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Mi gran noche

Comedia A José lo envía la ETT a un pabellón industrial de las afueras de Madrid para trabajar en la grabación de una gala especial de Nochevieja. Cientos de figurantes como él llevan semana y media encerrados y desesperados mientras fingen celebrar con alegría la falsa venida del Año Nuevo. Alphonso, la estrella musical, es capaz de todo para asegurarse que su actuación tendrá la máxima audiencia. Adanne, su antagonista, joven cantante latino, ... [+]
Críticas 117
Críticas ordenadas por utilidad
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6
24 de octubre de 2015
77 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bebiendo directamente de las fuentes tanto del esperpento como de cierto teatro del absurdo, Álex de la Iglesia vuelve a armar el Belén. Utilizando la brocha gorda y la caricatura deformante como herramientas corrosivas, nos presenta la grabación televisiva de una gala de Año Nuevo como catalizador de un microcosmos de deformidades morales que nos devuelve el retrato de nuestra época, devorada por la zafiedad consumista, caracterizada por la menesterosidad ética, corroída por una carencia deontológica básica, emponzoñada por la bisutería más chabacana y basta. ¿Hay quien cree que se cargan las tintas o se exageran gestos o situaciones? Señores seamos serios, ¡estamos en antena!

Su capacidad por exprimir lo inmediato, la simbología más cutre y rastrera, sacar oro de las situaciones más previsibles o reconocibles (el mundo es un espectáculo cochambroso y mezquino, donde todos buscan aprovecharse de todo y todos, donde la solidaridad sólo es una entrada velada en un diccionario arrinconado en el desván del olvido pretérito), utilizando para ello los clichés de moda o reelaborando iconografías patrias y llevándolas hasta la parodia descarada y descarnada… ¿cómo no agradecer el rescate del incombustible Raphael en el burlesco papel de Alphonso, llevándolo hasta el extremo devastador de su propia grandilocuencia? El homenaje y la burla se dan la mano y salen victoriosos por su falta de inhibiciones y remordimientos.

Pero también se ridiculizan y revelan las corruptelas políticas y mediáticas, la explotación laboral indecente por apenas un puñado de euros ganados a destajo (muecas de alegría, aplausos al aíre, descoordinación entre lo que ocurre, cuándo ocurre y para qué ocurre), se ríe de los divismos de vodevil de tarugos sin un dedo de cacumen, arrogancia de estrellas en declive o que se les ha pasado el arroz sin que se quieran dar cuenta, la ambición desaforada de mujercillas que no pasan de ser putones que no saben que lo son o que prefieren no poner un nombre indecoroso a su afán por salir del fango y del anonimato, unos representantes con más cerebro y ambición que sus borricos representados… Hay tanto material y tanto jolgorio regocijante que no sabe uno por dónde empezar ni a qué atender.

Hay veces que es mejor pecar por exceso que no por defecto. No estamos ante una propuesta redonda ni del todo satisfactoria, pero se agradece el desparpajo, el descaro, la irreverencia y la capacidad crítica de un espíritu tan iconoclasta e insolente para desentumecer una cartelera que rehúye el riesgo, propensa a lo previsible y calcado. Pasen y mírense en el espejo, seguro que no se reconocen pero reconocen a su vecino…
5
25 de octubre de 2015
53 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ver, es raro, porque la película en el cine me ha transmitido la sensación de ser justita, limitada, irregular, no sé como decirlo, por momentos avanzaba y por momentos se hacía lenta, me encanta Álex de la Iglesia, pero de hace un tiempo para acá, como que le noto bajo de forma, ¿dónde quedan las fantásticas El dia de la Bestia y La Comunidad o la iniciática Acción mutante?. Tiene este film momentos en que me ha salido una sonrisa, incluso una carcajada, el problema es que lo absurdo tiene un límite, la imaginación también y la exageración más. Sabido es que la exageración y el humor negro es marca de la casa, marca Álex de la Iglesia, pero en esta producción abunda mucho lo primero y poco lo segundo. Me ha dejado a medias. En algunos momentos parece que por la cantidad de actores y apariciones fugaces y el tipo de humor absurdo/escatológico estés viendo más una de Torrente que de Álex. Pepón Nieto me ha gustado, Carlos Areces también y Raphael me ha sorprendido para bién, los demás cumplen. Pues eso, humm, me quedo pensativo, dubitativo, entre el regular y el interesante no tengo para desgracia mía más remedio que meterle el 5.
7
20 de septiembre de 2015
44 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Álex de la Iglesia, fiel a su estilo, ha engendrado una nueva criatura. Un retoño buscado y deseado que viene lanzando dardos desde el primer instante en que abre la boca. Crítica punzante sobre la actual crisis económica que saca a la superficie el lado más ruin del ser humano. Un sálvese quien pueda en perfecta comunión con la hipocresía del show business. Escaparate de una realidad podrida que prioriza la fachada decorándola para el vecino.

De la Iglesia, maestro de la sátira, firma un desfase altamente encomiable, vistiendo a su recién llegado con la misma canastilla de humor que a sus hermanos. Tal vez las prendas no sean tan negras como antaño pero sí el etiquetado de mala baba habitual en la filmografía del cineasta.

En Mi Gran Noche no hay tregua a la resaca. Un continuo desenfreno visual que embriaga y que, sin embargo, nunca llega a nublar la vista. Arranca con fuerza y se mantiene apoyándose en un reparto glorioso dónde nadie desentona y nadie destaca porque de ello no se trata. Y es que el maestro de ceremonias de esta excentricidad orquesta con una sintonía memorable a todo su séquito como el digno heredero de Berlanga.

Puede reprochársele en este desaguisado - y así alejándole del creador de "El Verdugo" - cierta tendencia a abarcar más de la cuenta y, como en la mayoría de su historial, no lacrar con fuerza lo que ha ido perpetrando durante todo el metraje. Aún así adentrarse en el mundo de De la Iglesia siempre es aventurarse a una locura tan caótica como disfrutable.
5
19 de octubre de 2015
28 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para ser justos, hay que reconocer que con la poca información que tenía sobre Mi gran noche, no esperaba encontrarme precisamente con el mejor trabajo de su director. No es que la haya precisamente con prejuicios pero esperaba, como de costumbre, encontrarme algo en su línea habitual gamberra, pese a que sus dos últimos trabajos en esa onda (Balada triste de trompeta y Las brujas de Zugarramurdi) no terminaran de funcionar, en buena parte, por esos terceros actos apoteósicos que tanto le gustan al bilbaíno done suelta toda la carnaza sin medida alguna. Aquí no es que la incontinencia le supere en el tramo final del guión. En esta ocasión, directamente, ha construido un megachiste de 100 minutos al que pocos serán los que le vean la gracia por algún lado. Un sketch permanente que pese a contener algún momento potente (un Jaime Ordóñez ya imprescindible para Älex), se acaban perdiendo entre tanta mediocridad.

Todo se resume a la grabación de un especial televisivo de nochevieja, ocasión que Alex y su habitual co-guionista Jorge Guerricaecheverría no desaprovechan para verter toda su ironía y mirada crítica hacia el postureo televisivo (tema central ya visto en La chispa de la vida), la lucha de egos, las aspiraciones artísticas de ciertos presentadores o la disposición de conseguir fama y dinero fácil por parte de algunas personas sin importar el cómo.

Todo ello regado con el peculiar sentido del humor de Alex, impregnando todo de principio a fin llegando y sobrepasando todos los límites del humor absurdo y, en ciertos momentos, incluso los del humor infantiloide y facilón (a Fuengirola me refiero, por decir uno). Hace tiempo escuché a alguien referirse al humor de los 'chanantes' como una especie de broma privada en la que no conseguía entrar y por tanto disfrutar. Algo parecido ha pasado aquí. Todo el guión parece una broma entre amigos que seguro que a ellos les ha hecho mucha gracia, pero fuera de su círculo pocos van a compartir el entusiasmo. Toda la trama de Pepón Nieto (toda) es absurda y fuera de tono. En su caso es más llamativo porque en Las brujas le tocó jugar la misma parte. La parte de Enrique Villén, demasiado artificiosa. Pero sin duda, donde han echado el resto ha sido con el personaje de Raphael. O Alphonso, como el nombre de su personaje, no vaya a ser que alguien no capte la sutileza de la parodia a pesar de vestirle como una mezcla de Marlon Brando en Superman y el Willy Wonka de Johnny Depp.

El resultado viene a ser una vuelta a los orígenes de su carrera, con sus virtudes y sus defectos. Algo que no tiene necesariamente que ser negativo pero que, al igual que le pasó a Almodóvar con Los amantes pasajeros, el resultado difícilmente puede ser más esperpéntico. Si en Acción mutante recurría a Karina y sus Aires de fiesta como detonante central, en esta ocasión es Escándalo y por extensión Raphael los que marquen el paso. Solo que en esta ocasión podría haberse llamado Acción 'mu tonta'.
6
14 de noviembre de 2015
23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es lo que ocurre cuando se tiene un buen material y no se emplea bien. En el apartado técnico prácticamente no se le puede achacar nada, pero el guión tropieza al querer regalar minutos a personajes secundarios, olvidándose de este modo de Alphonso, el personaje de Raphael tristemente desaprovechado. Cuando el cantante aparece la película gana, sobre todo junto a Carlos Areces, cuya presencia ya es motivo de risa. Jaime Ordóñez, que ya se sitúa como uno de los colaboradores habituales del cineasta, lo hace estupendamente y cuenta con una presentación al más puro estilo Robert de Niro en “El cabo del miedo”. Y, como en cada película de Álex de la Iglesia, Terele Pávez sigue siendo uno de los platos fuertes. Estos cuatro personajes es lo mejor que nos vamos a encontrar a lo largo de los 100 minutos que dura el film.

Luego nos topamos con personajes que aportan fugazmente algún que otro momento bueno y otros que, directamente, no agradan o su inclusión en la historia pasa sin pena ni gloria. Entre los primeros se encuentran Blanca Súarez, Pepón Nieto (aunque siempre lo he visto actuar de la misma manera), Hugo Silva y su disputa con Carolina Bang o incluso el hombrecillo argentino que sale ahora mucho en la tele. Entre los segundos están, por ejemplo, Mario Casas (que sigue sin convencer, confirmando que fue una suerte para él encontrarse en aquella película titulada “Grupo 7”), Carmen Machi, Enrique Villén o Santiago Segura. Una pena estos dos últimos, ya que siempre han disfrutado de buenos papeles en sus colaboraciones con el director de “Muertos de risa”.

De esta manera “Mi gran noche” se presenta como una película simplemente para pasar el rato, algo que no me ocurre normalmente con el cine de Álex de la Iglesia, pues encuentro más motivos que el entretenimiento para repasar su filmografía. Aquí no se halla la originalidad, la violencia o la intriga esperpéntica propia del director, pero sí es excesiva y se reconoce su estilo a lo largo de todo el metraje, cosa que juega a su favor. Las malas noticias llegan cuando la trama se dirige a su desenlace y no sabe muy bien cómo hacerlo. Todo sucede demasiado deprisa y apenas hay consecuencias en los actos de cada personaje. Parece como si los dos guionistas se quedasen de repente sin ideas y quisieran acabar cuanto antes la historia, algo que ya les ocurrió en “Las brujas de Zugarramurdi”. Esperemos que esto no les ocurra en su siguiente trabajo y me vuelvan a fascinar como ya hicieron en aquella satánica comedia navideña o en aquel circo terrorífico en plena Guerra Civil Española.
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