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España España · Estepona
Críticas de Juan Diego
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
8
6 de enero de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Huston se moría, sí, pero no se resignaba a morirse sin haber adaptado lo único adaptable que escribió su admirado James Joyce. Y lo hizo; medio muerto, pero lo hizo. Y bendita la hora. John Huston era un rebelde que sentía admiración por el escritor mas rebelde que ha habido a nivel narrativo. Cuentan que cuando era adolescente su madre le dio a leer el Ulises de Joyce y desde entonces siempre sintió admiración por Joyce e Irlanda, país en el cual acabaría nacionalizándose.

Adaptar el relato “Los muertos” es tremendamente complicado porque prácticamente todo el relato es una preparación para su majestuoso y desgarrador final, por lo que el ritmo del relato y del film es muy lento y se le puede acusar de que no sucede nada, y es que efectivamente es así. Tanto en el relato como en el film el valor de la primera parte radica casi exclusivamente en la estética; en el relato, en la bella prosa de Joyce, que aquí utiliza una narración tradicional prescindiendo de su carácter díscolo e innovador, mientras que en el film la belleza radica en la música de piano, en sus decorados, en el vestuario, y en esa luz blanca y mortecina con la que Huston rodea las caras de los actores, cual si ya estuvieran muertos. Esta es una adaptación sorprendentemente fiel, tanto, que parece como si John Huston hubiese dotado de vida a los personajes, no hay nada añadido o recortado, por lo que leer el relato o ver la película resulta casi lo mismo, se nota el profundo respeto que Huston sentía hacia Joyce.

“Los muertos” abarca diversos temas como la religión, el amor, el nacionalismo, el alcoholismo o la hipocresía de los salones burgueses, pero por encima de todo, es un film que nos habla sobre la importancia de nuestros recuerdos y un sencillo homenaje a todas esas personas que han pasado por nuestras vidas y que ya no están con nosotros, sobre las reminiscencias que sus actos dejan en nosotros y de la importancia de trascender a la naturaleza mediante nuestros actos en vida.

A John Huston siempre le costó dotar a sus películas de un carácter romántico, de explotar lo que su amigo James Agee definió como el lado femenino del arte, aunque en esta, su última película, por momentos podemos seguir observando algunas reticencias al respecto, al final, John Huston en los últimos minutos de su carrera y de su vida, deja a un lado todo su cinismo y crueldad para con el espectador y se libera de todos sus pudores, siendo el John Huston mas humano de toda su carrera.

Mientras hollywoood pasaba por la peor década de su historia a Huston no se le ocurre otra cosa que rodar una película de carácter intimista, con un ritmo demasiado lento y con un reparto formado por actores irlandeses (excepto su hija Angélica). Una película demasiado europea o demasiado buena para lo que se hacía en esa época. Una despedida a la altura del genio díscolo e inconformista que fue John Huston. Una magistral adaptación de un magistral relato de un magistral escritor. Magistral.
Juan Diego
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7
14 de enero de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película nos conecta con nuestros instintos más bajos y arraigados como son el deseo de posesión y la inmortalidad que todo artista desea aprehender mediante su arte. Esta película paradójicamente es comercial y digo paradójicamente porque contiene una de las psicologías más complejas que he visto en una película en los últimos tiempos, la de su personaje principal. Esta psicología se me revela ininteligible para la gran masa que habrá visto y que verá esta película. Y que a mí me lleva a plantearme cuestiones como: ¿Puede un artista para crear su gran obra, valerse de cuantos elementos haya a su alrededor aunque se trate de vidas humanas? ¿Y si el producto final proporciona una felicidad enorme a un número mucho mayor de personas que el número a las cuales se les ha infligido un daño? ¿No es esto lo que se considera utilitarismo, es decir, provocar un mal menor para conseguir un bien mayor? O dicho de otro modo, ¿el fin justifica los medios? Ya Dostoievski nos demostró que no en “Crimen y Castigo” pero aún así, dejo aquí esa disyuntiva. ¿Se puede juzgar a una persona que no sabe lo que hace con la misma ortodoxia que se juzga al criminal que sí lo sabe? ¿Qué pasa con la sexualidad reprimida, en qué patologías deriva? Ya ven que no son pocos los frentes que me ha abierto esta película y aún se podrían abrir algunos más que la película nos plantea, por eso digo que aunque su puesta en escena sea muy comercial la idea de la película no lo es.

Tengo la sensación de que esta película/libro ha causado tanto revuelo y ha interesado a tanta gente porque nos sumerge en nuestra parte más oscura, esa que ni queremos ni debemos negar. Y además debido a su sentido alegórico, en el cual el personaje principal desea capturar y mantener la esencia de las cosas mediante su olor, creando un perfume que logre perpetuar esas esencias, entre ellas la femenina. Esta es una obsesión que en uno u otro modo nos atañe a todos, las ansias de eternidad: las personas hermosas desean perpetuar su belleza; el amante, el amor de su amada; el joven, su juventud; el sabio, su lucidez; el rico, sus posesiones, y así infinitamente. Este artista desea rendirle tributo a sus dioses paganos, que son los dioses de su omnipotente avidez olfativa, mediante sus macabras ofrendas, mientras que nosotros deseamos rendirle tributo a nuestra vanidad, lascivia o avaricia. Se puede ver que si los extrapolamos no existe tanta diferencia entres sus deseos y los nuestros.

Aunque absolutamente comercial, su puesta en escena consigue transportarnos a la hedionda Francia del siglo XVIII. Sus decorados y vestuarios no están nada mal pero por desgracia y exceptuando a Dustin Hoffman, su reparto no pasa de ser mediocre y la historia contiene algunas lagunas por lo que poco a poco y a medida que se va volviendo más inverosímil se va desinflando. A lo que se le suma que ni su música ni su fotografía son memorables.
Juan Diego
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10
20 de diciembre de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá sea esta la mayor y mas descarnada diatriba que se ha filmado contra la industria de Hollywood y sus magnates. Una industria que vista desde dentro en esta película, resulta mas broncínea que dorada. Gobernada por hombres tan obsesionados por mejorar la industria a nivel cuantitativo, introduciendo cuantas mejoras sean necesarias para obtener mas beneficios y acabando con directores como D.W. Griffith, apodado “el padre del cine moderno”. En esta cinta Wilder se burla de ellos, tratándolos como descerebrados y desalmados asnos capitalistas. Esta película nos habla de la transición entre el cine mudo y sonoro, de los juguetes rotos que quedaron en el camino, antaño estrellas afamadas y que deben contemplar como el inexorable devenir del paso del tiempo las sepulta junto a un cine que ya no existe, mientras ellas no se resignan a exhalar su último aliento en el anonimato y sueñan con el día en que vuelvan a brillar en el firmamento cinematográfico. Esta es una crónica de vidas desencantadas y sueños frustrados y de los peligros a los que estos sueños pueden conducirnos, haciendo que lleguemos a actuar de manera deplorable.

Absolutamente todo en esta película es perfecto y funciona de manera milimétrica. Su guión, escrito por el propio Wilder, contiene toda la perfección a la que puede aspirar el cine; sus brillantes diálogos, tan pulidos como la prosa de Flaubert, han dejado sentencias cinematográficas tan grandes como las que dejó Shakespeare en la literatura; la maravillosa encarnación del personaje de William Holden, un ser lleno de contradicciones, que mantiene una lucha interna entre su orgullo y su pragmatismo; su ritmo acelerado, arropado por una música por momentos acariciadora o desasosegante, que potencian las emociones del espectador; la maestría con la que Wilder dibuja
la psicología de los personajes principales; la escena del tango, que en unos pocos segundos sintetiza todo un estilo cinematográfico; la titánica interpretación de Gloria Swanson en su papel de artista decadente y el apoteósico final, hacen que quizás sea esta la mejor película de la historia.

Quiero hacer una mención especial a la figura de Gloria Swanson, puesto que toda la película gira en torno a la incapacidad de su personaje para enfrentarse a la realidad, viviendo, cual personaje Dickensiano, enclaustrada en su anacrónico palacio recordando la opulencia de otros días. Gloria Swanson, que a ritmo de tango y pantomima, con gesto exacerbado y teatral, con una actitud que se debate entre indolente y orgullosa altivez y el estado febril de quien lucha constantemente consigo mismo por no hundirse en el hades de su mente atormentada, sus ojos ¡qué ojos! a punto de salirse les de las orbitas, la elocuencia de esa mirada, enajenada y perdida en el espacio infinito de su mente enferma, a punto de estallar en mil pedazos, hacen de esta, junto con la de Bette Davis en “Eva al desnudo”, la interpretación femenina mas memorable que existe en la gran pantalla.
Juan Diego
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7
18 de junio de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quien haya estudiado la historia, aunque sea mínimamente, advertirá que los problemas que han acaecido al hombre desde el comienzo de los tiempos, lejos de ser de la más diversa índole, son prácticamente los mismos incluso en las más diversas épocas o culturas. Lo que le ocurre a la protagonista, Saki, es algo que ha ocurrido siempre y que seguirá ocurriendo, esto es, el drama de la rosa que se marchita. Cuando el crepúsculo se encuentra cerca, es normal sentir nostalgia por la aurora pasada, esa aurora de los años en que fuimos bellos y jóvenes. Saki desea saborear el dulce néctar con que la embriaga su joven amante, antes de que su belleza se esfume y para ello no escatimará medios para conseguir su fin. Es aquí cuando, poseída por la pasión, pierde las riendas de su vida.

Este filme saca a colación un debate que ya había planteado Woody Allen en la maravillosa Annie Hall. Se trata de saber si un criminal al que aun no han capturado o al que no capturan jamás paga o no su culpa, mediante el arrepentimiento y la propia tortura producida por el sentimiento de culpa. A este respecto, el filme se posiciona claramente, mostrando el infierno por el que atraviesan los dos personajes principales. Aunque eso sí, un infierno producido más por el temor a que los capturen que por el arrepentimiento, algo que no llegan a vislumbrar jamás. Tengo la sensación de que para poder juzgar mejor la película y a los personajes me haría falta saber si una japonesa de finales del siglo XIX, podía divorciarse si así lo deseaba, puesto que esto cambiaría completamente el asunto, ya que al encontrarse maniatada una mujer que no se pudiera divorciar, digamos que de algún modo sería el estado quien la arrastraría a actuar de un modo ilícito y deplorable.

La imagen de una catarata de hojas muertas, cayendo al suelo con indolencia mientras se mecen en el aire, simboliza muy bien uno de los rasgos más distintivos de la cultura japonesa. Es conocida esa sensibilidad especial de los japoneses para captar la belleza en hechos o actos que para nosotros los occidentales no pasan de triviales, al estar desgastados por la costumbre. Podemos encontrar varios momentos así a lo largo del filme, que por memomentos es lírico y por momentos desgarrador, donde se nos muestra la belleza de la naturaleza que nos rodea.

Conclusión: Buen film, en el que todo es bueno sin que nada llegue a brillar.
Juan Diego
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6
11 de junio de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada más comenzar la película nos encontramos con este aforismo de Schopenhauer: “No es en la historia universal, como proclaman los filósofos, donde se encuentran la norma y el orden establecido, sino en las vivencias de cada individuo”.

A través de este filme Liliana Cavani se encarga de mostrarnos con diáfana claridad cuán draconiana llegó a ser la moralidad del partido nazi y emprende una cruzada visual a favor de las libertades sexuales y de expresión. Con esta versión cinematográfica de la genealogía de la moral, y ayudándose del aforismo de Schopenhauer, Liliana intenta derribar la vieja creencia de que determinadas actitudes humanas son inherentes a su condición, y por ende, el único camino correcto o moral, como la heterosexualidad.

Hay que reconocer que como mensaje, este filme no está mal, pero el problema es que una vez transmitida la discordancia con esta moralidad opresora, no queda nada más. Una vez aceptada la idea de que lo correcto no es enamorarse de un sexo, sino de una persona, independientemente de cuál sea su sexo, lo que nos queda es una historia de amor a tres bandas interpretada por actores mediocres y con una floja puesta en escena, donde las ansias de posesión, los celos, las mentiras y la desconfianza eclipsan a los momentos de dicha, calma y confianza.

Así que nos encontramos ante otra película de denuncia contra el régimen nazi, donde lo que se cuenta –persecución de los literatos, homosexuales, y ansias de posesión sexual- ha sido contado con anterioridad y de manera más notoria, por lo tanto, considero que es una película totalmente prescindible.
Juan Diego
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