La ruta del tabaco

Una de Ford sin un milímetro de épica.
Lo peor: no leí la novela pero por lo que pude googlear era mucho más fuerte que la película, la cual se acusa de ser una versión edulcorada y censurada, cosa que se nota, incluso frívola teniendo en cuenta los temas que se tocan al pasar como que Jeeter y Ada vendieron a una de sus hijas de 13 años por unas frazadas a un vecino. Todo tratado de forma ligera, casi como la violencia en Tom & Jerry, esta historia agarra temas patéticos y los retrata con absoluta liviandad. La mayoría de los personajes por no decir todos, solo por salvar a Ellie May, son miserables, haraganes, estúpidos, incapaces de la mínima mejora, al contrario, totalmente autodestructivos, y la película quizás por lo desvirtuada que está con la novela en la que se basa, parece que tomara con soda todo eso. No le interesa profundizar en nada.
Lo mejor: Ford era un gran director, estoy diciendo una obviedad, y acá trata de darles ternura a personajes que no lo tienen.
Es una rareza para la época, ya que la mayoría de los personajes no tienen nada de nobleza, ni de redención, son unos pobres infelices que están así porque no han querido hacer nada por sí mismos.
Gene Tierney en una de las pocas veces donde no interpreta a una mujer rica y cosmopolita.

John Ford dirige con su habitual maestría esta estupenda comedia dramática de ambiente rural basada en una novela de Erskine Caldwell y protagonizada por la estrambótica familia Lester.

El catálogo de personajes con un maravilloso Charley Grapewin al frente está imbuido de un magnífico sentido del humor, con lugar para la caricatura y el absurdo.

La historia se ubica en la época de miseria y estrecheces económicas de la Gran Depresión (divertidísima la secuencia de la pelea por los nabos de Ward Bond que ilustra con mucha gracia las penurias de aquel tiempo), siguiendo las peripecias de un viejo y haragán campesino para hacerse con los cien dólares que le permitan continuar atado a su amado terruño.

En la película se tratan cuestiones como el apego a las raíces, la deshumanización de los bancos y de la vida urbana (Grapewin rechaza abiertamente la idea de trabajar en las fábricas), la desintegración familiar y el éxodo rural (la pareja de ancianos protagonista desconoce el paradero de gran parte de su amplia descendencia), o la fundamental valía de las mujeres en el seno familiar.

Ford hace gala una vez más de su ejemplar manejo de las emociones, mostrándose sarcástico, sensible y poético, con formidables planos generales de entorno campestre.

El film cuenta con las discretas participaciones de Gene Tierney y Dana Andrews, dos futuras estrellas que posteriormente formarían pareja en algunos míticos títulos negros de la Fox con dirección de Otto Preminger como "Laura" (1944) o "Al Borde Del Peligro" (1950).

Un año después de llevar al cine “Las uvas de la ira” John Ford vuelve a ambientar otra de sus películas en los años de la Gran Depresión norteamericana. Si en la adaptación de la novela de Steinbeck el maestro describía de una forma absolutamente desoladora aquella época tan oscura, en “La ruta del tabaco” opta por un tono en apariencia más ligero y por registros tragicómicos en los que el recurso del humor ayuda a hacer más digerible el drama. En su película, Ford define a sus personajes con trazo grueso, rayando incluso en la caricatura, pero ese humor tan particular suyo, tan naif y simplón en el fondo, está más justificado que nunca en una obra que se adentra en los terrenos del gótico sureño y abraza en ocasiones el surrealismo de una forma nada disimulada.

Apenas hay épica en “La ruta del tabaco”, tampoco hay lírica. Los elementos más típicamente fordianos brillan prácticamente por su ausencia. No hay ni siquiera dignidad en unos personajes que parecen abandonados a su suerte, dejados de la mano de Dios en un lugar en el que es posible que una vez existiese el paraíso. Los Lester no tienen el arrojo de los Joad para moverse a tierras más prósperas a ganarse el pan una vez son expulsados de ese paraíso. La tiranía del moderno capitalismo actúa a modo de antigua maldición bíblica, y ante eso nuestros protagonistas deciden quedarse a verlas venir. Estos pobres diablos no merecerían el perdón divino que reclaman de manera constante y cansina, y en cambio, Ford termina por redimirles dedicándoles una mirada condescendiente y convirtiéndoles a nuestros ojos en seres entrañables (o casi).

Desde luego, no hay ninguna garantía de que al final sean felices y coman perdices. Ofrece incluso más esperanza el mensaje final de “Las uvas de la ira” con aquel vehemente alegato de Mama Joad en favor de la clase campesina y trabajadora que el contenido en el título que nos ocupa. Que no quepa duda de que los bisnietos sus protagonistas, nietos de los 16 ó 17 hijos que dicen tener, seguirán votando hoy a Donald Trump.

Jeeter Lester es un vago y pícaro padre de familia que es expulsado de sus tierras de "La ruta del tabaco" debido a que no paga sus rentas...
Una de las películas menos conocidas y/o reconocidas de la filmografía fordiana y sin embargo una película globalmente magnífica, que es una comedia dramática muy divertida y humanista, que conecta desde un punto de vista más desembozado y descorsetado con la inolvidable obra maestra de Ford "Las uvas de la ira".
Destaca por la coralidad de personajes, por su armónico ritmo interno, por su carácter humanista sincero, tan lúdico como sensato, por su atinado equilibrio entre lo pícaro y lo cariñoso/tierno. Es una obra agridulce, en la que se coge gran cariño a los personajes (a pesar de un cierto histrionismo en alguno de ellos), siendo encantador y genial el personaje principal interpretado pro Charley Grapewin. Papel secundario para Gene Tierney. Guión de Nunally Johnson.
Si esto es un Ford menor, yo no me lo creo. Al menos he visto diez películas de su autor peor que ésta. Sin embargo, yo creo que "La ruta del tabaco" es el precedente, en cuanto a olvidada y poco reconocida, de la maravillosa "La salida de la luna". Ni idea, me imagino. Pues ya saben, queridos.

No quiero extenderme más de la cuenta, a veces apetece mucho rajar de una película concreta y otras veces, tal vez como en el caso de Ford, hasta sabe mal decir que una película es mala tirando a veces a infumable. Siento alinearme con quienes opinan que esto no hace gracia, que ver a un chaval que parece retrasado mental volverse loco con la bocina de un coche no hace gracia, que Ford acababa de meterle mano a aquella gran crisis económica de su venerado país de la mano de Steinbeck en "Uvas de la ira" y que lo que quería, justo después, es destensar y ofrecer una comedia que venía a la vez empujada por un gran éxito en el teatro...

No me ha hecho gracia apenas nada, porque del hambre no me hace gracia ni Chaplin comiéndose un zapato.

Y lo que es peor, aquí no hay rastro del cine de Ford, es decir, nos dicen que es de Ford porque aparece en los títulos de crédito, y probablemente eso explica su elevada puntuación, pero este no es el cine del Ford que todos conocemos.

La caracterización del personaje protagonista es excepcional y el actor es un diez, de acuerdo, pero si valoramos su mezquindad pone los pelos de punta, es alguien capaz de vender a sus hijas, de hecho no recuerda si ha tenido 17 ó 18 hijos, le importa poco la abuela y ante la opción de ponerse por fin a trabajar la tierra lo que hace es rascarse la barriga y dejarlo para el día siguiente... ¿Algo así hace gracia?; ¿no tienen lo que merecen?; ¿de verdad son una familia entrañable?; ¿no caen mal?; ¿y de la otra retrasada que sólo abre la boca para cantar himnos cristianos hace falta decir que no hace ninguna gracia?

Me extendí demasiado, era de esperar...