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El hombre que mató a Liberty Valance

Western Ransom Stoddard (James Stewart), anciano senador del Congreso de los Estados Unidos, explica a un periodista por qué ha viajado con su mujer (Vera Miles) para asistir al funeral de su viejo amigo Tom Doniphon (John Wayne). La historia empieza muchos años antes, cuando Ransom era un joven abogado del este que se dirigía en diligencia a Shinbone, un pequeño pueblo del Oeste, para ejercer la abogacía e imponer la ley. Poco antes de llegar, ... [+]
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Críticas 220
Críticas ordenadas por utilidad
6 de noviembre de 2009
71 de 112 usuarios han encontrado esta crítica útil
La peli la acabo de ver y la estoy repasando incrédulamente en mi memoria y todavía sigo sin entender porqué la subnormal de Vera Miles le hace lo que le hace a John Wayne. Y le deja ahí con su porche quemado, su flor de cactus y esa segunda mecedora, vacía, esa mecedora que jamás será utilizada por mujer alguna, porque el John Wayne es de los tipos que son fieles hasta la muerte aunque la mujer le deje por un abogado sarasa con un peinado que parece que le ha lamido una vaca y lo peor, el sarasa ¡es James Stewart!

Vale que John Wayne es un poco brutote e inexpresivo, que lleva un sombrero horrible y que camina como si le hubiese violado una manada de búfalos en celo, pero ¿eso? Eso no se le hace a Un Hombre de Verdad.

No lo entiendo Hallie, no lo entiendo: si le querías ¿porqué le dejaste morir solo?
Neathara
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17 de marzo de 2011
33 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo contar 30 o 40 años de una vida? años de dolor porque Hallie no está, ni estará, un dolor a menudo insoportable sólo atenuado por el alcohol y por amores fugaces sin principio ni fin, años sin motivo, de Ulises que huye a no se qué batallas sin Penélope que le espere, de resentimiento porque le robaron lo que amaba...¿o fue él mismo quién lo perdió?. Sí, joder, tendría que haberle pedido que se casara con él mucho antes de que llegara ese hijo de puta con sus libros y sus principios, tendría que haber dejado que Valance le...no, eso no, el recuerdo de su sacrificio es lo único que le mantiene en pie, hizo lo que tenía que hacer, un acto de amor sin recompensa...para terminar podrido en un pueblo irreconocible, tan irreconocible como es él para los demás, que ya no son ni amigos ni enemigos. Una vida llena de tristeza, de esa que no se va, que forma parte de tí, vida de nostalgia y de amor y de rencor, de desesperación y finalmente de desesperanza. Hasta irse dejando morir poco a poco, seguramente susurrando su nombre un millón de veces, añorando, como siempre, lo que nunca tuvo.
¿Cómo explicar una vida tan compleja, una vida entera de un hombre? supongo que hay dos maneras, una con horas de metraje detallando pasajes con mayor o menor interés, y la otra la que escoge Ford, una imagen, casi un instante, una casa quemada desde hace una eternidad en un desierto rodeada de cactus en flor.
DUKITO
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21 de agosto de 2015
29 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
1. Títulos de crédito iniciales

En cuanto pude –con la debida autorización paterna– dejé de realizar los viajes diarios veraniegos a casa de mis abuelos y me independicé matutinamente de mis hermanos. Privilegios de ser el mayor.

Esa época temprana, con los padres en el trabajo y los colegios de vacaciones, la recuerdo con constantes discusiones y escasa sintonía. Sobre todo con mi abuelo, que se exaltaba y gruñía con suma rapidez ante mis protestas de crío.

Superados los dieciocho, estudiando fuera, retomé las visitas. A la hora de comer, numerosos viernes, un plato –ay, esa sopa de ajo– me esperaba en la mesa. Ya, a estas alturas, y con mi carácter más templado, la relación con ambos era otra. Pero al hombre detrás de mi abuelo lo conocí más tarde, si es que eso llegó a suceder.



2. Circus world. Breve anécdota de juventud

Son los sesenta. El rodaje de «El fabuloso mundo del circo» llega a Toledo. En una casa de huéspedes, regentada por la mujer de un hortelano, se hospedan varios capataces de obra que trabajan en la película. Uno de ellos le ofrece a aquél incorporarse al equipo como ayudante de albañilería.

De esta manera, el hortelano, con el séptimo arte como protagonista, cambiará definitivamente de profesión.



3. Inflexión en fin de semana

En años posteriores su pasión por el cine nos acercó. Y con el tiempo, casi sin querer, me convertí en su programador y proyeccionista los sábados y domingos.



4. El Nuevo Oeste. Breve anécdota de senectud

Tarde de otoño. Tres generaciones frente al televisor. El nieto desenfunda «El hombre que mató a Liberty Valance» de su estuche de DVDs. Play. Sorprende que el abuelo, siendo incapaz de retener nombres de directores o actores, salvo el de John Wayne, Errol Flynn y alguno más, reconozca ciertas películas y secuencias que había visto cuarenta o cincuenta años atrás y no advierta otras con las que se ha cruzado recientemente. “El ataúd”, “El robo y el carruaje”, “Ahora pasa tal, que me acuerdo yo”. La madre pide en reiteradas ocasiones que, por favor, no se adelante. Obvia la petición porque sigue como hipnotizado. “A éste le disparan”, “El fuego”, “Esos dos acaban juntos”. El abuelo, que no suele pronunciarse sobre la calidad o la falta de ella, da su veredicto al finalizar: “Cojonuda”.



5. Última bala

Su gusto –fácil de contentar con todo tipo de western, film de acción o aventuras sin una trama complicada o enrevesada– me hizo ponerle, en un principio, cualquier película o serie que cumpliera los requisitos. Hasta que comencé a sentarme a visionarlas también. Así revisé y descubrí grandes clásicos. Él, a pesar de haber visto gran cantidad de ellos, mantenía esa ingenuidad propia de los niños, ésa que impide diferenciar al héroe espadachín por llevar antifaz o la que se asombra ante un desarrollo previsible.

Fueron esos momentos, con la pantalla brillando y las pistolas silbando, donde hubo mejor entendimiento entre los dos.

La última que grabé para sustituir a la siesta: «Licencia para matar» de Clint Eastwood. No hubo oportunidad. Aunque seguramente ya la habría visto. Y olvidado. Como tantas.
Dromedario
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20 de agosto de 2010
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Liberty Valance ha llegado a la ciudad.
La gente desaparece de las calles. Los niños se mean de miedo. El sheriff deja la estrella en el cajón y sale a galope tendido por la otra punta del pueblo. Las mujeres se preparan, alguna reza... Los hombres se acuerdan que tienen que ir a comprar el pan.
-Bu bu bu bueno, ya nos veremos. Dice el tartamudo.

Él se va y ella se queda en la puerta nerviosa, mirándole. ¡Cómo no es capaz de llamarle! Qué pena de escena perdida.
Tom Doniphon se preocupa de sus caballos, pero nunca supo preocuparse de hablarle a ella. No estaba en su ser esas cosas.

Escenas épicas. Donde no llega la ley, el hombre que mató a Liberty Valance resolvió.
Y Tom Doniphon le devuelve el rifle a Pompey al otro lado de la oscura calle.
No comments.

El hombre que mató a sus sentimientos. Y de paso a Liberty Valance.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
floïd blue
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24 de enero de 2006
27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿ Quién ha muerto ?. Ésa pregunta realizada por un periodista es el epicentro de toda la película. Esta cinta hay que tratarla más por su contenido que por el continente. La sensación que te deja es que acabas de ver un alegato contra la tiranía y a favor de la libertad. Aunque también muestra el desencanto de un género que, hasta la revitalización de Leone, estaba ya tocado de muerte. Es posiblemente el último gran western clásico hasta la llegada de la impresionante Sin Perdón.

Todo comienza de la manera más anodina, con un mero viaje del senador Stoddard hacia sus recuerdos. Contempla con nostalgia como aquel pequeño pueblo en el que vivió, trabajó, y se enamoró, no es más que una sombra de lo que antes, fue. Entonces, al comprobar cómo han quedado las cosas, y quizás en búsqueda de una reconciliación con sus fantasmas, decide narrarles a los periodistas de su antiguo periódico la verdadera historia de Tom Doniphon y de Liberty Valance.

Esta película es también un contraste de dos mundos, un choque de culturas: el joven Ransom llega a un pueblo " incivilizado " creyendo que podrá instaurar las leyes del derecho, y recién salido de la universidad, es un soñador utópico. Pero nada más llegar, le bajan de la nube con una brutal paliza, sello del que será su enemigo durante su estancia, y que le demuestra dónde acaba de llegar: el salvaje oeste. Aquí nadie se rige por libros y leyes, si no que impera la ley del más fuerte.

Ransom comienza a percatarse de que ha llegado a un sitio anclado en el pasado. Tom y Liberty representan ese pasado tan arraigado en el oeste americano, al igual que Vera Miles, pero esta, al ritmo que conoce más y más a Ransom, se da cuenta de que quiere huir de ese pasado misógino y comenzar una nueva vida. El contraste representado por la flor de cactus de Tom y la flor silvestre de Ransom.

En el guión, magnificamente escrito por Warner Bellah, se guarda la sorpresa hasta el final. Todo apunta a que Ransom es el protagonista, pero el personaje de Tom adquiere al final una importancia que no ha adquirido durante todo el metraje. Es un perdedor, un borracho, pero antepondra el bienestar de su amada al suyo propio, y eso le hará convertirse en un auténtito héroe en la sombra. La escena del bar entre Mavin y Wayne es sencillamente antológica. Dos egos en pura lucha, a ver quién influye más miedo a quién, y es realmente donde Stewart se da cuenta del mundo donde se ha metido al intentar parar la pelea, pero verse impotente en ella.

La prensa ocupa un lugar importantísimo dentro de la película, pues muestra la necesidad de la libertad de opinión, aunque muchos, como Liberty, abusen para censurar dicha opinión. También como un recuerdo de esas grandes historias que nunca deben caer en el olvido, aunque, como le responde el periodista a Jimmy Stewart al final de la película, cuando este le pregunta si van a escribir la verdadera historia, " En cuanto se imprimen en tinta, dejan de convertirse en leyenda ".
Tony Montana
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