Doce hombres sin piedad

Aunque me encanta DOCE HOMBRES SIN PIEDAD, está llena de trampas: el tío era culpable. Pero quisiera empezar, no obstante, con las palabras que le oí a un fiscal de la Audiencia Nacional, un hombre sabio: "el mero hecho de que un inocente haya sido ajusticiado es razón suficiente para eliminar del engranaje la pena capital". Nunca lo he olvidado; es más: siempre utilizo ese argumento para declararme en contra de cualquiera sentencia a muerte. Un tipo sabio aquel fiscal, repito.
Cómo ha cambiado la vida en sesenta años: maltratos que se justifican, humo en edificios oficiales, toses a diestro y siniestro. DOCE HOMBRES SIN PIEDAD es una película ejemplar y un más que acertado análisis del alma humana: el alma simple, el alma inquisitiva, el alma autoritaria. Y es que, a pesar de que tratar de sentar a alguien en la silla eléctrica es complicado, a pesar de que tratar de salvarlo es complicado cuando eres uno contra el mundo, lo verdaderamente complicado, en la historia y en la vida, es acabar con un prejuicio, que es el razonamiento de los necios.
Sabios y necios, necios y sabios. Qué lástima que la vida no haya avanzado tanto en sesenta años como para poner a un sabio en el lugar de cada necio en los edificios oficiales, ni como para haber eliminado para siempre la pena capital.

Narra la discusión de un jurado que decide sobre la pena de muerte a un joven acusado de matar a su padre, donde todos excepto uno coinciden que es el asesino. Ese votante intentará replantear y revisar las pruebas ante sus colegas.
Es magistral la dirección y destacan el guión y los actores.
Es una obra que recrea un ambiente de tensión y disputas sólamente con 12 hombres en una habitación discutiendo e interpelando al espectador mediante los diálogos y arquetipos elegidos en los actores.
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Estoy seguro de que Sidney Lumet, nada más terminar su primera película, fue consciente de que había creado un producto sobresaliente, fuera de lo normal. Y no me cabe la menor duda de que, a no mucho tardar, también fue consciente de que jamás iba a superarlo. Y eso es una maldición, algo frustante, pues no deja margen para la progresión, para la superación.

Con '12 hombres' siempre me pasa lo mismo. En principio me da pereza verla de nuevo porque conozco el argumento y sé cómo va a acabar. Pero, para mi sorpresa, a los pocos minutos me encuentro atrapado dentro de ella, despotricando contra los 'subnormales' que se oponen a los sólidos razonamientos del héroe. Es increíble lo que se puede llegar a conseguir con cuatro duros y una buena historia que contar, siempre y cuando se sepa cómo contarla.

También merece la pena destacar la interpretación de todos los actores, la mayoría de ellos excelentes secundarios; y en especial el personaje interpretado por Cobb, el que se queda al final como único defensor de la culpabilidad del acusado.

Una curiosa película desarrollada íntegramente en una habitación de un juzgado con la particularidad de que ni siquiera la habitación era real pues los supuestos edificios que se veían por las ventanas eran pura y simplemente decorados.

Dicho esto cualquiera podría presuponer que se trata de un bodrio de película hecha con tres dólares … pero nada más lejos de la realidad, son doce hombres dilucidando sin descanso acerca de la culpabilidad o inocencia de un acusado al que se le podría condenar a muerte.

Una lucha continua entre doce caracteres muy diferentes que se van mostrando tal cual son, unos indecisos que se dejan llevar por los acontecimientos, otros llenos de sensatez y de razón y finalmente algunos cargados de prejuicios.

Sidney Lumet dirige con maestría la película mostrándonos unos asombrosos primeros planos de los protagonistas en los que muestran nos su verdad y determinación.

Excelente el gigante de la pantalla Henry Fonda que con su figura enjuta y su expresión cargada de humanidad consigue siempre transmitir credibilidad al espectador.

En fin, un clásico del cine que no debemos perdernos.

Tras ver por segunda vez esta obra de arte creo que puedo decir que está en mi top 3 de películas favoritas (Junto con Senderos de Gloria y Requiem por un Sueño).
Todos los personajes tienen importancia en el desarrollo de la historia y todos realizan un cambio conforme discurre el argumento. Las actuaciones son muy buenas, especial mención a Henry Fonda y Lee J. Cobb.
Lumet nos hace reflexionar sobre los prejuicios, los sesgos que cada uno lleva consigo y que influyen en las decisiones que tomamos o en cómo valoramos a una persona.
Además, se trata el concepto de la presunción de inocencia, tema que parece ser olvidado por muchos incluso a día de hoy. Donde es muy fácil criticar y hacer juicios de valor sin tener idea.
Es ciertamente similar a "La Caza" de Vinterberg en cuanto al mensaje. Dos películas muy diferentes en el desarrollo pero parecidas en la enseñanza que nos dejan.
12 Hombres sin Piedad podría sustituir el argumento por cualquier otro tema actual en el que se acusa a alguien (Con más o menos pruebas) y automáticamente esa persona sufre un brutal acoso por parte de los medios y la gente de internet en general. Es una de las películas más modernas que he visto y creo que su mensaje tardará mucho mucho tiempo en perderse.
Por todo eso y más, 12 Hombres sin Piedad es una grandísima película.
"There´s a reasonable doubt in my mind"