y su presente. Desconozco el impacto que tendrá fuera de nuestras fronteras, lo que sí está claro es que Antonio Banderas está inconmensurable y el filem logra hipnotizar al espectador de inicio a fin. Bien por Pedro. Ni se os ocurra perdérosla.
8
4 de abril de 2019 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo la sensación de ver una expiación pública, una forma de abrirse en canal, soltar los miedos, de liberarse en la gran pantalla de un director más comedido que de costumbre. La extravagancia se soslaya en una madurez visual. Su fantasía se nota pero no se toca en cada imagen de la película. Vemos como la realidad expuesta es una onírica forma de introspección y confesión. Vemos trazos de delicada tensión, de justa purgación para purificar los miedos, los demonios o simplemente exponer, sin más. Los sentimientos se enjuician y aquí se dejan volar, se abren a un mundo eterno sin saber ni importar el qué dirán... Un soberbio Antonio Banderas comanda a un nutrido, efectista e intenso reparto. La mimética interpretación recuerda y transporta, a lo mejor con demasiada soltura, no vendría mal una comedida visión de la figura. Los diálogos, como siempre, tienen el poder en un estudiado y pensado guion. Cada secuencia, cada imagen, cada recuerdo está plasmado con belleza, con su eterna impresionista visión de la realidad. Es bella, intensa y con poso, un deleite para los seguidores y un descubrimiento para los detractores.
8
5 de abril de 2019 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que es una muy buena película. no sé como envejecerá. Habría que verla despacio. El "toque Almodolar" se va refinando con el tiempo.. Voy en el Bus pensando., escribiéndole una nota.
No me gusta: El auto-homenaje cromático. El ensimismamiento morboso. Hay que decirle a Pedro que las manchegas no hablan como PE. Y que deje de hacer de PE una Sofía Loren con 20 años menos. Esta sobre valorada actriz acabará sabiendo hacer solo de madre italiana. Un hombre no se engancha al jaco en la tercera edad. ni siquiera terapeuticamente.La música de A. Iglesias me parece escuchada tantas veces.Se cuenta mucho a si mismo. La heroína como una realidad paralela.Poco dibujo del deseo y un tanto intelectualizado.El piso- museo de rosales, un poco obvio. La ayudante "cuidadora". Ese aparente renunciar....

Me gusta: Por fin Pedroooo... dirige igual de bien a los hombres. El ensimismamiento a su tiempo.. El cambio de tempo e incluso de estructura fotográfica según esté en su piso o en exteriores y enorme lo de San Lorenzo del Escorial. La fotografía en Pedro A. imita al arte.Que para lo que hay rezuma sinceridad. La dirección de actores. para mi Banderas está muy bien, incluso va refinándose y relajando la piel. Dan ganas de preguntarle si es "una persona afectuosa".. Que puede ser la película que definitivamente le guste a los que no les gusta Almodovar.. Su aceptación del tiempo como enemigo silencioso, "Son tus ojos los que han cambiado, no la película". El recurso excepcional de hacer que los flasbaás sean mas almodovarianos que el presente. Que lo estaban esperando y lo sabia. Vaya que si lo sabía..
Con todas estas consideraciones una película notable bastante redonda con las trampas justas y con una carpintería dramática muy bien trabajada. Escritor y cineasta. Solo y haciendo un film que aunque frio es muy poético, incluso para vengarse de Eusebio Poncela, Pero también para reconocer su vida, su niñez, sus miedos y fervores. Pero metiendo al espectador en su mundo mientras el lucha cinematográficamente contra eso que los modernos ilustrados llaman "zona de confort".. Una historia simple pero valiente. Cine de verdad. De sala de cine de mirar al lado a ver si... A la espera de que nos obliguen a verlo en casa.Bonita envoltura para que Mallo le diga a su verdadero amor cuando sabe que lo ha vuelto a perder (amor encontrado, perdido, más importante que la vida), para siempre algo parecido a no dejaré de quererte y de desearte nunca. Después todo excede y ahí es genial y maravilla , el resto de la película sobra pero es necesaria. El cine es su vida, Pero cuando el amor de su vida se vuelve a ir con aquiescencia, es poca película para el dolor, poca para la gloria. !!! Poca !!!.
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