Un día en las carreras

Todas las buenas películas de los Marx, y ésta lo es, dejan una frase, un diálogo o ambos, memorables, casi siempre, en una escena protagonizada por Groucho. Creo que en esta ocasión, esto ocurre, en es esa secuencia, en la que el director del sanatorio interroga al Doctor Hackenbush (Groucho Marx) a su llegada a la clínica. Los que ya conocen la cinta, la recordarán, y a los que aún no, les recomiendo que la descubran; creo que se reirán.

Por lo demás, es una película más de los Marx, desternillante pero predecible, donde; argumento, números musicales y personajes –incluyendo escenas con la inestimable Margaret Dumont– son siempre los mismos. Pero en este caso cabe, algo, rectificar en ello, por la aparición de una bellísima, Maureen O´Sullivan (la primera Jane de Tarzán con Johnny Weissmuller“, "Tarzán de los monos”, 1932) y por un magnífico número de música y baile en un establo, al final del segundo acto, muy original, y que destaca sobre las habituales coreografías, e intervalos musicales, que acostumbran a ambientar sus largometrajes y verdaderos puntos débiles, en la filmografía de los “estridentes” hermanos.

Por otro lado, contiene uno de los más desmadrados finales que se dan en sus películas, que ya es decir, en el que asistiremos a la más enloquecida, disparatada y desenfrenada carrera de caballos (real o ficticia) que jamás se viese en un hipódromo. Un final, por el que, creo, vale la pena no perdérsela.

Los aficionados a las Carreras que en el mundo somos, resultamos tipos con una tara: las semanas giran en torno a la jornada, las mantillas de los caballos envenenan nuestros sueños y toda vez en el Hipódromo constatamos científicamente lo de la relatividad del tiempo: horas que pasan volando en el recinto y que se arrastran, como babosas, los días sin espectáculo. ¡Cuántos desengaños, por una cabeza!
Groucho, Chico y Harpo, los hijos de Minnie, estuvieron en las carreras de caballos en 1937, y, tras haberse desprendido unos de las pertinentes guías de criadores y revistas de jockeys, y tras haber adquirido otros imbreedings necesarios e historiales oportunos, vinieron todos a poner, por entero, el recinto patas arriba. Desde la pista de arena a la zona de boxes. Desde los cajones de salida al aparcamiento.
Allan Jones y Sig Ruman, el Ricardo Baroni y el señor Gottlieb de Una noche en la ópera, respectivamente, repitieron junto a los gamberros. Y repitió, también, la inconmensurable Margaret Dumont, tan querida de Groucho por los siglos de los siglos. Y, dispersa entre la multitud, acaso como una tía Micaela, la bella bellísima Maureen O´Sullivan, recién llegada de la selva.
Muy buena, UN DÍA EN LAS CARRERAS; una de las cinco grandes, de entre las de los hermanos Marx. Acaso un cuerpo y medio por detrás de Los hermanos Marx en el Oeste y por delante, puede que por una nariz, de Una tarde en el Circo.
Chisterazo.

Nunca había sido tan divertido y fascinante ir a apostar a las carreras, una vez más los Hermanos Marx nos demuestran aún más su genialidad para hacer comedia de altísima calidad. La historia es impecable con grandes escenas musicales demostrándonos una vez el gran dominio de la música con un Groucho Marx que es el “Director de Orquesta”, Harpo Marx el maestro del Arpa y Chico Marx el genio del piano. No son actores comunes y corrientes son artistas en el sentido más hemos de la palabra. Sin ninguna objeción es una obra que rompe corazones de tantas risas y bellezas.

No es muy considerado hacer una crítica de una película, que encima es tan buena como ésta, haciendo el elogio de otra pero es lo que toca. Las comparaciones son odiosas pero es que es imposible no hacerlo para saber cuál es mejor y cuál es peor. Vista recientemente la mayor parte de la filmografía de los hermanos Marx, especialmente sus títulos más recordados, la que se acaba imponiendo es "Una tarde en el circo" (1939). El resto del pódium se lo reparten "Una noche en la ópera" (1935), "El hotel de los líos" (1938) y ésta de "Un día...", que aunque indudablemente divertida, creo que está un poquito por debajo de la primera, incluso diría que de la segunda, pero ya no estoy tan seguro. Quizá la diferencia está en que le falta un plus de anarquía surrealista que sí se da en las otras dos pero no en la presente.

Sea como fuere, "Un día en las carreras" puede que sea técnicamente la más completa de sus películas. Por ejemplo, aquí contamos con el mejor guión, aunque éste apartado nunca ha sido el fuerte de los Marx, con una trama razonablemente armada y situaciones creíbles, dentro de un límite, que por contraste son un buen soporte para luego dar rienda suelta a las hilarantes locuras de nuestro trío cómico. Sin embargo, me da la sensación de que van con el freno de mano echado, más contenidos por tal de amoldarse a una historia y no al revés, como en otras ocasiones. El que más sobresale, como suele pasar, es Groucho con sus respuestas inteligentes y frases cortantes, aunque también hay gags de unos y de otros de los que te arrancan carcajadas. Ah, espectacular el número musical negro, digno de unos dibujos animados.

Que una cinta de unos supuestos genios del humor no te haga reír una sola vez en 100' de metraje... es mala señal. La película en sí no tiene nada malo, pero tampoco tiene nada bueno. Groucho puede funcionar en gags cortos y disparar frases mordaces e ingeniosas, pero el paso de los minutos le hace flaco favor y cargar con los clowns de sus hermanos, ya es la puntilla. Se hacen especialmente insoportables y gratuitos los números musicales metidos con calzador en la cinta para rellenar. Muchos culos tiesos confunden absurdidad con genialidad. Supongo que en su día había que aprovechar el tirón de Los Hermanos Marx como fuera, pero no soportan muy bien el paso del tiempo.
Totalmente prescindible.