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La noche más oscura (Zero Dark Thirty)

Thriller. Acción. Drama Tras varios años de investigación de la CIA, que incluyó torturas a prisioneros en Afganistán, y gracias sobre todo a la perserverancia y decisión de la agente especial Maya (Jessica Chastain), por fin el presidente Obama dio el visto bueno a la operación militar que acabó con la vida de Osama Bin Laden, líder de Al-Qaeda. El título, "Zero Dark Thirty", se refiere a la hora: las 00:30 de la madrugada del 2 de mayo de 2011, momento en ... [+]
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Críticas 271
Críticas ordenadas por utilidad
5 de enero de 2013
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que la película me ha gustado y que conste que tenía elementos que presagiaban lo peor. En primer lugar, se trata de un thriller en su mayor parte, y aunque eso pueda parecer intranscendente, particularmente siempre me han disgustado esas películas de investigación policíaca o pseudopolicíaca donde se manejan un montón de nombres, y este caso árabes, con lo dificultad que ello implica; al final, te acabas perdiendo. Nada de eso ocurre en este film, la marea de nombres no impide su inteligibilidad.

En segundo lugar, su gran duración. Siempre he escrito que una película debe justificar minuto a minuto su metraje, y más cuando este pasa por mucho de las dos horas; recordemos que el cine es el arte de la concisión. Pues bien, a pesar de más de dos horas y media, el film no se hace particularmente largo; es más, justo antes de que la parte que tiene de thriller pueda llegar a ser ya un poco pesada, esta es sustituida por una larga, comedida y muy emocionante secuencia de acción.

El tercer y último elemento que podría haber chirriado es que la película fuera un canto insufrible al poder americano, y más con un acontecimiento tan reciente y doloroso. Lejos de eso, el film se presenta como un falso documental, donde la directora va diseccionando con mano maestra unos hechos que a priori no eran tan cinematográficos. En este sentido, las numerosas escenas de tortura están rodadas con una intención objetiva, por lo que el hecho que no haya luego un cuestionamiento de las mismas, hecho por un personaje digamos que crítico, no empaña negativamente la obra, tal y como han querido ver algunos.

Un pero podría poner, y es que las consecuencias que de esa incursión en tierras paquistaníes se podrían haber derivado de haber fracasado no son expuestas con la relevancia que debieron tener en su día; pero es un pero, valga la redundancia, muy menor si lo comparamos con el resultado obtenido. No quiero acabar sin mencionar la gran actuación de la actriz principal, Jessica Chastain; es ella y su papel quienes hace transcendente el film.
Luigi
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7 de marzo de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La barbarie en el siglo XX coincidió con la pérdida de la razón ilustrada por parte de quienes menos deberían haberla perdido porque Alemania fue una de las responsables de que los valores ilustrados se extendieran por Europa. La Ilustración tuvo muchos padres y madres pero uno de ellos fue el Enciclopedismo que perseguía ciudadanos más responsables políticamente y, para ello, Voltaire y Diderot sabían que debían elevar el nivel cultural medio del ciudadano francés promedio.
Todo esto viene a cuento de que Zero dark thirty es una película moralmente lamentable. Lamentable porque cuenta la caza de un hombre, una caza que transgredió todo tipo de códigos legales, empezando por la carta de Derechos Humanos. En esa película se enseña y se justifica con total impunidad que la tortura, el asesinato, la violación de fronteras y leyes son justificables si detrás está la venganza.
Nos hacen creer que se trata de un guerra, pero no es así. Existe la barbarie del otro lado, por supuesto; la estupidez más absoluta puesta al servicio de la religión sólo puede engendrar imbecilidad, odio, incultura y barbarie. Y aquellos que todavía creen en la guerra como un deber santo, son ignorantes y delicuentes y como tal hay que tratarlos.
Pero el agredido, en este caso un país civilizado que proclama la libertad y la justicia como sus pilares fundamentales, no puede responder a semejantes ataques con las mismas armas. Sencillamente no puede porque es un paso más para convertir el mundo en algo más parecido a lo que queremos olvidar, en lo que fue el terror de la violencia de Estado en la Alemania del siglo XX
Es injustificable que el presidente de un país como EE.UU., consienta no sólo la tortura sino una operación que está destinada a ejecutar hombres, mujeres y niños, por muy culpables que hayan sido.
El respeto a la ley internacional y a las fronteras exige que esas personas sean capturadas, detenidas y enjuiciadas por los crímenes que cometieron y no ajusticiados en sus camas tal y como se haría en la época en la que el término barbarie fue acuñado.
Al margen de que la película es moralmente alarmante, a este espectador le ha parecido soberanamente aburrida. Es verdad que la indignación es algo que no permite ser objetivos con los méritos o deméritos de un film, pero también es cierto que en una película tan larga como ésta en la que un tercio del metraje se dedica a la tortura y otro tercio a una operación militar de noche y casi a oscuras poco da para ofrecer que no sean apartados técnicos.
Existe un cierto interés en ver los esfuerzos de la protagonista para llevar su misión a cabo. Pero ese interés se viene abajo por la manía tan hollywoodienses de construir mitos y héroes, sin fisuras, blancos, puros y radiantes. Interés que además es contaminado por las burdas alabanzas a la administración demócrata por parte de la directora y del guionista.
Técnicamente merece reconocimiento porque la película destaca en dichos aspectos, pero no hace falta mucho para entender que una película de este estilo, una película sobre miles de horas torturando a prisioneros, filtrando millones de horas de conversaciones telefónicas, páginas web y demás, no puede ser sino un aburrimiento que sólo se puede convertir en algo destacable por la sed de venganza más despreciable y por la necesidad de construir héroes que nos acecha.
La memoria de los asesinados por la demencia terrorista religiosa no se merecen que se vea ensuciada por ejecuciones de niños inocentes tal y como se demuestra en este film.
Triste, tan triste que lo único interesante del film son las reacciones de la protagonista al desenlace del asunto.
El gesto de Hank Deerfield (Tommy Lee Jones) en la película In the Valley of Elah de Paul Haggis, de darle la vuelta a la bandera cobra un sentido de imperiosa necesidad después de ver esta película y asumir la cercanía a los hechos históricos de su narración.
nudodobleblogspotcom
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16 de noviembre de 2015
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos con uno de los panfletos americanos más escandalosos de los últimos años. Kathryn Bigelow puede ser calificada como una directora extremadamente sobrevalorada, oscarizada en un año 2010 que competía contra medianías como Avatar y Inglorious Basterds, cuya única obra decente fue K-19 The Widowmaker, la última película en que pudimos ver a un buen Harrison Ford.

Pero es la esposa de James Cameron, una de las personas con más poder en la industria.

Recibe una mañana un encargo de CIA. Fortalecer la administración Obama en la versión oficial de los hechos sobre la caza de Bin Landen, que hace aguas por todas partes. Para el que no lo recuerde, un comando heroíco viola el espacio aéreo de Pakistán en dos helicópteros, estrella uno al lado de la fortaleza-casa, asesina al archienemigo y días después tiran en cadáver al mar. La poderosa maquinaria militar de Pakistán ni se entera del ataque y no queda prueba alguna de la muerte de Bin Laden. Poco tiempo después, todos los integrantes del comando mueren de una forma y otra.

Con su estilo de fotografía quemada, cámara nerviosa en mano, que no perdura un fotograma ni cinco minutos en la memoria - en el ovido se perdió The Hurt Locker, sucesión repetitiva del día a día de un desactivador de bombas con problemas existenciales que a nadie le importaron - nos relata una investigación inverosímil poblada de mentiras cuyo mayor pecado es endulzar las torturas del ejército norteamericano, hasta la naúsea. El resultado es otra más donde los americanos son muy buenos y torturan - pero poco - y el resto del mundo es monte y culebras.

Queda para la historia que, toda una ganadora de Óscars, en una película mala, filmó la propaganda de la CIA al estilo de John Wayne y Silvester Stallone.

No queda mucho más que decir. Ya está saliendo a la luz la verdad.
Iñigo Doblaje No Gracias
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13 de enero de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más allá del mensaje político e ideológico que la cinta pretenda transmitir, no hay realmente elementos originales o dignos de admirar cinematográficamente. Puede criticársele que el enfoque sea a partir del punto de vista norteamericano nacionalista, aunque tampoco se evidencia una pretensión imperialista o adoctrinadora. La dirección es sobria y sin excentricidades al igual que el guión, el cual prácticamente se escribe solo a partir de el relato de los acontecimientos mostrados. El único elemento creativo se reduce a la anécdota del personaje de Jessica Chastain quien da una buena actuación aunque con pocos momentos realmente dramáticos, siendo los últimos segundos los de verdadero lucimiento y emotividad. La trama al inicio engancha, después se enfrasca mucho tecnicismos y datos que si bien aportan realismo no abonan a generar interés, el final es entretenido y expectante. Buen trabajo de ambientación y recursos escenográficos. En general recomendable sin ser la genialidad que podría esperarse, otra cinta que dependiendo de la nacionalidad e ideología política del espectador puede tener más o menos efectividad.
mikealeks
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24 de enero de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi un año después de que la directora Kathryn Bigelow y el guionista Mark Boal triunfaran en los Oscar del año 2010 con la tediosa ‘En tierra hostil (The Hurt Locker)’, el gobierno de Estados Unidos anunciaba que había encontrado -y liquidado- a Osama Bin Laden, el hombre más buscado del siglo XXI. Bigelow, que llevaba varios años trabajando en un guión sobre la incansable búsqueda del líder de Al-Qaeda por parte de la CIA, lo revisó enteramente y comenzó a preparar el proyecto de una película que finalmente adoptó el nombre de ‘Zero Dark Thirty’, en alusión a la hora en que los miembros del ejército estadounidense entraron en la localidad de Abbottabad, donde se escondía el líder islámico. La traducción al castellano, como casi siempre sin guardar ninguna relación con el original, fue ‘La noche más oscura’.

La película estuvo rodeada de polémica desde que Bigelow anunció sus intenciones de llevar a la gran pantalla una de las operaciones militares secretas más exitosas -por lo menos para los americanos- de la historia reciente. Y es que la directora aborda la historia desde un punto de vista totalmente objetivo, sin decantarse por ningún bando. ‘La noche más oscura’ arremete contra Occidente y contra Oriente, no muestra ni amor ni odio hacia ninguna de las dos partes, haciendo gala de una frialdad y apatía que solo se fracturan en el final de la película, del cual hablaré más abajo. Bigelow no se moja, deja al espectador la difícil tarea de juzgar todo lo que se le muestra, y eso convierte a ‘Zero Dark Thirty’ en toda una reflexión moral y ética que de momento no ha sentado nada bien en el Parlamento americano, que ya ha abierto una investigación sobre las fuentes y contactos que mantuvieron la directora y el guionista a la hora de documentarse.

Dado que casi todos los occidentales conocemos las barbaridades que han cometido los terroristas islámicos, y que aparecen perfectamente reflejados en la cinta (impactante la escena de la explosión de un camión bomba en el Hotel Marriott en Islamabad del que trata de salir ilesa la protagonista, o el inicio de la película en el que se pueden escuchar sobre un fondo negro grabaciones de voz de personas que vivían sus últimos momentos durante el ataque del 11-S), Kathryn Bigelow dedica gran parte del metraje, sobre todo al comienzo, a mostrarnos los salvajes métodos de tortura con los que los americanos trataban de obtener información de sus presos musulmanes. Es en esta parte donde destaca la labor interpretativa de Jason Clarke, que encarna a un torturador carente de piedad. La crudeza con la que se nos presenta la “interrogación asistida” hace que el espectador se sobrecoja y sienta verdadera lástima por Ammar, a pesar de que conoce su vinculación con el terrorismo.

Bigelow dota de un ritmo lento al nudo, que constituye la parte menos interesante del relato, aunque es crucial para comprende el mensaje final de la película. Aun así, el calculador y preciso montaje, unido a una banda sonora orquestada por Alexandre Desplat que nunca entorpece la narración, logra mantener en tensión durante casi más de dos horas al espectador, sin dejarle ningún momento de respiro ni tranquilidad. Las inesperadas explosiones, unidas a numerosos cambios en la operación, sumergen al público en un estado de continua expectación. Aunque sin duda son los últimos 20 minutos, que narran el ataque a la finca donde se escondía Bin Laden, los que hacen de ‘La noche más oscura’ una experiencia trepidante y asombrosa, pues dejan al espectador casi sin respiración y con el corazón inmovilizado en la butaca. Y es aquí donde reside el verdadero mérito de la película: conseguir que el público se interese y viva de una forma tan apasionada y agotadora una historia cuyo final ya conoce.

Y luego está Jessica Chastain, que interpreta -o mejor dicho, que es- Maya, una joven agente de la CIA especializada en localizar y matar a terroristas. La enorme evolución de su personaje a lo largo de la película (recordemos que la trama transcurre a lo largo de una década), está perfectamente llevada a cabo por Chastain, que pasa de una inocencia inicial a una seguridad en sí misma y obsesión por su trabajo casi espeluznante (la escena en la se come, literalmente, a su jefe Joseph Bradley). Los primeros planos con los que la directora la presenta permiten mostrar sus cambiantes estados de ánimo y logra despertar, aunque el espectador no conozca apenas nada de ella, un gran interés por el personaje.

Pero la película corría el riesgo de convertirse en un relato, aunque enormemente interesante y fiel a los hechos reales, frío y carente de alma. Y entonces Kathryn Bigelow vuelve a sorprender con una escena final simple pero muy conmovedora, y que invita a la reflexión sobre todo lo visto anteriormente. En ella la protagonista, a pesar de haber logrado el objetivo por el que llevaba trabajando sin descanso casi 12 años, se da cuenta de su triste y solitaria situación. ¿Realmente valía la pena las muertes, los dólares y el tiempo que costó la operación de venganza contra Bin Laden? Las lágrimas de una bellísima Jessica Chastain hablan por sí solas.
jvalle
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