La reina Cristina de Suecia

Los paralelismos de la famosa reina sueca Cristina (1626-1689) con la otra reina sueca del celuloide, La Garbo, en su momento y más con la perspectiva del tiempo, se antojan inequívocos.
Es cierto que físicamente estaban en las antípodas, dado que la hija del rey Gustavo II, era bajita, regordeta, algo contrahecha y al parecer con exceso de hormonas masculinas. Todo ello compensado con su gran inteligencia, dotes de estadista, fuerte temperamento y notable deportista.
Pero aparte de la nacionalidad ambas tenían claro que por encima de sus deberes profesionales querían ser ellas mismas y ambas, sin dar explicaciones decidieron apartarse aún jóvenes de la tiranía de sus estatus en mundos masculinos. Ambas querían "estar solas", para poder vivir acompañadas de aquello que les hiciera sentirse vivas y amadas por encima de la fama. Ambas vivieron su bisexualidad a contracorriente de sus tiempos y ambas alcanzaron la inmortalidad por su legado artístico.
Tuvo que empeñarse La Garbo en que la MGM le adjudicará el papel y romper la inercia de sus caracterizaciones de mujeres con "pasado" y ya puesta convencerlos para sustituir el valor seguro de Olivier por un John Gillbert en decadencia profesional y personal. No se equivocó en ninguna de las dos decisiones. La reina sueca quedaría para la historia asociada a su nombre y a su belleza y su antiguo amante y amigo Gillbert aportó la química y la complicidad requerida para que la historia de amor falsa añadida al aceptable biopic de la soberana no chirriara. Desafortunadamente no pudo detener el declive final de Gillbert que falleció alcoholizado tres años después.
Posiblemente el mejor trabajo de Mamoullian, aunque las escenas donde aparece el malestar popular parecen dejadas de la mano a un segundo operador y desmerecen de la cuidada puesta en escena y fotografía restante. Potente producción en general en la que Garbo parece ir décadas por delante en sus técnicas de actuación y donde el biopic histórico encaja a la perfección con cualquier comedia de enredo de Lope. Garbo luce radiante, sea con atuendo masculino o femenino, desmiente que era una actriz que no reía, y hace creíble la lucha interior entre el deber a su pueblo y su felicidad personal.

Como hermosísimo mascarón de proa, de un navío que surca un mar tranquilo, y con su cabello azotado por una leve brisa, la reina Cristina (la divina Garbo), se dirige al exilio tras haber abdicado del trono de Suecia, agotada de los hombres, de sus confabulaciones, de sus traiciones y de un cetro que nunca le sentó demasiado bien sobre todo cuando quiso ser mujer antes que reina... Como ésta es una escena (creo que incluso aparece en algún poster promocional) que es mítica en la película, y en el cine, y ésta se basa en hechos históricos, no creo que desvele nada importante al espectador, con ello, al iniciar mi crónica, por ese su espléndido final; en el que Greta Garbo resplandece como nunca he visto nada igual en ninguna secuencia cinematográfica...

Una película de estudio, de la vieja escuela, a la que aún se le nota, esa radiante expresividad deudora del cine mudo. Una pequeña joya. Pura historia del cine. Y que, en cierto modo, guarda un paralelismo con la propia de Greta Garbo y la de su sorprende y temprana retirada del estrellato...

Tras la muerte del rey Gustav de Suecia, en la guerra de los treinta años, la joven princesa, Cristina, debe hacerse cargo del trono, pero a ésta, de vez en cuando, le gusta recorre el país vestida de hombre, viviendo lances y aventuras que en nada envidian a las de cualquier aguerrido galán. En una de éstas, conocerá a un caballero, un enviado del rey de España, con el que, entre situaciones confusas, entablará una amistad que derivará en algo mucho más profundo. Pero su amor resulta imposible, pues a ello se oponen todos los nobles del país, y sobre todo, un ambicioso militar, Magnus de la Gardie... que desea continuar interviniendo en las guerras religiosas centroeuropeas y por lo tanto no aceptará una paz con España.

En el año 1632, los ejércitos de Suecia, bajo los estandartes de su héroe, el rey Gustavo Adolfo, se encontraban en medio de la gran Guerra de los Treinta Años (1618-1648) que daría a los suecos el liderazgo de Europa. Pero los triunfos suecos se vieron ensombrecidos cuando, al frente de sus huestes en Lutzen, el rey Gustavo cayó en el campo de batalla. La reina Cristina de Suecia ascendió al trono a la edad de seis años y de adulta ha demostrado ser una gobernante sabia y justa. Se especula mucho sobre con quién se casará y si tendrá un heredero, pero a ella no le interesa ninguna de las posibilidades mencionadas, incluido el príncipe Carlos (Reginald Owen), cuyo matrimonio con él la reina Cristina debe aceptar. Por consejo de los ministros y asesores, Oxenstierna (Lewis Stone) y Aage (C. Aubrey Smith), ella debe llevar a cabo su matrimonio con su primo el príncipe Carlos Gustavo. Por el camino, suele realizar escapadas fuera de palacio disfrazada de hombre, en una de las cuales conoce al emisario español de Felipe IV, que viaja a la corte con una propuesta de matrimonio del rey de España. Con él pasa una noche inolvidable que la lleva a un futuro incierto. Se enamora del embajador español, Antonio (John Gilbert), pero el matrimonio está fuera de discusión dado que él es católico romano. ¡Regreso triunfante a la pantalla! ¡El romance de una reina que recordó que era mujer! ¡El mundo entero saluda su regreso triunfal! Más atractivo, más emocionante, más hermoso que nunca.

Un elegante recital de Garbo ambientado a mediados del siglo XVII, una bonita película adornada con el tono vulnerable y distante que sólo la gran diosa Greta Greta Garbo podía ofrecer al dispensar una de las mejores interpretaciones de su corta carrera. Alternativamente hilarante y conmovedora, contiene algunos de los momentos más grandes y memorables de Garbo. La muy atractiva Garbo, bellamente vestida con vestidos diseñados por Adrian, interpreta a la famosa Reina con profunda sensibilidad y dulzura que sólo ella podría aportar al personaje. Greta Garbo es muy buena interpretando a la reina de Suecia del siglo XVII, cuya carrera se estanca cuando se enamora del embajador español, John Gilbert, su antiguo compañero del cine mudo, este último provee una actuación sensible pero algo inadecuada. Esta fue la penúltima película de Gilbert y su única salida exitosa después de dejar el cine sonoro. A pesar de su acento sueco, la actriz Greta Garbo superó muy bien el paso del cine mudo al sonoro, en películas como “Grand Hotel”, ¨Ana Karenina¨ o esta ¨La reina Cristina¨. El film está muy por encima de la media, en parte por Robert Mamoulian, que moldea escenas potencialmente aburridas con su meticuloso cuidado de los detalles, y en parte por la propia Garbo que convierte su papel en una entidad viviente, extrae emociones reales de los grumos morados de la historia y se desliza a través del sinuosos movimientos de cámara de William Daniels con belleza, gracia e ingenio. La magia combinada del gran estudio de Metro Goldwyn Mayer y la extraordinaria presencia de Greta legitimaron esta película antigua, un chirrido arcaico que se convirtió en una película inolvidable. Hay varias adaptaciones basadas en esta historia, aunque ésta sigue siendo la interpretación consumada de esta conmovedora y triste historia de amor. Greta Garbo y John Gilbert están bien acompañados por un elenco secundario impresionante, como: Ian Keith, Lewis Stone, Elizabeth Young, C. Aubrey Smith, David Torrence y Reginald Owen.

La película fue dirigida competentemente por Robert Mamoulian. El nació en Tiflis, Georgia, y era de etnia armenia. Robert emigró a los Estados Unidos, donde trabajó bajo contrato con Paramount Pictures de 1929 a 1933. Destaca por su uso de la cámara subjetiva giratoria de 360 grados para Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1932). En 20th Century-Fox de 1940 a 1942, destacó en dramas de época, como La marca del Zorro (1940) y Sangre y arena (1941). Su influencia creativa fue tan grande que sus películas a veces llevaban el crédito de "Una producción de Rouben Mamoulian", aunque nunca produjo ninguna película. Ha dirigido cinco películas que han sido seleccionadas para el Registro Nacional de Cine por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos por ser significativas "cultural, histórica o estéticamente": Applause (1929), Love Me Tonight (1932), Becky Sharp (1935), La marca del Zorro (1940) y Porgy y Bess (1959). Calificación: 7,5/10. Un notable film para los fans de Greta Garbo.
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La reina Cristina de Suecia de Rouben Mamoulian es un drama histórico y biográfico del siglo XVII basado en la reina Cristina de Suecia y el idillo amoroso que vivió con un embajador del rey de España. Dirigida con un ritmo activo y con un estilo clásico y muy adelantado a su época, es una obra admirable por su calidad técnica para el momento que gustará a todos los cinéfilos clásicos que busquen films con todos los componentes necesarios para dejar huella tras su visionado como el drama, el amor y algunas notas de humor que rodean la siempre interpretación magnífica de Greta Garbo, concluyendo un estupendo film que dejará gratas sensaciones tras su visionado y será recordado como una gran obra clásica.
La fotografía en blanco y negro es inspiradora y alusiva al momento y lugar en cuestión, gracias a unas imágenes estéticamente armoniosas que concluyen un trabajo magistral que da confort en su visionado. La música es melódica y evocadora a instrumentos de castillos y palacios, usando también sonidos emotivos por un lado y enardecedores por otro para estimular al público en una labor rítmica y arrolladora. Los planos y movimientos de cámara consuman una labor técnica clásica y muy apropiada a través del uso de los primeros y primerísimos planos, avanti, retroceso, generales, seguimiento, primeros planos, tercera persona, subjetivos, reconocimiento y detalles que sacan lo mejor de las interpretaciones y su entorno.
Las actuaciones son auténticas e intachables. Como protagonistas Greta Garbo está reluciente e íntegra como es habitual en ella y John Gilbert está seductor y galante en su papel de conquistador de la reina, siendo cumplidores los acompañamientos de Ian Keith, Lewis Stone, Elizabeth Young, C. Aubrey Smith, Akim Tamiroff y Reginald Owen. Emplea para estos la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones sugestivos de la época y el personaje, siendo detallados y distinguidos por la nobleza y humildes en la servidumbre y gente de a pie, logrando una magnífica labor que junto con los ostentosos decorados te transportan in situ.
El guion, escrito por Salka Viertel, S.N. Behrman y H.M. Harwood, es de lo más acertado aunque algo predecible, pero muestra una historia de amor en unas difíciles, casi imposibles circunstancias que dejarán absorto y cautivado a los seguidores de los buenos dramas, esos que dejan una grata sensación tras su visionado en el que se disfrutará una vez más de la gran interpretación de Greta Garbo, finalizando así un gran film a tener en cuenta dentro de los mejores de la década de los años 30. Esto se lleva a cabo con una narrativa educada y cordial, que con lenguaje clásico y sugerente deja patente tanto el romance como la desesperanza de la protagonista. Cabe señalar también, el montaje seguido y acompasado que exprime buena historia en apenas 90 minutos.
En conclusión, la considero una obra atractiva y con la dosis de amor suficiente para tener pegado al asiento al público seguidor de los buenos dramas llenos de amores imposibles, rodeados además de simpáticas situaciones que lo vuelven más divertido y entretenido a su visionado. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, planos, movimientos de cámara, vestuarios, caracterizaciones, decorados y narrativa que hacen de La reina Cristina de Suecia, un film obligatorio de ver para los amantes de los clásicos imperecederos.

No me suelen gustar los biopics. Casi nunca me convencen. Hacen del cine un arte menor, limitado a ilustrar con imágenes la biografía de una celebridad, e imágenes que son artificiales, ficticias, con personas interpuestas, actores que rara vez logran fundirse de verdad con la persona biografiada. Al final tenemos un triste desdoblamiento: la persona real, y, por mucho que se le parezca, el intérprete.
Pero hay alguna excepción, y esta es la mayor que yo conozco. Obra maestra este biopic de Mamoulian. Pero no sólo por Greta Garbo, que ciertamente es divina y simpar (como Dulcinea del Toboso para don Quijote), sino porque toda la película es una pura, absoluta delicia: los diálogos, los escenarios, la trama misma, y, sobre todo, el contexto histórico. Porque, aunque los detalles y algunos hechos sean ficción, el cuadro es totalmente veraz.
¡Y qué gozada para los que amamos España y estudiamos a fondo su historia, contemplar cómo aquella reina simpar, divina, extraordinaria (Cristina de Suecia-Greta Gustaffson) sentía justa admiración por nuestro país y por sus proezas de aquel tiempo! ¡Chíngate AMLO! ¡Chingaos, bolivarianos!