Después del rotundo éxito de "Parasite" de Joon Bong Ho en 2019, era de esperar que una serie Surcoreana fuera el nuevo trending-topic (aunque bastante ha tardado, la verdad) de la plataforma de series de consumo-rápido que tanto gusta a la gente, o sea el McDonalds este del mundo audiovisual; el susodicho Netflix. Ingenuo de mi, al esperar que, por ser una serie hecha en Corea del Sur fuera a encontrarme con algo diferente a lo que, ya tantas veces, nos la han metido por los ojos en dicha plataforma; series cuasi-genéricas, con muchos adornos, colorines por todos lados, tramas/guiones reciclados una y otra vez;

La idea, el de siempre, un Battle Royale.

¿Moraleja? (Si es que la hay realmente), pues lo que siempre nos han dicho, que el dinero es malo y hace de la gente lo peor que pueden llegar a ser.

Sutilezas en la forma de abordar la crítica o al analizar lo que se quiere reivindicar en la obra.. (algo que para mí es muy importante a la hora de realizar una crítica sobre un tema en concreto), pues muy pocas. Además que te restriegan las obviedades con demasiado esmero, da la sensación de que en este tipo de producciones nos toman a nosotros, los espectadores, por tontos (o casi).

Las actuaciones es lo único "exótico" que le veo a la serie, y por lo obvio, la cara de coreanos que tienen los actores, sus expresiones, etc. Seamos sinceros, si no llega a ser porque es una "producción" Surcoreana, esta serie la iba a ver el tato y su primo.

En definitiva;
Para pasar el rato, cumple su prometido, pero no deja de ser el típico "Big Mac" audiovisual que podrías consumir en cualquier McDonalds del mundo, con la única diferencia de que, el envoltorio está en Coreano, nada más.

Empieza directo al grano, sin vaselina, sin preámbulos, con toda la crudeza del mundo, el director blockbuster más provocador(Lars Von Trier? Bitch please.. ) de la última época(con mis respetos a Haneke). Se atrevió a criticar la industria del cine de acción haciendo una paródica obra maestra del cine de acción como lo fue el taquillazo "Starship troopers" y otra sobre el mundo de la fama, "Showgirls", y que extrañamente me recuerda a la última obra-hype del momento "The Neon Demon" de Nicolas Winding Refn. Showgirls sin embargo fue, para la mayoría un bodrio, a mí me parece indudablemente una película de culto (sean los razzies que sea que se haya llevado).

En cuanto a esta cinta, no repara en sutilezas ni adornos, te lo cuenta tal cuál, sin despeinarse y sin pelos en la lengua, lo que hace este tío es mostrarte una información lo más crudo posible, y a partir de ahí tu la cocinas lo que quieras(si puedes). Es inmoral, perversa, incluso diría que juega demasiado con la morbosidad, pero es ante todo una película con unos diálogos y actuaciones brillantes, con un sentido del humor muy retorcido y que puede herir la sensibilidad de alguno, pero de una estructura elegante, fría e inteligente, no da pie a los sentimientos. Como antes he dicho, provocadora a más no poder a la par de mordaz. Paul Verhoeven se ríe de todo, de los vínculos familiares, de los tabús, de la sociedad en sí como la conocemos hoy en día y de su cara más hipócrita, se ríe hasta del espectador; "si pensabas que por haber hecho Showgirls era un director de mierda, aquí te voy a demostrar que no tienes ni puta idea".

Y es que Verhoeven es un director al que nunca le han tomado en serio(de hecho, hasta el mismo se ríe de sí mismo, como cuando fue a recoger los premios de la Golden Raspberry Awards como peor director y peor película del año), pero sus películas dan que hablar, para bien o para mal, ha sabido adaptarse a esta generación, y se me hace raro recordarle de aquella cutre pero mítica "Total Recall"(cancióncita de los partidos de fútbol del canal +), con esta obra ha hecho una de las películas del año, le joda a quién le joda.

Si hasta Carlos Boyero le ha dado el visto bueno, pese a ser uno de los críticos con la mirada más retrógrada de "El País", es que sin duda estamos ante una obra de maestría, hecha por el troll por excelencia de entre los trolls, esta combinación entre Verhoeven y Huppert es sublime.


PD; Mención a parte, Isabelle Huppert, es "La" musa de la perturbación por excelencia, pasen los años que pasen..

Kiarostami demuestra que con naturalidad(el de verdad, no prefabricado en Hollywood) se puede hacer una película visualmente preciosa, sin historias de grandilocuencia ni dramatismo desmesurado. Con una trama simple, de los vecinos de algún pueblo real, con actores que suben colinas de verdad y hablan como lo hacen la gente de verdad, al natural.

Esto es cine en su estado más humilde y puro, sin colorantes ni conservantes, sin aditivos de ningún tipo. Es la modestia desnuda al séptimo arte, de increíble belleza. Con diálogos simples, pero de una profundidad espiritual inconmensurable, con un leve toque irónico de fondo mostrada de una forma poética. La fotografía es quizás de las más sencillas y a la vez hermosas que he visto, "simplicity is the ultimate form of sophistication" o eso dicen, los planos, juegan con lo que le brinda la tierra; colinas, valles, pastos, el cielo. Me quedo sin palabras para describirla, solo digo lo que dice el título, "El viento nos llevará"..

Resulta que uno de los pocos documentales que hizo este director, es a la vez, un documento analítico impresionante sobre la isla donde residió parte de su vida. Con algunas secuencias memorables y una magnética forma de mostrar la historia detrás de algunos de sus habitantes, el realizador sueco consigue que uno se interese por esta pequeña isla perdida en el báltico y del que nunca ha oído hablar. Un interesantísimo ejemplo de que este gran cineasta podría haber sido, también, un gran documentalista.

Reconozco que el cine Español no es santo de mi devoción, y que con "El Sur" me llevé una decepción tremenda, pero las segundas oportunidades existen y es de agradecer(a mí mismo) de brindarle esa excepción a esta película, que es quizás una de las producciones más hermosas que se hayan hecho en este país.

Hay un sentimiento nostálgico por la fantasía y esa inocencia despiadada, o su recuerdo más reconfortante de una época de la vida cargada de magia y fragilidad, la melancolía a los ojos del tiempo ya pasado. Esa sensación es la que se puede percibir a lo largo de esta obra, que consigue cautivar de una manera intima, porque todos hemos sido alguna vez un niño, y hemos fantaseado con lo improbable. Esos recuerdos de un color apagado, lejano, pero de sentimientos cargados, que aún hoy en día podemos percibir levemente pese a los años que se van sumando uno tras otro, y es triste ver que poco a poco esa inocencia se pierde, pero gracias a producciones como esta en la que se puede palpar en cada gesto, plano y encuadres tan perfectos y delicados de "El espíritu de la colmena", una película preciosa a los ojos de la ternura de ese niño que hemos sido.

Mis más sinceros agradecimientos a Victor Erice, por hacerme sentir esa inocencia casi perdida de una manera deliciosa, pero agridulce.