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Voto de Juan Diego:
6
11 de junio de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada más comenzar la película nos encontramos con este aforismo de Schopenhauer: “No es en la historia universal, como proclaman los filósofos, donde se encuentran la norma y el orden establecido, sino en las vivencias de cada individuo”.
A través de este filme Liliana Cavani se encarga de mostrarnos con diáfana claridad cuán draconiana llegó a ser la moralidad del partido nazi y emprende una cruzada visual a favor de las libertades sexuales y de expresión. Con esta versión cinematográfica de la genealogía de la moral, y ayudándose del aforismo de Schopenhauer, Liliana intenta derribar la vieja creencia de que determinadas actitudes humanas son inherentes a su condición, y por ende, el único camino correcto o moral, como la heterosexualidad.
Hay que reconocer que como mensaje, este filme no está mal, pero el problema es que una vez transmitida la discordancia con esta moralidad opresora, no queda nada más. Una vez aceptada la idea de que lo correcto no es enamorarse de un sexo, sino de una persona, independientemente de cuál sea su sexo, lo que nos queda es una historia de amor a tres bandas interpretada por actores mediocres y con una floja puesta en escena, donde las ansias de posesión, los celos, las mentiras y la desconfianza eclipsan a los momentos de dicha, calma y confianza.
Así que nos encontramos ante otra película de denuncia contra el régimen nazi, donde lo que se cuenta –persecución de los literatos, homosexuales, y ansias de posesión sexual- ha sido contado con anterioridad y de manera más notoria, por lo tanto, considero que es una película totalmente prescindible.
A través de este filme Liliana Cavani se encarga de mostrarnos con diáfana claridad cuán draconiana llegó a ser la moralidad del partido nazi y emprende una cruzada visual a favor de las libertades sexuales y de expresión. Con esta versión cinematográfica de la genealogía de la moral, y ayudándose del aforismo de Schopenhauer, Liliana intenta derribar la vieja creencia de que determinadas actitudes humanas son inherentes a su condición, y por ende, el único camino correcto o moral, como la heterosexualidad.
Hay que reconocer que como mensaje, este filme no está mal, pero el problema es que una vez transmitida la discordancia con esta moralidad opresora, no queda nada más. Una vez aceptada la idea de que lo correcto no es enamorarse de un sexo, sino de una persona, independientemente de cuál sea su sexo, lo que nos queda es una historia de amor a tres bandas interpretada por actores mediocres y con una floja puesta en escena, donde las ansias de posesión, los celos, las mentiras y la desconfianza eclipsan a los momentos de dicha, calma y confianza.
Así que nos encontramos ante otra película de denuncia contra el régimen nazi, donde lo que se cuenta –persecución de los literatos, homosexuales, y ansias de posesión sexual- ha sido contado con anterioridad y de manera más notoria, por lo tanto, considero que es una película totalmente prescindible.