Antes de nada, he de reconocer abietramente dos cosas:
La primera es que no he visto la película original sobre la que, parece ser, está basada este remake. Ello me permite valorarla con una cierta objetividad ya que, al margen de los precedentes, cada película es una obra de arte independiente.
La segunda es que la señora Jolie nunca ha sido santo de mi devoción. Creo que sólo sabe interpretar dos papeles, el de mujer misteriosa y el de mujer fatal. En ésta parece mezclar las dos facetas, y no le ha quedado del todo mal, por lo que no será objeto de mis críticas en esta ocasión.

The Tourist funciona como uno de esos thrillers que convierte el escenario en un personaje más, y no podría ser bien entendido si sacamos su contexto de Venecia. La ciudad es tan protagonista como Depp o Jolie, y nos gratificará con hermosas panorámicas, persecuciones en yate y una atmósfera única que ha sido muy bien utilizada.

El guión, sin ser nada del otro mundo (mi hermano y yo desciframos el final de la película a los diez minutos), entretiene más allá de la historia policiaca, y juega con la vis cómica de un Johnny Depp que interpreta un personaje más ordinario de lo que nos tiene acostumbrado, pero no por ello peor construido. Sólo puedo achacarle el ramalazo Jack Sparrow que tiene en algún momento, momento de bastante humor, por otra parte. Coincido, eso sí, con gran parte de los usuarios, al afirmar que no entiendo su nominación al Globo de Oro, siendo que ésta no es, ni de lejos, una de sus interpretaciones más memorables.

La banda sonora, hermosa y eficaz, ayuda a crear un clima clásico, y nos hace viajar a las películas de espías que, en blaco y negro, se perseguían y mataban por Europa. Y es que sin duda, la música es un punto notable en el film.

No hablaré mucho de la cuestionada química entre los protagonistas, salvo el hecho de que, aunque la Jolie debe ser tan alta (o más) que el achaparrado Depp, me ha divertido y atrapado su toma y daca. Considero que actores de cierta envergadura están por encima de aveniencias o desaveniencias ajenas al rodaje. Este debe ser el caso, en mi opinión, puesto que no he percibido que sus caracteres encajaran mal en la trama ni el entorno.

Los secundarios, correctos, destacando un Paul Bettany que no acaba de encontrar su sitio en Hollywood, quizás porque siempre parece estar malhumorado. En cuanto al papel de Timothy Dalton, todo un ex James Bond, como jefe de Scotland Yard, me ha hecho sonreir. Y es que se le ve en plena forma a pesar de los años. Por último, Steven Berkoff se hace notar como uno de esos malos malísimos de manual que tan poco aparecen en el cine de hoy en día(y a los que tanto añoro).

En resumen, una película recomendable si quieres pasar hora y media de intriga, romance y algún que otro disparo. No es la panacea, pero tampoco está tan mal. Gracias por el entretenimiento, o como diría Frank Tupelo: "Obrigado."

Pues sí, señores y señoras. Bruce ha regresado para repartir estopa y darle una buena lección a esos jovenzuelos aprendices. Y sigue matando como nadie.

Invitamos también a unos viejos amigos del curro y tenemos la propuesta perfecta. Una muy decente y divertida película de acción donde cada uno hace lo que mejor sabe hacer, pero sin sudar mucho la camiseta. Y es que actores de la talla de Morgan Freeman, Helen Mirren, Brian Cox o un bendito John Malkovich, poco tienen que demostrar a estas alturas.

Qué más da que el guión no sea la panacea o que las interpretaciones no nos hagan llorar, profundamente emocionados. El objetivo es entretenerse, y en este sentido no podemos reprocharle nada a Robert Schwentke. Ni a Bruce, claro (¿os he dicho ya que me encanta este hombre?).

Si quieres disfrutar en el cine con una de tiros como las de antes, no tardes en verla. Si te gustan más los filmes trascendentales con finales amargos pero profundos, alquílate Brokeback Mountain.

Esta es la tercera película de Matthew Vaughn que veo, tras "Stardust" y "Kick Ass", y la verdad es que este tío está empezando a caerme realmente bien. Con una personalidad propia y sin hacer mucho ruido, sabe cómo meterse al respetable en el bolsillo, lejos de los fuegos de artificio de directores como Snyder o Brett Ratner pero con el doble de sentido cinematográfico.

"X-Men: Primera Generación" es una de las mejores películas de superhéroes que hemos podido disfrutar últimamente. El hecho de que haya surgido después de la decepcionate "Thor", sin duda le ayuda a sumar muchos enteros. También la particularidad de que haya resucitado por sí sola el ya agotado filón mutante, que sufrió su debacle con "Lobezno: Orígenes", tras una "X-Men: la Decisión Final" que fue muy discutida.

Vaughn apuesta por una reinterpretación de los personajes en muchos casos no-canon que, aunque hará que muchos puristas se desgarren las vestiduras, para los que sepan diferenciar entre el cómic y el cine como expresiones artísiticas diferentes aunque compatibles, será un alivio, un refresco entre tanta mediocridad.

Gran parte del éxito del director podemos atribuirlo al retorno al estilo Synger. Efectos especiales intercalados de manera sencilla en la "realidad" (¿acaso no parecía que, de verdad, ese submarino estaba volando?), un grupo de mutantes carismático y dos bandos enfrentados en busca de poder. Por supuesto, el enfrentamiento final de esta precuela también es un sentido homenaje a la "X-Men" original.

El reparto, a mi juicio, es excelente. Salvo alguna excepción como Álex González, que no dice una sola palabra en toda la película, la elección de los actores y de los papeles que interpretan es sensacional, con una especial mención a Nicholas Hoult como la Bestia y a Michael Fassbender, como Erik Lehnsherr, futuro y terrible Magneto.

Fassbender sabe cómo invitarnos a entrar en la torturada psique de un héroe que está (auto)destinado a convertirse en villano. La mezcla de ira, sensibilidad y justicia que transmite es, sin duda, uno de los elementos a destacar en la película. Con ello, el actor se redime de dos bodrios llamados "Jonah Hex" y "Centurión", y continúa en la línea de las magníficas "300" y "Malditos Bastardos."

La intensa trama de la Guerra Fría, a su vez, hace que el largo metraje pase en un suspiro, sin que parezca haber ninguna escena sobrante ni de relleno. Otros elementos, como el sólido montaje o la presencia del siempre memorable Kevin Bacon como el villano Sebastian Shaw acaban de redondear el producto.

Gracias, señor Vaugh por permitirnos retomar la senda de la excelencia. Si, tal como se viene diciendo, el film desemboca en una trilogía, no me gustaría ver a nadie más que a usted a los mandos de este bajel.

Que conste que cuando supe que me llevaban a ver una película de la misma directora que Crepúsculo, se me deshicieon los estómagos. Pero aun así, y por amor, decidí que había que arriesgarse.

Y, a ver, la verdad es que no lo pase nada mal. Partiendo del hecho de que me esperaba un truño como un puño, el hecho de que parte de la trama (la mayor parte afortunadamente), desarrollase una pseudo trama de misterio, ya me pareció interesante. Lo malo, es que a esta caperucita aventurera le acompaña otra bastante más aburrida. Y es que el resto de la historia se rellenaba con un pastiche de amor adolescente bastante malillo e infumable en el que la protagonista se debate entre el corazón de dos jovenzuelos: uno lechosito y otro más moreno. ¿Les suena? Luego diremos que los directores no se encasillan.

Con todo, el guión es sólo entretenido (que no es poco), desarticulando en parte el cuento clásico de Caperucita Roja para mayor gloria de una historia tramposa en algunos puntos pero que te tiene atrapado mientras intentas descubrir quién es el dichoso lobo. Yo tuve la suerte de no esperármelo al final. Supongo que quien lo haya adivinado a los cinco minutos no disfrutará tanto del visionado del film.

Entre los actores sólo destaca el maravilloso Gary Oldman, en uno de esos papeles de malo que tan bien sabe interpretar y que en este caso se ve a la legua que construye con el piloto automático puesto. Aun así, a mí es que este tío me gusta hasta cuando hace de árbol o de voz en off. Los demás, pues mejor no pregunten y así no tendré que contestarles. Pasables al menos.

Finalmente, buena ambientación (el pueblo está muy logrado), cámaras lentas y edulcoradas sin fin y un final que hace honor al cuento y algo más. Eso sí, chicos, mejor veanlá con sus parejas si no quieren salir tarifando. No en vano, ellas nos ayudan a ver romanticismo donde nosotros sólo vemos, a menudo, cursilería.

De todos es sabido que el cine español da pocas sorpresas. Cuando se da la situación de que alguna de sus películas nos gusta, salimos de la sala diciendo lo de: "Qué buena es, no parece española." Esto no es justo, qué duda cabe. Pero ese es un debate que cabría abordarse en otro momento. Pues bien, "Los Cronocrímenes" es una película muy buena. Me atrevo a decirlo, sí señor.

Me sorprenden los filmes que, con pocos elementos, son capaces de contar una buena historia. En éste sólo contamos con cuatro actores, un escenario muy limitado y cero efectos especiales. Si hasta la acción se narra en un solo día. Con todo, los acontecimientos están tan bien hilados que no dejan puntada sin hilo.

Igualmente, la sensación de estar siendo testigo de una "de ciencia ficción", pero de estar por casa, es lo más divertido. No se dan demasiadas explicaciones de por qué pasa lo que pasa, dejando que sea el espectador el que llegue a las conclusiones que estime oportunas. Se nos habla de decisiones, de viajes en el tiempo, de crímenes y otra vez de decisiones. Y por supuesto, de la moralidad que hay detrás de ellas. Pero con ligereza y sutilidad, poniendo en primer lugar el entretenimiento.

Poco más me atrevo a decir sin desvelar aun más su contenido. En todo caso, recuerda que hasta el más leve de los delitos, como puede ser espiar a una bella mujer con unos prismáticos, puede conllevar consecuencias terribles.