La banda nos visita

A mí me encantó esta película que vi hace ya algunos años.
Las relaciones humanas entre los músicos egipcios y los habitantes del pueblo israelí es una entrañable mirada al ser humano que hay en el interior de cada persona independientemente del bando en el que le haya tocado estar.
La profunda mirada de la película muestra cómo todo ser humano, independientemente de su nacionalidad, busca la felicidad y cómo las guerras y los enfrentamientos son artificiales a pesar de lo que digan los señores de las guerras.

Un grupo de egipcios van a parar por error a un pueblo israelí. Teniendo en cuenta la situación actual, esta situación podría ser perfectamente el inicio de un film donde se de rienda suelta al odio y la violencia acumulados durante años entre árabes y judios. Sin embargo, esta película de Eran Kolirin va por un camino bien diferente.

Los árabes en cuestión son miembros de una orquesta que al ir a dar un concierto, se equivocan de pueblo y van a parar en medio de la nada. Obligados a convivir, aunque sea por un breve período de tiempo, el director nos muestra que al fin y al cabo, religiones, idiomas y guerras al margen, lo que hay debajo son simplemente personas, y sólo es necesario un pequeño esfuerzo para romper ciertas barreras reticentes que han ido colocando decenios de odios y de muertos, y comprobar que al fin y al cabo, no somos tan diferentes unos de otros.

Rodada voluntariamente en los idiomas propios de cada uno, y con algunos diálogos en inglés, el film tiene un claro mensaje de la incomunicación. No sólo entre árabes e israelíes sino de algo más general. Las situaciones por las que el director hace pasar a sus personajes (cómo los diversos miembros de la orquesta se relacionan con algunos lugareños), reflejan sobretodo esa incomunicación, pero al mismo tiempo cómo se pueden superar cuando se llega al fondo, a los sentimientos personales y se hace un pequeño esfuerzo por entender al otro. Pero no sólo entre los dos grupos, sino entre ellos mismos.

Sin estrellas conocidas, y con un presupuesto modesto, el film nos cuenta una historia sencilla, desnuda, con un ritmo un tanto errático, donde los silencios pueden ser tan importantes como los diálogos, con gestos, pero sin trucos ni artificios, de personas anónimas, que por encima de todo el tinglado que se vive en esa zona, son justamente eso mismo: personas. Aquí radica el verdadero valor de este pequeño film, que sin llegar a ser una obra maestra, es una gran película.

No es sin duda la película que vaya a cambiar la situación que viven actualmente ambos pueblos, pero al menos comenzamos a ver ciertos cambios que pueden dar lugar a la esperanza. O tal vez sea cierto eso que la música amansa a las fieras....

Esta es una de esas películas que no se sabe muy bien como clasificar, es una comedia, un drama, o ambas, una dramedia (¿Esa palabra existe?), pero al margen de clasificaciones, he de decir que hacía mucho tiempo que no me impresionaba una película posterior a los 70, todos los elementos de esta cinta están perfectamente situados y los acontecimientos se suceden con una lentitud y una escasez de diálogos largos inusualmente acertada de principio a fin.

Las situaciones que viven los miembros de la banda y los israelíes que les acogen son bastante subrealistas sin rozar nunca, ni por un momento, el límite de lo absurdo ni insultar la inteligencia del espectador con esas escenas de risa fácil que tanto odio en una película. Esto unido a la interpretación de los actores que participan en la cinta, hacen de ella una película digna de verse.

A destacar:
-El momento confusión Pet/Bet Hatikva que hace que no se aclaren ni los que lo están viendo en casa.
-La afición por la comida de Dina, la dueña del restaurante, que pasa media película masticando algo (Pero no engullendo, hagamos una distinción).
-La escena entre Kjaleb y Papi (O algo así) al salir por la noche.
-Por supuesto la extraña conexión entre Dina y Tewfiq, la dueña del restaurante y el director de la banda.


En su contra:
El aire melancólico que reina al final de la película.

Con un tono de comedia ligera y amable, que la acerca al universo de la soledad, sobre todo en su parte inicial, el film transcurre casi sin díalogos. Dicho de otra forma, las situaciones, el espacio y los personajes (miembros de una orquesta) que la viven, subyacen y que valga el oxímoron: En un silencio tronador.

Pero al pueblo donde llegan son recibidos con los brazos abiertos, mientras tienen que esperar al autobús que los llevará al lugar correcto. Y es precisamente en ese intercambio breve de sentimientos comunes, donde el film diseña su discurso con un vaho de incertidumbre, pero a la vez tranquilizador.

Por los detalles en apariencia insignificantes, pero que poseen toda la gama de lo políticamente correcto, la relación interpersonal con otros habitantes del pueblo fluye desde los silencios interiores.

Eran Kolirin en su sencillo film no recurre a tópicos sobre las diferencias políticas entre Israel y Egipto, sino a la idea que pueden vivir juntos.

Gonzalo Restrepo Sánchez (crítico de cine. Barranquilla, Colombia)

Me encanta este tipo de cine, un cine hecho con tanto gusto que roza el arte.

Un cine sencillo y profundo, es el típico hombre que sabe cuando y como debe de hablar, un hombre inteligente.
El planteamiento es salvaje, árabes en terreno judío, pero cuando pasan quince minutos te acostumbras a ellos y al final de la película te planteas que bonito sería todo, si fuera todo así, si las personas conviven y se ayudan independienteente de su raza o religión.

Llega un momento en la película en donde te da igual la religión y diferencias étnicas que enfrentan a estos pueblos, te fijas en las personas y en el entorno tan triste que las envuelven.

Lo que más me ha chocado de como unas personas pueden vivir en una “ciudad” en mitad del desierto, en Israel, en un país realmente civilizado, pues lo que se muestra aquí está muy lejos de ser un paraíso en la tierra.

Después de acostumbrarte a los árabes y judíos, te planteas la idea del ser humano en este entorno tan hostíl.

Lo mejor de todo es que a estos pensamientos y reflexiones llego sin mucha acción, sin muchas palabras, pero con una gran dirección, con unos grandes actores, la verdad que todo es un fascinante trabajo, digno de admirar.

Da gusto ver cine inteligente y bien elaborado.