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Voto de Antonio Morales:
8
Drama. Intriga Un joven (Ryan Gosling) empieza a trabajar como jefe de prensa de un prometedor candidato (George Clooney) que se presenta a las elecciones primarias del Partido Demócrata. Durante la campaña tendrá la oportunidad de comprobar hasta qué extremos se puede llegar con tal de alcanzar el éxito político. Adaptación cinematográfica de la obra teatral "Farragut North" de Beau Willimon. (FILMAFFINITY)
16 de abril de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fiel a su imagen de cineasta “comprometido”, George Clooney nos propone con esta interesante película, una cínica y realista mirada sobre los entresijos de la política norteamericana, que bien puede verse como una metáfora sobre la trastienda política actual en las democracias occidentales. Los escándalos amorosos y sexuales en la política, tienen un alto precio. Sólo tenemos que mirar hacia Francia y su presidente actual, que ha perdido más popularidad por su infidelidad que por su nefasta gestión económica, otro ejemplo sería el "affaire" Clinton y su becaria Lewinsky. “Los idus de marzo” no es una obra de arte, ni Clooney aspira a ello, pero en cambio, sí es una película de denuncia comprometida con su tiempo, una forma de desenmascarar a quienes actúan hipócrita y permanentemente ante la sociedad, mostrándose políticamente correctos y expresando lo que la gente quiere oír.

En una sociedad dominada por las apariencias, donde nuestras vidas están siendo moldeadas por acontecimientos simulados, donde el objeto ha perdido su función y el consumismo agresivo ha hecho que de ese objeto solo nos interese su imagen, únicamente nos quedan las películas “oportunas”, y sin duda, ésta lo es. El personaje que interpreta Clooney, el gobernador Mike Morris es el estereotipo del político actual, su pelo canoso impecablemente peinado, su sonrisa dentífrica, su pose calculadamente desinhibida durante sus charlas con los electores, que elude las preguntas comprometidas refugiándose en la ideal constitución americana. Pero en el fondo Mike esconde un secreto inconfesable…, es un mujeriego y le pierden las faldas.

Pero todo buen político/actor necesita un director de escena, o mejor aún, un excelso autor que construya al personaje público, y además que se encargue de lavar los “trapos sucios” con diligencia y disimulo. El cineasta Clooney conoce sobradamente el pensamiento de Maquiavelo: “En general, las personas juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven”, escribió el filósofo, político y escritor florentino. El verdadero protagonista del film es Stephen Meyers (Ryan Goslin), comprometido con el triunfo de su candidato, en la medida que es su propio triunfo. Inteligente, meticuloso y siempre guiado por la astucia y el sentido común. Un autentico “artista” con mano izquierda para los pactos políticos, que no está dispuesto a que una vez que el triunfo se acerca, le dejen fuera del festín y la gloria.

Clooney se maneja bien en la puesta en escena, con una narrativa clásica y sobria. El film trata de la confusa naturaleza del honor, de esa doble moral de nuestra sociedad, del precio de la lealtad. Pero también trata de la vanidad de Stephen Meyers, aunque pueda parecer un héroe, en el fondo no lo es, porque en realidad es, el auténtico demiurgo de esta farsa llamada democracia. No en vano, el film arranca con él probando el sonido y el escenario, previamente a la intervención del político. Como tampoco es casual su desafiante mirada final hacia el espectador, posible votante e invitado de piedra de esta representación maniquea en la que se nos invita a participar. En mi opinión, muy acertado el trabajo de George Clooney como cineasta.
Antonio Morales
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