A sangre fría

Primer punto a favor: La novela del genial Capote. Segundo, la impecable actuación de Robert Blake. Y por supuesto, la dirección de Brooks. Todos juntos para una puesta en escena magistral, en sus blancos y negros como el alma humana pero con grises para resaltar las incoherencias.

También suma puntos la descripción de la mentalidad media de los estadounidenses, que es la gran gracia de Capote pero que bien podía haber ocurrido que el director no supiera trasladar a imágenes. Pero lo logró, y de qué manera.

A sangre fría de Richard Brooks es un thriller dramático basado en los hechos reales de un crimen cometido por dos jóvenes trastornados, que acaban asesinando a los cuatro miembros de una familia. Dirigida con un ritmo pausado y con un estilo indagatorio e intrigante que añade mucho interés a una historia real, es una obra de gran talla que hace bien lo que se propone y muestra una implacable trama que incita y deja al público expectante, concluyendo uno de esos films que atrapan a todos los espectadores amantes del género y a los cinéfilos más exigentes, ya que está bien construido de principio a fin.
La fotografía en blanco y negro hace gran uso de los claroscuros y está bien cuidada en detalles estéticos, logrando una labor alusiva y desde luego portentosa que cumple con un notable trabajo visual. La música es rítmica y estimulante al principio, ya que sus sonidos inquietantes añaden intriga y penetran en el espectador con sus arrolladores melodías que logran un trabajo de lo más sensacional en su acompañamiento de la acción. Los planos y movimientos de cámara consuman un correcto trabajo técnico mediante el uso de los primeros y primerísimos planos, generales, avanti, retroceso, seguimiento, reconocimiento, panorámicos, subjetivos, planos medios y cámara en mano que se centran en sacar lo mejor de las interpretaciones.
Las actuaciones son sobrias y contundentes. Como protagonistas Robert Blake y Scott Wilson forman un tándem perfecto como criminales fugados, siendo señalados los acompañamientos de John Forsythe, Paul Stewart, Jeff Corey y Gerald S. O´Loughlin entre otros. La dirección artística emplea para estos, unos vestuarios y caracterizaciones sugestivos a cada personaje según su condición social, que son elegantes por un lado y más informales de jóvenes por otro, cumpliendo con una oportuna labor que junto con los decorados te transportan in situ. Cabe destacar también, el montaje lineal y acompasado con algunas flash-backs imaginativos que dejan claro el desequilibrio psicológico de los protagonistas.
El guion, escrito por el director y basado en la novela de Truman Capote, es absorbente y mantiene eficazmente al público pegado al asiento con una historia real y provocadora que no pasa desapercibida al contener todos los componentes necesarios para penetrar hasta en los cinéfilos más exigentes, ya que su estremecedora historia muestra una vez más, a unos jóvenes problemáticos en una época americana en la que eran bastante criticados por formar parte de un gran cambio en comparativa con sus progenitores.
Para finalizar, la considero una obra insustituible en su género y arrebatadora al dejar lo mejor para el final, incitando al público con una de esas historias reales que dejan al espectador estupefacto al estar bien narrada de principio a fin, logrando crear en la película una atmósfera turbia que no dejará a nadie indiferente. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, planos y narrativa que hacen de A sangre fría, una cinta dura y violenta que está bien construida desde sus cimientos y es una de las más destacables de su época y categoría.

La película es un magistral ejercicio de fotografía de principio a fin. Los encuadres son espléndidos; la noche brilla en todo su esplendor y de día gozamos con los paisajes de Kansas y sus pueblos, sumergidos en los años cincuenta. Un lujo visual para aquellos que añoramos el cine en blanco y negro matizado de mil grises.
La historia, bien adaptada de la novela de Truman Capote por Richard Brooks, es quizá en exceso fría por rigurosa. Rodada con sobriedad pero con todo detalle, evita sin embargo explicitar la crueldad de los asesinos. Los diálogos son cortos, brillantes y afilados, con ausencia de los tacos a que nos tiene acostumbrado el cine actual.
Los ex-presidiarios protagonistas son mostrados como pura carne de cañon, inconscientes y a la vez conscientes de su fatal destino, como si lo buscasen a modo de expiación en cada una de sus decisiones. Personajes de los cuales sabemos a través de flash-back de sus tristes orígenes, aunque no sea tanto la perturbación psíquica lo que mueva sus actos, como su estupidez. Esa estupidez del mal gratuito, peor que la maldad egoista, que cuando suma dos voluntades multiplica su efecto, como pone en evidencia la película y, desgraciadamente, la vida diaria.

La tengo muy caliente porque la vi ayer viernes 20 de marzo por la noche en televisión en abierto, en pleno confinamiento.Y sabía que la programaban y decidí adelantar la hora de la cena porque es un film que no se puede ver comiendo con idas y venidas a la cocina, y, además, era en subtítulos.

Hacía tiempo que no la veía; pero ésta vez la vi sola, y con total silencio, como si fuera la primera vez y tengo que decir que es impresionante, dura, demoledora, seca, sin concesiones. Parece que sea verdad que aquello esté ocurriendo en ese momento; tiene algo de road movie, de documental, de influencias de la Nouvelle Vague (poco, pero yo lo aprecio) Fantásticos los dos actores (Robert Blake, que yo lo vi primero en Baretta, y luego vi el film, y dije, anda si es Baretta) y Scot Wilson, que parece un actor de hoy; me recuerda a Edward Norton y a otro que se llama John pero no recuerdo el apellido, pero me gusta mucho más que éstos. Lástima, es un actor que ha hecho pocas cosas, y es poco conocido. Tengo que revisar su filmografía. También participa John Forsyte (el profesor de Roma mi Amor)

No hablaré del argumento; ya todos sabéis de que va. Al igual que otros films como Bonnie and Clyde, El Graduado, Harry el Sucio, Con los Ojos Cerrados (film buenísimo sobre la crisis de un matrimonio maduro, también con Forsyte y Richard Brooks, injustamente olvidado y que necesita urgentemente una revisión), A Sangre Fría es ya un film más moderno que clásico, como podéis apreciar. Parece mentira que hayan pasado más de 50 años. Quiero citar a Quincy Jones en la música, esto también es un toque de modernismo. Hay muchos films de los años 60 que se ven modernos. Para mí, la década de los 60 es con diferencia cuando se hizo mejor cine en USA y en Europa.

Parece mentira que el director de La Gata sobre el tejado de zinc" haya hecho esta película, ah, y también acordaros de "Buscando al señor Goodbar" (1978), otro film moderno de Brooks.

Resumiendo, maestría absoluta del director en la dirección del film; no era fácil la empresa, y, teniendo en cuenta la duración (2 horas y cuarto), film redondo contra la pena de muerte, y como digo en el enunciado: los 40 minutos más alucinantes que he visto en el cine. Film a ver en calma, comido, tranquilo, y, sobre todo, sin cansancio porque es larga y densa.

Puntuación: 8

Anna Inglés i Bardí

No es fácil plasmar una de las novelas más relevantes del siglo XX en imágenes. Pero Richard Brooks no solo respeta, sino que homenajea a la mejor literatura con su estética visual e intelectual. Ofrece la crónica de un crimen sintetizando, en la medida de lo posible, la pluma de Capote. Que esté rodada poco tiempo después de cuando sucedieron los hechos verídicos, no es sino otra cualidad para que el espectador imagine cómo pudieron ser aquellas sórdidas muertes. El filtro del cine es el de saber contar qué importa en esta historia, con una belleza que, por momentos, evocarán al cinéfilo a la poesía de la nostalgia de Terrence Malick. Luces y sombras en este estudio sobre el comportamiento del ser humano, ahondando en los traumas de los personajes. Sueños y muerte en una de las mejores adaptaciones cinematográficas que se han hecho de una novela.