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Tabú

Drama. Romance Las protagonistas son una vieja y temperamental señora, su criada de Cabo Verde y una vecina entregada a causas sociales. Tras la muerte de la primera, las otras dos se enteran de un episodio de su pasado: una historia de amor, crimen y aventuras ambientada en África. (FILMAFFINITY)
Críticas 22
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9
19 de enero de 2013
38 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al salir del cine después de haber visto Tabú, me ha resultado extraño volver a la época actual...tengo la sensación estar viviendo la época de las películas de grandes aventuras y en las que se empezaba a juguetear con el sonido. Tabú es un homenaje al CINE con mayúsculas, pero también es una aportación al mismo en toda regla, demostrando que se puede reinventar un lenguaje ya olvidado convirtiéndolo en fresco e innovador.

La película de Miguel Gomes está dividida en dos partes bien diferenciadas (igual que la película homónima de F.W. Murnau) y con un nexo que actúa de unión entre ellas: el personaje de Pilar (Teresa Madruga), una persona melancólica, con una vida sencilla sin demasiados sobresaltos, racional y con cierta timidez, que le impide tener una vida social plena.
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Miguel Gomes propone una confrontación en la historia, ya que la primera parte narra el ocaso de Aurora, una mujer que vive en una paranoia, aficionada al juego, que ha tenido una vida plena pero que no ha envejecido acorde a ella y que ha visto reducido su mundo a tres personas: la mencionada Pilar; Santa, su criada de color; y su hija, que no le hace demasiado caso. La segunda parte cuenta, a través del relato que hace Ventura (un antiguo amigo de Aurora) a Pilar, la etapa de esplendor de Aurora, que se desarrolla en la África colonial, 50-60 años antes.


Propone también una confrontación en la forma, ya que la primera parte está rodada de una manera más convencional, en un elegante blanco y negro, que sitúa la acción en el presente; mientras que la segunda parte está rodada en analógico, con grano, sin sonido y adoptando el lenguaje del cine mudo de los años 20, mientras una elegante y sentida, voz en off (la de Ventura) nos narras las aventuras y desventuras de la joven Aurora.

Confrontación en la narración temporal. Mientras en la primera parte la acción transcurre en el presente, en días, intensificado la acción y la construcción de los personajes con detalles más cotidianos, la segunda está narrada en un espacio temporal más amplio (meses) que nos dan una idea de recuerdo, de historia más grandiosa. La idea de recuerdo también está remarcada por la falta de sonido en los diálogos en los personajes: uno recuerda lo que pasó, con más o menos detalle, pero no lo que se decía en cada momento. Aquí Gomes, utiliza el lenguaje del cine mudo no sólo para situar la acción en el pasado, sino también para potenciar el relato de Ventura, de una manera poética, los recuerdos sonoros corresponden al presente mientras que se acompañan con escenas del pasado, donde los únicos sonidos son los que permanecen inalterables con el paso del tiempo (motor de una motocicleta, una piedra que se tira al agua o incluso una canción).


Y, por último, el autor confronta el tabú de la película, el amor y las heridas que provoca. En la primera parte es la timidez y la soledad, representadas en Pilar, dificultando el acceso a una vida más plena. En la segunda parte, partiendo de una vida plena, el problema vendrá por un amor prohibido, desencadenando en pasión y con consecuencias trágicas. En ambos casos se trata de un amor imposible, aunque por diversos factores.

Tabú es una joya, una película de las que emocionan, sin trampas, elegante, una historia que merece la pena ser contada, con un guión perfectamente adaptado. Ir a ver la película de Gomes supone un acierto y una experiencia altamente gratificante. Pena que la distribución se reduzca a unas pocas copias y que sólo unos pocos privilegiados puedan disfrutar de este manjar

http://momentovosp.blogspot.com

Nota VOSP: 8,7 / 10
8
3 de marzo de 2013
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tabú nos habla de algunas cosas muy serias con un humor muy particular, pero demanda un espectador dispuesto a entrar en el juego que plantea, que es muy diferente, pese a algunas apariencias, del cine narrativo convencional. Tampoco se limita a jugar la carta de la nostalgia cinéfila, y el objeto de su homenaje lo deja claro: pues Tabú de Murnau no es un clásico para el regodeo sentimental, sino para el presente y el futuro del cine.

La película se divide en dos partes, precedidas por un prólogo distanciador y metafórico, que marca el tono del conjunto (aunque ninguna de las tres secciones se parece entre sí, ni en la forma ni en el contenido de lo narrado).

Sigo en spoiler porque me parece que la sorpresa es esencial en esta película (y temo que la espesura de lo que he conseguido redactar pudiera no ser la mejor introducción para quien no la haya visto; eso sí, que quede claro que recomiendo verla, salvo a alérgicos a lo posmoderno).
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La presentación de los personajes muestra el cuidado y la habilidad de Miguel Gomes: Santa, la criada caboverdiana de Aurora, aparece por primera vez en el apartamento de esta, lleno de plantas tropicales, planchando; suena el teléfono, y abandona el encuadre, dejándonos con el vapor y las plantas, como en una representación burguesa de África, una “estufa fría” de escala doméstica.

Más tarde la vemos encendiendo un cigarro después de comer unas gambas. Estos gestos cotidianos expresan, no obstante su banalidad, un misterio insondable, como si la cámara creyera lo que dice en un momento posterior el personaje de Aurora, que Santa hace hechicerías con humo, etc. En la segunda parte, la contrafigura del cocinero brujo dará un sentido dramático a estas palabras, que cuando se escuchan dichas por la vieja ludópata y lunática, tienen un aspecto cómico.

La presentación de Aurora, narrando su sueño en el casino de Estoril, clava al personaje entre su desvarío surrealista y su capacidad de fascinación.

Lisboa se nos muestra invernal, alejada del tópico de la ciudad blanca, azotada por lluvias torrenciales que evocan las de África...

El artista admirador de Pilar se presenta tras otra escena de surrealismo cotidiano: la visita nocturna a una cueva, con un guía un tanto peculiar. Luego, la escena en la que ronca en el cine, mientras Pilar se emociona hasta las lágrimas, funciona como un contraste irónico con los abismos de pasión de la segunda parte.

Más adelante, la búsqueda de Ventura nos lleva en primer lugar a su sobrino, rodeado de perros que son capaces de oler la bondad; luego la foto de la tarjeta de la residencia en que está recluido se convierte en imagen en movimiento, manteniendo el mismo encuadre; pero el personaje sólo nos muestra su rostro en el momento en que arroja una azucena sobre una tumba.

Aunque a la segunda parte del díptico se la podría relacionar con The artist (o Blancanieves), por la coincidencia cronológica con estas películas, me parece que, si acaso, podría tener algún parentesco con la algo más antigua Vida bohemia de Aki Kaurismaki.

He leído una entrevista con el director que nos han repartido en el dossier del cine-club de la filmoteca, y Miguel Gomes dice, bellamente, que la segunda parte es como un regalo para los protagonistas de la primera. Pilar, a la que se nos presentó viendo una película (el prólogo), recibe por sus buenas obras el regalo de esta segunda película (que quizás es, misteriosamente, la que está viendo en la primera parte mientras el pintor duerme, puesto que oímos la versión española de Be my baby que reaparecerá aquí).

La segunda parte narra el amor de perdición de Aurora y Ventura, que se enquista hasta lo imposible, y que se hermana con el amor enfermizo de Portugal por sus colonias africanas -no interpretado, me parece, como un mero delirio anacrónico de grandeza, sino como una forma nostálgica de aferrarse a un pasado mítico, en el que el mundo tenía sentido porque aún eran posibles los grandes relatos; en el que el hombre, incluso en la mayor soledad, no estaba solo, sino acompañado por su rey, y por Dios, cuya voz está en la Biblia...

Como en toda obra posmoderna, la narración puede seguirse de forma ingenua, pero al mismo tiempo remite a cuestiones metalinguísticas: si en la segunda parte el cocodrilo representa claramente el deseo (regalo que le hace a la protagonista su marido, y que después escapa y la conduce, más allá de las conveniencias sociales, hacia lo prohibido), en el prólogo ese deseo se alimenta, literalmente, de la atracción incesante por la amada muerta. Así, el explorador melancólico comparece como metáfora del cineasta posmoderno, enamorado imposible del cine clásico, que se arroja en las fauces de su deseo necrófilo sucumbiendo irónicamente a la tentación de rehacer, por ejemplo, Tabú, de Murnau.
5
17 de enero de 2013
22 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Miguel Gomes nos presenta con Tabú la vida de Aurora, una anciana ludópata ya en sus días bajos, visto desde la perspectiva de Pilar, una fiel amiga suya.

La historia, fotografiada en un expresivo blanco y negro, se presenta dividida en tres tramos: Un prólogo, sobre un explorador, su difunta mujer y un cocodrilo; la primera parte llamada 'Paraíso perdido', y la segunda parte llamada 'Paraíso'. En su conjunto la película toma como referencia la homónima película de Murnau de 1931, tanto en título como en trama central, pues aquí también se trata de un amor prohibido como se irá viendo según transcurra la trama.

El prólogo introduce de manera acertada la historia, de forma fabulesca, donde un explorador, desolado por la muerte de su esposa, acaba siendo devorado por un cocodrilo, quedando parte de su alma dentro de éste. Una pena que luego se olvide la bella sencillez y concisión de esta parte, ya que el problema principal de la película radica en todo lo contrario: un explayamiento innecesario, tedioso y pretencioso.

Para empezar, en la primera parte se confunde al espectador presentador como protagonista a Pilar, la amiga de Aurora, cuando según avanza la trama y en toda la segunda parte descubriremos que la verdadera protagonista es Aurora. A ésta se la presenta casi humorísticamente, dado a sus divagaciones y paranoias ya propias de alguien con un pie en la tumba. Ludópata, olvidada por su hija (lo único que hace por ella es contratarle una criada, Santa, para cuidarla) y obsesionada con que su criada la tiene manía, Aurora se encomienda a Pilar para que rece por ella a San Antonio y le libre de tales brujerías del demonio.

En un virtuoso plano de 360º se introduce el sueño de Aurora, devenir de lo que será la segunda parte, y de gran importancia para entender su personaje.
Paralelamente vemos las frustraciones amorosas de Pilar, y esbozadamente, los intentos de Santa por aprender a leer/escribir (dato que poco aporta a la trama, todo sea dicho).

Este humor torpemente introducido, se olvida por completo en la segunda parte, centrado en el amor pasado de Aurora y Gian Luca en el Monte Tabú, en África, contado por el mismo Gian Luca, ya anciano.

Esta segunda parte recupera el tono del prólogo, pero adquiere un nuevo lastre, la incesante voz en off de Gian Luca que no deja fluir la belleza de recuperar el cine mudo. En este tramo se opta por silenciar los diálogos, dejando sólo el sonido ambiental, lo cual dota de dramatismo la historia, pero el experimento falla al recargar el oído del espectador contando toda la historia en vez de dejar avanzar la imagen e imaginación del espectador por sí misma.

La versión portuguesa de la canción "Be My Little Baby", aporta el toque musical a la película.

En resumidas cuentas, nos quedan unos personajes con los que es difícil empatizar, dado el egoísmo y poco carisma que muestran, una historia tirando a un corte melodramático nada novedoso, donde lo más destacable queda la fotografía y la estructura narrativa, que es la que realmente aporta algo de interés a la trama, presentando el futuro desesperanzador como presente y el presente ideal como recuerdo del ayer; claro que para ver lo jodido de la vida con leves adornos de amor, mejor optar por el Amour de Haneke.

Como curiosidad fílmica y/o para amantes de los circuitos independientes del cine, podría ser interesante este tercer film de Miguel Gomes.

El pobre cocodrilo debe pensar que merecía mayor atención que la pareja de tortolitos... yo también lo pienso.
8
2 de diciembre de 2012
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Tabu” toma inspiración en el silent film homónimo de 1931 realizado por F.W. Murnau y Robert J. Flaherty, que de la misma forma, esta rodada enteramente en B/N, con un efecto anacrónico que inyecta vigor y aviva la narrativa, además de ser fiel a la estructura del filme.

El cineasta Miguel Gomes, nos cuenta una simple historia de amor inconclusa, pero la hace sumamente atractiva por el tono poético y metafórico de su propuesta, basándose por los estados de ánimo, la atmósfera - a veces onírica - y la memoria.

Se divide el film en dos partes y cuenta de manera diferente las historias, una composición claramente interesante, que aporta una agradable ilusión de que estábamos viendo una doble función.
La primera parte “Paraíso Perdido” es la melancólica y cómica historia en el Portugal contemporáneo entre una mujer de mediana edad, Pilar y su vecina Aurora, y la segunda parte “Paraíso” contrasta la belleza de la juventud, con el calor y el sol cegador de África colonial, una poesía visual narrada por la voz en off de Ventura, un amante.

Una historia de dos mundos geográficamente lejanos pero ligados por los recuerdos de la vejez, la pasión, el arrepentimiento, el deber y decoro. Además goza de la naturalidad de sus personajes (maravillosa “Aurora adulta” Laura Soveral), y estos a su vez son solo símbolos que vinculan la historia e incluso llegan a contrastar con el sistema social de ambas épocas.

Una película creativa, yo la llamaría muy cinéfila, técnicamente impecable y que desprende ese olor a clásico por su composición y referencias, y no solo por su forma. Maravillosa.

La Frase:
"Por más distancias que recorras, por más días que pasen, de tu corazón no conseguirás escapar".

Nota: 8.5
5
25 de diciembre de 2012
15 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La evidente y conocida conexión con el filme homónimo de Murnau y Flaherty no es en absoluto algo arbitrario o caprichoso. Ya en su anterior filme, Gomes exploraba las conexiones formales entre el cine documental y la ficción, cosa que también se hacía en la película de 1931, dónde se filmaba en formato de documental una exótica historia romántica. Por lo tanto, la referencia está más que justificada.

Además, también me pareció detectar cierta referencia a "Memorias de África". Aurora no tiene una granja al pie de las colinas Ngong pero sí una hacienda al pie del monte Tabú (aquí imaginariamente situado en África, no en la Polinesia). Gomes utiliza esta referencia para, cuando se comunican las dos partes de la película, realizar un desmentido de los mitos románticos. En el desenlace de ese tipo de películas, suele permanecer la impresión que sus heroínas vivirán atrapadas en un continuo de poesía y dolorosa nostalgia. Los primeros minutos del metraje, dónde vemos a la heroína hecha una anciana ludópata e infantiloide, abandonada por su hija y dominada por su sirvienta, se encargan de poner los pies sobre la tierra en lo referente a ese aspecto.

A banda de eso, no sé si es porque la película requiere más de un visionado, la gracia que le encontré fue escasa. De hecho me da la impresión que Gomes es como un niño de 12 años que repite las cosas que oye de los mayores sin comprenderlas de verdad. Sus dosis humorísticas me resultaron bastante bufas y, para mí, no se homogenizan con su parte más seria, que es cuando se concentra en la aventura amorosa. El acumular frases líricas en off no corrige ese hándicap y la realización ascética y minimalista de Gomes, que se apoya muchísimo en planos generales y enteros, aderezados con sonorizaciones mínimas, como si quisiera evitar implicarse a fondo con lo que narra, tampoco creo que logre que la narración cobre vigor, interés, profundidad o emoción.
Me da la impresión que ese distanciamiento de Gomes se basa en la idea de ver la ficción como una nadería, apenas como una broma infatuada, y que es eso lo que pretende transmitir con esta película. Dado que yo pienso lo contrario, que es algo que, si se hace bien, puede darle sentido a la vida, entonces encuentro muy difícil congeniar con su obra. Por mucho que, como ya he dicho, en el fondo intuya que tiene un sentido y unas ideas muy particulares.
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