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7.7
42,193
7
22 de abril de 2013
22 de abril de 2013
44 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
l cine escandinavo siempre se ha caracterizado por ser un cine frío, desmenuzando concienzudamente la condición humana para mostrar sus miserias y sus virtudes. Remontándonos a Bergman y Dreyer, o incluso a Victor Sjöström (del que, por cierto, no consigo demasiado material), hasta la nueva oleada de cineastas que volvió a poner al cine escandinavo en general y el danés en particular en el mapa con el movimiento Dogma 95 (Lars Von Trier y Thomas Vinterberg), los temas tratados mantenían una coherencia maquillados con las nuevas coyunturas de los tiempos.
Thomas Vinterberg, ya alejado del voto de castidad impuesto por el movimiento Dogma 95, nos trae una película que invita a reflexionar sobre, principalmente, el comportamiento del ser humano en masa. La acción la sitúa en un pequeño pueblo danés, en el que los lugareños comparten la afición por la caza (no se trata de un hobbie elegido al azar), pero bien podía situarse en una casa cualquiera con una familia cualquiera de clase media sentada delante de un televisor.
Trata sobre la fiabilidad de las fuentes, de cómo un rumor contado en el momento exacto por la persona indicada (en este caso una niña, los niños siempre dicen la verdad) puede hacer tambalear la vida de una persona (o, extrapolando, de una sociedad, de un país).
Mads Mikkelsen interpreta (de manera soberbia) a un encantador profesor de guardería (Lucas), al que los niños adoran. La hija de su mejor amigo, de nombre Klara (interpretada de manera sorprendente por su fuerza expresiva por la jovencísima Annika Weddwekopp) se encapricha con él y el hecho de que sus padres estén siempre discutiendo, le ayuda a acercarse más a Lucas. Pero un día decide inventarse una historia de abusos sexuales, sin ser demasiado consciente, que su profesora Grethe cree a pies juntillas (más bien por la necesidad de creer que por las pruebas en sí). A partir de aquí Vinterberg analiza con sumo detalle cómo se extiende el tumor dentro de la pequeña población y, cómo la gente empieza a cambiar su relación hacia el pobre Lucas. Y digo pobre Lucas porque el director, aunque quiera envolver la película con una capa de objetividad, sin juzgar, nos acaba posicionando claramente a favor del protagonista, evidenciando su inocencia (conocemos la verdad), lo que supone una manipulación en sí misma también y un complemento a su genial discurso (incluso experimentamos un amargo sentimiento hacia la niña).
Thomas Vinterberg, ya alejado del voto de castidad impuesto por el movimiento Dogma 95, nos trae una película que invita a reflexionar sobre, principalmente, el comportamiento del ser humano en masa. La acción la sitúa en un pequeño pueblo danés, en el que los lugareños comparten la afición por la caza (no se trata de un hobbie elegido al azar), pero bien podía situarse en una casa cualquiera con una familia cualquiera de clase media sentada delante de un televisor.
Trata sobre la fiabilidad de las fuentes, de cómo un rumor contado en el momento exacto por la persona indicada (en este caso una niña, los niños siempre dicen la verdad) puede hacer tambalear la vida de una persona (o, extrapolando, de una sociedad, de un país).
Mads Mikkelsen interpreta (de manera soberbia) a un encantador profesor de guardería (Lucas), al que los niños adoran. La hija de su mejor amigo, de nombre Klara (interpretada de manera sorprendente por su fuerza expresiva por la jovencísima Annika Weddwekopp) se encapricha con él y el hecho de que sus padres estén siempre discutiendo, le ayuda a acercarse más a Lucas. Pero un día decide inventarse una historia de abusos sexuales, sin ser demasiado consciente, que su profesora Grethe cree a pies juntillas (más bien por la necesidad de creer que por las pruebas en sí). A partir de aquí Vinterberg analiza con sumo detalle cómo se extiende el tumor dentro de la pequeña población y, cómo la gente empieza a cambiar su relación hacia el pobre Lucas. Y digo pobre Lucas porque el director, aunque quiera envolver la película con una capa de objetividad, sin juzgar, nos acaba posicionando claramente a favor del protagonista, evidenciando su inocencia (conocemos la verdad), lo que supone una manipulación en sí misma también y un complemento a su genial discurso (incluso experimentamos un amargo sentimiento hacia la niña).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Vinterberg no entra en aspectos legales, las visitas al juzgado o consultas con el abogado se realizan fuera de cámara, al director no le interesa ese aspecto (demasiado fácil), sino en el comportamiento de los habitantes del pueblo hacia Lucas, con una ira creciente e irreconocible en una sociedad como la danesa. Incide sobre cómo nos ve la sociedad, en la mirada humana, en el rumor, en cómo se extiende y en cómo somos capaces de condenar a un hombre basándonos en lo que oímos, sin comprobar las fuentes (ni la directora se preocupa en hablar con él). Creemos lo que queremos creer y sólo hace falta que alguien corrobore nuestra historia. Es lo que pasa en ese apacible pueblo, tan aburrido que, inconscientemente, la gente necesita un aliciente, desea "carnaza".
Una increíble y sobrecogedora película que te dejará una sensación extraña, donde el director se reafirma en que el poder del hombre como masa es más fuerte que cualquier verdad y una vez insertado el virus, el autoconvencimiento y la necesidad harán el resto, de forma que ya no haya vuelta atrás, porque como bien dice la madre de Klara cuando ésta quiere confesar: "No hija, sé que pasó de verdad, sólo lo dices para olvidarlo", ya estamos infectados.
Nota VOSP: 8,4
Una increíble y sobrecogedora película que te dejará una sensación extraña, donde el director se reafirma en que el poder del hombre como masa es más fuerte que cualquier verdad y una vez insertado el virus, el autoconvencimiento y la necesidad harán el resto, de forma que ya no haya vuelta atrás, porque como bien dice la madre de Klara cuando ésta quiere confesar: "No hija, sé que pasó de verdad, sólo lo dices para olvidarlo", ya estamos infectados.
Nota VOSP: 8,4
9
19 de enero de 2013
19 de enero de 2013
38 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al salir del cine después de haber visto Tabú, me ha resultado extraño volver a la época actual...tengo la sensación estar viviendo la época de las películas de grandes aventuras y en las que se empezaba a juguetear con el sonido. Tabú es un homenaje al CINE con mayúsculas, pero también es una aportación al mismo en toda regla, demostrando que se puede reinventar un lenguaje ya olvidado convirtiéndolo en fresco e innovador.
La película de Miguel Gomes está dividida en dos partes bien diferenciadas (igual que la película homónima de F.W. Murnau) y con un nexo que actúa de unión entre ellas: el personaje de Pilar (Teresa Madruga), una persona melancólica, con una vida sencilla sin demasiados sobresaltos, racional y con cierta timidez, que le impide tener una vida social plena.
La película de Miguel Gomes está dividida en dos partes bien diferenciadas (igual que la película homónima de F.W. Murnau) y con un nexo que actúa de unión entre ellas: el personaje de Pilar (Teresa Madruga), una persona melancólica, con una vida sencilla sin demasiados sobresaltos, racional y con cierta timidez, que le impide tener una vida social plena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Miguel Gomes propone una confrontación en la historia, ya que la primera parte narra el ocaso de Aurora, una mujer que vive en una paranoia, aficionada al juego, que ha tenido una vida plena pero que no ha envejecido acorde a ella y que ha visto reducido su mundo a tres personas: la mencionada Pilar; Santa, su criada de color; y su hija, que no le hace demasiado caso. La segunda parte cuenta, a través del relato que hace Ventura (un antiguo amigo de Aurora) a Pilar, la etapa de esplendor de Aurora, que se desarrolla en la África colonial, 50-60 años antes.
Propone también una confrontación en la forma, ya que la primera parte está rodada de una manera más convencional, en un elegante blanco y negro, que sitúa la acción en el presente; mientras que la segunda parte está rodada en analógico, con grano, sin sonido y adoptando el lenguaje del cine mudo de los años 20, mientras una elegante y sentida, voz en off (la de Ventura) nos narras las aventuras y desventuras de la joven Aurora.
Confrontación en la narración temporal. Mientras en la primera parte la acción transcurre en el presente, en días, intensificado la acción y la construcción de los personajes con detalles más cotidianos, la segunda está narrada en un espacio temporal más amplio (meses) que nos dan una idea de recuerdo, de historia más grandiosa. La idea de recuerdo también está remarcada por la falta de sonido en los diálogos en los personajes: uno recuerda lo que pasó, con más o menos detalle, pero no lo que se decía en cada momento. Aquí Gomes, utiliza el lenguaje del cine mudo no sólo para situar la acción en el pasado, sino también para potenciar el relato de Ventura, de una manera poética, los recuerdos sonoros corresponden al presente mientras que se acompañan con escenas del pasado, donde los únicos sonidos son los que permanecen inalterables con el paso del tiempo (motor de una motocicleta, una piedra que se tira al agua o incluso una canción).
Y, por último, el autor confronta el tabú de la película, el amor y las heridas que provoca. En la primera parte es la timidez y la soledad, representadas en Pilar, dificultando el acceso a una vida más plena. En la segunda parte, partiendo de una vida plena, el problema vendrá por un amor prohibido, desencadenando en pasión y con consecuencias trágicas. En ambos casos se trata de un amor imposible, aunque por diversos factores.
Tabú es una joya, una película de las que emocionan, sin trampas, elegante, una historia que merece la pena ser contada, con un guión perfectamente adaptado. Ir a ver la película de Gomes supone un acierto y una experiencia altamente gratificante. Pena que la distribución se reduzca a unas pocas copias y que sólo unos pocos privilegiados puedan disfrutar de este manjar
http://momentovosp.blogspot.com
Nota VOSP: 8,7 / 10
Propone también una confrontación en la forma, ya que la primera parte está rodada de una manera más convencional, en un elegante blanco y negro, que sitúa la acción en el presente; mientras que la segunda parte está rodada en analógico, con grano, sin sonido y adoptando el lenguaje del cine mudo de los años 20, mientras una elegante y sentida, voz en off (la de Ventura) nos narras las aventuras y desventuras de la joven Aurora.
Confrontación en la narración temporal. Mientras en la primera parte la acción transcurre en el presente, en días, intensificado la acción y la construcción de los personajes con detalles más cotidianos, la segunda está narrada en un espacio temporal más amplio (meses) que nos dan una idea de recuerdo, de historia más grandiosa. La idea de recuerdo también está remarcada por la falta de sonido en los diálogos en los personajes: uno recuerda lo que pasó, con más o menos detalle, pero no lo que se decía en cada momento. Aquí Gomes, utiliza el lenguaje del cine mudo no sólo para situar la acción en el pasado, sino también para potenciar el relato de Ventura, de una manera poética, los recuerdos sonoros corresponden al presente mientras que se acompañan con escenas del pasado, donde los únicos sonidos son los que permanecen inalterables con el paso del tiempo (motor de una motocicleta, una piedra que se tira al agua o incluso una canción).
Y, por último, el autor confronta el tabú de la película, el amor y las heridas que provoca. En la primera parte es la timidez y la soledad, representadas en Pilar, dificultando el acceso a una vida más plena. En la segunda parte, partiendo de una vida plena, el problema vendrá por un amor prohibido, desencadenando en pasión y con consecuencias trágicas. En ambos casos se trata de un amor imposible, aunque por diversos factores.
Tabú es una joya, una película de las que emocionan, sin trampas, elegante, una historia que merece la pena ser contada, con un guión perfectamente adaptado. Ir a ver la película de Gomes supone un acierto y una experiencia altamente gratificante. Pena que la distribución se reduzca a unas pocas copias y que sólo unos pocos privilegiados puedan disfrutar de este manjar
http://momentovosp.blogspot.com
Nota VOSP: 8,7 / 10

5.2
1,783
8
17 de enero de 2013
17 de enero de 2013
25 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
ue El Muerto y ser Feliz no es una película corriente queda claro desde los créditos iniciales, antes de que empiece, por esa extraña y sonora dedicatoria a la Cinemateca Uruguaya. Incluso antes de entrar al cine, ya que ni la taquillera sabía de qué película le estaba hablando...sensación extraña cuando ni las personas que trabajan en el cine conocen la película.
Al entrar, lo esperado, tres personas en hora punta (aunque en martes) en una sala de reducidas dimensiones. Empieza la película con la dedicatoria antes comentada y en los primeros minutos del film (yo tardé una media hora en entrar en la trama) experimento una sensación de desconcierto que seguro ha invadido el pensamiento de la práctica totalidad de los espectadores, ¿se habrá dejado encendido el proyeccionista el audio para ciegos?
Se tarda en entrar en la historia, más por culpa de la voz over que recorre toda la película que por la historia en sí. Santos (José Sacristán), un ex asesino a sueldo que no mata, con tres tumores diagnosticados, decide emprender un viaje sin rumbo para morir y buscar la redención de sus pecados. Cargado de morfina y al volante de su Ford Falcon con nombre propio (como si de un caballo en un western se tratase, y no es la única similitud con ese tipo de cine), el protagonista se dispone a experimentar la aventura de su vida. Para ello contará con el dinero de un trabajo que no ha hecho y de una compañera de viaje ideal, Erika (Roxana Blanco) necesitada también de ese tipo de experiencias, y que aparecerá de forma casual en la vida de Santos.
El director plantea una atmósfera deprimente, acorde con la vida de Santos, cargada de colores pastel, cámara en mano y planos sin belleza aparente. Acentuará la sensación de abandono con barridos y movimientos de cámaras intencionadamente "no profesionales", provocando en el espectador una sensación extraña, como de mareo, que acerca más si cabe a la enfermedad y visión del mundo de Santos (incentivado por el constante uso de morfina).
Pero no se puede hablar de esta película si hacer referencia a su elemento más original y novedoso. Su voz en off (que en realidad son tres y a veces al mismo tiempo) que narra absolutamente todo lo que pasa en la película, confinando la misma importancia a narración hablada e imagen. Esa voz a veces juega a confundir, a reflexionar si sobre lo que vemos es real o si, por el contrario, es real lo que oímos (o ninguna de las dos) y otras veces se limita a describir de una manera objetiva lo que pasa en pantalla, reiterando lo que ya estamos viendo. Cuestiona constantemente la veracidad de la imagen sobre el relato, el ver para creer.
Estos dos elementos, imagen y voz over, provocan un cortocircuito (palabras del director) en el visionado del espectador. Rebollo propone un reto, o un juego, del que es un placer participar. Se trata de un experimento visual y sonoro del que el director sale bien parado, cine experimental y tremendamente original.
Eso sí, la película requiere un importante esfuerzo de conciliación entre imagen y voz, y no es fácil cogerle el ritmo y sentirse cómodo, pero al terminar tienes esa sensación de haber visto algo grande y que madura de forma muy interesante en la cabeza. No apta para todos los públicos.
http://momentovosp.blogspot.es
Nota VOSP: 7,7 / 10
Al entrar, lo esperado, tres personas en hora punta (aunque en martes) en una sala de reducidas dimensiones. Empieza la película con la dedicatoria antes comentada y en los primeros minutos del film (yo tardé una media hora en entrar en la trama) experimento una sensación de desconcierto que seguro ha invadido el pensamiento de la práctica totalidad de los espectadores, ¿se habrá dejado encendido el proyeccionista el audio para ciegos?
Se tarda en entrar en la historia, más por culpa de la voz over que recorre toda la película que por la historia en sí. Santos (José Sacristán), un ex asesino a sueldo que no mata, con tres tumores diagnosticados, decide emprender un viaje sin rumbo para morir y buscar la redención de sus pecados. Cargado de morfina y al volante de su Ford Falcon con nombre propio (como si de un caballo en un western se tratase, y no es la única similitud con ese tipo de cine), el protagonista se dispone a experimentar la aventura de su vida. Para ello contará con el dinero de un trabajo que no ha hecho y de una compañera de viaje ideal, Erika (Roxana Blanco) necesitada también de ese tipo de experiencias, y que aparecerá de forma casual en la vida de Santos.
El director plantea una atmósfera deprimente, acorde con la vida de Santos, cargada de colores pastel, cámara en mano y planos sin belleza aparente. Acentuará la sensación de abandono con barridos y movimientos de cámaras intencionadamente "no profesionales", provocando en el espectador una sensación extraña, como de mareo, que acerca más si cabe a la enfermedad y visión del mundo de Santos (incentivado por el constante uso de morfina).
Pero no se puede hablar de esta película si hacer referencia a su elemento más original y novedoso. Su voz en off (que en realidad son tres y a veces al mismo tiempo) que narra absolutamente todo lo que pasa en la película, confinando la misma importancia a narración hablada e imagen. Esa voz a veces juega a confundir, a reflexionar si sobre lo que vemos es real o si, por el contrario, es real lo que oímos (o ninguna de las dos) y otras veces se limita a describir de una manera objetiva lo que pasa en pantalla, reiterando lo que ya estamos viendo. Cuestiona constantemente la veracidad de la imagen sobre el relato, el ver para creer.
Estos dos elementos, imagen y voz over, provocan un cortocircuito (palabras del director) en el visionado del espectador. Rebollo propone un reto, o un juego, del que es un placer participar. Se trata de un experimento visual y sonoro del que el director sale bien parado, cine experimental y tremendamente original.
Eso sí, la película requiere un importante esfuerzo de conciliación entre imagen y voz, y no es fácil cogerle el ritmo y sentirse cómodo, pero al terminar tienes esa sensación de haber visto algo grande y que madura de forma muy interesante en la cabeza. No apta para todos los públicos.
http://momentovosp.blogspot.es
Nota VOSP: 7,7 / 10

6.4
1,719
9
6 de junio de 2013
6 de junio de 2013
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hemos tenido que esperar un año para que En otro país, la película del director Hong Sang-soo se estrenase en España tras su paso por el festival de Cannes de 2012. De hecho se trata de la primera película del director coreano que llega a las carteleras españolas -sin duda uno de los grandes olvidados del panorama actual-, que viene avalada por la presencia de la actriz francesa Isabelle Huppert.
Hong Sang-soo propone un divertido juego de repeticiones e interacciones al espectador con esta película. A través de los guiones que escribe una chica en una habitación de un hotel, el director nos propone tres historias con varios elementos comunes entre ellas: objetos materiales (botella de soju, paraguas), personajes (socorrista, la chica del hotel), diálogos y planos. En todas ellas la historia se inicia con la llegada a un pequeño pueblo pesquero coreano de una mujer francesa llamada Anne (magistralmente interpretada por Isabelle Huppert).
Las historias fluyen al ritmo al que escribe la joven guionista, incluso rectificando ideas sobre el papel (como la escena de la segunda historia que transcurre a la orilla del puerto mientras Anne espera a su amante) y utilizando elementos de su entorno, como el hotel o su propia madre.
Al director coreano le hacen falta pocos recursos, pero muy bien escogidos, para definir a sus personajes (especialmente Anne). El uso de la climatología, la vestimenta o la interacción con los elementos comunes (interrelacionados en todas las historias), bastarán como elementos narrativos y definitorios de la personalidad de los personajes en cada historia.
Anne pasa de ser una directora bohemia e independiente (con una ropa elegante y sofisticada) en la primera historia, a una vivaz, ingenua e infiel esposa en la segunda (con un sensual vestido rojo), para acabar siendo una mujer despechada, en crisis y consentida (con un vestido de color triste).
Resulta magistral el uso del personaje del entrañable socorrista (siempre con la misma indumentaria, potenciando la idea de personaje invariable en las tres historias), cuyo encuentro con Anne (siempre de la misma manera) servirá al director (en la piel de la joven guionista) para experimentar con el personaje de Anne, poniéndola a prueba, observándola cuidadosamente y provocándole diferentes reacciones, en una especie de catarsis emocional.
Junto a todo este puzzle atemporal, construido meticulosamente, el director saca tiempo para hacer una profunda reflexión sobre la fragilidad de las relaciones personales, condimentada por la dificultad de entablar una relación amorosa (aquí el idioma), los celos o la búsqueda de la espiritualidad.
En definitiva, una película divertida, bien construida y estructurada, en apariencia simple pero de enorme complejidad, que supone un reto al espectador (preocupado por encontrar los elementos comunes en cada historia) y que refuerza la idea de necesidad de búsqueda constante del placer (aquí un pequeño faro). Maravillosa.
http://momentovosp.blogspot.com.es
Nota VOSP: 8,5
Hong Sang-soo propone un divertido juego de repeticiones e interacciones al espectador con esta película. A través de los guiones que escribe una chica en una habitación de un hotel, el director nos propone tres historias con varios elementos comunes entre ellas: objetos materiales (botella de soju, paraguas), personajes (socorrista, la chica del hotel), diálogos y planos. En todas ellas la historia se inicia con la llegada a un pequeño pueblo pesquero coreano de una mujer francesa llamada Anne (magistralmente interpretada por Isabelle Huppert).
Las historias fluyen al ritmo al que escribe la joven guionista, incluso rectificando ideas sobre el papel (como la escena de la segunda historia que transcurre a la orilla del puerto mientras Anne espera a su amante) y utilizando elementos de su entorno, como el hotel o su propia madre.
Al director coreano le hacen falta pocos recursos, pero muy bien escogidos, para definir a sus personajes (especialmente Anne). El uso de la climatología, la vestimenta o la interacción con los elementos comunes (interrelacionados en todas las historias), bastarán como elementos narrativos y definitorios de la personalidad de los personajes en cada historia.
Anne pasa de ser una directora bohemia e independiente (con una ropa elegante y sofisticada) en la primera historia, a una vivaz, ingenua e infiel esposa en la segunda (con un sensual vestido rojo), para acabar siendo una mujer despechada, en crisis y consentida (con un vestido de color triste).
Resulta magistral el uso del personaje del entrañable socorrista (siempre con la misma indumentaria, potenciando la idea de personaje invariable en las tres historias), cuyo encuentro con Anne (siempre de la misma manera) servirá al director (en la piel de la joven guionista) para experimentar con el personaje de Anne, poniéndola a prueba, observándola cuidadosamente y provocándole diferentes reacciones, en una especie de catarsis emocional.
Junto a todo este puzzle atemporal, construido meticulosamente, el director saca tiempo para hacer una profunda reflexión sobre la fragilidad de las relaciones personales, condimentada por la dificultad de entablar una relación amorosa (aquí el idioma), los celos o la búsqueda de la espiritualidad.
En definitiva, una película divertida, bien construida y estructurada, en apariencia simple pero de enorme complejidad, que supone un reto al espectador (preocupado por encontrar los elementos comunes en cada historia) y que refuerza la idea de necesidad de búsqueda constante del placer (aquí un pequeño faro). Maravillosa.
http://momentovosp.blogspot.com.es
Nota VOSP: 8,5

7.6
11,840
5
26 de noviembre de 2012
26 de noviembre de 2012
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
AL ESTE DEL EDÉN, 1955
Estamos en 1955, año cumbre en Hollywood. Nace (y muere) una estrella, James Dean. Tres películas, dos de ellas estrenadas en ese año, y la tercera (Gigante) al año siguiente. Dean murió al finalizar el rodaje de esta última. En un año, nacimiento, explosión y muerte de un estella.
Con esa historia es fácil que se mitifique cualquiera de las tres películas que interpretó el joven actor prodecente del Actor´s Studio (fundado por Elia Kazan). Al Este del Edén (East of Eden, 1955) dirigida por Elia Kazan, fue su primera película y la que le lanzó al estrellato ya que, hasta entonces, sólo contaba con fugaces apariciones en series de televisión y papeles en cine como figurante.
Las obras de John Steinbeck han sido fuente inagotable de guiones en el cine, de algunas han surgido películas magistrales como Náufragos de Hitchcock o Las Uvas de la Ira de Ford. Sin embargo, otras adaptaciones, como Al Este del Edén, me parecen mucho más flojas y poco profundas.
La cinta expone las intensas y complejas relaciones familiares de un padre (Adam Task) con sus dos hijos (Aron y Cal), que han tenido que vivir sin el apoyo crucial de una madre. La lucha del bien y el mal entre los hermanos -al más puro estilo de Caín y Abel-, entra en conflicto con su padre y la novia del hermano bueno (Aron), mientras que el hermano malo (Cal) descubre algo que le hará replantearse su existencia y cambiar totalmente su personalidad.
La película de Kazan pierde interés a medida que avanza la película, ya que depende demasiado del personaje principal (el hermano malo Cal Task), interpretado por un sobreactuado Dean. Me sobran muchos primeros planos en los que Dean abusa de la cámara y de los registros para conmover al espectador: caídas de ojos, sufrimiento, giros de cara….La película entera es un abuso del personaje de Cal, un sufrimiento contínuo, mal orientada a mi modo de ver, ya que se convierte en totalmente previsible.
En resumen, la película sirve para contemplar el pavoneo personal de Dean, ver algunas escenas míticas del cine de Hollywood y corroborar que, cuando quiere, Kazan tiene un dominio técnico interesante (sirva como ejemplo la genial escena de la charla entre padre e hijo mientras este último se balancea en un columpio. No se trata de una mala película, pero me esperaba mucho más del director de Un tranvía Llamado Deseo y, sobre todo, La Ley del Silencio.
Estamos en 1955, año cumbre en Hollywood. Nace (y muere) una estrella, James Dean. Tres películas, dos de ellas estrenadas en ese año, y la tercera (Gigante) al año siguiente. Dean murió al finalizar el rodaje de esta última. En un año, nacimiento, explosión y muerte de un estella.
Con esa historia es fácil que se mitifique cualquiera de las tres películas que interpretó el joven actor prodecente del Actor´s Studio (fundado por Elia Kazan). Al Este del Edén (East of Eden, 1955) dirigida por Elia Kazan, fue su primera película y la que le lanzó al estrellato ya que, hasta entonces, sólo contaba con fugaces apariciones en series de televisión y papeles en cine como figurante.
Las obras de John Steinbeck han sido fuente inagotable de guiones en el cine, de algunas han surgido películas magistrales como Náufragos de Hitchcock o Las Uvas de la Ira de Ford. Sin embargo, otras adaptaciones, como Al Este del Edén, me parecen mucho más flojas y poco profundas.
La cinta expone las intensas y complejas relaciones familiares de un padre (Adam Task) con sus dos hijos (Aron y Cal), que han tenido que vivir sin el apoyo crucial de una madre. La lucha del bien y el mal entre los hermanos -al más puro estilo de Caín y Abel-, entra en conflicto con su padre y la novia del hermano bueno (Aron), mientras que el hermano malo (Cal) descubre algo que le hará replantearse su existencia y cambiar totalmente su personalidad.
La película de Kazan pierde interés a medida que avanza la película, ya que depende demasiado del personaje principal (el hermano malo Cal Task), interpretado por un sobreactuado Dean. Me sobran muchos primeros planos en los que Dean abusa de la cámara y de los registros para conmover al espectador: caídas de ojos, sufrimiento, giros de cara….La película entera es un abuso del personaje de Cal, un sufrimiento contínuo, mal orientada a mi modo de ver, ya que se convierte en totalmente previsible.
En resumen, la película sirve para contemplar el pavoneo personal de Dean, ver algunas escenas míticas del cine de Hollywood y corroborar que, cuando quiere, Kazan tiene un dominio técnico interesante (sirva como ejemplo la genial escena de la charla entre padre e hijo mientras este último se balancea en un columpio. No se trata de una mala película, pero me esperaba mucho más del director de Un tranvía Llamado Deseo y, sobre todo, La Ley del Silencio.
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