Once (Una vez)

Qué deliciosa película. Nada en particular la distingue, nada original a primera vista. Una historia de amor, de casi amor, pero contada de una maravillosa manera. De la más simple de las formas, sin interferencias ni artificios. La naturalidad abunda tanto en la película como escasea en el resto del panorama actual.

Chico conoce a chica. Chico y chica se enamoran veladamente pero no se atreven o no pueden decirlo mutuamente. La unión llega a través de la música. Él con la guitarra, ella la acompaña poco a poco al piano hasta llegar a una perfecta coordinación. Canciones y más canciones se suceden, todas geniales, de letras minuciosas, preciosistas, con melodías que verdaderamente tocan lo más sensible de uno.

Canciones compuestas por los propios actores, todo muy íntimo, todo muy simple. Todo de una manera que al final llegas a creer que lo que sucede en la pantalla es absolutamente verdad. Y eso es lo mejor que le puede pasar a una película.

Cosas vederes. Lo que a mí me parece un desaprovechado material no ha hecho más que cosechar notas altas y premios importantes, además de que los actores se unieron musical y sentimentalmente para terminar de enlazar este puzzle de amor con buenas intenciones pero sin fuerza dramática alguna.

Ya me hubiera gustado quedarme prendado de este colorado irlandés y esta checa, músicos y buena gente, buenísimas personas como todas las que circulan en esta ciudad irlandesa en la que no hay personajes conflictivos ni en realidad conflicto alguno y en la que, como si todo esto fuera poco, contra todo pronóstico ni siquiera llueve.

Bastante tiempo me quedé esperando que los personajes y su sentido de la solidaridad y del amor prendieran en mí y me emocionaran, porque este cuento atípico, sin sexo, violencia ni temblor alguno podría haber sido elaborado y realizado con un toque de poesía que no tiene, pues ni los actores, el guión ni la banda sonora (cantan todo el tiempo) logran subyugarme.

Ya me hubiera gustado no estar mirando el reloj para ver cuánto falta para que acaben los 85 minutos que se me hicieron eternos.

Y es pena grande porque en esta austeridad con historia de personas que se mueven sin otro interés que el de vivir en libertad y lo más enteramente posible hay una historia que desde su impecable sencillez podría convertirse en extraordinaria.

Honda impresión me ha causado el visionado de "Once". Tenía buenas expectativas, pero no esperaba encontrarme con tanta emoción inyectada en vena.
¿Qué puedo añadir yo que no se ha haya señalado en las críticas previamente publicadas? Suscribo plenamente lo comentado por Tury666, la película no necesita grandes alardes técnicos para transmitir más que toneladas de cine americano actual ( y también del no americano, seamos sinceros ). Esta historia intimista, universal, hecha a base de retazos de realidad y de pinceladas impresionistas, en la que todo fluye con naturalidad, logra una simbiosis, una conexión con cualquier espectador medianamente sensible realmente asombrosa.
Es cierto que tienes que aceptar su lenguaje,dejarte llevar por esas canciones que transmiten más en tres minutos que otros en treinta páginas de guión, por la complicidad ( demoledora ) entre los actores, entre ese "chico" y esa "chica" sin nombres que somos todos nosotros, por sus miradas, por lo que se dicen y sobretodo por lo que no se dicen.No en vano Hansard e Irglová vivieron anteriormente en la realidad una historia paralela que germinó en el regalo que ahora nos ofrecen.El aporta mucha fuerza, sentimiento y verosimilitud a su papel,mientras que a la bella checa la cámara la adora, su rostro, sus ojos transmiten una mirada limpia, pura.
Ciertamente no estamos ante una obra perfecta ( ni falta que le hace ). Es necesario participar del juego que nos propone, de su construcción a base de canciones ( si no lo haces incluso te podría resultar plomiza y repetitiva ), y como muy bien dice otro usuario llega un momento en que la progresión de la historia entre chico y chica llega a una pausa, para retomarse al final ( ¡y de que manera! ).
Para el recuerdo: la bellisima melodia que la pareja improvisa en la tienda de instrumentos musicales; el plano-secuencia nocturno de Marketa Irglová caminando por las calles mientas canta con los auriculares puestos, la conversación entre ambos en el mirador enmarcada por la melancólica costa irlandesa y, sobre todo, un final de los que te dejan K.O. Como la vida misma.
Será muy tópico ( pero no menos cierto ) tildar a "Once" de la película "indie" de la temporada, sorpresa del año, el "sleeper" etc. Yo aun diría más: es, probablemente, LA MEJOR PELÍCULA DEL AÑO. Me hizo llorar.

La peli es romántica y muy poética, y eso está bien. Sin embargo es demasiado plana y abusa excesivamente de su banda sonora, que por otra parte está muy bien, pero no puede por sí sola justificar una hora y media de visionado repitiendo una y otra vez las mismas canciones.
Es de esas típicas películas que, depende de cómo te coja, te podría enamorar o simplemente hacerte pasar un rato agradable. Esto último es lo que me ha pasado a mí.

He perdido la cuenta de las veces que he intentado hacer una crítica de esta película, incluso ahora dudo que consiga terminarla y no sé cual es la razón...supongo que me cuesta ponerle palabras a algo que es demasiado bonito por si mismo.

Once es maravillosa, posiblemente por su sencillez, por contarnos una historia tan dulce sin artificios, sin grandes efectos, una perfecta historia de amor, que sólo pasa una vez en la vida, pero tan normal y tan real que mañana podrías ser tú el protagonista.

Si no la has visto aún, piérdete en su música, en las frías calles irlandesas, en los ojos de Marketa, en la voz de Glen, disfruta de cada acorde, de cada letra y llega a los títulos de crédito con el corazón encogido, lágrimas en los ojos y una música en la cabeza que no dejará de sonar durante mucho tiempo.

Una pequeña obra maestra que pasa de puntillas, pero permanece para siempre.