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Que el cielo la juzgue

Drama. Intriga. Cine negro Richard Harland (Cornel Wilde), un joven escritor, conoce en un tren a Ellen Berent (Gene Tierney), una bellísima mujer con la que se casa pocos días después. La vida parece sonreírles, pero Ellen es tan posesiva y sus celos son tan enfermizos que no está dispuesta a compartir a Richard con nadie; tanto amigos como familiares representan para ella una amenaza de la que intentará librarse, provocando la desgracia de quienes les rodean. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 54
Críticas ordenadas por utilidad
23 de noviembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este melodrama de mucho éxito, y mucho presupuesto, es bello y enigmático a la vez. El thecnicolor empleado le resta tensión y ansiedad a una historia que precisaba de ella, pero incrementan el film en belleza pictórica, con unos paisajes y unas secuencias preciosas cual joya escondida en una recóndita mina.
Y eso supone esta cinta, una gema escondida, poco conocida pero necesaria de admirar... A destacar las interpretaciones contenidas, hieráticas, medidas y reposadas, que hacen creíble una historia sobredorada de tensión psicológica y social.
El título, un acierto... Que el cielo la juzgue, porque en la tierra, una mujer tan bella como General Tierney, difícil sería de condenar.
nico
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30 de julio de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy convencido de que "Dejarla al cielo" en su traducción literal, o "Que el cielo la juzgue", como es conocida en el mundo hispanohablante es un ejemplo de películas en donde la primera impresión es suceptible de cambio. Y no lo digo por su calidad dramática, de una solidez palpable donde Stahl pone su sello injustamente olvidado por décadas; o por su fotografía rutilante y limpia que permite degustar la belleza de los paisajes sutil y elegantemente involucrados de tal forma para convertilos en escenarios importantes que van desarrollando una trama contada con el ya popular flashback tan utilizado en esa maravillosa década que fue para el cine como los cuarenta del siglo pasado. Lo digo por el personaje principal encarnado por la preciosa Gene Tierney, de belleza legendaria, como de vida trágica en el plano personal. Y es que, en mi caso, cada vez que vuelvo y degusto la cinta, creo que entiendo más los motivos que llevan a Ellen (Tierney) mujer mentalmente inestable, de actuar como actúa frente a las situaciones que se le presentan, relacionadas con su entorno tanto familiar como marital, sin entrar, por supuesto, en el terreno de la justificación de lo injustificable como el homiciodio digamos que involuntario del hermano paralítico de su esposo; o del aborto, éste si muy premeditado de la potencial amenza que para ella representaba ese ser inocente para su vida en pareja. Y digo que la voy entendiendo, dentro de su atmósfera perturbada de amor posesivo, celoso y enfermizo, que su sus motivos, al final de cuentas son hasta lógicos, por cuanto en ciertos pasajes, hasta se pueda simpatizar con ella, como por ejemplo, en la luna de miel interrumpida tanto por un esposo que,embebido por su trabajo que, sin darse cuenta, hace a un lado tan significativo momento íntimo por el amor fraterno hacia su hermano y la visita inoportuna de las familiares de Ellen, sin tener en cuenta ni siquiera la opinión de ella al respecto; o de los celos patológicos que surgen por la sospecha del inicio de una relación entre su marido y su propia hermanastra, a fe, que al final se dá. Por tanto, de la fría, celosa, egoísta, caprichosa y calculadora femme fatale que me quedó la primer vez que ví el film, ha ido pasando a una enferma e impulsiva mujer, con una ambivalente capacidad para el amor y el rencor, que me ha quedado después de haberla visto, afortunadamente ya, varias veces. Lo que sin duda no cambia, y que, por el contrario, el tiempo ha fortalecido aún más es la belleza de leyenda que el sistema de technicolor implementado el director dejó como testamento eterno en el film de la inolvidable Gene. Cada plano, cada mirada, cada gesto de ese rostro mítico, ocupan de lleno la pantalla, dejando en inferioridad manifiesta a un correcto Cornel Wilde, como esposo víctima del comportamiento dispar de su mujer, o una joven y linda Jeanne Craine, como tercera en discordia, pero sin la fuerza necesaria para igualar a la espléndida Tierney, en uno de sus mejores registros. En consecuencia, el gusto de verla más de una vez, y contemplar a una de las bellezas históricas del séptimo arte en estado de gracia es impagable. Y Gene lo merece.
cineclasico73
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14 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gene Tierney, la bella actriz protagonista, aparece siempre con los labios pintados de rojo, hasta cuando sale de la piscina o está enferma en la cama. Y de vez en cuando aparece un escenario visto un momento antes, pero transformado de pronto en un escenario de cartón piedra, con arboles de mentira cuyas hojas no se mueven un milímetro, como si no hubiera ni la más ligera brisa.

Cosas como esas son las que en principio me han echado atrás cuando he empezado a ver la película. Pero luego recuerdas que es del año 1945 y que solo hacia 17 años que habían inventado el cine sonoro. Y en fin, te vas metiendo en la peli, que está francamente bien, pocas veces se ha visto en el cine una tipa tan malvada y tan psicópata. Además fue la primera película de cine negro (aunque también tiene toques de melodrama) hecha en color, lo cual fue toda una novedad en su época.
alex
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22 de noviembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La que era la película favorita de Gene Tierney es la que, en mi opinión, es la obra maestra de John M.Sthal, creador también de la primera versión de “Imitación a la vida” (Douglas Sirk realizaría un remake de mayor calidad y maestría en el año 1959 erigiéndose así en rey del melodrama y realizando un estudio profundo de las relaciones familiares).

Ellen (Gene Tierney) es incapaz de enamorar ni enamorarse de otro hombre que no sea su padre. Sin embargo, los celos que forman parte de su identidad (fruto de una clara inseguridad que se muestra en muchas escenas) hacen que sea capaz de las acciones más perversas con el fin de mantener a su marido a su lado. El Technicolor permite al director remarcar constantemente el cielo en las tonalidades azules, presentes en la mayoría del metraje (el vestido azul de Ellen en una secuencia clave, el azul del agua del lago, etc), un cielo que será el que emita el “juicio final” sobre las actitudes de la protagonista, tal y como indica el título de esta obra maestra.

El film, que comienza como un melodrama clásico, acaba tocando otros grandes géneros cinematográficos clave, como el drama judicial o el propio cine negro. Gene Tierney está soberbia en su papel de la infeliz Ellen, Jeanne Crain destaca también en el papel de la joven Ruth, y Cornel Wilde realiza una actuación que, si bien en ocasiones resulta insípida, es ideal para reforzar la importancia de la protagonista y el estudio psicológico que realiza el director sobre la maldad de esta desdichada. Una importancia y primacía que vislumbramos desde que la vemos esparcir las cenizas de su padre cabalgando por las montañas cercanas a su hogar familiar. “Ellen siempre gana la batalla”, se dice en la película cuando realiza una carrera en el agua junto a otros familiares. Invito a que vean esta película para saber si ganará esta batalla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
eire
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27 de noviembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de no ser mi genero preferido se deja disfrutar este elaborado drama adaptado de una novela, un guión retorcido pero muy bien elaborado, aparte contiene misterio, mucho suspenso, encima paradisíaca con un rodaje fuera de estudios, de trenes, de desiertos, de lagunas, elegante y de mucha clase que para mi traspasa todos los tiempos.

En esta película Gene Tierney se deja odiar haciendo dupla con un enamorado Cornel Wilde y su ex prometido Vincent Price, dirigida por John Stahl. Un drama que me dejo muy impactado en su momento, una cruda historia psicológica encarnada por una mujer fatal consumida por amor.

Único remake Too Good to Be True 1988.
John
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