El ladrón de cadáveres

Estéticamente, es una película en blanco y negro, con pocos personajes (para mí, los justos y necesarios). La película sigue un hilo a la hora de desarrollar los acontecimientos, incluso deja caer ciertas pistas. Los eventos simbólicos acaban teniendo mucho peso y completan armoniosamente toda la historia. Me atrevería a decir incluso que la estética, el semblante de los dos personajes principales es todo un acierto. El físico espeluznante y cómo el cementerio no sólo es un lugar, sino unos ojos que ven y desafían a la muerte. Hay un egoísmo al querer alimentar un orgullo que genera odio, una mezcla de sentimientos que potencian la necesidad profunda del hombre de sentirse poderoso.

"El ladrón de cadáveres", no confundir con "El ladrón de cuerpos" (1942) de sólo tres años antes, es una película de terror no estoy seguro si de serie B que tiene la particularidad de juntar en la gran pantalla a los dos actores más famosos de este género de la primera mitad del siglo XX, Boris Karloff y Bela Lugosi, que en efecto, está irreconocible y además en un papel poco relevante. Otro dato es que la presente se basa libremente en un relato con el mismo nombre de R. L. Stevenson, publicado en 1884, que en mi opinión no es de los mejores, entre otras cosas por un final brusco y que exige más, y que a su vez se inspira en hechos reales de principios del siglo XIX.

En cualquier caso, Robert Wise se las ingenia para que en un poco más de un cuarto de hora presentarnos una película que sin grandes alardes, ni complejidades, ni sorpresas, resulta ser entretenida. Lo mejor que tiene diría que es la interpretación de Karloff, el juego de luces y sombras del mejor expresionismo y una ambientación muy lograda del Edimburgo de 1831. También la trama de melodrama puro con la pequeña Georgina (Sharyn Moffett) me ha gustado de veras. En su contra, "El ladrón de cadáveres" es bastante limitada argumentalmente, no produce nada de miedo por la ausencia de lo sobrenatural y el desenlace es un tanto arbitrario y decepcionante.

Bueno, pues sorprendentemente «El ladrón de cadáveres» es una película bastante decente, entretenida, amena. Me ha gustado.

Lo que para algunos es un acierto, a mí me sobra: la trama de la niña paralítica. Vamos a ver, por favor. Es que se nota que es un pegote para endulzar una historia que es esencialmente oscura y trágica, que es lo bueno que tiene, con un final estupendo que diría que incluso mejora un tanto el original de Robert Louis Stevenson, por resultar más contundente y menos abierto.

Fue justo en ese final cuando pensé como halago «si es que parece un relato del diecinueve» y de esta manera supe que sí, que era un relato del siglo diecinueve. El lenguaje escrito, y más de ese género y de esa época, tiene una estructura, una impronta, una personalidad muy propios que en esta ocasión Robert Wise ha sabido trasladar al lenguaje cinematográfico.

Por lo demás, una película correcta en su simplicidad.

Robert Wise, Lugosi, Karloff...

...y la película no me convenció demasiado, la verdad. Tal vez se deba al guión, tal vez se deba al nivel irregular de las interpretaciones...

No sé. El caso es que el film no me convenció.

Aunque Boris Karloff elabora un one man show digno de verse. Devora la película cada vez que aparece, la verdad.

El relato es un cuento gótico en el que aparece una línea argumental principal, salpicada de otras que de forma colateral la modifican.

A pesar de saltos y lagunas en la trama, tanto en la historia central como en las secundarias, la atmósfera está muy bien conseguida. La interpretación de Henry Daniell y, especialmente de Boris Karloff, es excelente. Por contra, la presencia de Bela Lugosi es episódica y aporta poco a la cinta.

Consigue lo que pretende, entretenimiento con cierta calidad. No defraudará a los seguidores de películas góticas con atmósfera victoriana.