La legión invencible

A pesar de todas las cosas maravillosas que nos podemos encontrar en esta película, comenzando por el hecho histórico, el cual narra los acontecimientos posteriores a la batalla perdida por el General Custer en Little Big Horn donde los indios dan un golpe sobre la mesa y aúnan sus fuerzas consiguiendo que cruzar praderas en esos momentos en el país del Tío Sam fuera sinónimo de muerte o desgracia. Tribus indias que no se podían ni mirar, forman una asociación con un único fin, acabar con todo aquel hombre blanco que pisara sus tierras y lo peor de todo, con la mayor violencia posible.

Con todo el ambiente enrarecido el capitán Nathan a quien le quedan pocos días para la jubilación en el ejército es encomendado a expulsar a unos nativos de una zona en particular y a su vez deberá llevar a la esposa y a la sobrina de un alto mando para que puedan coger la diligencia.

Me ha encantado la caracterización de John Wayne, quien a pesar de contar con apenas 42 años, nos engaña dando la sensación de ser un tipo más mayor y tener más de 60. Su personaje es de esos que te caen bien desde la primera escena, porque aunque posee la autoridad, no abusa de ella, sino la pone en práctica en su debido momento. Genial su frase: no se disculpe, eso es señal de debilidad. Es el abuelo o el padre que todos quisiéramos tener y más aún en un campo tan estricto como el militar. Aún así no pierde su gran sentido del humor del cual disfrutaremos bastante a lo largo de la película.

Mención aparte el grandullón, siempre pegado a su botella de whisky y genial la escena en el bar, donde van 6 hombres para meterlo en prisión y no pueden con él, risas garantizadas. Pero no piensen que es un comedia sin acción, los enfrentamientos con los indios son de los que te meten el miedo en el cuerpo, esas persecuciones a caballo por el gran cañón del colorado, cuya nube de polvo a lo lejos es motivo suficiente para salir corriendo. Agresivos al cien por cien, donde no dudan un instante en clavarte una flecha o pegarte un tiro y menos aún cuando se han hecho con rifles de última generación. Sin duda, no habría western interesante sin la parte romántica, esta es la parte más liosa de todas, porque la chica no sabe en principio con cual quedarse y juega a diferentes manos.

La fotografía fue digna de un oscar por la academia, una maravilla, que ustedes la disfruten.

Si hay algo que da modernidad perenne a las películas de John Ford es su riqueza interna, de la mejor ley. Algo tan complejo que sólo los artistas confieren a su obra sin aparente esfuerzo. "She Wore a Yellow Ribbon" es muchas cosas al tiempo. Formalmente, puede ser considerada como un homenaje declarado al pintor Remington, por la primorosa composición de cada encuadre y la desbordante belleza plástica del conjunto fotografiado por Winton C. Hoch. Este extremo cuidado de luz, color y movimiento nada tiene que ver, por ejemplo, con las amaneradas composiciones en exteriores de un Emilio Fernández, con un Gabriel Figueroa al que no se le sujete la rienda. "She Wore a Yellow Ribbon" no causa nunca la impresión de una bonita colección de postales relamidas. Ello se debe a la perfecta concordancia entre la elección estética y el espíritu narrativo del cine fordiano, al que no le cuadraría en absoluto una opción feísta. Ni siquiera en sus últimos films, los más sombríos y misteriosos, de los cuales difiere radicalmente el que nos ocupa. La luminosidad física es un reflejo siempre en sintonía con los ritmos de la balada épica, compuesta por John Ford con una irresistible jovialidad serena.

John Wayne comparece, avejentado por el maquillaje, para ser un perfecto Nathan Brittles, capitán de Caballería en vísperas de jubilación. Es el contrapunto, aparentemente crepuscular, en una historia donde la decrepitud y su amenaza no pasan de ser meros enunciados. Wayne realiza, de paso, uno de sus trabajos más sensiblemente ajustados, muy bien escoltado por Ben Johnson, Victor McLaglen (fabuloso sargento Quincannon), Mildred Natwick o Arthur Shields... ¿En qué punto se hizo tan complicado para los actores de generaciones posteriores transmitir calidez humana con la mera presencia y el mínimo alarde?

Habrá quien encuentre una dosis de corporativismo militar inasumible. Pero hay que subrayar que detrás está el mismo Ford que había dejado en "Fort Apache", sólo un año atrás, una de las críticas más implacables del ordenancismo y la brutalidad innecesaria que pueden adueñarse de un ejército bajo despótico mando.

Mi único reparo a la película, reparo menor, es que la cuota de romance juvenil no acierta siempre a integrarse en la armonía del relato.

Un veterano oficial de la Caballería estadounidense, a punto de retirarse, verá interrumpida su última misión por las acciones bélicas de los indios.

Segundo título de la trilogía que el autor iniciase un año antes con "Fort Apache" y que concluiría un año después con "Río Grande". Conquista por su pictórica fotografía en color, mientras que John Wayne borda la quintaesencia del crepuscular héroe fordiano frente a la juventud castrense. Posee, además, un par de secuencias memorables: la visita del protagonista a la tumba de su difunta esposa y la tormenta en Monument Valley.



"Siento ganas de vitorearle."

Es curiosa la falta de término medio que he encontrado a la hora de ponderar esta película: Algunos la califican como de western algo plano e infantil; otros como la primera obra de Ford que muestra esa tendencia algo más "negra" que desarrollaría a pleno rendimiento en trabajos posteriores como "Centauros del desierto" o el "Hombre que mató a Liberty Valance" (el debate que se hizo en su día en 'Que grande es el cine' tras pasar la película abundaba mucho en esa idea)

Para mí, sin embargo, no es ni una cosa ni la otra.

Creo que el primer error de concepto es ver esta película como un western: Carece del necesario componente sórdido de villanos, pistoleros, tiroteos y saloons. Es más bien -como se ha apuntado en otra crítica por aquí- una serie de viñetas líricas, de una belleza casi onírica en ocasiones. Una fábula de la frontera sobre la camaradería de las armas, los códigos de conducta, el paso del tiempo, el honor y el amor.

Ese espíritu de comunidad, muy irlandés en ocasiones, veo que la acerca más a obras como "El hombre tranquilo": Ese buen humor que recorre la película, la socarronería de Wayne, las bravatas, las canciones, el peso de los secundarios... Es cierto que también se vislumbra la idea del paso del tiempo y el peso del pasado pero nunca bajo una luz que oscurezca demasiado el tono general, casi de cuento, de la película.

Por ponerle un pero: Para mí la película experimenta una cierta bajada de intensidad tras el regreso de la expedición a Fort Starks y adquiere un tempo diferente.

En definitiva, un trabajo sobresaliente de Ford. Rebosante de lirismo y con uno de los trabajos de fotografía más espectaculares que se pueden encontrar en el cine de Ford. Jamás mostró Monument Valley así de nuevo.

Es la enésima vez que traigo esta cinta aquí, que me parece una obra de arte. Todas las de Ford tienen algo de poético, de dulce, de moral, de axiológico. Se sabe lo que va a decir, es como un gran maestro que insiste siempre en las ideas básicas de manera suave pero firme. No eres capaz de verle doblez en el planteamiento, fisura en su determinación, mensaje erróneo o equivocado...
Es una película -como todas las suyas- absolutamente canónica, desde el principio hasta el fin. Indios, caravanas, escaramuzas, disparos, vaqueros, el séptimo de caballería, todo en uno...
Me ha gustado mucho Wayne; siempre me gusta, pero en esta película especialmente. No sé, de verdad lo digo, dónde está escrito que era mal actor. La verdad, no lo entiendo.
Joanna Dru también me ha gustado mucho. No es Linda Darrel, ni Tierney, Turner y demás... pero cumple sobradamente su papel.