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Tierras de penumbra

Romance. Drama C.S. Lewis (Anthony Hopkins), profesor de literatura en Oxford, es también un escritor de gran reputación. Es soltero y vive con su hermano de forma casi monacal, totalmente desconectado de la realidad, encerrado en el mundo de la enseñanza y los libros. Un día irrumpe en su vida Joy Gresham (Debra Winger), una poetisa estadounidense divorciada y gran admiradora suya, que está de viaje por Inglaterra con su hijo (Joseph Mazzello) y ... [+]
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Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
11 de septiembre de 2006
66 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Richard Attenborugh no cae en la sensiblonería ni en la lágrima fácil. Lo que sucede en la película conmueve porque las interpretaciones de los dos protagonistas lo hacen. Porque los sentimientos se expresan con verosimilitud y coherencia.
Es un obra con frase maravillosas como la de "El dolor del mañana es parte de la felicidad de ahora. Ese es el trato". Es un cine de artesano el de Attenborough, sin grandes expectativas consigue una pequeña joya. Acierta en la dirección de los actores, como hemos visto en otras de sus películas, sus personajes principales son de gran hondura moral, tienen personalidades cautivadoras y presentan matices de personalidad. Tambien los presenta tremendamente humanos con sus dudas y sus miedos.
Yo lloré la primera vez que la vi y lo hice porque quise, las lágrimas brotaban solas.

Saludos.
krystoff
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20 de febrero de 2010
46 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tradicionalmente, las historias de amor asociadas a enfermedades terminales acostumbran a derivar en productos con un elevado índice de afectación y sensiblería barata. Dichas lacras, sin embargo, no son absolutamente inevitables si en lugar de pretender emocionar al espectador por la vía fácil se opta por hacerlo de forma más lenta y progresiva. Como Attenborough en “Tierras de penumbra”. Una peli que atesora las mejores cualidades del cine inglés (sobriedad, contención, sutileza, elegancia, sensibilidad…) y que, merced a ese crescendo dramático tan espléndidamente ejecutado, se convierte -sin lugar a dudas- en uno de los romances más tristes y dolorosos que un servidor atina a recordar.

Gran parte de la ‘culpa’ la tiene, obviamente, Anthony Hopkins. Su composición de C.S. Lewis (el autor de “Las crónicas de Narnia”) es tan profunda y emotiva que no concibo ningún otro modo mejor de recrear el proceso de enamoramiento de un solterón maduro y solitario cuyos postulados éticos y morales van a experimentar la más cruda y despiadada de las experiencias: la muerte del ser amado.

Quizás por ello debo admitir que tengo serias dudas sobre la capacidad del cincel de Dios para hacernos perfectos. Pero lo que tengo claro, clarísimo, es que cada uno de esos golpes de Dios, del destino o de lo que sea -de algún modo u otro- nos ponen a prueba. Día tras día. Año tras año. Hasta que palmamos.
Taylor
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17 de febrero de 2007
37 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
C.S. Lewis "Jack" muy conocido por sus Crónicas de Narnia y coetáneo y amigo de Tolkien, durante su vida pasó del agnosticismo al cristianismo siendo célebres sus análisis acerca de los temas morales y religiosos.

La historia de Shadowlands nos muestra algunas de estas cuestiones, pero se centra en su encuentro con Joy Davidman Gresham, una mujer estadounidense que le estuvo enviando cartas regularmente como otras tantas admiradoras y a la que decide conocer. Ella, inteligente y directa, también escribe y visita Inglaterra acompañada por su hijo Douglas.

Recogiendo los relatos A Grief Observed del propio Lewis y Lenten Lands escrito por Douglas Gresham, se hace una adaptación cinematográfica exquisita, con algún pequeño destello de fino humor, diálogos ricos y bellos e interpretaciones perfectas, a la que Attenborough imprime un cuidadoso y controlado estilo, que deriva paulatinamente hacia el romanticismo más delicado y conmovedor.

Vivimos en una tierra de sombras
El sol siempre brilla en otro lugar
Ennis
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9 de junio de 2009
33 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay determinadas canciones, libros o películas que ponen en cero el cuentakilómetros de nuestros corazones, “Tierras de Penumbra” es una de de ellas. La película de Attenborough es una historia hermosa y triste sobre el sacrificio: de nuestra propia estabilidad, en aras del afecto a un ser querido, en aras del amor; una historia sobre el dolor como triste aprendizaje vital, como consecuencia ineludible, como es el caso, incluso en la más bella historia de amor.

Anthony Hopkins interpreta al escritor de las “Crónicas de Narnia”, profesor de literatura de Oxford que vive junto a su hermano de forma casi monacal. Un día, una admiradora y poetisa de Londres (Debra Winger) aparecerá en su vida y la trastocará para siempre.

En la película, el niño busca la seguridad, el hombre el sufrimiento. Cuando somos niños nuestro mundo es el cuarto de juguetes. El sufrimiento es lo que marca el cambio de la niñez a la edad adulta, ese cincel que usa Dios para perfeccionarnos y el que nos hace salir de ese feliz cuarto de juguetes.

Attenborough nos regala una rosa de capullo perfecto, como símbolo del ideal del amor cortés, cuya cualidad más esencial es que es inalcanzable. El gozo más intenso está no en tener, sino en desear, la delicia constante, la felicidad eterna solo se consigue cuando lo que más deseas no está a tu alcance. El amor más bello y puro, libre de cadenas sexuales, el que da todo y no pide a cambio nada.

Si algo nos quiere transmitir esta película es la fugacidad de la vida, el amor a través del dolor, que los fundamentos sobre los que se asienta el ser humano son efímeros, porque la felicidad son momentos puntuales, esporádicos, que siempre tienen un precio. Imprescindible.
Pelopantenne
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3 de junio de 2005
32 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Descubrí esta extraordinaria película cuando trabajaba en un cine de los de antes, de los de una sola sala. Durante una proyección observé como muchos espectadores salían con los ojos humedos del llanto. Al poco tiempo degusté esta película y comprendí el por qué de esos llantos, sobre todo en una de las escenas mas emotivas de la historia del cine. Aquella entre Hopkins y el niño. Película de grandes frases, que te hacen pensar, y que al pesar de la tristeza de muchas de ellas te hacen sentir vivo. Magistral.
javiercarrillo
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