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España España · Estepona
Voto de Juan Diego:
7
Drama. Romance. Thriller Un viejo conductor de carro-taxi está casado con una bella joven que cada noche le baña, le da masajes y le ofrece sake. Una noche, el joven amante de la mujer mata al marido y esconde el cadáver en un pozo aislado. Pasan tres años y el fantasma del muerto aparece... (FILMAFFINITY)
18 de junio de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quien haya estudiado la historia, aunque sea mínimamente, advertirá que los problemas que han acaecido al hombre desde el comienzo de los tiempos, lejos de ser de la más diversa índole, son prácticamente los mismos incluso en las más diversas épocas o culturas. Lo que le ocurre a la protagonista, Saki, es algo que ha ocurrido siempre y que seguirá ocurriendo, esto es, el drama de la rosa que se marchita. Cuando el crepúsculo se encuentra cerca, es normal sentir nostalgia por la aurora pasada, esa aurora de los años en que fuimos bellos y jóvenes. Saki desea saborear el dulce néctar con que la embriaga su joven amante, antes de que su belleza se esfume y para ello no escatimará medios para conseguir su fin. Es aquí cuando, poseída por la pasión, pierde las riendas de su vida.

Este filme saca a colación un debate que ya había planteado Woody Allen en la maravillosa Annie Hall. Se trata de saber si un criminal al que aun no han capturado o al que no capturan jamás paga o no su culpa, mediante el arrepentimiento y la propia tortura producida por el sentimiento de culpa. A este respecto, el filme se posiciona claramente, mostrando el infierno por el que atraviesan los dos personajes principales. Aunque eso sí, un infierno producido más por el temor a que los capturen que por el arrepentimiento, algo que no llegan a vislumbrar jamás. Tengo la sensación de que para poder juzgar mejor la película y a los personajes me haría falta saber si una japonesa de finales del siglo XIX, podía divorciarse si así lo deseaba, puesto que esto cambiaría completamente el asunto, ya que al encontrarse maniatada una mujer que no se pudiera divorciar, digamos que de algún modo sería el estado quien la arrastraría a actuar de un modo ilícito y deplorable.

La imagen de una catarata de hojas muertas, cayendo al suelo con indolencia mientras se mecen en el aire, simboliza muy bien uno de los rasgos más distintivos de la cultura japonesa. Es conocida esa sensibilidad especial de los japoneses para captar la belleza en hechos o actos que para nosotros los occidentales no pasan de triviales, al estar desgastados por la costumbre. Podemos encontrar varios momentos así a lo largo del filme, que por memomentos es lírico y por momentos desgarrador, donde se nos muestra la belleza de la naturaleza que nos rodea.

Conclusión: Buen film, en el que todo es bueno sin que nada llegue a brillar.
Juan Diego
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