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Los idus de marzo

Drama. Intriga Un joven (Ryan Gosling) empieza a trabajar como jefe de prensa de un prometedor candidato (George Clooney) que se presenta a las elecciones primarias del Partido Demócrata. Durante la campaña tendrá la oportunidad de comprobar hasta qué extremos se puede llegar con tal de alcanzar el éxito político. Adaptación cinematográfica de la obra teatral "Farragut North" de Beau Willimon. (FILMAFFINITY)
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Críticas 165
Críticas ordenadas por utilidad
22 de marzo de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Sigue siendo imprescindible ver todas las pelis en que que actúen Giamatti y/o PS Hoffman.
-Parece conveniente seguir la trayectoria de EV Wood.

Y, por supuesto,

-Nunca confiar en un político (menos si es de izquierdas).

Son tres buenas enseñanzas de este film; con eso, y con la cara del bello Clooney, ya tenemos bastante para justificar un 7.
golondrina europea
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25 de marzo de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya el afiche sugiere lo que se va a ver en la película: detrás del rostro que ve el lector en la tapa de la revista, se oculta otro personaje. La identidad pública es una máscara, que esconde otra identidad, la verdadera, que no se muestra.

Y la empezar la película, descubrimos que ese personaje es un político con aspiraciones presidenciales, durante la campaña interna de su partido.

Y de esto se trata la trama: de mostrar el otro lado del candidato, ese ángulo que no se ve durante los discursos y las presentaciones públicos.

Y lo que no ve el ciudadano son los affaires amorosos con jóvenes internas de la campaña (¿clinton y lewinsky?), la tentación de los colaboradores de pasarse al bando del candidato rival, los acuerdos oscuros para reunir votos (o delegados partidarios, como en este caso); en síntesis, el ocultamiento, los engaños, la traición.

A lo que más temen es a que la prensa se entere de sus trapitos sucios y los publique.

Es cierto que hoy en dia, con todos los escándalos de corrupción que se ventilan por los medios, esas cosas bajas de la política ya no sorprenden a nadie. Así desde este punto de vista el filme no tiene nada de revelador. Pero no deja de ser interesante su planteo del dilema moral al que se ve enfrentado el candidato: ¿Cuál es el precio que se está dispuesto a pagar para ganar unas elecciones? ¿hasta dónde comprometer sus ideales? ¿conseguir el éxito electoral a toda costa, sin importar lo que haya que entregar? ¿o mantenerse fiel a los buenos valores, a riesgo de quedar a medio camino en la carrera? La forma en que el filme resuelve este conflicto deja flotando en el aire un mensaje de sabor amargo, y no muy esperanzador.

Personalmente, para mí fue didáctico el título, porque me forzó a estudiar sobre el tema. Debo admitir que no sabía qué era eso de los “idus de marzo”. Averiguando, supe que eran unos festivales del calendario romano, y que fue en el transcurso de uno de ellos, en el año 44 ac, que Julio César fue asesinado por un grupo de conspiradores, que incluía a su fiel amigo Brutus. La historia de la película, al igual que aquellos sucesos del año 44 ac, se parece a un caldero en el que se cocina y finalmente se resuelve toda una trama de intereses y traiciones políticas.

El elenco de figuras (Ryan Gosling, George Clooney, Paul Giamatti, Marisa Tomei, Philip Seymour Hoffman) de entrada impresiona, e invita a verla. Y la película no defrauda. Aunque no muestre “verdades reveladoras” que el público no conozca o no intuya de antemano, la trama es interesante y entretenida, presentando una visión crítica de la política.

Sigue en el spoiler por falta de espacio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
filmaholic
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6 de abril de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Julio César le advirtieron que se cuidara de los Idus de Marzo, y así en esa fecha fue asesinado bajo la traición de Casio y Bruto.

George Clonney recuerda en el título de esta película un momento histórico que a pesar de su antigüedad sigue siendo válido aún hoy. No es en "Los idus de marzo" una persona de carne y hueso a quien se asesina si no a los valores, los ideales y la integridad de una persona, Steve (Ryan Gosling), un joven con aspiraciones que trabaja en la campaña a las primarias del gobernador Mike Morris (George Clooney) al lado de Paul (Seymour Hoffman). Steve comete un error, tiene una inesperada reunión con el director de campaña del rival de Morris y esto hace que se vea envuelto en los entresijos del chanchulleo político y de la prensa, que aunque no siempre salga a la luz, todos imaginamos...
El título de la película es bastante revelador, evoca altas traiciones, y también juega con que son a su vez en marzo las elecciones. Los idus de marzo siempre estarán ligados a la política, a la traición y al asesinato.
Y todo esto nos encontramos en esta película.
George Clooney se ve que se toma muy en serio su trabajo y el que se haya quedado con su imagen frívola del doctor Ross de la serie Urgencias, se está perdiendo a un buen actor y (como está demostrando) a un buen director.

La película es muy correcta, pero creo que incluso demasiado. La historia que nos cuenta no es ni original, ni nos aporta nada nuevo a lo que todos sabemos o, por lo menos, imaginamos pero lo hace bien, muy bien, de una manera muy entendible (confieso que en muchas de estas películas sobre política me pierdo en la trama y en ésta, no) y seria.

Bien narrada, bien interpretada (Ryan Gosling me gustó,así como George Cloone y Hoffman, aunque es una película donde destaca más el "chanchulleo coral del argumento" que las interpretaciones individuales) y haciendo buen uso de la técnica (me gustó mucho la fotografía y el color de la película).
Ahora bien, quizás la encuentre algo fría, en el sentido de que es como si voy a clase de pintura, domino la técnica, pinto un bodegón serio y correctísimo, pero que no deja de ser un cuadro que se pierde entre tantos otros...he aprendido la técnica, incluso se ve que tengo talento...pero todavía (y digo, todavía) no destaco (claro que ésta, es sólo mi opinión).

Por otro lado la película es muy interesante, a parte del trasfondo político, y de todo ese engranaje electoral medido hasta el milímetro, toda esa palabrería de los candidatos que deslumbra, toda esa forma exterior que tapa (en el peor de los sentidos) el fondo corrupto y ambicioso de los candidatos...a parte de todo esto, nos hace reflexionar sobre algo más general y al alcance de todos (o no): la integridad. ¿Es posible ser una persona íntegra en Política?, es más...¿es posible ser una persona íntegra en la Vida?...ahí queda la pregunta que creo que Clonney nos lanza.
(Sigo en el spoiler sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
SandraSG
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4 de mayo de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que este en el que vivimos es un mundo de hombres es lo que al final, en cierto modo, suscribe George Clooney con su último film, que entra estos días como anillo al dedo por su contexto político, paralelo a los acontecimientos que se están dando en los Estados Unidos. Las primarias republicanas como excusa, y sus consecuentes intercambios dialectales, tan hábiles y suspicaces como a menudo vacuos, son el perfecto escenario para el lucimiento de guionistas, que como en las películas de Fincher o Miller se encuentran en su salsa, mimados por un realizador que huele lo lúcido y auspicia lo inteligente. No sólo dirigiendo, Clooney es selecto y así lo avala su trayectoria cinematográfica, actualmente en plena madurez artística, dejando mella como actor y director, pero también como coguionista. Efectivamente, Clooney firma también parte del texto de sus films, incluyendo este último, en el que aporta conocimientos –su padre había sido candidato demócrata en el congreso de Kentucky– de los mecanismos internos en la política norteamericana.

La superficie de lo que nos cuenta Clooney, entresijos políticos de altas esferas, es conscientemente banal, destapándose su naturaleza superflua cuando se enfrentan los discursos y competencias internas entre candidatos republicanos a la presidencia con su carácter más esencial y subcutáneo; las relaciones humanas y sus dimensiones. Con la premisa de su título, que hace referencia a la traición de Bruto a su padre, Julio César, Clooney desarrolla una trama alegórica, escala de prioridades y valores de quien aspira al poder. La muerte del idealismo, la sangre fría, y el proceso de inhumanización forman parte de la hipótesis formulada aquí, bastamente asumida pero aun así de necesaria reformulación.

Clooney cuenta, para todo ello, con un reparto potente encabezado por uno de los actores de moda, Ryan Gosling. El joven rubio está excelente en su papel de consejero. Carismático y viril donde los haya, Gosling suscita empatía con poco; de carácter grave y sutil expresividad, es calmo pero atento, introvertido pero vivaz, y personifica en buena medida lo que Los idus de marzo quiere significar: metas y sacrificios, grandes ambiciones y pérdida de principios. Y todo ello en un contexto, como decíamos, implacablemente masculino, una suerte de revés a lo que Polanski describía en El escritor (2010). Prosiguiendo con el elenco, y junto a Clooney y Gosling, ambos impecables, encontramos grandísimos papeles secundarios, como los asesores presidenciales encarnados por Paul Giamatti y Phillip Seymor Hoffman, o la becaria Evan Rachel Wood, quien con su papel carga sin arrugarse con lo más implícito de la trama, drama real de lo que quema sin que debiera en la sobrealimentada hoguera de las vanidades.

(Sigue en spoiler SIN SPOILER)
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TPA
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16 de abril de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fiel a su imagen de cineasta “comprometido”, George Clooney nos propone con esta interesante película, una cínica y realista mirada sobre los entresijos de la política norteamericana, que bien puede verse como una metáfora sobre la trastienda política actual en las democracias occidentales. Los escándalos amorosos y sexuales en la política, tienen un alto precio. Sólo tenemos que mirar hacia Francia y su presidente actual, que ha perdido más popularidad por su infidelidad que por su nefasta gestión económica, otro ejemplo sería el "affaire" Clinton y su becaria Lewinsky. “Los idus de marzo” no es una obra de arte, ni Clooney aspira a ello, pero en cambio, sí es una película de denuncia comprometida con su tiempo, una forma de desenmascarar a quienes actúan hipócrita y permanentemente ante la sociedad, mostrándose políticamente correctos y expresando lo que la gente quiere oír.

En una sociedad dominada por las apariencias, donde nuestras vidas están siendo moldeadas por acontecimientos simulados, donde el objeto ha perdido su función y el consumismo agresivo ha hecho que de ese objeto solo nos interese su imagen, únicamente nos quedan las películas “oportunas”, y sin duda, ésta lo es. El personaje que interpreta Clooney, el gobernador Mike Morris es el estereotipo del político actual, su pelo canoso impecablemente peinado, su sonrisa dentífrica, su pose calculadamente desinhibida durante sus charlas con los electores, que elude las preguntas comprometidas refugiándose en la ideal constitución americana. Pero en el fondo Mike esconde un secreto inconfesable…, es un mujeriego y le pierden las faldas.

Pero todo buen político/actor necesita un director de escena, o mejor aún, un excelso autor que construya al personaje público, y además que se encargue de lavar los “trapos sucios” con diligencia y disimulo. El cineasta Clooney conoce sobradamente el pensamiento de Maquiavelo: “En general, las personas juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven”, escribió el filósofo, político y escritor florentino. El verdadero protagonista del film es Stephen Meyers (Ryan Goslin), comprometido con el triunfo de su candidato, en la medida que es su propio triunfo. Inteligente, meticuloso y siempre guiado por la astucia y el sentido común. Un autentico “artista” con mano izquierda para los pactos políticos, que no está dispuesto a que una vez que el triunfo se acerca, le dejen fuera del festín y la gloria.

Clooney se maneja bien en la puesta en escena, con una narrativa clásica y sobria. El film trata de la confusa naturaleza del honor, de esa doble moral de nuestra sociedad, del precio de la lealtad. Pero también trata de la vanidad de Stephen Meyers, aunque pueda parecer un héroe, en el fondo no lo es, porque en realidad es, el auténtico demiurgo de esta farsa llamada democracia. No en vano, el film arranca con él probando el sonido y el escenario, previamente a la intervención del político. Como tampoco es casual su desafiante mirada final hacia el espectador, posible votante e invitado de piedra de esta representación maniquea en la que se nos invita a participar. En mi opinión, muy acertado el trabajo de George Clooney como cineasta.
Antonio Morales
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