Hiroshima, mon amour

Mediante su peculiar sentido del discurso cinematográfico, la narración que dirige Resnais se desgrana entre los renglones de una película muy llena de palabras que afloran con naturalidad entre las bellas imágenes, los encuadres originales y las atractivas escenas que les sirven como sutil coartada.
Onírico cuando divaga, alegórico cuando teoriza, imaginativo cuando fabula, cínico cuando trata de imponer un código, artero cuando filosofa y creativo siempre, el director consigue que la actuación de Riva y Okada alcance esos momentos de lirismo inigualable que seguramente pretendió Duras con su magnífico guión.
Gran mérito.

Profundamente poética, inclasificable, rara avis sobre el amor y la muerte, Resnais nos trae en este trabajo la más desbordante pasión jamás vivida en una película, un brutal golpe de amor que nace allá donde una vez el horror y la muerte se hizo más patente que en ningún otro lugar en el mundo. 200.000 muertos en nueve segundos significan Hiroshima y sólo allí puede reencarnarse la historia de amor y pasión más sangrante, la que te recorre a flor de piel (¿Hay alguna metáfora mejor para el eros y el tánatos?). En efecto, la sensibilidad de Hiroshima Mon Amour, no es acta para todos los públicos, de hecho estará al alcance de muy pocos el comprender y sobre todo el sentir de esa película hecha de diálogos principalmente, unos diálogos escritos por Marguerite Duras y que te atraviesan al ritmo del afilado celuloide. Los diálogos íntimos de la pareja, los pensamientos que jamás llegan a decir pero que comprenden y que el espectador escucha, los juegos de espejo, la sombra de una fotografía gris, los reveladores gritos que rompen la candidez total de la película, la forma inevitable de amar sufriendo, todo hace de esta película un algo más que comprender y devorar.

Pero no sólo de amor vive el hombre. Hiroshima Mone Amour también recoge una poderosa crítica antibelicista centrada especialmente al comienzo de la película cuando los dos personajes que se conocen en la cama comienzan a susurrarse lo que pasó en Hiroshima y sus consecuencias con imágenes reales de documentales horrendas, mientras ellos se acarician como telón de fondo, todo ello durante más de 14 minutos, porque solo veremos la cara de los protagonistas después de esto. La historia densa, emotiva y con una metáfora muy especial, también refleja una reflexión acerca de la memoria y del olvido y de la importancia que tiene para sus personajes. La palabra convertida en pilar, en poesía tal vez demasiado artificial para una película (¿a quién le importa cuando ya caes rendido?) es la fuerza de una película que desde luego no puede dejar indiferente.

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... es quien más brilla en esta obra. Es la autora del guión original, que es al menos tan conmovedor como su obra "El amante". También perturbador: una historia en presente del pasado, una historia de Hiroshima en Francia; un relato del conflicto, del conflicto del recuerdo del amor, del conflicto con el recuerdo del olvido del amor perdido.

Sin dudas es una de esas películas que visualmente impactan, dejan una impresión en el espectador que pocas veces un film puede lograr, estéticamente es impecable, los recursos cinemáticos son sutiles pero efectivos.

Las actuaciones por momentos son soberbias, hay escenas que generan una intimidad inmersiva para el espectador deliciosamente captadas por la cámara.

Hay un recurso muy presente en el film en el uso del flashback, con momentos de un ritmo lento que genera una sensación de impersonalidad por momentos, lo que hace un camino previo al horror que se vivió post Hiroshima, con todas las secuelas.

Me ha parecido, en bastantes momentos, sumamente pretenciosa esta película de culto, que plantea un tema interesante; una relación amorosa cimentada bajo lo imposible que puede llegar a ser el que ambos comprometidos tengan pareja. Todo expuesto tras la huella de una bomba que dejó cientos de miles de muertes. Ese amor también muere y ellos lo saben, se dejan llevar. Y en esos términos, la mujer se inventa una historia y se enreda una y otra vez, en lugar de disfrutar de ese día inolvidable. Nacía el cine libre de la "nouvelle vague", pero dejarían huella otras muchas películas.