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Copycat

Thriller. Intriga La psicóloga criminal Helen Hudson es especialista en asesinos en serie. Desentrañar las mentes de sus pacientes es un trabajo peligroso, tanto que uno de ellos está a punto de matarla. Ahora sufre de agorafobia y vive recluida en su apartamento con el temor de volver a escuchar la voz amenazante de un psicópata. (FILMAFFINITY)
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Críticas 34
Críticas ordenadas por utilidad
10 de junio de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realizada curiosamente el mismo año que la mítica Seven, Copycat intenta repetir la fórmula que tan bien le funcionó a David Fincher, aunque con matices, ya que el camino que sigue es bien diferente. Si la cinta que nos ocupa no se volvió un clásico, a diferencia de la ya mencionada obra de Fincher, es principalmente por el desarrollo que presenta en su parte central de la historia, el cual es totalmente erróneo (en mi opinión, claro). Por lo demás, la película cumple, y con creces, además. Y es que la trama es interesante, los personajes también, el ritmo en ningún momento decae y la música funciona genialmente al añadir tensión y suspense en las partes idóneas. La protagonista, encarnada de forma estupenda por Sigourney Weaver, por cierto, es una experta en identificar a asesinos desalmados, por lo que su participación será de gran utilidad para poder encontrar al culpable de los brutales homicidios que empiezan a producirse. No obstante, la especialista sufre de agorafobia. Así que no puede salir de su vivienda bajo ningún concepto. Weaver hace una interpretación muy realista de lo que conlleva sufrir dicho trastorno. Los otros personajes consiguen funcionar a pesar de resultar algo planos. Ojo al trabajo que realiza William McNamara, quien está a un nivel notable alto. En líneas generales, Copycat es un buen film del género que pudo ser mejor. Es complicado lograr la perfección, es más, ni la propia Seven es perfecta, pero está más cerca de serlo que Copycat. Sin embargo, esta última funciona porque nunca deja de ser entretenida e interesante. Peca de ir a lo fácil, ya que su guion resulta un tanto previsible debido a que toma la senda más sencilla.
Franz Beckenbauer
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13 de junio de 2016
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que sucede con estos thriller es que si uno los ve luego de muchos años de su estreno, no tienen el mismo impacto. Los thriller o películas de investigación policial que quedan ubicados en la época en que la tecnología estaba a mitad de camino, pasan de moda, a diferencia de todo lo que filmaba Hitchcock. Es que uno ve esos celulares tipo ladrillo, o las computadoras con esos monitores cuadrados gigantes, las interfaces gráficas de las máquinas, y se siente medio perdido. Quizás esta es una de las primeras en las que se ve el uso de internet. Por momentos uno prefiere no ver nada de eso y ubicar la película en los años 50.
Igualmente es buena la película, la actuación de Sigourney es fabulosa. ¿Qué pasó con esta actriz tan versátil? Hace tiempo no la veo. Es impresionante cómo puede pasar de ser una mujer temerosa y aterrada a ser la más mala del mundo. Eso es lo que me gusta de ella.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Giulietha
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23 de mayo de 2020
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre habrá algo en sus métodos, en sus impulsos, en su manera de recibir el estímulo empleando la violencia que le hará único, que le distinguirá de otro, pero...¿y si hubiera un asesino cuyo "modus operandi" respondiera a todos los modelos ya conocidos?

Desde luego un punto de partida de lo más jugoso para construir un "thriller" de primera, y dónde explotar mejor esta idea que en plenos años '90, cuando el cine policíaco fue reinventando las aristas de su universo e introduciendo un nuevo tipo de villano que ya había tenido el gusto de aparecer a mediados de la década anterior (pero no de una forma realmente imponente); a raíz de que "El Silencio de los Corderos" arrasara en taquilla, el suspense pasó a ser habitado por crueles y metódicos asesinos en serie cuyos perfiles se volvieron más complejos y oscuros, nada que ver a cómo se les representaba en los "slasher" de los '80.
Tan hondo caló esta ramificación del policíaco que de repente el cine "con asesino" se convirtió en el más rentable en aquellos años, aunque de todo se podía encontrar en su escaparate, desde grandes obras a mediocres producciones. Escrito a medias por Ann Biderman ("Las dos Caras de la Verdad", "Enemigos Públicos") y David Madsen y apadrinado por Arnon Milchan, apareció el guión de un nuevo "thriller" que volvía a explotar las claves del subgénero, el cual terminó cayendo (no se sabe muy bien la causa) en manos de un Jon Amiel al que la jugada de hacer una nueva versión de la francesa "El Regreso de Martin Guerre" no le salió precisamente redonda.

Pocas veces un personaje queda tan bien definido sólo a partir de su presentación como sucede con Helen Hudson, una eminente psicológa de criminología que ni corta ni perezosa afirma que los asesinos deberían ser objeto de estudio en lugar de condenarse a muerte y que donde más rápido se halla a un psicópata es entre los varones blancos de entre 20 y 30 años (ni las mujeres ni gentes de otras razas son propensas a asesinar porque ella lo diga...). Tras estas reveladoras palabras con las que no comulgo en absoluto, poco me importa a mí lo malo que le pueda ocurrir a esta señora, incluido el que sea amenazada de muerte por un chiflado que le tiende una trampa en el cuarto de baño.
Una introducción tan interesante e intensa como errónea. A partir de aquí, y como después veremos, las intenciones de Biderman quedan más claras (de hecho, todo hombre que aparezca en la película será un repugnante pervertido, maleducado, ignorante o asesino o simplemente morirá dejando el camino libre a las dos protagonistas, visión torcida de la pareja masculina de "Seven"). Pero volviendo a la trama, "Copycat" recurre a una de las premisas más usadas en el cine de asesinos en serie, tanto que a veces recordará a "Jaque al Asesino" y "El Silencio de los Corderos".

Esto es: la colaboración de la policía, muy perdida como siempre, con alguien experto en estos temas para desentrañar el misterio tras una serie de brutales homicidios de mujeres, ¿y quién mejor que una psicóloga? Unión entre esa improbable pareja de agentes (Monahan y Reuben, donde ella es la que toma las decisiones, ni que decir tiene) y Helen, que ha quedado recluida en su casa y afectada de agorafobia por el trauma vivido en el pasado (un hombre la cuida, homosexual..porque ellos no son capaces de matar a nadie, claro), forzada y previsible a más no poder.
Lo único que da interés a su implicación en el caso es el morbo que brota al establecer ella contacto con el asesino, quien, y ahí es donde reside el mayor atractivo de "Copycat", decide imitar minuciosamente a algunos de los criminales más famosos de la Historia, lo que inicia un juego de inteligencia y perversidad que logra atrapar al espectador pese a que el asesino, quien dicho sea de paso no posee ni un gramo de carisma, descubra su identidad ante nosotros demasiado temprano. Atrapar en el sentido más literal, pues Amiel, aunque poco ducho en este tipo de cine, demuestra nervio y talento para manejar el suspense, la tensión y modelar las atmósferas.

Atmósferas a menudo tan desasosegantes que hasta llegamos a sentir el mismo agobio y falta de oxígeno que embarga a la doctora en las situaciones más extremas; el director sabe cómo colocar la cámara, qué planos usar en el momento oportuno y cómo combinarlos con el sonido más adecuado, y todo ello soportando (la película) el lastre de su gusto por lo comercial, como siempre le ha ocurrido. Tras una secuencia que se inscribe como la más absolutamente innecesaria y despreciable del metraje (detallado en Zona Spoiler), la cacería gana en violencia e intensidad.
Y más aún cuando se da la extraña implicación del psicópata que tiempo atrás atacó a la doctora en el caso, lo que crea una significativa conexión entre ambos y el asesino imitador, conduciendo la trama a un lógico y necesario clímax que acaba con ella de forma circular (y muy precipitada y previsiblemente). Mientras Will Patton y Dermot Mulroney se muestran correctos y Holly Hunter no despierta en mí ni un mínimo de interés (la detesto desde que la descubrí en "O, Brother"), Sigourney Weaver acapara la atención en un papel complejo y profundo, que no agradable, y Harry Connick Jr. sorprende con su inquietante voz y colección de expresiones; no pierdo el tiempo en hablar del soso William McNamara.

Recibida con generosidad (demasiada) por la crítica y logrando un discreto éxito de taquilla, al final "Copycat" no oculta su condición, como su asesino, de querer imitar otros "thrillers" de suspense; lo intenta, pero no lo consigue, y sus agujeros, sus giros fortuitos y su peligroso subtexto no ayuda.
No es tan grotesca y elegante como "El Silencio de los Corderos", ni tan tenebrosa y asfixiante como "Seven" (estrenada en el mismo año y responsable de eclipsarla), ni tan retorcida y extrañamente fascinante como "Kalifornia". La obra de Amiel se queda a mitad de todo, pero al menos es interesante y entretenida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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14 de octubre de 2007
6 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Flojita obra la de Jon Amiel (como todas sus anteriores películas, salvando, y con mucha generosidad, la entretenidilla La Trampa). De ésta, típica producción con y sobre psychokillers, sólo destacaría una cosa, la actuación espléndida, como siempre, de Sigourney Weaver, recreando a una psicóloga con agorafobia (aunque se podría haber tratado mucho mejor el tema), y amparándose en el popular asunto de los asesinos en serie (género que ha dado un buen puñado de obras bastante más apreciable que la que nos ocupa, remontándonos a M, el Vampiro de Düsseldorf, pasando por El Estrangulador de Boston a las numerosas producciones actuales entre la que destacaría la última de David Fincher, Zodiac). Por otro lado, la peli demuestra un pavoroso envejecimiento, ya que el casi único nexo con el exterior que tiene Helen Hudson, la psicóloga, es Internet, y vista más de diez años después nos resulta de lo más pueril (véase la escena en la que supuestamente el malo envía un mail a la Weaver con un virus, lo que hace que Delmot Mulroney afirme que es un genio). Aparte de multitud de otros pequeños fallos, destacaría sin duda el penoso trabajo de Holly Hunter como policía, pero bueno, la actriz ésta tampoco parece dar más de sí.
babayu
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