La aldea malditaMediometraje
7.1
1,563
29 de octubre de 2009
29 de octubre de 2009
44 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama rural ambientado en la Castilla de los años '30 que narra la desgracia de los habitantes de un pequeño pueblo salmantino que se ve obligado a emigrar ante las inclemencias meteorológicas, que imposibilitan cualquier forma de subsistencia con el destrozo año tras año de la cosecha.
La película está considerada por muchos como la mejor película española del periodo mudo, si bien es preciso realizar una serie de puntualizaciones al respecto. La primera versión del filme, rodada por Florián Rey y financiada por el propio Pedro Larrañaga (costó 22.000 pesetas), se trataba de una versión muda. Sin embargo, en 1930 ya existía la técnica sonora, y tras realizar una serie de pases previos entre sus más allegados, le instaron a sonorizarla. Y así lo hizo. En los estudios Tobis franceses se produjo la sonorización y el filme pudo estrenarse tanto en Francia como en España en 1930 como una película sonora.
La cinta fue un rotundo éxito, y debido a ello, todas las copias terminaron estropeándose y desapareciendo. Es por ello que la versión que se conserva en la actualidad, restaurada por el ICAA en 1986 con motivo del Festival de Valladolid del mismo año, es muda, ya que los negativos empleados, y que eran los únicos que se conservaban, eran los de la versión silente. Así pues, la película muda nunca existió para el público de la época.
La historia se centra en la desgracia de Juan y su familia. Ante la pérdida de la cosecha, todos los habitantes del pueblo ven peligrar su subsistencia por la falta de alimentos. Todos menos el tío Lucas, el prestamista del lugar. Furioso con la situación, Juan le ataca y es encarcelado. Su mujer decide partir hacia la ciudad en busca de fortuna, como hacen el resto de aldeanos, dejando en el pueblo a su hijo a cargo del abuelo invidente.
La película está considerada por muchos como la mejor película española del periodo mudo, si bien es preciso realizar una serie de puntualizaciones al respecto. La primera versión del filme, rodada por Florián Rey y financiada por el propio Pedro Larrañaga (costó 22.000 pesetas), se trataba de una versión muda. Sin embargo, en 1930 ya existía la técnica sonora, y tras realizar una serie de pases previos entre sus más allegados, le instaron a sonorizarla. Y así lo hizo. En los estudios Tobis franceses se produjo la sonorización y el filme pudo estrenarse tanto en Francia como en España en 1930 como una película sonora.
La cinta fue un rotundo éxito, y debido a ello, todas las copias terminaron estropeándose y desapareciendo. Es por ello que la versión que se conserva en la actualidad, restaurada por el ICAA en 1986 con motivo del Festival de Valladolid del mismo año, es muda, ya que los negativos empleados, y que eran los únicos que se conservaban, eran los de la versión silente. Así pues, la película muda nunca existió para el público de la época.
La historia se centra en la desgracia de Juan y su familia. Ante la pérdida de la cosecha, todos los habitantes del pueblo ven peligrar su subsistencia por la falta de alimentos. Todos menos el tío Lucas, el prestamista del lugar. Furioso con la situación, Juan le ataca y es encarcelado. Su mujer decide partir hacia la ciudad en busca de fortuna, como hacen el resto de aldeanos, dejando en el pueblo a su hijo a cargo del abuelo invidente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Usando elementos del cine soviético, así como también del expresionismo alemán, Florián Rey logra recrear una atmósfera cargada y agobiante en toda la secuencia que se desarrolla en el pueblo de Luján. Las nubes recorriendo el cielo, amenazantes, las caras sombrías de los desdichados campesinos, conocedores que nada bueno van a traer, las plegarias en la iglesia para evitar la situación... Un espectacular mosaico de desolación que cristaliza con el éxodo masivo de los lugareños hacia las ciudades de la zona: Salamanca y Segovia, con unas estremecedoras imágenes de los carros cargados dejando tras de sí la aldea, mientras un afligido Juan ve desde la cárcel la marcha de su esposa sin poder hacer nada por evitarlo. Sin lugar a dudas se trata de la parte más destacada del filme, que luego se vuelve bastante más convencional.
En esta segunda parte se cuenta el encuentro entre Juan y su esposa Acacia tres años después de haberse producido el exilio, habiéndose convertido la segunda en una mujer de mal vivir, corrompida por la ciudad. El centro de atención se traslada a la turbulenta relación de ambos personajes, y cómo intentan hacer creer al abuelo que todo marcha sobre ruedas, al menos hasta que muera... El tema del honor toma aquí todo el protagonismo, y resultan especialmente destacables las escenas del lapidamiento de Acacia por parte de unos chavales que la consideran una bruja, o la impactante escena final de una trastornada Acacia meciendo una cuna vacía y pidiendo silencio a los presentes, para evitar despertar al niño.
Destacable filme del periodo mudo español, que con muy pocos medios consiguió transmitir unas poderosas sensaciones, que sin embargo su remake de 1942, también de Florián Rey, y con mucho más presupuesto, no logró, pese a conseguir esta segunda versión el premio a la mejor película en el Festivas de Cine de Venecia de 1943.
En esta segunda parte se cuenta el encuentro entre Juan y su esposa Acacia tres años después de haberse producido el exilio, habiéndose convertido la segunda en una mujer de mal vivir, corrompida por la ciudad. El centro de atención se traslada a la turbulenta relación de ambos personajes, y cómo intentan hacer creer al abuelo que todo marcha sobre ruedas, al menos hasta que muera... El tema del honor toma aquí todo el protagonismo, y resultan especialmente destacables las escenas del lapidamiento de Acacia por parte de unos chavales que la consideran una bruja, o la impactante escena final de una trastornada Acacia meciendo una cuna vacía y pidiendo silencio a los presentes, para evitar despertar al niño.
Destacable filme del periodo mudo español, que con muy pocos medios consiguió transmitir unas poderosas sensaciones, que sin embargo su remake de 1942, también de Florián Rey, y con mucho más presupuesto, no logró, pese a conseguir esta segunda versión el premio a la mejor película en el Festivas de Cine de Venecia de 1943.
2 de noviembre de 2012
2 de noviembre de 2012
27 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
El anacrónico argumento de esta gran película queda ridiculizado por la impresionante envergadura de la propuesta cinematográfica de Rey, constituyendo a "La aldea maldita" en un soberano e indiscutible clásico del cine español, en la gran película muda que diera nuestro cine.
Es un film extraordinario que bebe de las fuentes de autores tan indispensables como Griffith o Eisenstein, demsotrando Rey un pionerismo y un conocimiento del lenguaje cinematográfico insólito en el panorama del cine español de aquel entonces.
Film asombroso y admirable, narra una historia folletinesca que en manos del magistral trabajo de los actores, de la fotografía de Alberto Arroyo (realmente impresionante, de una fuerza desoladora, tangible y realista que transmite con furioso poder la tragedia de estos campesinos maltratados por las inclementes cosechas) y de la puesta en escena, se convierte en una obra maestra. La temática de "La aldea maldita" no deja, pese al anacronismo que insisto pudiera representar actualmente, de ser interesante y atemporal: el éxodo del campo a la ciudad (ahora está ocurriendo al revés en algunos casos), la consiguiente pérdida de las raíces, el exacerbado sentido del honor y la integridad moral de estas gentes.
Se trata de una película de cine puro, emocionante y poderoso, dónde debiéramos ver todos la obra maestra que representó y luego no fue continuada en nuestro cine.
Es un film extraordinario que bebe de las fuentes de autores tan indispensables como Griffith o Eisenstein, demsotrando Rey un pionerismo y un conocimiento del lenguaje cinematográfico insólito en el panorama del cine español de aquel entonces.
Film asombroso y admirable, narra una historia folletinesca que en manos del magistral trabajo de los actores, de la fotografía de Alberto Arroyo (realmente impresionante, de una fuerza desoladora, tangible y realista que transmite con furioso poder la tragedia de estos campesinos maltratados por las inclementes cosechas) y de la puesta en escena, se convierte en una obra maestra. La temática de "La aldea maldita" no deja, pese al anacronismo que insisto pudiera representar actualmente, de ser interesante y atemporal: el éxodo del campo a la ciudad (ahora está ocurriendo al revés en algunos casos), la consiguiente pérdida de las raíces, el exacerbado sentido del honor y la integridad moral de estas gentes.
Se trata de una película de cine puro, emocionante y poderoso, dónde debiéramos ver todos la obra maestra que representó y luego no fue continuada en nuestro cine.
15 de mayo de 2014
15 de mayo de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La aldea maldita de Florián Rey, es un drama de cine mudo basado en la dura vida de unos campesinos a principios del siglo XX. Dirigida con un ritmo lento y pausado, y de un modo particular y típico del cine mudo, es admirable y dramática por trasmitir con sinceridad la penuria y malos tiempos de la época de manera impecable y correcta. Realizada de forma magistral, tiene un resultado duro y emotivo que pone al espectador en situación.
La fotografía en blanco y negro, es oscura y austera, con gran uso de los claroscuros e imágenes evocadoras que son humildes pero que están muy bien trabajadas, trasportando al espectador al momento y lugar en cuestión. La música, es triste y melancólica, con canciones de piano clásico que acompaña el sentimental y conmovedor argumento, gracias a sus sonidos armoniosos y agradables. Y los planos y movimientos de cámara, están sobriamente elaborados al utilizar los panorámicos, generales, primeros planos y detalles en un conseguido trabajo.
Las actuaciones, son profundas y remarcables. Contando con las expresivas e íntegras interpretaciones de Carmen Viance, Pedro Larrañaga, Amelia Muñoz, Pilar Torres, Ricardo Núñez, José Baviera y Modesto Rivas. Para los cuales emplea, unos vestuarios y caracterizaciones alusivos a los pueblos y momento en cuestión, con ropas pobres y carentes, marcando claramente las necesidades de la época.
El guion, escrito por el mismo director es conmovedor y sentimental, argumentado de manera que absorbe con su extremo realismo y crudeza, al plasmar la dureza y desesperanza de la población de los pueblos, y dejando sentir el penetrante pesimismo que de modo implacable y profundo cala en el espectador. Y esta llevado a cabo, con una narrativa explicativa escrita clásica y antigua que es sugerente y desilusionada, haciendo también un excelente uso del lenguaje no verbal por parte de sus protagonistas.
En definitiva, la considero una obra inmortal e insustituible del cine clásico español, que muestra una historia sincera y verosímil de cómo era la España anterior a la guerra, de manera dura y sentimental en un sobrio trabajo que aun siendo mudo, trasmite tanto o más que una obra sonora. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, vestuarios y narrativa escrita y visual que hacen de La aldea maldita, un film necesario para cualquier cinéfilo buscador de obras mudas sencillas pero brillantes.
La fotografía en blanco y negro, es oscura y austera, con gran uso de los claroscuros e imágenes evocadoras que son humildes pero que están muy bien trabajadas, trasportando al espectador al momento y lugar en cuestión. La música, es triste y melancólica, con canciones de piano clásico que acompaña el sentimental y conmovedor argumento, gracias a sus sonidos armoniosos y agradables. Y los planos y movimientos de cámara, están sobriamente elaborados al utilizar los panorámicos, generales, primeros planos y detalles en un conseguido trabajo.
Las actuaciones, son profundas y remarcables. Contando con las expresivas e íntegras interpretaciones de Carmen Viance, Pedro Larrañaga, Amelia Muñoz, Pilar Torres, Ricardo Núñez, José Baviera y Modesto Rivas. Para los cuales emplea, unos vestuarios y caracterizaciones alusivos a los pueblos y momento en cuestión, con ropas pobres y carentes, marcando claramente las necesidades de la época.
El guion, escrito por el mismo director es conmovedor y sentimental, argumentado de manera que absorbe con su extremo realismo y crudeza, al plasmar la dureza y desesperanza de la población de los pueblos, y dejando sentir el penetrante pesimismo que de modo implacable y profundo cala en el espectador. Y esta llevado a cabo, con una narrativa explicativa escrita clásica y antigua que es sugerente y desilusionada, haciendo también un excelente uso del lenguaje no verbal por parte de sus protagonistas.
En definitiva, la considero una obra inmortal e insustituible del cine clásico español, que muestra una historia sincera y verosímil de cómo era la España anterior a la guerra, de manera dura y sentimental en un sobrio trabajo que aun siendo mudo, trasmite tanto o más que una obra sonora. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, vestuarios y narrativa escrita y visual que hacen de La aldea maldita, un film necesario para cualquier cinéfilo buscador de obras mudas sencillas pero brillantes.
12 de noviembre de 2017
12 de noviembre de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La Aldea Maldita" es la obra maestra del cine mudo español. O por lo menos la más completo. Su visionado es casi obligado para los cinéfilos, aunque es muy difícil conseguirla. Y verla en pantalla grande es una misión imposible.
No sólo es una obra maestra, sino que es la primera gran actuación de los actores españoles en la pantalla. Hasta el momento el cine mudo español (como en casi todas las películas) no tenía ensayos. En esta película estuvieron ensayando, lo que se nota en el resultado final de la cinta.
Pero lo importante de esta película no es la repercusión que tuvo en todo el cine español posterior, ni en la escuela de actuación de los actores (de aquí salió una generación inmejorable de actores españoles); sino su triste realidad. La película cuenta una historia tan cierta en la España de ese momento como en la actual. La despoblación. El éxodo. Ya no ha cómo vivir en tu pueblo y te marchas a la ciudad, o ya no hay futuro en la ciudad y hay que emigrar al extranjero. La triste realidad de esta película es la triste realidad de España.
No sólo es una obra maestra, sino que es la primera gran actuación de los actores españoles en la pantalla. Hasta el momento el cine mudo español (como en casi todas las películas) no tenía ensayos. En esta película estuvieron ensayando, lo que se nota en el resultado final de la cinta.
Pero lo importante de esta película no es la repercusión que tuvo en todo el cine español posterior, ni en la escuela de actuación de los actores (de aquí salió una generación inmejorable de actores españoles); sino su triste realidad. La película cuenta una historia tan cierta en la España de ese momento como en la actual. La despoblación. El éxodo. Ya no ha cómo vivir en tu pueblo y te marchas a la ciudad, o ya no hay futuro en la ciudad y hay que emigrar al extranjero. La triste realidad de esta película es la triste realidad de España.
12 de marzo de 2015
12 de marzo de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con solo un año de diferencia, El misterio de la Puerta del Sol y La aldea maldita hablan de dos españas tan distintas como distintos fueron sus estrenos. Ambas sonoras, aunque una en directo y la otra doblada, las dos rodadas en los inicios del sonoro y con un lenguaje cinematográfico que sucumbiría a los cambios tecnológicos; pero una tan irreverente como ridícula y la otra tan delicada como íntima, que parecen pertenecer a dos épocas y dos mundos distintos. En La aldea maldita se retrata una sociedad ahogada en la pobreza y la lucha por salir de ella, la ruptura de la familia y el contraste de las tradiciones con los nuevos
tiempos. Evidentemente los hombres siguen siendo los protagonistas, llevan todo el peso de la narración, mientras que las mujeres son las catalizadoras de las desventuras masculinas, la causa de sus problemas. Y es que en el cine de la época no se puede negar la visión de la mujer como un objeto que en el momento en el que desobedece al hombre se aparta del camino establecido y provoca la deshonra de su familia o la muerte de su amante.
En la película de Florián Rey podemos ver un pueblo tradicional y castizo, pero alejado del folklore casposo de la típica españolada. Sus protagonistas cobran vida en un mundo casi de neo-realismo en el que se muestra a la mujer como la tentación y a la ciudad como escapatoria y salvación. Los personajes están bien construidos. El abuelo que es ciego, pero no tonto, habla del honor, el castellano, de la mancha de la infidelidad, la que no se perdona. En un momento dado intenta tocar a Acacia como consuelo pero esta ya se ha ido, se ha alejado de él, seguramente por sus palabras. La aldea maldita tiene tantos matices, tantas interpretaciones y calidad en su historia, con un guión tan cuidado que consigue fácilmente hacer olvidar cualquier avance técnico de la época. Una cinta sentimental en el que la importancia la tienen sus protagonistas y su historia personal, tantas veces repetida en esa España de hambre, pobreza y honor mal entendido.
tiempos. Evidentemente los hombres siguen siendo los protagonistas, llevan todo el peso de la narración, mientras que las mujeres son las catalizadoras de las desventuras masculinas, la causa de sus problemas. Y es que en el cine de la época no se puede negar la visión de la mujer como un objeto que en el momento en el que desobedece al hombre se aparta del camino establecido y provoca la deshonra de su familia o la muerte de su amante.
En la película de Florián Rey podemos ver un pueblo tradicional y castizo, pero alejado del folklore casposo de la típica españolada. Sus protagonistas cobran vida en un mundo casi de neo-realismo en el que se muestra a la mujer como la tentación y a la ciudad como escapatoria y salvación. Los personajes están bien construidos. El abuelo que es ciego, pero no tonto, habla del honor, el castellano, de la mancha de la infidelidad, la que no se perdona. En un momento dado intenta tocar a Acacia como consuelo pero esta ya se ha ido, se ha alejado de él, seguramente por sus palabras. La aldea maldita tiene tantos matices, tantas interpretaciones y calidad en su historia, con un guión tan cuidado que consigue fácilmente hacer olvidar cualquier avance técnico de la época. Una cinta sentimental en el que la importancia la tienen sus protagonistas y su historia personal, tantas veces repetida en esa España de hambre, pobreza y honor mal entendido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En la película, Juan vive su propia lucha interna entre el honor y el amor. Se ve obligado a confesar la verdad en una sociedad en la que no existe el perdón. Y es que la infidelidad vista desde fuera de la pareja, desde el punto de vista del pillo, del ligón, no tiene nada que ver con la del punto de vista del marido, del padre, del suegro, de la familia, que es la que en realidad sufre las
consecuencias. Destacable es el trabajo de Florián Rey en escenas como la de Juan, que dobla el periódico zanjando el asunto, para mostrar después a Acacia volviendo al pueblo, al hambre al que está destinada. O el plano en el que la esposa duerme en la cama, sufriendo por sus pesadillas y una sombra, que recuerda al Nosferatu de Murnau, le oprime el alma atormentada. En cierto modo tanto El misterio de la Puerta del Sol como La aldea maldita hablan de las obsesiones, la de Acacia y los niños, el abuelo y el honor, Pompeyo Pimpollo y Rodolfo Bambolino y la fama, Juan la rectitud y el esfuerzo. El camino para conseguirlo y sus consecuencias es lo que diferencia a dos películas que lo único que tienen en común es la pertenencia a una misma época.
consecuencias. Destacable es el trabajo de Florián Rey en escenas como la de Juan, que dobla el periódico zanjando el asunto, para mostrar después a Acacia volviendo al pueblo, al hambre al que está destinada. O el plano en el que la esposa duerme en la cama, sufriendo por sus pesadillas y una sombra, que recuerda al Nosferatu de Murnau, le oprime el alma atormentada. En cierto modo tanto El misterio de la Puerta del Sol como La aldea maldita hablan de las obsesiones, la de Acacia y los niños, el abuelo y el honor, Pompeyo Pimpollo y Rodolfo Bambolino y la fama, Juan la rectitud y el esfuerzo. El camino para conseguirlo y sus consecuencias es lo que diferencia a dos películas que lo único que tienen en común es la pertenencia a una misma época.
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