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México México · morelia
Críticas de mikealeks
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Críticas 441
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
16 de enero de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como es habitual en el cine de Carl Dreyer, los elementos de la cultura escandinava se revelan ya sea de forma explícita o indirecta. Debido a la tardía y tardada cristianización del territorio nórdico, las prácticas religiosas antiguas fueron difíciles de erradicar. Toda resistencia a la evangelización era asociada por los cristianos al paganismo, que con el tiempo gestó la figura de la bruja y sus pactos con el demonio, alejando a los buenos hombres de la verdad cristiana. Tal temor a las brujas se mantuvo en el imaginario danés por muchos años, tanto que aún en el cine de recientes directores como Lars von Trier tiene algunos ecos. Pero Dreyer los expresa con franqueza y un cierto encanto inocente pero que en el fondo revela un clima de superstición, miedo y congoja, esa pesadumbre medieval que unida al clima frío y a la austeridad luterana, crea el ambiente en sus películas: desoladas y tristes. Esta película en particular tiene un tono más pícaro, con momentos de humor casi infantil, sin embargo los temas de fondo tarde o temprano surgen a la luz: la muerte, el escape de un hombre de Dios de las garras de la brujería, pero que sin embargo termina cayendo en las garras del pecado, el pecado del egoísmo por albergar la esperanza de la muerte de una vieja para poder vivir su romance. La película plantea entonces el dilema ético pero también refleja una cierta ansiedad hacia la religiosidad con un tratamiento superficial y podría decirse, satírico de la autoridad religiosa. Dreyer revela su profundo contacto con la religión a la vez que su resistencia espiritual.

Cinematográficamente se trata de una cinta impecable; cuenta con varias de las innovaciones técnicas del cine al servicio de la narrativa como los cambios de tonalidad, edición de planos simultáneos, cortes rápidos, primeros planos y como siempre, esa franqueza en todos sus recursos estilísticos. Los momentos tristes y los momentos de vulnerabilidad y sinceramiento de sus personajes, hablan por sí mismos, sin manipulaciones adicionales. Es también notable la reivindicación del villano en la historia, con una revelación que sin giro forzado o golpe bajo, replantea la verdad oculta en su personalidad, creando una reversa en los papeles del drama: el bueno de la película termina confesándose por el mismo pecado del que había sido víctima. Como en otras cintas de Dreyer, igual que en su ópera prima, los personajes caen en una triste ironía al ser víctimas y verdugos, acusadores y acusados, a veces determinados por la familia. Con esta película, el director muestra su afecto por lo fatalista y el mundo espiritual, pero en una historia entretenida y divertida, una pieza de historia del cine y del hombre para atesorar.
mikealeks
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9
26 de octubre de 2017
17 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excepcional cinta de romance que tuve oportunidad de ver en el Festival Internacional de Cine de Morelia, que va más allá del romance gay que se enfrenta a la adversidad o la lucha con el conflicto interno por la búsqueda de identidad, esta apunta a la reconciliación con las emociones y la sinceridad interior.

Timothée Chalamet y Armie Hammer ofrecen extraordinarias actuaciones, llenas de naturalidad y con una química que se gana toda la empatía posible. Particularmente Chamelet es enormemente espontáneo, y además de su habilidad lingüística hablando en 3 idiomas y su despliegue con el piano y la guitarra, el chico exuda la inseguridad y el ímpetu adolescente.

Por otro lado, la emotiva música se combina con el ambiente bucólico de la campiña italiana en la que se desarrolla la historia y que coadyuvan a la belleza del romance que se desarrolla con cierto idealismo pero también con realismo en las actitudes. Hay algunas escenas que conmueven sorprendentemente, al surgir de un momento sucio y cómico, pero que se transforma en vulnerabilidad y fragilidad emocional totalmente genuina, mostrando una gran habilidad en su director.

El guión está muy adecuadamente empleado al adecuarse a la personalidad de los personajes en los que nunca se aprecia una gota de artificialidad; sus palabras son reales y su deseo es palpable. El erotismo es altamente efectivo y de una ternura que emociona. Es notable también una escena padre-hijo en que un espléndido monólogo da una poderosa lección que, en mi opinión, tiene la capacidad de afectar vidas y resonar en la memoria con belleza y estruendo. La cinta nos invita a salir del clóset de las emociones para permitirnos sentir y vivir.

Creo firmemente que se trata de la mejor película de 2017, con la mejor actuación masculina del año en mnos de el mejor actor de su generación.
mikealeks
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1
26 de agosto de 2017
25 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me repongo del shock de Death Note. Encima leo algunas críticas en los extractos de Filmaffinity y pienso que o son lamebotas sin dignidad o padecen algún tipo de retraso mental. La película no "respeta el espíritu" del anime, es más, escupe y defeca en el espíritu al arrancarle todo dilema moral, al traicionar hasta la infamia a los personajes y sus personalidades, al hacer del personaje femenino una hollywoodización en su forma más deplorable y al ofender a la inteligencia con sus argumentos absurdos y ridículamente forzados. La banda sonora es una mentada de madre que no funciona ni como humor involuntario y la secuencia de créditos final es una burla a quien perdió su tiempo mirando ese tremendo pedazo de porquería. El director con su misoginia y absoluta cobardía para meter algún mínimo de controversia al convertir a Light en un mocoso enamorado confundido y víctima de las circunstancias, debería ser enviado a estudiar la primaria para ver si aprende clichés menos infames; y el de la fotografía con sus planos inclinados que no transmiten una mierda debería trabajar -cuando mucho- como peinador de los pelos escrotales de Eugenio Derbez; el guionista hace del propio guión una Death Note porque todo lo que escribe hace que cualquiera se quiera matar de la forma más rápida posible. Esto es, junto con alguna película de Adam Sandler y alguna otra de La Risa En Vacaciones, lo peor que jamás vi y veré, espero.
mikealeks
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7
15 de julio de 2017
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se empieza a volver una norma que cada vez que Netflix intenta meterse con un tema delicado, la ola de especulaciones y críticas a priori salen al ataque. Tratándose de una plataforma accedida por un público popular y en su mayoría joven, se considera delicado cuando un tema no se maneja con el suficiente cuidado, incluso con corrección política. Muchos parecen no solo subestimar la inteligencia del público, también olvidarse de que el refugio en los estereotipos es el peor tratamiento de un tema, y peor aun, no tratarlo siquiera.

To The Bone, sin embargo, no es una propuesta demasiado arriesgada —en este caso con el tema de la anorexia y los trastornos alimenticios—. Y no es difícil comprender por qué muchos juzgaron de antemano el trailer cuando este parece anunciar una comedia donde algunos gags de humor grisáceo buscan abordar el problema de una manera digerida y sin compromiso real, pero la película no es nada de eso.

Se trata de la historia de Ellen, una chica entrando en la adultez, amante del arte y el dibujo, que lucha con su anorexia y carga con la culpa de que sus expresiones publicadas en internet pudieran haber hecho daño a otra persona. Con una madrastra torpemente interesada en su sanación y que sin entender realmente el problema se esfuerza por ayudarla, Ellen carece de una verdadera comprensión. Su madre biológica, aún más frágil y desubicada, simplemente se rindió a mantenerla bajo su tutela, vive su vida aparte pese a darle su apoyo moral. Lo que parece su última oportunidad para mejorar, es internarse en un centro junto a otros chicos con problemas similares, bajo la vigilancia de un médico con procedimientos ligeramente arriesgados.

Casi desde el comienzo se percibe una estructura narrativa convencional, lo cual, aunado al acostumbrado estilo visual de las producciones de Netflix, sobrio y con colores apastelados, introduce en un tono suave pero no carente de golpes dramáticos. Aunque al inicio se advierte de que ciertos elementos pueden herir sensibilidades, hay una contención en cuanto a mostrar cuerpos horrorozamente marcados por la enfermedad o situaciones crudas. La fuerza del concepto no versa sobre el deseo de impresionar ni sacar lágrimas mediante chantajes brutales, lo cual es ya un punto a favor cuando normalmente los temas difíciles se plasman de esa forma en las primeras películas que los tratan. Aquí se salta ese “paso” para entrar al fondo, sin concesiones a los enfermos, sin lástimas por los que sufren.

El drama ilustra una familia temerosa y reticente a algo que en realidad desconocen, retratados con naturalidad y considerable ausencia de clichés. La protagonista, una chica de actitud confrontadora pero ordinaria mayormente, está genialmente interpretada por una Lily Collins comprometida y convincente, haciendo un papel con quien encuentra familiaridad al haber padecido ella misma un trastorno alimenticio. La directora y escritora, Marti Noxon, quien retrata parte de su propia experiencia con la anorexia, busca dirigir la reflexión de la manera más incisiva que el concepto le permite, con diálogos que retratan con credibilidad a cada personaje y argumentos que casi dejan atrás la labor pedagógica para penetrar en los puntos clave acerca de lo que aqueja a los personajes, su lucha y las razones por las cuales se resisten a salir. El sistema planteado para la mejora de Ellen busca confrontarla con la culpa que carga por dejar de ser persona y convertirse en un problema, la hace apreciar la vida no como un camino a un objetivo, sino como el objetivo en sí. Se le obliga a ver que su principal obstáculo es la cobardía y la auto indulgencia. Ten un par de huevos y vive, es el mensaje.

Pese a que el fondo temático suena áspero y poco correcto, la película consigue deslizarlo con ligereza y capacidad de convencimiento. La trama se desarrolla de forma muy amena, sin que los momentos amables resten realismo ni autenticidad. En cierto momento, puede preverse el típico ascenso del optimismo que precede a la recaída pesimista, y aun así la historia se mantiene sólida por su buena construcción de personajes, con algunas escenas totalmente emotivas y cargadas de emociones genuinas.

Es difícil decir si To The Bone logrará salvar vidas o convertirse en el máximo referente en el tema de los trastornos alimenticios, pero si algo deja claro con su bien documentado guión, es que las personas con tales problemas padecen cuadros altamente complicados y su lucha es tan distinta como cada persona, pero todos requieren de algo que siempre cuesta trabajo pedir: valor.

La producción de Netflix no solo calla la boca a sus temerosos guardianes de la solemnidad patológica, hace una pieza de reflexión y sano entretenimiento. Una de las mejores propuestas del año.
mikealeks
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5
22 de noviembre de 2016
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ganadora en el festival internacional de cine de Toronto a mejor película canadiense es el ejemplo de un producto maquillado con estilo y aderezado con simpatía pero que bajo la superficie no soporta un mínimo análisis.

Con un concepto estético y musical que remite indudablemente al también canadiense Xavier Dolan, Stephen Dunn muestra en su ópera prima una historia sobre madurez y disfunción familiar, pero en su planteamiento inicial hay un tema mucho más profundo e interesante, relacionado con homofobia y traumas de la niñez, entre otros, sin embargo, nada logra un convencimiento o una elaboración sólida, ni en narrativa, ni en estilo, ni en guión.

El drama gira al rededor de Oscar, hijo de una familia quebrada, con un padre excéntrico y una madre que decidió huir, y que a temprana edad es testigo de un hecho violento de carácter homófobo. Más tarde, ya en su adolescencia, el joven vivirá -con un desarrollo un tanto típico- la rebeldía hacia el padre, la definición de su futuro profesional y especialmente el romance, que al igual que el descubrimiento de su propia identidad homosexual, estará marcada por aquel evento de su niñez. Hay además la inclusión de elementos oníricos y fantasiosos, que pretenden quizá ilustrar parte de la visión de la realidad por parte del protagonista en su difícil transcurso a la madurez. Y es solo quizás, ya que realmente tales detalles como el darle voz a un animal o asociar el placer sexual con fantasías terroríficas, no siempre logran una cohesión convincente, incluso llegan a ser solo distractores, dando la impresión de una trama que pierde la brújula usando recursos que parecen de más y que muy escasamente consiguen transmitir algo creíble con relación al protagonista. Oscar parece soñar y sentir mucho pero de esto se comprende poco.

Todo se desarrolla con agilidad, en un tono cálido en las escenas que lo requieren como los recuerdos y los momentos de acercamiento emocional, música electrónica que da ritmo y un notable uso de los colores, especialmente en la segunda mitad, pero con poca consistencia a lo largo de todo el metraje, asimismo con otros recursos como la cámara lenta, sin un concepto fílmico del todo concreto, pero con influencias que remiten a películas como Les amours imaginaires, y no solo en aspecto visual y sonoro. Hay un personaje que resulta prácticamente un clon de otro que aparece en el filme de Dolan, un adonis rubio sexualmente ambiguo con actitud de chico malo e intenciones inciertas al que se hacen honores con masturbación acompañada de olfateo de ropa. Aquí Dunn no esconde su inspiración, incluso empleando a Aliocha Schneider, actor que resulta ser hermano del mencionado (Niels Schneider) y de asombroso parecido, con algún par de momentos en que la situación, música e iluminación, hacen inevitable la reminiscencia.

A lo anterior se agrega a una elaboración no convincente del personaje del padre, con un arco poco creíble y actitudes escasamente justificadas. En general tal personaje sabe más a un requerimiento para generar ciertas situaciones necesarias al servicio del drama que vive el chico. En fin, un guión algo forzado, que con algo más de matices y suavizado de actitudes, podría haber tenido más credibilidad.

Casi al final, llega el momento de la catarsis en que todo el conjunto de fuerzas en juego tienen su explosión, intentando una cohesión entre los traumas, los sentimientos hacia la familia y los elementos psicológicamente simbólicos, pasando de una lógica infantil a una madurez, pero sin éxito. Aunque las reflexiones se pueden inferir, no se transmiten ni dejan un mensaje claro o un arco dramático sólido.

El estilo sin embargo, obtiene cierta efectividad. Sus fallas no chocan con el disfrute de su buen ritmo y conclusiones complacientes. Ese buen ritmo, ese tono cálido y esa temática que apela a la ineludible empatía por un niño lastimado devenido en adolescente aquejado y enamorado, se sabe capitalizar, haciendo que cierta línea dramática, pese a ser predecible, tenga simpatía y genere ligera expectación así como una leve tensión sexual. Aun así, y considerando la poca contundencia que hay de fondo, un contenido más explícito le hubiera dado al menos algo más de sazón.

Quizá podría haber sido una sencilla película de eficacia llana, pero su faceta psicológica le da una pretensión que al no lograrse, genera algo entretenido e interesante en la superficie, pero débil en su estructura.
mikealeks
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