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El ciudadano ilustre

Drama. Comedia Daniel Mantovani, escritor argentino galardonado con el Premio Nobel de Literatura, hace cuarenta años abandonó su pueblo y partió hacia Europa, donde triunfó escribiendo sobre su localidad natal, Salas, y sus personajes. En el pico de su carrera, el alcalde de Salas le invita para nombrarle "Ciudadano Ilustre" del mismo, y Montavani, contra todo pronóstico, decide cancelar su apretada agenda y aceptar la invitación. (FILMAFFINITY)
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Críticas 116
Críticas ordenadas por utilidad
25 de octubre de 2016
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una sátira pero no el en sentido de que exagera la realidad a propósito, es una sátira porque si tu coges cuatro o cinco personajes extravagantes, les pones la lupa encima y cuentas sus acciones te parecerá algo irreal. Pero la película se quedó corta. La vulgaridad existe, y no sabe de límites y menos de ética. La realidad es mucho más siniestra, absurda y vulgar. Hay gente mucho peor que esos monigotes que eligieron.
Sin ir más lejos vean el caso Lopez y Baez en la política argentina, por mencionar algo reciente. Porque hay miles de casos, y no todos vinieron a la luz. La vida ofrece infinitas personalidades y situaciones. Cada segundo se genera, se combina una nueva, se expande como el universo mismo.
Para los que dicen que esos personajes son absurdos y no existirían en la realidad, se equivocan. Eso puede ser cierto para los que viven en la clase media, pero no en las bajas y todavía menos en las altas donde las envidias, ambiciones e intrigas es lo más potente y natural que existe para alcanzar la fama, el renombre, la notoriedad y el dinero. En esas esferas, el caldero de la imaginación sobre como sacar provecho de cualquier situación sin escrupulos es cosa de niños.
El escritor, una persona culta y ética no se rebajaría nunca a reaccionar, aunque el vulgo piense que hubiera tenido que hacerlo. Si lo hacía, en el mundo no existiría la esperanza ni el amor.
RobertWalser09
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24 de octubre de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más profunda de lo que pueda parecer esta reflexión de los directores argentinos sobre la cultura y sus, no pocos, inconvenientes. Utilizando un humor no carente de carga dramática y existencialista, de la mano de un Oscar Martínez más que convincente en su liderazgo intelectual y unos secundarios sin complejos que, aunque deformados en algunos momentos para subrayar lo grotesco de las posiciones enquistadas, nos hacen avanzar a través de la realidad y la ficción sin saber con claridad qué terreno pisamos exactamente, pero sin importarnos en absoluto.

La obra, que fluye mansamente a pesar de las situaciones rayanas en lo estrambótico, está apoyada en un guión muy ágil y que conduce a una resolución más que compleja sobre las diferencias entre los seres novelados y los que habitan las pesadillas del día a día. Todo ello a pesar de que el protagonista de esta historia se encarga en explicitar en un par de ocasiones, a lo largo de la película, que él escribe sobre Salas, un pueblo del que sus personajes no pueden salir y en el que él no puede entrar; pero deja claro que mientras existan la imaginación y la libertad intelectual siempre se podrá luchar contra el aislamiento absoluto y la intransigencia, aunque no se consiga nada.

El transcendentalismo que pueda trasladar mi comentario no se ve tan solidificado, afortunadamente, en la pantalla. De forma que usted, si aún no la ha visto, disfrutará de frases ingeniosas; se reirá con lo aparatosidad del cambio de vida de un Premio Nobel convertido en estatua, pero al que despierta la curiosidad; y saldrá de la sala con una sonrisa enigmática, producida tal vez por el cosquilleo de alguna antigua cicatriz.
Sinhué
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11 de noviembre de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos son los que, al conseguir una victoria, tienen la capacidad de dar un discurso verdaderamente honesto. El escritor argentino Daniel Mantovani pertenece a este grupo. Tras recibir el Nobel de literatura, cima de toda una vida, Mantovani se despacha a gusto contra el propio jurado que le ha otorgado el galardón y frente a las principales autoridades de Suecia. Un discurso de “victoria” que, por otra parte, supondrá un punto de inflexión en su carrera; a partir de ese momento, El escritor tendrá dificultades para trabajar y no parará de rechazar eventos e invitaciones, quizá por pereza, quizá para evitar ser inútilmente agasajado. Hasta que un día su asistente le comunica que su localidad natal, Salas, le ha concedido la más alta condecoración del pueblo: ciudadano ilustre. Es entonces cuando Mantovani se replantea su actitud y decide embarcarse en un curioso retorno a sus orígenes…

Con esta seductora propuesta se inicia El ciudadano ilustre, una producción argentina a los mandos del tándem Mariano Cohn – Gastón Duprat, cineastas que ya cosecharon buenas opiniones con anteriores filmes como El hombre de al lado. Dos son los temas que quieren poner a escena con esta obra: por un lado, la egolatría y la actitud que toma el escritor no solo frente a su propia obra sino en lo que respecta a la sociedad; por otro lado, la falsedad de lo políticamente correcto y su interrelación con los volátiles sentimientos de orgullo y envidia.

Así, El ciudadano ilustre es una doble crónica sobre un hombre de éxito que regresa a codearse con los orígenes de los que reniega y cómo esta gente reacciona ante la diatriba de condecorar al héroe que ha puesto su pueblo en el mapa mundial o rechazarle por el retrato despectivo de la localidad que realiza en sus novelas. Mantovani, caracterizado por un Óscar Martínez cuya lengua muestra un tono tan respetuoso como voraces son sus palabras, es perseguido por la cámara durante todo su trayecto en Salas. Pero lo positivo aquí es que los directores no pretenden revestir a su protagonista con un traje de heroísmo singular. La honestidad de Mantovani no le impide ser vanidoso, incongruente y hasta antipático por momentos. Y, pese a todo, es sencillo meterse en su piel.

Sin embargo, lo que hace de El ciudadano ilustre una película realmente interesante es su habilidad para cargar contra toda la negatividad y la ira que lleva por dentro el ser humano sin que por ello tenga que pagar el peaje de resultar cargante. No, la cinta de Cohn y Duprat goza de una gracilidad notable, consiguiendo que los segundos transcurran como minutos mientras contemplamos las andanzas del protagonista en un territorio intrigante. Porque, en efecto, uno de los puntos fuertes de la cinta es el de plasmar el pueblo de manera que el espectador nunca esté seguro de lo que va a venir a continuación. Como en todos estos sitios, la cercanía que despiertan algunos ciudadanos contrasta con el rechazo a lo foráneo que muestran otros, pero ni siquiera los citados en primer lugar tienen una actitud fácil de prever. Esta sensación de intriga, que irá tomando forma conforme avance la película, quizá sea el máximo acierto del film.

Por lo demás, pocos peros hay que ponerle a una cinta que sabe ser tan certera es su análisis de la actitud humana como divertida en sus formas. El ciudadano ilustre hace reír y reflexionar, no oculta que estamos en todo momento frente a una ficción pero es lo suficientemente creíble como para que los espectadores sepamos identificarla con alguna experiencia que hayamos tenido en la realidad. Con una buena dosis de mordacidad, eso sí.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
Kasanovic
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2 de marzo de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se le fue la mano a éste tipo con el 9!! (Seguramente estarás pensando eso, lo sé) pero.. Dame unos minutos e intentaré darte mis motivos:
Soy del Río de la Plata (sí, como canta la bella Natalia Oreiro), no de Argentina, sino de la otra orilla, el margen oriental, podríamos decir. Mi País (a pesar de la rivalidad futbolística) es casi igual a la Argentina, sé que me voy a ganar el rechazo de muchos compatriotas que lean esto, pero para mí es así. Esa cercanía cultural quizás permite intertepetrar cualquier película Argentina casi como propia, eso es lo que me pasó con "El Ciudadano Ilustre".
Vale empezar diciendo que es una película con bajo presupuesto (y se nota), pero la historia que se cuenta quizás no necesite un presupuesto millonrio para poner en pantalla lo sustancial de la obra. Todo pasa en un pequqeño y casi aisaldo pueblo del interior de la Provincia de Buenos Aires. allí todo es viejo, triste, melancólico, casi desierto.. Creanmé quienes no conocen esta zona del mundo que hay muchos pueblos así por aquí.
Pasando ya a la película en sí.. Qué es lo brillante de esta película? 1. La inmejorable interpretación de Oscar Martínez. 2. La historia contenida en su guión plagado de instantes geniales (en la zona spoiler detallo las genialidades). 3. La interptetación de Daddy Brieva con su personaje que en tres o cuatro veces hace soltar la carcajada (esa cracajada sincera, espontánea), pero creo que nunca cae en la risa fácil o en la sobreactuación para hacer reír con su personaje. 4. El pulso con la que llevan adelante la historia los Directores hace que en ningún momento de sus dos horas de duración uno se sienta aburrido o desinteresado. 5. La fidelidad con la que se muestra la realidad del pequeño pueblo, a través de las imágenes y personajes que uno va viendo en pantalla, uno se va haciendo carne los sentimientos exactos que se siente al visitar un lugar así en la vida real.
Que no tiene la mejor fotografía quizás? es verdad. Que no tiene la mejor BSO? también es cierto. Pero eso no quita que la película sea altamemnte recomendable, vale la pena la historia que se nos cuenta en sí, y la (como ya dije) inmejorable interpretación de Martínez, sumado a un Brieva que complementa brillantemednte a su protagonista. (Sigo en la zona Spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JRamone86
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9 de mayo de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
... con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien. Y así, con la música de Gardel, se recorren esas calles de Salas por un Premio Nobel de Literatura que vuelve a su punto de origen argentino cuarenta años después. Y es que las disputas, las envidias, los egos, las costumbres, los silencios, las gasolineras, los perros callejeros, los habitantes, pueden hacer la estancia de unos pocos días en muy intensa. Óscar Martínez (un peso pesado del cine argentino) da forma a ese escritor amalgamado con las élites y el europeísmo, al ciudadano que se evadió muy joven para escupir en las hojas en blanco todo lo que no le salía en su pueblo natal. Y es que en Europa encontró su vía de escape y esa puerta a la inspiración que le llevó a nada menos que el Premio Nobel. Ahora, tras el premio, vive atascado y consumido por cinco años sin palabra escrita. Recibe una invitación de su pueblo natal para ser nombrado "Ciudadano ilustre" y allí que vuelve.

La fotografía es digna de mención. Hay tomas prácticamente perfectas, un retrato a la altura del realismo más moderno, una toma de Salas como pueblo como podría ser otro pueblo, cualquier pueblo. Los secundarios se acoplan dignamente a los quehaceres diarios y, bañándose en un humor costumbrista y/o negro, ensalzan la figura de ese hombre ilustre que descubre que su sitio no es ése (¿o sí?).


Fina, bien hilada y completa película de ese cine argentino que de vez en cuando (afortunadamente muy a menudo) nos regala joyas de este tipo.
Yo mismo (o no)
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