Los inútiles

En este filme Fellini nos narra un fenómeno social diacrónico y universal a lo largo del tiempo. A través de la historia de un grupo de amigos, el aclamadísimo director italiano, nos cuenta el drama existencialista por el que han ido pasando a través de diferentes generaciones los hombres que no terminan de encontrar su hueco en la sociedad.

Pues por mucho apellido ilustre que tenga el director, Los inútiles no pasa de ser un anticipo folletinesco de la deslumbrante La dolce vita. Aquí solo encontramos una clase social ociosa; la de estos amigotes desenvolviéndose en la amoralidad de un pueblo cerril de la Italia católica.
Los Inútiles no es más que una sucesión de correrías adúlteras en pos de cualquier cosa que lleve falda de un Franco Fabrizi realmente desenvuelto en su personaje.
Cuidado que estas andanzas del mujeriego Fausto tiene su moralina, algo que no parece encajar en la libertades del universo Fellini y no hay más que rascar, si acaso una libre interpretación de un muy velado y platónico amor de su cuñado, ojo que la homosexualidad estaba penada en la Italia de aquellos años, una secuencia de cierta originalidad en la que se ven pasar como si fueran el paisaje del tren a la pandilla de amigos con esa voz del narrador que durante toda la película adjetiva algunas escenas y para de rascar.
No deja de ser un adelanto, un atisbo del gusto de Fellini por los que huyen del trabajo intentando buscarse la vida con apuestas y sablazos entre fiesta y fiesta como precedente de lo que vendría unos años después con La dolce vita, es lo poco rescatable de este melodrama.

De las muchas historias de amor feas que hay por ahí, ésta de "Los inútiles" es una de las más indignantes que recuerdo, el uno por asqueroso, la otra por boba, si es que hay arrastradas en todos los países, incluida Italia. Creo que nuestro Federico Fellini, que como esta iniciándose en esto del cine se muestra más convencional, y por lo tanto mejor, no lo plantea a modo de crítica sino más bien como ejemplo a seguir. O sea, el puede que sea un indeseable pero ella, Sandra (la guapa Leonora Ruffo, cuyo parecido con Elsa Pataky es notable), que encima es rica, con su ejemplo lo conduce al buen camino. Vomitivo y falso.

Mientras uno se enerva con esta trama, no entiendo como el hermano no le parte la cara, la película narra la vida cotidiana de un grupito más que de holgazanes, inmaduros e idiotas, con cierta agilidad pero con escasa mordiente. No es comedia, al menos no hace gracia, pero tampoco drama y como romance, te pone de mala leche. Los personajes son demasiado esquemáticos, sin profundizar en su psicología, y aunque a cada uno se le dejan minutos para que se expresen, en realidad nada dicen. La historia deambula, más que avanza, por las callejuelas de esta pequeña ciudad, dicen que Rimini, hasta un desenlace frío.

Película de Fellini que me causa una gran repulsión y asco contra el personaje de Fausto, un sinvergüenza malnacido que no se conforma con ser infiel a su mujer, sino que es un morboso, ladrón, vago, embustero y carente de escrúpulos.

La película, rodada en 1952, está sita en el neorrealismo italiano, enfocando la vida rural tras la guerra en la dura Italia de blanco y negro, y paredes descoloridas. El argumento, como a menudo ocurre con Fellini, brilla por su ausencia, haciéndose pesada su visión.

Existen referencias a la homosexualidad en el teatro y a la dura vida de los pícaros vagos, razón por la cual esta película fue censurada en España. No era plan, en aquellos años grises, de destapar la caja de los truenos de la realidad.