Katmandú, un espejo en el cielo

Estuve en Nepal hace un par de años. En ese viaje encontré un pueblo que convive felizmente a pesar de sus carencias y diferencias religiosas entre ellos. Quizás por eso tenía tanto interés en ver cómo reflejaba la película la sociedad nepalí. Realmente no me encontré del todo con lo que esperaba, pero con sus puntos fuertes y débiles, el balance global ha sido positivo.

En primer lugar, hablaré sobre la actriz protagonista, Verónica Echegui. La sigo desde sus comienzos, y debo decir que me ha sorprendido gratamente en el papel de Laia. Simplemente, me he creído su personaje en todo momento. Refleja cómo una mujer occidental se va enfrentando a las dificultades del país que le acoge y va adaptando su modo de vida y de hacer las cosas para conseguir su objetivo. Y lo hace con un coraje y tesón que convence. Eso sí, merece la pena verla en VERSIÓN ORIGINAL. No tiene sentido ver doblada una película de una española hablando en inglés en un país extranjero, y pierde muchísimo.

Sobre la historia: la trama principal me ha parecido bien estructurada, dinámica y convincente. Pero hay dos puntos en los que discrepo. El primero son los flash-backs en la vida de Laia. Creo que sobran, que no aportan nada a la película y alejan al espectador de la historia que se está desarrollando. En segundo lugar, creo que por intentar reflejar la sociedad nepalí en muchos ámbitos no profundiza en ninguno. Quien mucho abarca poco aprieta. Se toca por encima el tema de las castas, de las diferencias religiosas (hindúes, budistas y, aunque en minoría musulmanes, conviven en armonía compartiendo incluso lugares de oración) y del valor de la familia. Aunque sí, ayuda a hacerse una idea; quizá ese tampoco sea el objetivo final de la película, claro.

En resumen, la recomendaría. Sobre todo, me parece una historia de superación personal, de adaptación a un medio extranjero completamente diferente, donde si queremos intervenir debemos amoldarnos a sus costumbres y tradiciones. Y sobre todo, es una historia de elecciones: elegir un camino y no mirar lo que dejamos atrás. Siempre para adelante.

Después de "También la lluvia" (2010), Icíar Bollaín vuelve con otro relato de denuncia social ambientado en un entorno exótico. Esta vez, le toca el turno a la lucha entre la educación y las férreas tradiciones clasistas existentes en la capital nepalí, Katmandú.

Basada en hechos reales, cuenta la historia de Laia (Verónica Echegui), una maestra de escuela que se traslada a los barrios bajos de Katmandú, con alarmantes deficiencias educativas. Su tiempo es más bien escaso y, cuando se cumple su estancia reglamentaria en el país, debe optar entre regresar a España o quedarse, con lo cual tiene la obligación de contraer matrimonio con un hombre que no conoce de nada para regularizar su situación. Aprovechará entonces para desarrollar un ambicioso proyecto para el que necesitará financiación.

La película de Bollaín es resultona en cuanto a mensaje se refiere, aunque la historia en sí parece vacía de contenido. La narración es bastante convencional y resulta demasiado estandarizada, recordando a cintas más comerciales sobre misioneros occidentales intentando arreglar el mundo en países tercermundistas. Quizás el buen trabajo de Verónica Echegui consiga mantener el interés de la película, pero sin llegar a soportar todo el peso. El tempo narrativo es extremadamente lento, y los giros de guión son, si no ya predecibles, de una sutileza en la que se pierde todo el efecto que se desea.

Para colmo, la versión doblada es poco menos que horrenda. Las voces no concuerdan con los movimientos de los labios, y los timbres no se adaptan ni a las emociones que requieren ciertos momentos, ni a los rostros doblados. Es un punto bastante importante y condiciona mucho la sensación de empatía que pueda sentir el espectador con lo que se cuenta y lo que se ve.

En definitiva, "Katmandú" no llega a los corazones ni a los sentidos, y unas cuantas secuencias de bonitos escenarios naturales no son suficientes para unos objetivos tan claramente definidos. Para ver y olvidar.

Veo por 2 veces en el Alvia "Katmandú, un espejo en el cielo" basada en el libro "Una maestra en Katmandú", perfectamente dirigida por Icíar Bollaín y que narra la peripecia vital y profesional de una maestra catalana, Vicky Subirana Rodríguez, quien, para consolidar un proyecto educativo universal para los más pobres y marginados en Nepal, pasa por dificultades de todo tipo, llegando incluso a aceptar un matrimonio de conveniencia para no ser deportada. Con un estilo casi documental, la realizadora consigue una actuación estelar de Verónica Echegui, lo que junto a un buen guión, una excelente banda sonora, un cuidado diseño de producción, una estética fotografía y una elaborada dirección artística, hacen de este film una emotiva y tierna película que no creo que incurra en adoctrinamiento y sí en denuncia. No me ha dejado indiferente a pesar de la rapidez con que trata algunos temas y de la pérdida de fuerza de los personajes secundarios.

Ya de entrada, los temas de partida son muy interesantes, el empeño de enseñar con calidad en un entorno adverso. Aún así, la peli me ha parecido algo irregular, con una primera mitad del metraje donde la trama me parece algo atropellada, echándose de menos ver a los protagonistas pararse a respirar.. Sin embargo, la cosa mejora bastante según avanza la película y vamos viendo como se centra la maestra. Muy importante, verla en v.o.

Verónica Echegui está espectacular en esta cinta y, valga la frivolidad, más guapa que nunca. Aparte de eso, la historia está muy bien contada, como todas las de Bollaín, aunque para mi gusto peca bastante de adentrarse en el melodrama. La realidad que cuenta es tan dura que me parece facilón cebarse en las desgracias en lugar de buscar el lado alegre al menos de vez en cuando para tomar un respiro.