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Sorgo rojo

Drama China, años treinta. Una joven es enviada por su padre para convertirse en la esposa del propietario de una bodega de vino de sorgo, que está enfermo de lepra. Durante el viaje se enamora de uno de los escoltas. (FILMAFFINITY)
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
16 de diciembre de 2023
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Una película, como todas las suyas, con un toque especial, diferente, muy apoyada en lo visual, que está muy trabajado. los colores, los encuadres, la luz. Podría verse sin diálogos.
Temática propia, también muy china, frescura en los argumentos, en las dinámicas expositivas y estéticas. Música originaria, y planteamientos rurales de la china profunda en donde se mezclan realidades, fantasmas, obreros y ladrones. Lugares en donde se confunde la realidad con la ficción.
Es la presentación de un director que tiene rodadas cuarenta y una películas, que es una cantidad muy significativa.
Primera película también de Gong Li, actriz soberbia luego reconocida mundialmente como una gran estrella.
Es una cinta interesante, bonita y agradable, que sugiere más que lo que muestra y que es de esas que se recuerdan.
ÁAD
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31 de julio de 2013
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bufffffff, que película más aburrida. Escesas eternas...

De Yimou, por lo que llevo visto, o son excepcionales o son caca. "La linterna roja" o "La maldición de la flor doroda" me gustaron mucho, pero "El camino a casa" ya ha encontrado pareja como las peores.

Parecía como un sueño, que se mezclan secuencias que no sabes porque hacen lo que hacen y pasa porque pasa, sin motivo. No sé, pero no me ha gustado nada, nada atrayente.
edugrn
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10 de agosto de 2006
3 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes siquiera que se me empezara a contar la historia, mi decaído olfato, también es verdad, ya acertaba a oler un fluir intrascendente. Unas cuantas desavenencias después, en cuanto a forma, fondo, cielo y tierra, terminaron por dotar mis papilas olfativas de una gran importancia y acreedora de una seguridad manifiesta en el arte del presagio, solo con haber saboreado de forma plausible el impulso ventoso que más tarde intentaría abaratar anhelantes sensibilidades recubriéndolas de fango y lodo.
No ya por qué no me ha gustado, sino por qué ni siquiera me interesó someramente. Tal vez estemos ante una sucesión de escenas que, de por sí y dentro de un más amplio contexto y desarrollo argumental no inciden, de manera aparentemente vaga, indolente y desapaciblemente, más que en retroalimentarse de la intrascendencia que fuera condimento consustancial de la esencia de los primigenios elementos cofundadores de los cimientos desde los que se pensaba ir levantando la historia.
Quise entrever o rememorar al principio, otra forma de contar de carácter dramático con ribetes poéticos, con marcado acento accionarial, en este caso, con la sucesión de acontecimientos que el grupo de músicos y porteadores provocara o fueran por ellos provocados, tan proclives para ello eran las circunstancias escrituradas por el guión.
Una vez muerto el patrón, erigida la protagonista como nueva jefa, quise entrever o rememorar otro tratamiento en la resolución de conflictos tanto a través del recibimiento y reacciones varias del hijo pródigo en su regreso junto con su “amada”, tanto por y contra sus compañeros de fatigas, como por y contra aquella, como en la escena del matadero bar, donde toda coincidencia con las pelis de acción norteamericanas en este tipo de secuencias, sufriría antes siquiera de erigirse como planteamiento un contumaz desmoronamiento.
Y algo entreví y rememoré, es cierto, pero con resultados estrictos y por acumulación tan pobres y faltos de vida, que, ni siquiera es que cargaran pesadas alforjas en mi espalda al comienzo de un largo camino, es que, todo pasaba con una finalidad tan indiferente ante tus ojos, que, ya no, al poco, sino al mismo tiempo que veías todo desvanecíase mortalmente olvidado.
La segunda parte, con ese corte temporal abrupto que da un vuelco a la historia y llena de simbolismo el dichoso sorgo, que por toda la peli deambula como alma en pena, con desfachatez hunde más en la miseria anegada, (o sea sin posibilidad de reflote), un interés que ya se encontraba abrumadoramente aborrecido a varios cientos de metros bajo tierra sin posibilidad de resucitar siquiera a través de los gases de una ente desapercibido en avanzado estado de descomposición.
GAINSBOURG
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