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Pickpocket

Drama. Romance Michel es un carterista que no roba por necesidad como tampoco lo hace por vicio; no es cleptómano, roba para darse a sí mismo un valor, porque el robo es el medio de expresar sus sentimientos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 63
Críticas ordenadas por utilidad
13 de diciembre de 2008
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desnuda de todo exceso hasta alcanzar un minimalismo en ocasiones robótico, Robert Bresson hace de este film una experiencia visual estimulante y distinta. La historia que propone la película, expresada en un sucinto avance a modo de prólogo –en el que se adivina la invitación a que el público se ‘olvide’ de la sucesión de los hechos en sí para concentrarse en cómo son descritos-, habla de uno de los temas preferidos de la Historia del cine: el inadaptado.

Si ya el prólogo puede entenderse como un ejercicio de síntesis, el resto de la cinta sigue evitando dar rodeos para apostar definitivamente por un cine muy directo. Su sentido de la inmediatez se manifiesta en la manera de concretar hasta el límite los elementos de la puesta en escena, que lejos de excusar su austeridad ponen el énfasis precisamente en ésta –de lo cual puede deducir el espectador la personal concepción del cine que defendía el autor; hay aquí una filosofía detrás de las formas, una reflexión teórica que brota de cada una de las imágenes-.

Con abundantes elipsis y preeminencia de planos medios, Bresson compone una película que explota en las escenas de robos, auténticas coreografías de manos y pequeños gestos, de movimientos ágiles y precisos con un montaje prodigioso y más que eficaz, tan dinámico, claro y exacto como los actos que muestra y que hace de ellas verdaderas escenas de acción y suspense. Durante estas escenas el espectador siente una emoción y una seducción tales que comienza a entender la inclinación de su protagonista. La renuncia a la inserción de banda sonora extradiegética en pro de un sonido más naturalista contribuye increíblemente a reforzar el suspense, demostrando así que si bien en ocasiones la introducción de música permite subrayar o crear cierta emoción, otras veces simplemente la aplasta.

Hay un algo vivo, un algo que respira en estos momentos y que se contrapone con el resto del mundo de Michel en un París habitado por gentes como narcotizadas que vienen y van. El protagonista reacciona contra su gris realidad y alcanza su realización mediante el robo. En este punto, la atracción del protagonista por el delito es liberadora, y se convierte en un medio para explotar su talento y desarrollar su creatividad. El entusiasmo y la meticulosidad con las que aborda el aprendizaje y la ejecución del robo, es comparable con la que los artistas sienten frente a sus obras, de manera que podría incluso trazarse paralelismos entre la manera en que Michel roba y Bresson hace cine. Se descubre en algunas escenas cierta noción del delito como arte, dicho esto con todas las precauciones posibles, y siguiendo el razonamiento cabría incluso dar la vuelta a la teoría y sugerir su contrario, el arte como delito, puesto que toda obra, si de verdad es interesante, supone una ‘agresión’, una infracción, una contravención.

Obscinedades.
obscinedades
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8 de febrero de 2009
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay dos niveles de análisis básicos para toda película. Por un lado su temática, su profundidad, si se habla de actos cotidianos o se quiere ir más allá del relato de lo real (entendido como ficción entendible por su cotidianidad) en busca de la trascendencia. Luego está, por supuesto, la forma en que esta historia está tratada. Su composición espacial, sus recursos de narración temporales etc... Dos niveles pues cuya combinación y equilibrio suelen marcar su aceptación entre el gran público.

Evidentemente no todas las producciones cinematográficas funcionan con estos parámetros, ejemplo de ello lo encontramos en la filmografía de Bresson, autor más interesado en investigar un método de concepción pura del cine entendido como arte que de las historias narradas en pantalla.

En cierto modo, como es el caso de Pickpocket, no nos hallamos ante una narrativa convencional, sino con un telón de fondo argumental que sirve para que Bresson aplique sus teorías y las traslade a la pantalla. Efectivamente asistimos a una historia que habla de un proceso de perfeccionamiento en una labor determinada, en este caso el robo, una historia que podría ser perfectamente una metáfora sobre el propio perfeccionamiento de Bresson en su concepción de hacer del cine un arte en su forma más pura.

A pesar del aviso inicial al respecto de que no vamos a asistir a una película de género policiaco no puede dejarse de mencionar que por momentos da la impresión de asistir a una suerte de película noir aséptica, estilo que aplicaría años más tarde Jean Pierre Melville en su excelente Le samurai.

Esta presunta frialdad se articula de forma coherente con el discurso teórico del director sobre la no interpretación y los aspectos formales de sus películas. Así la cámara se mantiene siempre a una prudente distancia tanto de sus personajes, evitando en la mayor parte del tiempo primeros planos, como de los escenarios donde se desarrolla la trama, creando un ambiente fantasmagórico, de soledad y tristeza extremas y dejando siempre que sea las propias situaciones las que creen las emociones sin necesidad de que sus interpretes expresen nada que no sea una neutra expresión en sus rostros.

En cierta manera Bresson aplica en la pantalla las teorías del montaje de Pudovkin al respecto de la importancia del efecto que el diálogo entre planos efectuaba sobre la impresión que destilan las (no) expresiones del intérprete, teoría que el film demuestra terriblemente eficaz en cuanto el espectador consigue implicarse emocionalmente en la historia narrada. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
LennyNero
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30 de octubre de 2013
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Teniendo en cuenta que muchas de las escenas se ruedan en la calle la cinta tiene interés como documento histórico, ya que con ella se puede apreciar el atraso que padecía la sociedad española en los años 50 respecto a sus vecinos europeos, pero como largometraje no se la recomiendo a quien le guste el cine como una forma de vivir emociones. Los personajes son totalmente inexpresivos, empezando por el protagonista, que pone la misma mueca en la supuesta escena dramática del final de la cinta que cuando está ejecutando algunos de sus más arriesgados trabajos. Esa falta de emotividad es en parte paliada por la onmipresente voz en off, que acompaña a muchas de las escenas describiendo hasta los sentimientos y emociones que tiene el personaje, y que en otro caso pasarían totalmente inadvertidos para el espectador por esa falta de expresividad de los actores.

La película se hace entretenida durante la primera hora, mientras se desarrolla la carrera delictiva del carterista, pasada la cual el ritmo decae, aunque no llega a aburrir porque enseguida llega el final, eso sí, de forma abrupta y sin emoción, y que un poco te deja como el protagonista, con cara de poker.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lizzy
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30 de julio de 2006
18 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia con muchas posibilidades pero frenada por unos actores deplorables (sólo se salva Marika Green, que sale preciosa e intrigante), un presupuesto mínimo y una dirección fría y distante. El guión es bastante bueno, aunque se puede mejorar.
En mi opinión, la economía de palabras y situaciones responde más a motivos actorales que a la búsqueda de esencias y purezas. Vamos, que con semejante papeleta, cuanto menos hablen los actores, mejor.
¡Qué diferencia entre esta voz en off tan seca y entrecortada –creo que yo sería capaz de leer mejor las mismas líneas– y la hipnótica de los clásicos del cine negro! (Estoy hablando de la versión original, por supuesto.)

Lo mejor: Jeanne; el modus operandi de los carteristas, aunque lo muestran con tanta preparación y claridad que nada resulta natural; la parte final.


Me habían hablado tan bien de esta película que esperaba muchísimo más. Creí en Dios durante tres minutos, como llega a decirle Michel a Jeanne.
jastarloa
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17 de noviembre de 2015
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película no está a la altura de otros títulos de Bresson como "un condenado a muerte se ha escapado" ni por asomo.Menos mal que dura 75 minutos que se hacen interminables y soporíferos.No hay dinamismo,los personajes parecen estatuas tristes ,la comunicación es casi inexistente,no hay emoción y al final te acabas deprimiendo tu mismo.Sigo sin entender cual es la razón por la que el personaje se mete en el carterismo y su único propósito para justificar su existencia es robar a la gente corriente...será que el existencialismo no es lo mío.Supongo que un buen libro trataría de mostrar mejor y entender lo que su director quiere contarnos .
Por otro lado el personaje principal(Martin Lassalle) es de lo más soso que he visto en el cine,la inexpresividad de sus gestos y su rostro te causa una desesperación considerable a la hora de seguir el argumento de la película.Si hay algo que pudiera destacar sería la fotografía ,las secuencias en el metro de París y el rostro de Marika Green ,una auténtica belleza,pero muy floja de todas formas su interpretación.
Peter_Pan
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