Tierras de penumbra

Buen trabajo de Anthony Hopkins e igual de bueno el de Debra Winger. Papelones. El joven Joe Mazzello los secunda.
Film de sentimiento y de encuentro mas allá de las palabras, que no lo son todo. Y ahí está el juego entre ella, la poetisa, sentimiento siempre, y él, escritor con más palabrería y sin salirse de la costumbre impuesta. Éste, claro va evolucionando.
¨El niño busca la seguridad, el hombre el sufrimiento¨. Esta frase para mí define la película.
Como otros usuarios también recuerdo lo de ¨el dolor de hoy es la felicidad de entonces¨.
Unos bellos paisajes y ambientación soberbia redondean la película.
Muy buena.

'Tierras de penumbra' es la historia de un amor fraguado a fuego lento, y como tal está contada sin prisas pero sin pausa. Con aroma clásico y con cierta sobriedad a pesar de algunos diálogos grandilocuentes. Pero llega la parte final y lo que pretende ser un tratado sobre el dolor espiritual se queda en el intento. Y no es por falta de frases de calado ni de artillería lacrimógena, no. Aquí se gasta hasta el último cartucho para deshacer al espectador entre llantos y suspiros. Algo que conmigo no funcionó. No me conmovió ni me dio penita, ni amago de ello siquiera. Me resultó tan fría, tan excesiva y tan distante que acabó por aburrirme.

Que la historia sea real no implica necesariamente que la película desprenda realidad. Un film basado en hechos reales no deja de ser una recreación y por ello puede resultar impostada o artificiosa. Todo depende de la manera de contarlo y del uso, que no abuso, de los recursos.

Sobran muchas cosas, metraje por ejemplo, pero en especial sobra esa impertinente música de melodrama que en vez de acompañar al relato irrumpe en él de manera fastidiosa. Una lástima porque la historia merece la pena.

O la irrupción de un soplo de aire fresco en las frías, apolilladas y polvorientas estancias de Oxford. Un bofetón en los acartonados y decrépitos rostros de ese conjunto de sabios apartados del mundo exterior que examinan su interior, con resultados más que discutibles (a mi parecer, claro). Al fin y al cabo, su justificación del sufrimiento data de siglos atrás.

Irreprochable técnica e interpretativamente. Dirección sosegada y de exquisito gusto, con una plasmación fidedigna de los círculos intelectuales y con unos actores soberbios: Magnífico Hopkins y excelente Debra Winger. Un cuidado guión, una música acorde a la historia y sin estridencias. Todo muy pulcro y profesional.

¿Qué falla entonces? Dos cosas:

- Todo lo que debíamos saber sobre los personajes, se termina de contar a falta de media hora del fin. Lo peor es que en esos últimos 30 minutos se destruye la magia construida en los 100 anteriores, explicitando la tensión emocional que ya estaba implícita a lo largo de toda la relación entre los protagonistas. La sensación de pérdida en "Lo que queda del día" está más conseguida.

- Emoción. Que no emotividad. La escena de la boda inicial ejemplifica bien la forma tan gélida en que los personajes se relacionan. No hay lazos afectivos. Demasiado maquinal. ¿Representación veraz? Puede, pero a mí no me llega.

Adulta, con clase y oficio. Lástima de contención. Lo de tirarse pedos hacia dentro jode cualquier película.

"Tierras de penumbra" puede gustar más o menos, pero es indudable su calidad, desde todos los puntos de vista. A mí personalmente me encantó, me emocionó mucho por momentos y me sentí cómplice con los protagonistas interaccionando con ellos en todo momento. Rico en diálogos, que por otra parte son sensacionales. La película toma una dimensión dramática inolvidable y conmovedora, que seguramente te arrancará más de una lágrima.

Esta es una historia real. Cuantas veces hemos visto esta frase al principio de una película y que poco nos ha importado. Pero cuando lo que se nos cuenta logra conmovernos, la cosa cambia. Efectivamente, esta delicada obra intimista nos traslada al Oxford de principios de los cincuenta, para contarnos una parte de la vida del escritor c.s.lewis, ahora famoso por su historia LAS CRONICAS DE NARNIA, que tambien ejercía de profesor en dicha universidad. Su vida transcurría entre libros y conferencias, amén de vivir junto a su hermano una existencia gris y poco estimulante, hasta que el amor se presenta en forma de admiradora americana y totalmente alejada de ese mundo cerrado.
Lo que sucede a continuación es hermoso y terrible y está narrado con un sentido del respeto fuera de lo común, tomandose su tiempo y dejando a los actores respirar en cada plano, consiguiendo una prodigiosa progresión de los personajes y de la historia.
Nunca antes el cine había tratado una enfermedad terminal con tanta dignidad e inteligencia.