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Caro diario (Querido diario)

Comedia Film dividido en tres episodios, que refleja la vida y opiniones de Nanni Moretti. «En mi Vespa» es una aproximación a la vida cotidiana de Roma durante el mes de agosto; en "Islas" visita a Gerardo, un amigo que lleva once años viviendo en Lipari; juntos recorren otras íslas como Salina, Stromboli, Panarea y Alicudi. En "Médicos" el director rueda su propia quimioterapia y su recorrido por hospitales y especialistas incapaces de ... [+]
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
19 de julio de 2011
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Caro diario: C'e una cosa che mi piace fare più di tutte! Así da comienzo esta extraña y particularísima historia a medio camino entre la comedia y el documental con Nanni Moretti encarnándose a sí mismo en tres historias diferentes: "En vespa", "Islas" y "Médicos".
La primera trata de cómo Moretti mata el eterno aburrimiento paseando en Vespa por la ciudad eterna, vacía y en pleno verano. Se supone que es también el inicio del proceso creativo, dónde aprovecha para criticar a los críticos y homenajear la vilipendiada figura del cineasta y artista multidisciplinar Pasolini, vilmente asesinado años atrás en un lugar vecino en que yace una escultura abandonada. Moretti habla directamente a cámara a lo Woody Allen (cineasta que ejerce una notable importancia en esta cinta), pregunta cosas extrañas a viandantes y se obceca en encontrar a Jennifer Beals, con la que acaba coincidiendo para luego asustarla con sus excentricidades.
En la segunda parte vemos ya a un Nanni más serio, concentrado en su nuevo guión a bordo de una de las naves que unen Sicilia con las islas Eolias, aquí ya mucho más contenido, ha pasado de la euforia del inicio, de subir al palco y cantar con la orquesta, a la preocupación por no llevar bien su trabajo. Aquí la película se va tornando más melancólica y el contrapunto cómico pasa a darlo su amigo Gerardo (Renato Carpintieri). La falta de concentración es cada vez mayor, lo que les llevará a una aventura homérica por todo el archipiélago hasta encontrar la isla adecuada, una paradisíaca casi hippie Allicudi, poblada de extrañas criaturas pero sin televisión, pues el culto Gerardo se había doblegado a los cantos de sirena que el irreductible Nanni insistió en obviar.
La tercera y última historia es la más seria, aquí deja apartado el tono irónico para centrarse en narrar la experiencia de la enfermedad. Esta parte se hace más espesa, pero concebida junto a las otras acaba por completar el círculo a un ritmo algo más lento.
Una película muy original, muy divertida y con momentos encantadores como el paseo en moto con la música de Keitt Jarret, la figura del alcalde de Stromboli o la espontaneidad de la canción del negro zumbón de Silvana Mangano. Bellísima e inolvidable.
pinfloi
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29 de diciembre de 2023
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ferragosto.
El primero es fabuloso, si hubiera un cielo cinematográfico este cacho lo sería o representa perfectamente, verano, soledad, inteligencia, humor, Italia, calor, color, casas, barrios, músicas (maravillosa selección), baile..., bromas, veras, meta, Juan Luis Guerra pareciera, la muerte (también, de un poeta).
El rato final Pasolini es de una belleza apabullante aplastante y estremecedora pianística.
Obra maestra alucinante insuperable esta pieza o mediometraje de acojono.
Ulises, el bayón de Ana (gloria pura, solo con eso ya basta o nos llena colma, como cuando bailaba Cantinflas, el paraíso, ambidiestro), Hans Magnus Enzensberger (dixit), ¿Quién puede matar a un niño?, Tengo miedo, todos huraños, una vida sin cortinas, El día del Watusi, Habemus Papam.
El segundo no le anda a la zaga aunque no es tan poético, especial ni emocionante, es más prosaico, pero igualmente crítico/irónico/incisivo/cachondo/sandunguero/sustancioso y lúcido, lleno de pequeños hallazgos, ideas, gracias y sutiles risas rimas.
El príncipe. Cuidado con los lunares.
El tercero es una enmienda a la totalidad médica, sea, a la ciencia, a la religión moderna en una de sus más poderosas e intocables fanáticas dogmáticas variantes, con la iglesia topamos, hechiceros, magufos, matufias, charlatanes, vende humos burras motos, sacacuartos, sacamuelas, matasanos, mercachifles, narcotraficantes, dealers, ni la o con un canuto, a palos, a ciegas, o te mueres tú o te matan ellos.
De una precisión y finura geniales o absolutas este tercero, más sobrio, sombrío, delicado, desdichado, desolado y pesaroso, pero igualmente zumbón zascandil y delirante deslumbrante en su mirada iluminadora y despiadadamente amable o al revés tal vez.
Este tríptico salvaje conforma una obra maestra total y absoluta, de las mejores de los últimos largos años. Lo tiene todo (a rebosar) en su transitar deambular vagabundear, en sus carnes blancuzcas, interludios preciosos, reflexiones de lado o de fondo, juegos de todo tipo o índole, reverberaciones, obsesiones, aberraciones, observaciones pertinentes, retratos humanos humorosos, penas calladas, amor a todo, hasta a lo más malo. Y negación de lo pomposo, petulante, estirado, ampuloso o falso, de los impostores de medio pelo, haberlos haylos, de los tontos y su regüeldo reguero, la linde, de los tarados e hipócritas, de los tristes y aguafiestas, de los insípidos y necios, de los agonísticos y cagados, de los pelmas, de él mismo (el primero), aunque no lo quiera.
Y, claro, sobre todo, supone, cómo no le vamos a querer, un homenaje desaforado a los criticos (al Crítico) de la más alta estirpe y rancio abolengo o clase, altura de miras y rimbombancia, genio, por antonomasia, a uno mismo, yo soy esa, ea ea.
Tengas galenos y los ganes.
¿Quién sabe dónde?
Es el viaje de Ulises desde el interior de la ciudad al exterior del mar, en cada puerto o isla la eternidad (y algo más) para finalizar en el cuerpo o templo, del alma a la materia pasando por el juego más/menos serio.
Descenso a los infiernos, viaje al fin de la noche y el día, en moto, en barco y en medicamento teletransportado.
Paraíso, limbo o purgatorio e infierno.
Prurito (la otra acepción).
Agua (bebe) y Tele (ve).
Nanni, retrato de un cómico.
Cuando se pone a dar patadas al balón...
Cuando fecha las casas o edificios de Roma...
Contra el sadismo gratuito y la oligofrenia violencia violenta y contra los pedantes sepulcros blanqueados.
Stromboli.
Ferdydurke
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8 de diciembre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el premio a la mejor dirección en Cannes bajo el brazo, consiguió Moretti darse a conocer al mundo internacional y revelarse como uno de los pocos cineastas italianos notables del entonces paupérrimo panorama del cine transalpino. Dividida en tres episodios, estamos ante una película inclasificable, en tono de falso documental, dónde Moretti plantea un alegato en contra de la sociedad coetánea, a la par que una crónica histórica particular de la Italia del momento, que reclama para sí misma un regeneracionismo que desde lo irracional e incomprensible de los actos humanos parece prácticamente imposible. Así no es de extrañar el coherente ejercicio narcisista del propio director, alejado de la clónica y enferma sociedad que le rodea (tercer episodio). Original y distinta, cine de autor, Moretti es personaje como persona real y como actor ficcionado en la película. El segundo episodio a mí me parece el mejor, con una gran poética/ficción. Influencias de Pasolini, Rossellini, Silvana Mangano. Un clásico de los noventa del cine italiano.
kafka
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4 de abril de 2024
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No fui a verla en el cine, cuando se estrenó. Hace tiempo quise verla en televisión, pero me quedé dormido, creo. Así que anoche lo volví a intentar, porque siempre me ha interesado el cine de Moretti, sobre todo gracias a su obra maestra, La habitación del hijo, una película que pude ver en pantalla grande, y que me dejó huella. En fin, aquí estamos ante algo muy diferente, una especie de ensayo cinematográfico, como se estilaba en los años 60, pero que nada tiene que ver con el cine ya rancio y vanguardista a rabiar de Godard y compañía. El ensayo esta vez consiste en un diario con imágenes, un diario en donde, en vez de la pluma o el boli, se usa la cámara de cine. La película es de 1993, un año importante en mi vida. Para Moretti, parece que es un año más, un verano en que se queda solo en Roma, y se dedica a pasear con su Vespa, mientras piensa en su próxima película. Este primer episodio es solamente eso, un viaje. ¡Pero qué viaje! Un viaje por una Roma alejada de las postales típicas, una Roma de los suburbios, de esos barrios que no salen en las guías turísticas, pero que NM parece conocer muy bien. En cierto momento dice que le gustaría hacer, o ver en pantalla, una cinta sólo de edificios, y empieza a mostrarnos fachadas de bloques, de casas de viviendas, de distintas décadas del siglo pasado, que para él es aún el siglo XX. Es un Roma extraña, incluso fea, pero que la cámara retrata con mucho encanto. Este episodio, bastante surrealista (el encuentro con Jennifer Beals, la actriz de Flashdance, es un golpe de ingenio, estilo Woody Allen), está conducido por la música, en realidad. Todas las canciones que suenan son maravillosas, pero hay que destacar ese largo momento en que viaja hasta la playa en donde fue asesinado Pasolini, y suena The Köln Concert de Keith Jarrett, un momento mágico.

Por desgracia, los otros dos episodios no están a la altura. En el segundo, “Islas”, viaja junto a un amigo por distintas islas, cuyos nombres van apareciendo poco a poco. Es otra manera de viajar, esta vez en ferry. Se supone que se van de sus casas para encontrar una cierta paz para escribir, pero al final, por alguna circunstancia, no pueden. Este episodio, no obstante, es el más cómico, pues aquí se burla de manías y costumbres de la sociedad contemporánea: esa forma de educar a los niños; la invasión de la televisión, el tedio cotidiano, en verano… Es gracioso el cambio que experimenta el amigo, Gerardo creo que se llama, que al principio dice que lleva treinta años sin ver la televisión, y luego aparece enganchado a Belleza y poder (la secuencia en el monte-volcán Stromboli es realmente graciosa).

En el tercer episodio ya sucumbí al sueño, me perdí el final. ”Médicos” es un peregrinar por distintos médicos y especialistas, a partir de un problema que le ha surgido, un prurito fastidioso (me acordé entonces de mi propio prurito, que me visita todos os veranos, con el calor). Esta parte, que tendría que ser graciosa, me aburrió bastante, y tal vez por eso me pasé al otro lado…

Le pondría mejor nota, pero hay un detalle que no me gusta nada, y tengo que reseñarlo, antes de terminar. No le perdono, al engreído Moretti, que se burle de ciertas películas, en especial de Henry. Retrato de un asesino, de John McNaughton. Cómo se atreve. Estamos ante una obra maestra del cine de las últimas décadas, y él la despacha como un bodrio (já, la ve en versión doblada, que ya es un horror). Qué sabrá él de las verdaderas historias, que dejan huella, cuando casi todas sus películas aburren a los muertos (salvo la ya mencionada). Y lo que viene después, de burlarse de los críticos, y citando otras pelis de Hollywood o Estados Unidos, es sólo envidia cochina (Jonathan Demme, David Lynch, qué sabrá él del verdadero cine).
Lukas
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1 de septiembre de 2008
19 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es sólo que no me haya gustado nada esta película, es que no entiendo que le pueda gustar a nadie. Creía que la peli mejoraría con los minutos, pero nada.
Como ya se sabe, se trata de la visión particular de la vida que nos ofrece Moretti en tres episodios. Así es la cosa, pero... a mí me habían prometido ironía, sarcasmo, humor y entretenimiento y todavía estoy esperando. Moretti se queda en unas reflexiones etéreas, superficiales, de una pretendida profundidad que no alcanza ni por asomo. Lo único que me hace gracia es el ataque que dirige hacia las generaciones de cuarentones que se lamentan de su aburguesamiento como llorones, pero aquí se acabó lo bueno.
Bonita fotografía de las islas, pero esto no es National Geographic. Por lo demás, nada de nada: las gracias insulsas, el ritmo se pierde (si es que alguna vez lo tiene), las críticas hacia la sociedad son tópicos rechinantes... hazte un favor y no la veas.
bajocontinuo
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