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Tabú

Drama. Romance Las protagonistas son una vieja y temperamental señora, su criada de Cabo Verde y una vecina entregada a causas sociales. Tras la muerte de la primera, las otras dos se enteran de un episodio de su pasado: una historia de amor, crimen y aventuras ambientada en África. (FILMAFFINITY)
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8
1 de febrero de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de mi admiración y simpatía por nuestros vecinos portugueses, a pesar de caer rendido ante su gastronomía, prendido de sus ciudades, paisajes y monumentos, o hipnotizado por su música, a pesar de todo ello debo admitir que apenas he visto cine portugués. A bote pronto viene a mi memoria la excelente FADOS, dirigida además por un español, la muy buena MISTERIOS DE LISBOA, con momentos esplendidos pero de agotador metraje, o la más normalita CAPITANES DE ABRIL, más que aceptable pero sin llegar a alcanzar el nivel de las otras dos. Después de visionar TABÚ, una agradable, inesperada y magnifica sorpresa, tendré que plantearme más seriamente el sumergirme en profundidad en ese cine, al que he visitado muy poco, pero del que regrese siempre muy satisfecho.
He pasado casi dos estupendas horas desplazándome de la capital portuguesa a las antiguas colonias, con absoluta complacencia, con total complicidad, intensamente, con personajes plenos de pasión, de corazón rotundo, de elegancia, de sabiduría, de magia. Personajes capaces de arriesgarlo todo, simplemente por vivir, por sentir en sus cuerpos jóvenes, todo lo que la naturaleza nos ha regalado para nuestro deleite y disfrute. Me he emocionado contemplando esas bellísimas imágenes en blanco y negro, con la voz del narrador de fondo, en lo que se puede interpretar también como un homenaje al cine mudo y a su predecesora de hace 81 años. Durante un suspiro, eso es lo que me ha perecido la duración de la película, he vivido junto con ellos, sus aventuras, sus amores y desamores, sus dramas y tragedias, en esas tierras y en aquellos tiempos plenos de misterios, de ritos, de romanticismo.
A todo lo expuesto que no es poco tenemos además que añadir, la exquisita banda sonora, los escenarios, el ambiente del que está poseída, y cómo no, el elenco, muy especialmente las actrices, y mas en concreto las dos que interpretan el papel de Aurora, tanto de mayor como de joven. Y es que Ana Moreira, para mí por supuesto desconocida, metiéndose en la piel de la joven y pasional protagonista, derrocha belleza, ganas de vivir, sensualidad, erotismo. Me he sentido cautivado por esta historia, por forma de contarla, pero sobre todo por la hermosa Aurora.
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Hay una escena que me resulto particularmente erótica y a la vez romántica, y que resume muy bien el giro que va dando la historia. Lo que comienza como pasión, ya de por si una sensación difícil de gobernar, se le va añadiendo también amor, y entonces se torna en un sentimiento del todo incontrolable. Los dos desnudos, entregados a la pasión, pero también al amor, y el narrador, que es el mismo bastantes años después, que se pregunta ¿Puede alguien percibir el momento en que se pasa de la pasión al amor? Supongo que la respuesta a esa cuestión es imposible, es algo que muy probablemente sucede sin que ni tan siquiera seas consciente de ello.
3
22 de enero de 2013
15 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hasta el más encallecido de los cinéfilos -capaz de llevar a su novia de 17 años en su primer día de noviazgo a la matiné del Bellas Artes a ver una trilogía de Bertolucci (Prima dilla rivoluzione, La estrategia de la araña y La Commare Secca)-, tiene sus límites. Muy próximos a esta película portuguesa en blanco y negro, narrada por una voz en off, que homenajea al original de Murnau a la vez que también juega con Memorias de África, ("Yo tenía una granja en África").

A la melancólica y aterciopelada saudade portuguesa se añade una primera parte esperpéntica pero sin gracia en una Lisboa invernal, con una anciana ludópata y senil que recuerda en su lecho de muerte una relación adúltera.

En la segunda aparece África, el blanco y negro toma un aspecto granuliento por el formato de 16 mm y la excentricidad puede tener gracia, si se juzga con mucho optimismo. Y también aparece una portuguesa de bandera, la primera que conoce el que esto firma, viajero frecuente por las tierras de Pessoa.

Y sin embargo, y a pesar de todo, Mozambique presta su salvaje belleza, los números musicales tienen cierta gracia, -por fortuna no incluyen fados-, y algunos símbolos como el cocodrilo, embajador de la lujuria, comienzan a activar su maquinaria.

Definitivamente más chispeante que el cine iraní, esa es la frontera que nunca, nunca, hay que traspasar.
alfonso

http://www.delgadalinearoja.com/2013/01/tabu.html
7
7 de abril de 2015 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El desconocido cine portugués tiene para nosotros, sus vecinos ibéricos, un interesante referente en Miguel Gomes; porque estámos lo suficientemente cerca para compartir retazos de vida y recuerdos, momentos soñados y espacios comunes; aunque en este caso parte de la historia transcurra en términos coloniales y exóticas vegetaciones africanas en blanco y negro.
Es curioso como puedes encontrar nexos cuasi familiares extraídos de una especie de extraño folletín romántico, con adherencias patrias y aproximaciones más que evidentes a la obra de Murnau del 1931. Deduzco que es por la manera de contar, por las puestas de sol parecidas (las extremeñas y lisboetas), por las siestas repegajosas que nos hermanan o por la saudade que empapa, sobre todo, el oeste de la película ibérica.

Lo prohibido (tabú) está muy cerca de la transgresión y de eso, entre otras licencias que se toma el director, trata esta película: de lo que se hace, aunque desmedidamente; de lo que no se lleva a cabo, domeñando los deseos y del resultado final en que confluyen ambas actitudes, cuando el paso del tiempo convierte todo en paja seca que arde ante la paliativa presencia de una copa de aguardiente.
7
11 de noviembre de 2013 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que plantean una verdadera batalla psicológica al espectador. Cine incómodo, de difícil digestión, de pausada observación y de obligadas reflexiones personales. Es un tipo de cine no recomendado para personas débiles de mente, simples, obtusas, que buscan un entretenimiento masticado y olvidable al abandonar la sala. Personas que no se plantean su existencia más allá de lo que tienen delante de los ojos en el presente. Tabú es para otro tipo de público. Despierto, sensible, con un poderoso mundo interior, con planteamientos diarios sobre la utilidad de su vida. Es decir, para sufridores. Porque, aceptémoslo, el saber implica sufrimiento y la mediocridad suele llevar a la felicidad. Con esto no quiero decir que sea un cine elitista, es más, puede gustar a los del primer grupo...aunque no sería lo normal. Tampoco nos equivoquemos, porque este film portugués no es para inteligentes ni pensadores al uso, sino para los capacitados para percibir emociones con una facilidad aplastante. Tabú te exige desde el principio. Y mucho. Empezando por una estructura claramente literaria, con una división en capítulos, una sempiterna voz en off y rebosante de descripciones de paisajes, emociones, lugares, objetos, etc. Es parecido a un audiolibro con imágenes. Por un lado tenemos el audio que nos narra algunas cosas que no muestra la pantalla (la buena voz en off debe ser casi siempre así, como dijo el maestro Wilder), por otro las imágenes que, como digo, no tienen porque coincidir con el sonido. Y, por último, la mezcla de todo ello, lo que no se ve, el resultado de dicha combinación que permanece en nuestra cabeza. Así, tenemos tres narraciones en una, una forma de estimular nuestra imaginación desde el inicio. Aunque quien no esté dispuesto a realizar tal esfuerzo se puede salir del cine a los diez minutos, porque va a perder ciento veinte de su vida. Miguel Gomes y Mariana Ricardo utilizan a tres personajes femeninos (excepcionales Teresa Madruga, Laura Soveral y Ana Moreira) para reflexionar sobre la influencia del mundo exterior en las personas que poseen un mundo propio que, por cierto, no abundan. Individuos que sienten y establecen una compleja conexión emocional con otros seres especiales como ellos, a pesar de estar separados por épocas, países y años de distancia. En el film vemos como la gente sencilla e ingenua no arrastra grandes complicaciones en su vida, limitándose simplemente a vivir. Pero todos hemos conocido a este tipo de seres a los que Gomes y Ricardo hacen referencia, cuya desgracia es percibir todo lo que tienen a su alrededor y más allá, que se sienten en la obligación de hacer algo respecto a los dramas ajenos. Sufrimiento. Estas acciones aparentemente desinteresadas acarrean un sufrimiento casi masoquista, pues las posibilidades de que nosotros, individuos extraños, supongamos una verdadera ayuda es muy improbable. Aún así, los sentimientos rara vez afloran con el paso de los años, consumiéndose en una dolorosa interiorización, sobrellevada en silencio, siguiendo la incansable búsqueda de la felicidad en las vidas de sus semejantes al sentirse incapacitados o cansados de lograrla en la suya propia. Es como una maldición de la que no se puede escapar. Sientes, luego padeces. No sirven las caretas, pues terminan cayéndose en un momento u otro. No hay un don que provoque tanta aflicción como este. Aunque viendo lo visto...¿Es realmente un don?

La segunda parte de Tabú es incluso más excluyente de la primera, ya que los diálogos desaparecen en beneficio de un hermoso y desolador cuento amoroso narrado en off por uno de los personajes protagonistas del relato. Aquí se nos habla sobre el desconocimiento, la imprevisibilidad de la vida o de la inesperada influencia directa de los entornos cerrados. Cuando solo tenemos opción A o B, es común no solo decantarse por una de ambas (también puedes dejarte llevar, con sus consecuencias), sino idealizarla hasta convertirla en algo casi religioso. La limitación de elecciones cambia nuestra percepción del ambiente, los ojos con los que miramos nuestro hogar y nos llegamos a plantear cuestiones que, de otro modo, jamás nos hubieran surgido. Suele identificarse como una amenaza hacia nuestra realidad, o hacia lo que creemos que es nuestra realidad pero, en algunos casos, aunque la predisposición no sea esa, incluso puede suponer una mejora momentánea de nuestro estado actual.

Sigo en spoiler sin ser spoiler
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spoiler:
El libreto propone el camino hacia la autodestrucción como recorrido ideal para disfrutar del presente sin mirar el futuro, en una construcción idílica del Carpe diem en la que nos arrastramos al fango, nos ahogamos en él, nos mira a los ojos riéndose en nuestra cara pero, por una extraña persuasión, no nos importa. La recompensa momentánea como fabricante de sueños y realidades complacientes, como muro contra lo que está por llegar, parece suficiente. A veces, dejarse llevar no es la solución fácil, sino la única escapatoria. El viaje a ninguna parte es atractivo, las posibilidades son infinitas, su ceguera atrayente y está alimentada por nuestra adrenalina y emociones más primarias. Esperar el milagro como salvación, aunque estemos convencidos de que este no llegará. Engañarse es doloroso, si, pero también la opción menos comprometedora en ciertos momentos. Gomes y Ricardo plantean el arrebato como forma de vida, pero ¿Cuándo un arrebato puede dejar de ser considerado como tal? ¿Han de pasar meses, años para ello? ¿Acaso no forman nuestra vida una sucesión de arrebatos y malas decisiones? Mucho tiene que ver en los comportamientos de los dramáticos personajes la importancia que le profesan al prójimo, olvidándose prácticamente de vivir su vida en algunas fases y basando su existencia en una entrega constante a cuidados y atenciones. La imposibilidad de compaginar amores propios y ajenos le otorga a la historia un halo de melancólica derrota eterna, en la que solo se puede reducir levemente la potencia del golpe recibido, pero jamás evitarlo. A pesar de todo, Tabú guarda cierto espacio para un humor que funciona de forma natural, integrado en la historia a través de unos personajes cercanos y reales, con los que es fácil identificarse. Al principio puede resultar una propuesta chocante e incluso pesada, pero una vez que conoces un poco más a los protagonistas, entras sin reservas en su amargo mundo, ese que seguramente hemos poblado alguna vez en nuestra vida, al menos una vez (hay gente que vive permanentemente en él...). Probablemente, Tabú no sea tan diferente en el fondo de The Bridges of Madison County (Clint Eastwood, 1995), película admirada y más accesible al público, salvo por una construcción formal completamente opuesta y una estructura novelesca (curiosamente The Bridges of Madison County si tiene su origen en la literatura). Es una película complicada, no lo voy a negar, pero a veces llegar hasta el final se disfruta más si tu intelecto ha sido puesto a prueba minuto a minuto. Por último, mis respetos a Teresa Madruga. Enorme.

Nota:7,5

@Jlamotta23
9
17 de febrero de 2013 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quien crea que el cine actual es malo e insulso, y que ya no se hacen buenas, no solo capaces de reflexionar sino de penetrar y traspasar el alma de los espectadores... acaba de perder la apuesta.

Con una estructura narrativa muy singular, Miguel Gomes ha logrado con este, su tercer largometraje, un film único y uno de los más valientes y originales de los últimos años. No es de extrañar que se encuentre en el Top de las mejores revistas y páginas especializadas en cine (entre ellas la francesa 'Cahiers du Cinema').

Miguel Gomes conoce y maneja con gran sutileza una peculiar gramática del lenguaje cinematográfico, con lo que es imposible ponerle una etiqueta, ya que en su estilo, aparte de ser una rica fuente donde se perciben numerosas influencias de otros cineastas (desde Robert Bresson, a Bela Tarr, Aki Kaurismäki, Andrey Tarkovskiy o Sharunas Bartas), es tremendamente atípico y si se quisiera o intentara comparar al de otros directores sería casi imposible encontrar una sola relación en común.

Tabu es una película extraña, bella, profundamente poética, nostálgica, intensamente melancólica... Dividida en dos partes (más un prólogo inicial), la acción se desarrolla en dos lugares; por un lado en Lisboa y por otro en la Mozambique colonial. A través de recuerdos, miradas, sonidos y palabras, se crea esta extraordinaria historia de un amor imposible y perdido, concentrada en un personaje protagonista femenino (Aurora) cuya historia es desvelada en la 2ª parte del film por el protagonista masculino (el Sr. Ventura). Las historias de amor son infinitas e igualmente las hay de infinitas maneras, pero cómo y de qué manera contarla, situarla, mostrarla y hacer que el que esté viendo esa historia, se meta dentro de ella, la viva y la sienta como si fuera suya, es algo que está al alcance de muy pocos.
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spoiler:
Podría decirse incluso que si no hubiera sido por el cocodrilo (Dandy o Dundee), Aurora y Ventura quizás nunca hubieran desarrollado ese amor maldito, pues se presenta como el link de unión para que ambos personajes llegaran a estar más cerca el uno del otro, y por qué no, como el 'hijo' adoptivo de ambos.
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